viernes, 12 de octubre de 2012

BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN


BIENAVENTURADOS
LOS QUE LLORAN

                                         
 “Bienaventurados los que lloran,
porque ellos recibirán consolación”

JESÚS (Mateo, 5:4.)
–¿Por qué? ¿Por qué a nosotros? – Se preguntaba Lautaro, mientras
su rostro era inundado por el llanto y la tristeza. Miraba fijamente al
doctor Rivas, como esperando que dijera que se había equivocado en el
diagnóstico. Pero no, lamentablemente, los distintos estudios realizados
no daban lugar al error, y todos dictaminaban lo mismo: Anencefalia. Ello
significaba que el hijo que esperaba feliz, junto a su querida compañera
Carolina, no tenía posibilidades de vivir después del parto.
La joven mamá abrazó a su marido con ternura, y luego extendió
su mano sobre su rostro, obligándolo dulcemente a que la mirara. Tomó
aire, hizo una pausa, buscando las mejores palabras para lo que tenía que
decir, y expresó:
–No importa cuánto tiempo viva entre nosotros, quiero que nazca
naturalmente, igual que cualquier niño.
–Disculpe, Carolina, pero quizá no comprendió la gravedad de la
situación – interrumpió el obstetra. – Esta enfermedad es una malformación
grave, porque no hay desarrollo de los hemisferios cerebrales, básicamente
hay rudimentos, o estructuras mínimas de lo que sería el cerebro. Ello
implica que el bebé no tiene posibilidades de sobrevivir, hasta puede
perecer antes de los nueve meses de gestación. Acunar en tu vientre un
niño que jamás va a poder vivir es generarte un tormento psicológico muy
grande, una angustia que te causará mucho daño. Tú eres joven, puedes
volver a quedar embarazada…
–Y ¿usted qué propone? – indagó Lautaro con firmeza.
–Provocar un parto natural, para que el bebé nazca antes de
tiempo…
–Pero eso es realizar un aborto – Exclamó indignada la joven
madre.
–No, no es así. Ante patologías de esta naturaleza tanto la ley
como la medicina tienen contemplaciones. Quédense tranquilos que yo
los derivaré a un equipo de profesionales que se ocupan de enfermedades
como esta. Ustedes solo acelerarían un destino fatal, irreversible; no
quitarían ninguna vida.
Una vez fuera de la clínica, Lautaro y Carolina se abrazaron y
lloraron. La noche era apacible. Las estrellas habían inundado el cielo,
decididas a acompañar con su luz a los jóvenes padres de regreso a su
hogar. Ambos permanecieron durante todo el viaje en silencio; solo daban
lugar a la manifestación del llanto y la congoja que los acompañaba.
Los días transcurrieron. Lautaro era partidario de acatar las
directivas que había dado el médico. Carolina, en cambio, no emitía
opinión alguna y acariciaba su vientre con amor, sabiendo que allí había
una vida que se desarrollaba. Cuando esto ocurría, su esposo callaba y se
unía a ella en esa manifestación de amor y dulzura.
Cuando los familiares del joven matrimonio se enteraron de la idea
que el doctor Rivas les había dado, distintas opiniones se dejaron traslucir.
Muchos acusaron a Lautaro y a Carolina de concebir ideas abortivas;
otros, en cambio, los apoyaron incondicionalmente. Las noticias llegaron
a los oídos de Pedro, el tío de ambos, que era espiritista. Él los citó en su
humilde hogar del barrio distanciado de la Capital Federal y, después de
orar junto a ellos, pidiendo orientación a los Cielos, les manifestó:
–Hijos, Dios es Amor y sus leyes son de Amor. Tanto ustedes
como el Espíritu del niño que abriga Carolina en su vientre han decidido,
seguramente, rescatar errores cometidos en el ayer, ya que no vivimos
una sola vez. Tomen la decisión que tomen, Dios no los juzgará ni los
condenará; serán vuestros corazones los que se sentirán plenos o dolientes.
Y nadie debe juzgarlos, ya que no nos encontramos en la posición de vivir
una prueba semejante. Solamente ustedes conocen lo que esa enorme
adversidad, pero sepan que si han sabido sobrellevarla, es porque tienen
la fortaleza para hacerlo.
