sábado, 16 de junio de 2012

Perdón y Olvido de las Ofensas

Perdón y olvido de las ofensas ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano? Le perdonarás no siete veces, sino setenta veces siete veces. Aquí tenéis una máxima de Jesús que debe llamar vuestra atención, y hablar muy alto a vuestro corazón. Fijáos en esas palabras de misericordia de la oración tan sencilla, tan reasumida y tan grande en sus aspiraciones que Jesús da a sus discípulos, encontraréis siempre el mismo pensamiento. Jesús, el justo por excelencia, responde a Pedro: Tú perdonarás, pero sin límites; tú perdonarás siempre que ofensa te sea hecha; tú enseñarás a tus hermanos ese olvido de sí mismo que le hace invulnerable contra el ataque, los malos procederes y las injurias; tú serás benigno y humilde de corazón no midiendo nunca tu mansedumbre; tu harás, en fin, lo que desees que el Padre celeste haga por tí; ¿no tiene El que perdonarte muy a menudo, y cuenta, acaso, el número de veces que su perdón desciende a borrar tus faltas? 

Escuchad, pues, esa respuesta de Jesús y, como Pedro, aplicáosla; perdonad, sed indulgentes, caritativos, generosos y hasta pródigos de vuestro amor. Dad, porque el Señor os dará; perdonad, porque el Señor os perdonará; bajáos, porque el Señor os levantará; humilláos, porque el Señor os hará sentar a su derecha. Id, amigos míos, estudiad y comentad estas palabras que os dirijo de parte de Aquél que desde lo alto de los esplendores celestes, tiene siempre la vista dirigida hacia vosotros, y continúa con amor la tarea ingrata que empezó hace dieciocho siglos. 

Perdonad, pues, a vuestros hermanos, como tenéis necesidad de que os perdonen a vosotros mismos. Si sus actos os han perjudicado personalmente, mayor motivo tenéis para ser indulgentes, porque el mérito del perdón es proporcionado a la gravedad del mal, y no habría ninguno en perdonar los daños de vuestros hermanos si sólo os hubiesen hecho pequeñas heridas. 

Espiritistas, no olvidéis nunca que tanto en palabras como en acciones, el perdón de las injurias no debe ser una palabra vana. Si os llamáis espiritistas, sedlo pues; olvidad el mal que os han podido hacer y no penséis sino en una cosa: el bien que podáis hacer. 

El que ha entrado en este camino, no debe separarse de él ni con el pensamiento, porque sois responsables de vuestros pensamientos, que Dios conoce. 

Haced, pues, que estén despojados de todo sentimiento de rencor; Dios sabe lo que mora en el fondo del corazón de cada uno. Feliz, pues, aquel que todos los días puede dormirse, diciendo: "Nada tengo contra mi prójimo". (Simeón, Bordeaux, 1862). 


Perdonar a sus enemigos es pedir perdón para si mismo; perdonar a sus amigos es darles una prueba de amistad; perdonar las ofensas es reconocer que uno se vuelve mejor. Perdonad, pues, amigos míos, a fin de que Dios os perdone, porque sois duros, exigentes, inflexibles, y si además tenéis rigor por una ligera ofensa, ¿cómo queréis que Dios olvide, cuando todos los días tenéis gran necesidad de indulgencia? ¡Oh! desgraciado aquel que dice: "Yo no perdonaré nunca", porque pronuncia su propia condenación. ¿Quién sabe, además, si descendiendo en tí mismo, no has sido tú el agresor? ¿Quién sabe, si en esa lucha que empieza por un alfilerazo y concluye por un rompimiento, tú empezaste por dar el primer golpe? ¿Si tal vez te ha escapado una palabra ofensiva? ¿Si no has usado de toda la moderación necesaria? Sin duda tu adversario no tiene razón en manifestarse demasiado susceptible, pero esto es una razón para que seas indulgente, y no merezca los reproches que le diriges. 

