sábado, 16 de marzo de 2013

MANIFESTACIONES FISICAS



Los casos de apariciones de dobles de personas vivas o de espíritus manifestándose después de su muerte terrestre, referidos y comprobados por la Société de Recherches Psychiques, son manifestaciones aisladas, reales, pero relativamente bastante son manifestaciones aisladas, reales, pero relativamente bastante raras, produciéndose en circunstancias tan excepcionales que es difícil hacer de ellas otro análisis que no sea el resultante del relato verídico del acontecimiento.Los espíritas, que están familiarizados desde largo tiempo con estos fenómenos, han hecho un estudio minucioso de todos los géneros posibles de comunicación de los espíritus con nosotros. Entre los más notables se pueden citar las diversas huellas dejadas, por los seres del espacio, durante las sesiones en que se les evoca en sustancias blandas o fáciles de desmenuzar.
Resumamos brevemente esos experimentos tan probatorios, sobre los cuales volveremos a insistir en el próximo capítulo. Los escépticos pretenden que no se puede estar seguro de no haber estado alucinado al comprobar la presencia de una aparición, a menos que la forma deje una huella de su paso que subsista después de la desaparición de la imagen.  Los hechos siguientes responden a ese desiderátum.
Zoellner, el eminente astrónomo alemán, obtuvo sobre hojas de papel ennegrecidas y colocadas entre pizarras puestas sobre sus rodillas, dos impresiones: una de un pie derecho; la otra de un pie izquierdo, sin que el médium hubiese tocado las pizarras. En otra circunstancia, el papel ennegrecido fue colocado sobre una plancheta, la mano que se imprimió en ella tenía cuatro centímetros menos que la de Slade. (1)
(1) Slade era el médium; es el que prestó más tarde su concurso al Dr. Gibier. Véase Le Spiritisme ou Fakirisme occidental, en donde sus experimentos están relatados.
En un jarro lleno de harina, fue encontrada la impresión de una mano, con todas las sinuosidades de la epidermis claramente visibles. Hemos hecho observar que siempre las apariciones se parecen rasgo por rasgo a las personas de las que se desdoblan; haremos observar que los espíritus que se materializan tienen momentáneamente todas las apariencias de un cuerpo físico, idéntico a un cuerpo material real, pues las impresiones que dejan, ofrecen una similitud perfecta con las que producirían las mismas partes de un cuerpo vivo. El profesor Chiaïa, de Nápoles, con ayuda de Eusapia Palladino, tuvo la idea de proveerse del barro de los escultores, y el espíritu grabó su rostro sobre aquella materia plástica.
Echando yeso en el molde así obtenido, estuvo en posesión de una hermosa cabeza de hombre, de expresión melancólica.
En América se comprobaron resultados del mismo orden, y hasta se encontró un medio de obtener reproducciones fieles de apariciones: Al fundir parafina en agua caliente, ésta sube a la superficie; entonces, se ruega repetidamente a la aparición que introduzca, en la parafina fundida, la parte del cuerpo que se desee conservar, y que se desmaterialice cuando aquella envoltura esté seca, la aparición deja un molde perfecto. Sólo hay que echar yeso en el interior para tener un recuerdo duradero de esas sesiones. Lo reproducimos según M. Aksakoff, el bien conocido sabio ruso. Para completar los experimentos de M. Reimers, añadiré el acta de una sesión que tuvo lugar en Manchester el 17 de abril de 1876, de la que dio cuenta The Spiritualist el 12 de mayo; ha aparecido una traducción alemana en Psychische Studien, 1877.
Entre los cinco testigos los Sres. Marthéze, Oxley y Reimers, me son personalmente conocidos y los considero dignos de crédito: “Los abajo firmantes, certificamos por la presente, que los hechos siguientes se produjeron en nuestra presencia, en la habitación de M. Reimers el 17 de abril de 1876. Pesamos cuidadosamente tres cuartos de libra de parafina, la pusimos en una cubeta y metimos en ella agua hirviendo, que la fundió enseguida. Si una mano es sumergida varias veces en aquel líquido, la parafina, enfriada, forma un molde perfecto. Aquel recipiente, así como otro con agua fría, fue colocado en un extremo de la habitación. Dos cortinas de seis pies de altura y cuatro de longitud, suspendidas con varillas, formaban una especie de gabinete cuadrado con aberturas en cada extremo de quince pulgadas de anchura; la pared estaba separada de la casa contigua, y el gabinete casi lleno de muebles; la idea de trampa no podía ser concebida; el suelo también estaba cubierto de jarrones, macetas, sillas, etc.