Pedro hizo una pausa. Miró hacia los costados de la mesa como
buscando algo. Tomó de una pequeña biblioteca, que estaba a su derecha,
un libro y, abriendo sus páginas les dijo:
–Este libro se llama El Evangelio según el Espiritismo y es una
fuente de orientación permanente, pues contiene la explicación de las
enseñanzas de Jesús a la luz de nuestra amada Doctrina. Permítanme que
les lea un pasaje; es del capítulo V, Bienaventurados los que lloran, y
dice así: Cuando Cristo dijo esta bienaventuranza no se refería a los
que sufren, pues todos los que se encuentran en la Tierra padecen, ya se
sienten en un trono o duerman en una pocilga. Se refiere a que pocos son
los que saben sufrir”. – Más adelante, el Espíritu de Lacordaire, que es
quien manifiesta estas palabras, agrega: “Bienaventurados los que tienen
la ocasión de poner a prueba su fe y su firmeza, su perseverancia y su
sumisión a la voluntad de Dios, por cuanto será centuplicada la alegría
que en la Tierra les falta”. – Pedro cerró lentamente las páginas de tan
preciado libro y, mirándolos con ternura, expresó: Seguramente ustedes
ya están recibiendo la Protección de los Cielos para cargar en sus hombros
este sufrimiento; pero también les digo con certeza que sus Espíritus están
preparados para “saber sufrir”, como decía Lacordaire. Yo no les voy a
decir lo que tienen que hacer ni voy a juzgar la decisión que tomen, sólo
les voy a asegurar mi compañía en esta travesía que van a emprender.
Estaré con ustedes para lo que necesiten. Confiemos en Dios.
Después de pronunciar una oración, pidiendo orientación y
protección para sus sobrinos, Pedro los acompañó hasta la puerta de
entrada y los despidió con un abrazo cargado de afecto y comprensión.
Hay veces que los gestos o los silencios hablan mejor que las palabras;
este momento era uno de ellos.
El tiempo transcurrió. Lautaro y Carolina, cada vez más fortalecidos
en la fe, habían decidido llegar a término del embarazo, sin interrumpirlo.
Aquella conversación con Pedro, más las posteriores visitas al Centro
Espírita “Esperanza Cristiana”, había generado en ellos la fortaleza para
“saber sufrir”, según las páginas del Evangelio.
Y una mañana de abril, bajo un vendaval de emociones confusas,
Carolina y Lautaro recibieron a su pequeñita. Afuera, como si la naturaleza
también asimilara tanto dolor y tristeza, llovía a cántaros. La niña
sólo pudo sobrevivir unas horas, pero, en ese escaso tiempo, sus padres
la colmaron de todo el amor que tanto habían ansiado brindarle. Ellos
sintieron que no se trataba de una despedida, sino más bien de un encuentro
espiritual. Sentían que habían hecho lo correcto, pero aun así, la pena
invadía sus corazones. Y, cuando eso ocurría, recordaban las palabras del
tío Pedro y oraban, rogando al Altísimo el consuelo necesario para poder
continuar viviendo.
Algunos otoños después, Lautaro y Carolina recibieron nuevamente
la noticia de que serían padres otra vez. Lautaro estaba feliz, pleno; Carolina,
no tanto. Todavía perduraba el temor a que la situación vivida años
atrás se repitiera. Y, todavía, la carita de su niñita recorría su memoria.
Emociones contradictorias pululaban en su alma. Deseaba nuevamente
ser madre, pero sentía que traicionaba a Micaela, el angelito que no pudo
permanecer junto a ellos.
Las visitas al centro espírita se constituyeron en un refugio espiritual
para el joven matrimonio. Allí, manifestaron por primera vez la felicidad
de volver a ser padres. Los integrantes los colmaron de bendiciones y las
palabras de Heraldo, el Guía Espiritual del centro espírita, los animó a
embarcarse en esa maravillosa travesía que es la paternidad.
Los sábados, comenzaron a estudiar los libros de la Codificación
Kardeciana y en ellos encontraron muchas respuestas a sus interrogantes.