Admitamos que tú hayas sido realmente el ofendido en alguna circunstancia; ¿quién te dice que tú mismo no hayas envenenado el asunto con las represalias, y que hayas hecho degenerar en querella formal lo que fácilmente hubiera podido quedar en olvido? 

Si dependía de ti el impedir las consecuencias, y no lo has hecho, eres culpable. Admitamos, en fin, que no tengas ningún cargo que hacerte; entonces tendrás mucho más mérito eu demostrate clemente. Mas hay que dos modos muy diferentes de perdonar: hay el perdón de boca y el de corazón. Muchas personas dicen que perdonan a su adversario, mientras que interiormente experimentan un placer secreto del mal que les sucede, diciendo para sí: esto es lo que él merece. Otros dicen "yo perdono" y añaden: "pero no me reconciliaré nunca; no lo volveré a ver en mi vida". ¿Acaso es esto el perdón según el Evangelio? No; porque, el verdadero perdón, el perdón cristiano, es aquel que echa un velo sobre lo pasado, el único que os será tomado en cuenta, porque Dios no se contenta con las apariencias; sondea el fondo de los corazones y los pensamientos más secretos; no se le contenta con palabras y vanos simulacros. 

El olvido completo y absoluto de las ofensas es propio de almas grandes; el rencor siempre es una señal de bajeza y de inferioridad. No olvidéis que el verdadero perdón se reconoce en los actos mucho más que en las palabras. (Pablo, apóstol, Lyon, 1861). 

Extraído de: "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec

Los desastres naturales

Los Desastres Naturales: 
Conozca lo que dicen los espiritus y Kardec sobre el tema.