“Una señora, amiga nuestra, dotada de ese misterioso poder llamado mediumnidad, fue envuelta en una red que le cubría la cabeza, los brazos, las manos y la cintura, pasando por las correderas una cuerda, atada tan fuertemente como es posible; añadiéndose al nudo además, un pedazo de papel que hubiera caído si éste hubiese sido deshecho. Todos los testigos estuvieron de acuerdo en que le era imposible a la médium por sí sola librarse de sus ligaduras sin hacerse traición. De aquella forma fue conducida a un rincón del gabinete en el que, aparte de la silla, recipientes y librería, totalmente vacía, no había nada visible cerca de esos objetos que habíamos examinado a plena luz.
“Cerramos la habitación y bajamos el gas, pero aun así era posible distinguir algo en la habitación, y nos sentamos a una distancia de cuatro o seis pies de la cortina. Después de algún tiempo empleado en cantar y tocar el piano, apareció una figura en una de las aberturas y luego se corrió hasta la otra. Su bella y brillante corona, su blanca toca, y alrededor del cuello su cinta negra de la cual pendía una cruz de oro, fueron vistas claramente por todos los asistentes. Muy pronto otra figura femenina apareció, también con una corona visible, dejándose ver al mismo tiempo que la primera, y elevándose por el gabinete hacia el techo, saludó graciosamente a todos los asistentes. Una voz muy fuerte de hombre, saliendo del rincón, anunció su deseo de ensayar los moldes.
“Entonces, la primera figura apareció de nuevo en la abertura haciendo signos a M. Marthéze de que se aproximara para estrecharle la mano; cogió el anillo de su dedo, y M. Marthéze vio al mismo tiempo a la médium en el rincón opuesto, envuelta en la red. La figura, no obstante, se desvaneció rápidamente en dirección a la médium. “Entre tanto, M. Marthéze se había sentado, y la voz del gabinete preguntó qué mano deseábamos; poco después, M. Marthéze fue requerido de nuevo para ir a la abertura para recibir el molde de una mano izquierda; inspeccionándolo se descubrió la sortija en uno de los dedos del molde. M. Reimers fue entonces llamado y recibió de la misma manera la mano derecha destinada a sus sabios amigos de Leipzig, según el deseo que éstos habían expresado formalmente. Seguidamente se oyó toser a la médium; su tos había inspirado temores de fracaso, tan violentos eran los accesos en el gabinete al inicio de la sesión; pero esa tos había sido suprimida todo el tiempo que duró el experimento (más de una hora).
Cuando la sacamos del gabinete, examinamos los nudos, y... vimos que todo estaba igual que antes. Sacamos toda la parafina sobrante y la pesamos junto a los dos moldes obtenidos, encontrando un poco más de tres cuartos de libra, siendo debido aquel pequeño exceso de peso al agua adherida a la parafina, como se comprobó al sacudirla. La proporción de agua de los moldes daba exactamente ese exceso; así terminó nuestro experimento. “Las manos obtenidas difieren considerablemente bajo todos los aspectos de las de la médium; todas muestran las más detalladas particularidades (muy manifiestas mirándolas con una lupa) de una El alma pequeña mano, de la misma individualidad que más de una vez nos ha dado moldes en las mismas condiciones experimentales.”
Se observará que todas las precauciones han sido tomadas por los experimentadores espíritas para ponerse al abrigo de cualquier causa de error proveniente de ellos o del médium. Estos experimentos u otros análogos, frecuentemente repetidos, han permitido tener centenares de moldes reproduciendo diversas partes de las materializaciones de espíritus de cualquier sexo y edad. En todos los experimentos son miembros semejantes a los que, practicando la misma operación, se obtendrían sobre seres vivos. M. de Bodisco, chambelán del zar, ha publicado curiosos experimentos de materialización, hechos con una médium, Mlle. K. “No vacilo —dice—, en declarar que el cuerpo astral (o psíquico) es el más importante de todos los cuerpos de la naturaleza, no obstante la resistencia de las ciencias experimentales en reconocerlo. Este cuerpo está gobernado por leyes cuyo estudio llevará la luz a no pocos errores en los que se cae al buscar ser consolados por una prueba real de la vida humana. Este cuerpo constituye la única parte del cuerpo humano que es imperecedera, es el zoo-éter, o materia primordial, o fuerza vital.”
Cuatro fotografías han sido tomadas por M. de Bodisco; en las que se muestran diversos estados de materializaciones, desde la aparición astral o psíquica que rodea el cuerpo del médium hasta la condensación de una forma de la cual sólo se ve la cabeza, el resto del cuerpo parece envuelto en una especie de gasa. Al lado de la forma se distingue el cuerpo del médium caído sobre un sillón en estado letárgico.