Sobre todo en la lectura comprensiva de El libro de los Espíritus:
851. Existe fatalidad en los acontecimientos de la vida, según
el sentido dado a aquella palabra, es decir, todos los sucesos están
determinados anticipadamente, y si es así, ¿qué se hace el libre
albedrío?
«La fatalidad existe solo en virtud de la elección que ha hecho
el espíritu, al encarnarse, de sufrir tal o cual prueba. Eligiéndola, se
constituye una especie de destino, consecuencia de la misma posición
en la que se encuentra colocado. Hablo de las pruebas físicas; porque
en cuanto a las morales y a la tentación, conservando el espíritu su libre
albedrío en el bien y en el mal, es siempre dueño de ceder o de resistir
(…)».
368. Después de su unión con el cuerpo, ¿el espíritu ejerce con
toda su libertad sus facultades?
«La existencia de las facultades depende de los órganos que le
sirven de instrumento, y están debilitadas por la rudeza de la materia».
334. La unión del alma a tal o cual cuerpo, ¿está predestinada,
o sólo en el último momento se hace la elección?
“El Espíritu está destinado con antelación. Escogiendo la prueba
que quiere sufrir, el Espíritu solicita retornar a la vida corporal, y Dios,
que lo sabe y ve todo, ha sabido anteriormente que tal alma se unirá a tal
cuerpo”.
347– ¿Qué utilidad puede tener para el Espíritu la encarnación
en un cuerpo que muere pocos días después de su nacimiento?
“El ser no tiene conciencia bastante desarrollada sobre su existencia;
la importancia de la muerte es casi nula, y, como hemos dicho, es con
frecuencia una prueba para sus padres”.
Aquellos interrogantes que tanto habían inquietado a este joven
matrimonio, estaban respondidos allí, en esas páginas redentoras. Lautaro
sentía su ser henchido de alegría. Para él, la esperanza no era una quimera,
y debía sustentarse en la fe. Por esa razón abrió su corazón, comenzó a
participar en actividades solidarias, inició las reuniones del “Evangelio en
el Hogar” y comenzó a leer nuevos libros espíritas.
Carolina, si bien se encontraba de buen ánimo y acompañaba las
actividades de su esposo, no era feliz. Sentía culpa al ver que el embarazo
marchaba sin complicaciones y, años atrás, Micaela no había podido
permanecer junto a ellos. Por esa razón su alegría no era plena; no podía
disfrutar del momento maravilloso que estaba viviendo. A su vez, veía
tan dichoso a Lautaro que no se animaba a contarle lo que le pasaba.
Oraba en silencio, pidiéndole perdón al Espíritu de la niña y rogaba a
los Bienhechores la fortaleza necesaria para continuar. Miraba su vientre
que crecía cobijando una nueva vida y lo acariciaba con mucho amor,
haciéndole sentir que también amaba al hijo que estaba por nacer.
Quince días antes de celebrar la Navidad, Carolina fue mamá
nuevamente. La niña, a quien llamaron Julieta, no presentaba ninguna
complicación de salud. Sus grandes ojos negros y la sonrisa que dibujaban
sus labios emocionaban a todos aquellos que se acercaban a visitar a la
nueva integrante de la familia. Lautaro la abrazaba fuerte, en medio de
llantos y risas emotivas. Carolina, sin embargo, no se permitía exteriorizar
el regocijo que sentía. Interiormente, suponía que ello sería una falta a la
memoria de Micaela.
Los años transcurrieron. Julieta se había convertido en el ángel
que hizo renacer a sus padres. Ambos se desvivían por ella, y ella se
esforzaba en todo momento por hacerlos sentir únicos, plenos. Su
alegría desbordante, sus ocurrencias sorpresivas, sus inquietudes de
niña, mantenían a Lautaro y a Carolina pendientes de ella, con variadas
ocupaciones. Los días tormentosos habían quedado relegados por esta
felicidad creciente. El joven papá no se permitía recordar a Micaela,
temiendo que la tristeza retornase. La valiente mamá, en cambio, tenía
presente siempre aquellos ojitos que nunca pudieron abrirse a la vida.