Tsunami Asia 2004

California - 2005

Haiti 2010
Entrevista con Divaldo Pereira Franco sobre las Muertes Colectivas
Hemos visto diversos acontecimientos que acabaron en muertes colectivas en varios lugares del mundo, algunos de magnitudes mayores que los otros. ¿Cuál es la visión espírita sobre las muertes colectivas?
Divaldo Pereira Franco El eminente Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, tuvo el cuidado de preguntar a los Espíritus sobre esos flagelos destructores, conforme la pregunta nº 737, de El Libro de los Espíritus, y ellos contestaron que esos fenómenos ocurren para hacer progresar a la Humanidad.
La destrucción es necesaria para que haya la regeneración moral de los Espíritus que, en cada nueva existencia, suben una grada en la escalera del perfeccionamiento. Es necesario que se vea el objetivo, para que los resultados puedan ser apreciados. Solamente desde vuestro punto de vista personal los apreciáis; de ahí viene que los califiquéis de flagelos, por culpa de los perjuicios que os causan. Son, pues necesarios, tales flagelos, porque despiertan la conciencia humana hacia la solidaridad y para la imprescindible auto iluminación.
2. ¿Todas las personas que desencarnan colectivamente, tienen necesariamente vínculos con el pasado?
DPF: Sin ninguna duda. Cuando ocurre una calamidad generalizada, aquellos que se encuentran involucrados en el proceso de rescate están liberándose de un compromiso colectivo que fue asumido anteriormente, en cuyo período se practicaron males innombrables contra el ser humano aisladamente y la sociedad en general. No siempre, sin embargo, hay vínculos individuales, unos con otros, siendo parte del grupo por afinidad vibratoria.
3. En la Revista Espírita de 1858, el Espíritu San Luís, afirma que, cuando una existencia ha sido puesta en peligro es una advertencia deseada antes de la encarnación, para desvío del mal y hacer que el individuo se torne mejor. ¿Sería esto la causa por la cual algunas personas no son alcanzadas durante una catástrofe?
DPF: No pocas veces se encuentran personas no vinculadas de necesidad de los flagelos destructores, en el momento en que ocurren. Sin embargo, son invitadas a graves reflexiones propias salvándose, a fin de que sus existencias se tornen provechosas, modificando la conducta y ampliando el área de servicio iluminativo personal y en beneficio de la humanidad.
Por esta razón, muchos hombres y mujeres que se encuentran en el seno de los sucesos
lamentables se salvan de forma, a veces, inexplicable, como ocurrió en el tsunami y siempre sucede en otros sucesos no menos dolorosos.
4. Desencarnaciones colectivas como las que ocurrieron en Paraguay (incendio en un supermercado en Asunción), o en Argentina (incendio en una discoteca en Buenos Aires) tiene cierta similitud con la tragedia del Circo, en Niterói, Brasil, hecho narrado por Humberto de Campos, a través de la psicografía de Chico Xavier, en la cual, las víctimas del incendio eran antiguos romanos que llevaron a jóvenes cristianos entregarlos a la muerte en la arena... En su opinión, ¿estos hechos recientes, serían rescates de similar origen?
DPF:Sí. Sin embargo, no necesariamente reuniendo verdugos de los cristianos en días del pasado.
La Humanidad ha vertido tantas lágrimas con las tragedias ocasionadas con religiosos intolerantes como a través de gobiernos arbitrarios, por políticos deshonestos y violentos
como por medio de hábiles negociantes que explotan a las masas, llevándolas a la miseria y
al sufrimiento...
Periódicamente la Divinidad reúne a esos agresores de la Conciencia Cósmica de diversos períodos y los invita a la desencarnación en masa, dolorosa, aflictiva, de modo que rescaten los débitos cometidos, sin que sean necesarios otros agentes humanos para hacerlo.
Algunos, que desencadenan las tragedias, por ignorancia, locura o perversidad, se tornan, sin darse cuenta, instrumentos de la Ley Soberana, dando así continuidad a la irrefutable labor de purificación propuesta por la Justicia Divina.
5. Recordamos al Espíritu André Luiz, en el libro «Nuestro Hogar», narrando sobre la preparación del plano espiritual para una gran tragedia, que sería la Segunda Guerra Mundial.
¿Podría narrarnos cómo los Espíritus actúan desde el otro lado de la vida ante estos hechos?
DPF: Conforme nos enseña El Libro de los Espíritus, en la Parte 2a., Capítulo IX, especialmente las preguntas de nºs. 537 y siguientes, hay Entidades que presiden los fenómenos y los dirigen de acuerdo con las atribuciones que tienen.
En la tradición de todos los pueblos existen esos arquetipos procedentes de las generaciones anteriores, que informan sobre la existencia de elementales, gnomos, hadas, genios, sílfides, elfos, salamandras, orixás..., que son responsables de los fenómenos
de la Naturaleza, tanto en la construcción como en la destrucción, de forma que la Tierra alcance su nivel más elevado en la condición de mundo de regeneración.
Bajo el comando de Espíritus nobles y sabios, verdaderos ingenieros siderales que planean los sucesos de cualquier matiz en el planeta terrestre, aquellos cooperadores son incumbidos de realizarlos, de la misma forma que sucede en nuestra sociedad, en lo concerniente al progreso individual y al de las masas.
Después de estudiar las necesidades de aquellos que estarán incluidos en la depuración a través del flagelo destructivo, elaboran las acciones, utilizándose de los fenómenos geológicos (como en el caso del tsunami), otros de naturaleza diversa (incendios, conflictos armados, guerras, accidentes colectivos) o se responsabilizan de su resultado, atendiendo, de ese modo, a los objetivos de la evolución.
6. Sabemos a través de revelaciones mediúmnicas y para nuestra ilustración, la causa
pasada de las personas que desencarnaron durante catástrofes, en el caso específico del tsunami, en el mar Índico, con más de 250 mil muertes, ¿Cuál sería el origen? ¿Los Espíritus Benévolos le han informado algo al respecto?
DPF: En comentario particular, sin que yo pueda demostrar su legitimidad, el Espíritu Joanna de Ângelis me informó que las víctimas del fenómeno destructivo a que nos estamos refiriendo, fueron parte de las antiguas legiones bárbaras que destruyeron, prácticamente Europa y otros pueblos, en el pasado, especialmente, Alarico I y sus ejércitos, cuando sometieron a su talante cruel varios países, incluyendo a Tracia y Grecia, habiendo amenazado antes Constantinopla y, cuando conquistando Roma, la saquearon y quemaron durante seis días, que se prolongaron por mucho tiempo, en el año 410 (d.C.), en que también él desencarnó...7. Finalmente, ¿Cómo ve la acción solidaria y ayuda humanitaria de los países desarrollados,
ante el sufrimiento de los países afectados?
DPF: La Humanidad está constituida por Espíritus en estados primarios, pero también por aquellos que ya alcanzaron un estado más elevado estado de evolución y que constituyen
ejemplos que arrastran las multitudes. Infelizmente, han ocurrido fenómenos sociales lamentables, por culpa de la indiferencia de algunos líderes, sin embargo, avanzamos con el progreso rumbo a la felicidad que es improrrogable bajo el comando de Jesús.
Es natural, por tanto, que todos los pueblos se unan y se ayuden recíprocamente, ya que esos fenómenos dolorosos volverán a ocurrir, posiblemente más severos, exigiéndonos
cuidados y atención, mientras aguardamos que sucedan y donde vuelvan a ocurrir.
Se reconoce la madurez espiritual de un pueblo por sus sentimientos de fraternidad, de solidaridad humana, y no solamente por sus conquistas científicas y tecnológicas, que aunque auxilienmucho, no impiden que ocurran flagelos destructores de este y de otros aspectos.