Dicen que la inmensidad del mar nos invita a pensar en lo infinito
de la obra de Dios, que es la Naturaleza. El vaivén de las aguas, la brisa
húmeda, el constante movimiento de ese cuerpo gigantesco, convocan
a la reflexión. Y así, se encontraba Carolina aquella tarde de verano,
frente al mar. Absorta del mundo, dejando fluir aquellas emociones que
aún detenían sus pasos, recordó a su primera hija. A unos metros de
ella, Julieta intentaba construir un castillo de arena. Más allá, Lautaro
dialogaba con otro señor que estaba de vacaciones como ellos. Las nubes
comenzaron a ganar terreno en la inmensidad del cielo y todos temieron
una fuerte tormenta. Julieta se dio por vencida y abandonó la fortaleza
de arena que intentaba edificar. Irguió su cuerpo del suelo y observó que
su madre miraba sin mirar hacia el mar. Notó que sus hermosos ojos
verdes estaban cubiertos de lágrimas y aceleró sus pasos para encontrarse
con ella. Carolina extendió su brazo derecho y comenzó a acariciarla,
sin dejar de “mirar sin mirar” el horizonte. Julieta suspiró y con mucha
ternura le dijo:
–Mamita, te amo con el alma; no estés triste…
–No, mi amor, mamá no está triste sino cansada – Le dijo con
ternura a su pequeña y agregó:– Mamá es inmensamente feliz de estar
aquí contigo, de vacaciones en esta playa…
–No, Mami – la interrumpió Julieta –, yo sé que no es así. Extrañas
a Micaela, pero no tienes que extrañarla porque Micaela soy yo, que volví
otra vez junto a ustedes…
Carolina contuvo la respiración. Sus ojos se convirtieron en
vertientes de lágrimas. Quería hablar, mas no podía. El impacto emocional
fue tan grande que se desvaneció. Lautaro corrió a socorrerla y, asustada,
Julieta la cubrió de besos. Como una metáfora de lo que estaba sucediendo,
las nubes del cielo iniciaron su retirada y los rayos del Hermano Sol, a
quien célebremente le cantara Francisco de Asís, comenzaron a poblar
aquel paraje. Mientras las personas se acercaban a donde ellos estaban,
tratando de colaborar para que ella se recuperara, sin poder emitir sonido,
la ahora feliz madre comenzó a llorar; pero a diferencia de otros tiempos,
ahora lloraba de felicidad. Micaela había retornado como Espíritu, bajo
el nombre de Julieta. No había posibilidad de error: nadie sabía la razón
de su pesar y a Julieta jamás le habían hablado de Micaela. La niña
recordaba. Aquel amor regado con lágrimas había hecho germinar la flor
de la esperanza. Ella y Lautaro habían “sabido sufrir” y el Padre Eterno
los había “consolado”. “Bienaventurados los que sufren, porque ellos
recibirán consolación.”
(Este relato está basado en una historia real)

ARTICULO DE:
Fabián Lazzaro


JESÚS DE NAZARET: EL MÉDIUM DE DIOS


JESÚS DE NAZARET:
EL MÉDIUM DE DIOS


Jesús nos propone la mediumnidad como un instrumento para lograr
la paz. No solo para quienes son portadores de la facultad mediúmnica,
sino para los que se benefician de ella, a través del intercambio con
el mundo espiritual. Es posible que esta aseveración extrañe a muchos,
porque son numerosas las corrientes del Cristianismo que tildan al Espiritismo
y a la mediumnidad como satánicos y diabólicos, como algo contrario
a las enseñanzas del Maestro Jesús. Sin embargo, basta con hacer una
lectura concienzuda de los Evangelios para darnos cuenta de que Jesús ha
sido el médium más completo del que se tenga noticia en la historia de la
Humanidad. Que no estuvo solo en su mediumnato, que vino asistido por
una serie de amigos con excelentes facultades para ayudarlo a hacer su
trabajo. Que desde el primer día, cuando el Ángel Gabriel anunció a María
su nacimiento hasta su muerte, y luego del suplicio en la cruz, la vida
de Jesús es un intercambio continuo entre los vivos y los muertos; entre
el mundo material y el mundo espiritual. De tal manera, que es Jesús de
Nazaret el que viene a derogar aquella ley mosaica inscripta en Levítico y
Deuteronomio que prohíbe la comunicación con los espíritus.3 Dicho sea
1 Allan Kardec. La Génesis, Capítulo XV, ítem 2.
2 Véase el cap. XXXII: Vocabulario Espírita, de El libro de los médiums.
3 Levítico 20: 27 “Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la
adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos” y en Deuteronomio 18: “No
sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación,
ni sea agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a
los muertos”.
de paso, en esta prohibición está la primera prueba de la comunicabilidad
de los espíritus, porque no es necesario prohibir algo que no existe. La
razón por la que no tenemos una ley que prohíba que las personas vuelen,
es porque la gente no vuela. Punto. Por ello, no hay que prohibirlo. El
día que nos salgan alas y volemos, habrá que hacer leyes para prohibirlo
o reglamentarlo, pero como eso no es posible, no existen leyes que lo
prohíban. Así que, desde el mismo momento en el que Moisés prohibió
la comunicación con los espíritus, es porque esa comunicación existía y
existe.
En aquel caso, lo que sucedió fue que Moisés tenía que llevar al
pueblo hebreo desde Egipto a la tierra prometida guiado por las voces
espirituales, siendo él, el encargado de recibir las instrucciones del Plano
Espiritual y su hermano Aarón, el de comunicarlas. Si todo el mundo
en sus dominios hubiera tenido el privilegio de estar consultando a los
espíritus, se perdería el control. Cada cual obtendría respuestas acordes
con su nivel moral e intelectual. Unos dirían que se debería marchar al
norte y otros al sur, unos para el este y otros al oeste. Entonces, ¿cuándo
llegarían a su destino? Nunca. Si con un solo médium tardaron cuarenta
años dando vueltas en el desierto, imagínese usted si todo el mundo a su
capricho consultara y opinara. De ahí viene esa prohibición. El propósito
era tener el control administrativo del pueblo, el control político. Fue por
tal razón que se cerró esa puerta. Pero los tiempos llegaron en que habría
que abrirla y Jesús no sólo la abrió, la derribó, la tumbó para que nunca
jamás nadie la cerrara.
El intercambio entre el mundo material y mundo espiritual era
practicado con tanta regularidad y naturalidad por los primeros cristianos
que, en tiempo de los apóstoles, existieron, por lo menos, dos tratados
sobre la mediumnidad. El primero fue la Primera Epístola a los Corintios,
en los capítulos 12 y 14, donde el Apóstol Pablo nos habla de los dones
del espíritu:
“A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu
para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra
de sabiduría: a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento;
a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo
Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos;
a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en
diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas”.4
Pablo nos presenta un catálogo de las facultades que existían en la
Iglesia Primitiva. Todas de gran interés, pero sobresale, para el propósito
de este estudio, la facultad de discernir espíritus. O sea, no es como
mucha gente piensa que en la Iglesia Primitiva solo se comunicaba el Espíritu
Santo. No. Se comunicaban muchos espíritus, tantos, que tenía que
haber una persona que tuviera la facultad para saber cuál espíritu era de
una clase y cuál de otra. El propósito de discernir esos espíritus era poder
aquilatar sus enseñanzas para recibirlas o rechazarlas.
En fin, que en la primera Iglesia había tantas facultades como describió
Kardec en El libro de los médiums, que más adelante veremos.
El segundo tratado sobre mediumnidad que circuló en tiempos
apostólicos fue El libro del pastor, que se le atribuye a Hermas. Se dice
que Hermas era discípulo de los apóstoles y es el mismo que Pablo manda
a saludar, de su parte, en la Epístola a los Romanos. Hermas indica, en El
libro del pastor, los medios para distinguir los buenos de los malos espíritus.
En las líneas siguientes, escritas ya hace dos mil años, parecería que
se describe una sesión mediúmnica tal como se practica hoy en muchos
centros.