Desde la antigüedad, grandes tragedias se abaten sobre la Humanidad. A fenómenos naturales – ciclones, maremotos, volcanes – se han sumado situaciones tormentosas
desencadenadas por la acción humana, como incendios, derrumbes de construcciones y genocidios.Ya lo largo de la gran epopeya humana siempre se ha preguntado:
¿por qué?
DPF: Para los que creen en la bondad, en la misericordia y en la justicia de Dios, las interrogaciones son aún más profundas.
En fin, ¿cuáles son las razones para que el Creador permita que sus hijos – aparentemente inocentes – sean víctimas de las catástrofes que dejan detrás de sí la muerte, la miseria, la enfermedad, la orfandad y la viudez, y que hacen infelices a miles de vidas?
Al quedarse intrigado con la secuencia de pruebas colectivas que marcan la trayectoria de la Humanidad, el Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, indagó a los Inmortales acerca de las razones de tales tragedias. Y los  Bienhechores Espirituales han explicado, en el capítulo seis de la tercera parte de El Libro de los Espíritus, que las calamidades destructivas son pruebas que dan al hombre oportunidad de evolucionar y de ejercitar su inteligencia al demostrar paciencia y resignación delante de la voluntad de Dios.
El Espiritismo enseña que todas las aflicciones tienen una causa justa, originada en la actual existencia o en vidas anteriores. Por eso, los Espíritus Superiores no se ponen
en estado de rebeldía ante las tragedias. Por el contrario, se muestran serenos y compadecidos delante del sufrimiento.
Ellos nos estimulan a aprovechar la oportunidad para hacer el bien a las víctimas de las catástrofes. Ellos nos informan que dichas ocasiones ofrecen al hombre la oportunidad
de manifestar sus sentimientos de abnegación, de desinterés y de amor al prójimo.
De esta manera, no se debe tener extrañeza cuando leemos, en el texto de El Libro de los Espíritus, algunas expresiones más fuertes. Una de ellas, la que dice: «Es necesario castigarlo en su orgullo», debe ser entendida como una expresión del siglo diecinueve. El Espiritismo explica que Dios no castiga ni premia. Él ama a todos sus hijos y los corrige mediante leyes eternas y justas. Para entender mejor el contexto de estas afirmaciones, sugerimos la lectura integral del cap. VI (Ley de Destrucción) de la 3ª Parte de El Libro de los Espíritus.
Le invitamos a leer los siguientes textos y a compartirlos con sus amigos y familiares.