“El espíritu que viene de parte de Dios es pacífico y es humilde: se
aparta de toda malicia y de todo vano deseo de este mundo, se pone por
encima de todos los hombres. No responde a todos los que lo interrogan,
ni a las personas particulares, porque el espíritu que viene de Dios no habla
al hombre cuando el hombre quiere, sino cuando Dios lo permite. Por
lo tanto, cuando un hombre que tiene un espíritu que procede de Dios viene
a la asamblea de los fieles, y se ha hecho la oración, el espíritu penetra
en ese hombre que habla en la asamblea como Dios quiere”.5
Lo que Hermas describe en este corto párrafo, es a un médium
parlante en plena ejecución de su facultad. La Iglesia Primitiva conocía
la comunicación de los espíritus tal como la conocemos hoy, a partir de
las enseñanzas de Kardec en El libro de los médiums y en toda la Codificación.
4 1ª de Corintios 12:7-11
5 Denis, León. Cristianismo y Espiritismo. Buenos Aires: Editora Argentina 18 de abril, 1991.
También, existe una enseñanza muy útil en la Primera Epístola de
Juan. El Apóstol dice:
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si
son de Dios”.6
Basta esta línea para comprender que no era uno solo el espíritu
que se comunicaba. Por eso, recomendó que se debía escuchar la comunicación
y probar si ese espíritu que se estaba manifestando venía de Dios.
¿Esas no son las mismas enseñanzas que Kardec nos da en El libro de los
médiums? Que escuchemos el mensaje. Que aquilatemos el mensaje. Que
no nos dejemos engañar por los nombres que firman las comunicaciones.
Sobre todo, porque los espíritus impostores se valen de los grandes nombres
para engañar a las personas. Que es imposible que un sabio como
Sócrates, dos mil quinientos años después, venga a decir tonterías en una
reunión. No importa que afirme ser Sócrates, si lo que está diciendo son
tonterías, hay que descartar esa comunicación. ¿No es eso mismo lo que
está diciendo el apóstol Juan? “Probad primero si el espíritu es de Dios”.
O sea, hay que pasar la comunicación por el tamiz de la razón, como nos
encargó el maestro Allan Kardec.
Sin embargo, no fue hasta el 1861, cuando la mediumnidad fue
abordada desde una óptica filosófica, científica y moral por Allan Kardec,
que pudimos darnos cuenta del gran despliegue de manifestaciones
mediúmnicas que existe en los Evangelios. Este libro extraordinario, ya
cumplió 150 años desde su publicación, el 15 de enero de 1861. Estamos
celebrando su sesquicentenario. Este fue el libro que vino a darnos
un tratado de cómo practicar la mediumnidad, conforme con las enseñanzas
de Jesús, para que esta práctica sea segura para el médium y para
los asistentes a la reunión. Es un libro que todo médium, todo aspirante
a médium y todos los directores de los centros espíritas deben estudiar
concienzudamente, porque Kardec puso allí todos los beneficios y todos
los peligros que acompañan el ejercicio de la mediumnidad, mas también
explicó cómo librarnos de esos peligros para no caer en las redes de
espíritus que quieran engañarnos. Dice El libro de los médiums:
“Toda persona que siente en cualquier grado la influencia de los
espíritus es por esto mismo médium. Esta facultad es inherente al hombre,
6 1 Epístola de Juan 4:1
y por consecuencia no es privilegio exclusivo; así es que hay pocos entre
los que no se encuentren algunos rudimentos”.7
Dios no tiene privilegios con nadie. La mediumnidad es una facultad
como todas las demás. Según existen personas que tienen la facultad
de cantar, facultades especiales para las ciencias, para las artes, etc., hay
quienes las tienen para ser médiums. De la misma forma que no todos somos
cantantes, no todos somos matemáticos y no todos tenemos aptitudes
para las mismas cosas, no todos tenemos los talentos para la mediumnidad.
Ahora, permítaseme una aclaración; no todos podremos cantar como
canta el gran tenor Plácido Domingo, pero si nos lo proponemos, aunque
sea a un nivel muy rudimentario, algo podremos lograr. Todos lo hacemos,
aunque no nos destaquemos en ello. Aunque nuestra calidad interpretativa
diste mucho ser la de un verdadero cantante, debemos admitir que algún
rudimento de esa facultad poseemos. Pues bien, pasa lo mismo con la mediumnidad.
Todas las personas tienen algún grado de mediumnidad. No la
poseerán de forma ostensiva como diría Kardec, pero en mayor o menor
grado, todos recibimos mensajes de los espíritus. Por ejemplo, todos tenemos
presentimientos. ¿Quién es la persona que nunca en su vida ha tenido
un presentimiento? Pues esa es una de las facultades que está en El libro
de los médiums: los presentimientos.8 Y a veces, de cuánto no nos libra
un presentimiento. ¿Quién nunca ha soñado con un ser querido fallecido?
Todos, verdad. Pues, esa es también una facultad.9 Pero, eso no nos hace
médiums en el sentido práctico de poder ejercer la mediumnidad en el Centro
Espírita. Lo que ocurre, en ese caso, es que tal vez la mediumnidad está
en una fase de germinación y evolución para manifestarse luego en futuras
experiencias reencarnatorias.
Lo importante que El libro de los médiums nos está diciendo es que
la mediumnidad no es un privilegio que Dios tiene para algunos de sus
escogidos y para otros no. La mediumnidad es consecuencia del desarrollo
natural del espíritu que, a medida que evoluciona con el tiempo, en las
edades, que va desarrollándose en el panorama de la evolución espiritual,
esa facultad va despertando en él y a través del periespíritu, la va impreg-
7 El libro de los médiums, ítem 159
8 El libro de los médiums, ítem 184.
9 Ídem, ítem 167 “La posibilidad de ver los Espíritus en el sueño resulta, sin contradicción, de
una especie de mediumnidad...”
nando en los diferentes cuerpos que va tomando en las diferentes vidas
por medio de la reencarnación.
Continúa explicándonos Kardec en El libro de los médiums:
“Se puede, pues, decir, que casi todos somos médiums. Sin embargo,
en el uso, esta calificación solo se aplica a aquellos cuya facultad
mediúmnica está claramente caracterizada y se conoce por los efectos
patentes de cierta intensidad, lo que depende de una organización más o
menos sensitiva”.10
Kardec nos aclara que, aunque casi todos podemos percibir el mundo
espiritual, a través de presentimientos y sueños, por ejemplo, la palabra
médium se reserva para los que poseen la facultad claramente caracterizada
y presentan efectos patentes de cierta intensidad. La organización sensitiva
de la que nos habla Kardec es la organización fisiológica-espiritual
del médium, en la que intervienen una parte biológica, otra periespiritual
y otra del espíritu que es la sede de la mente. Hemos visto a personas en
los Centros Espíritas, que estando en la asamblea, demuestran recibir el
fluido espiritual, pero cuando los pasan a las reuniones de desarrollo de la
mediumnidad, se encuentran con que no pueden comunicar la idea que el
espíritu quería transmitir. Sienten una presencia espiritual, y a veces, el
susto de sentir esa presencia los hace llorar y temblar, pero de ahí a poder
comprender lo que el espíritu desea y poderlo comunicar, el trecho es muy
largo. Estas personas, luego de estar tratando de desarrollar esa facultad,
meses y a veces años, terminan realizando otras labores en el Centro porque
nunca lograron ser médiums ostensivos. La persona tiene la capacidad para
sentir la presencia espiritual, pero su equipo fisiológico-espiritual no está
preparado para hacer el trabajo de médium. Tal vez, en una futura existencia
esa persona venga con ese desarrollo fisiológico-espiritual realizado y
por lo tanto, con la posibilidad de realizar esa tarea.
También debemos notar que esta facultad no se revela en todos de
la misma manera; los médiums tienen generalmente, una aptitud especial
para tal o cual orden de fenómenos, y en esto consiste que hay tanta variedad,
como clases de manifestaciones. Las principales son: los médiums
de efectos físicos, los médiums sensitivos o impresionables, auditivos,
parlantes, videntes, sonámbulos, curanderos, pneumatógrafos, escribientes
o psicógrafos.11
10 Ídem, ítem 159.
11 El libro de los médiums, ítem 159
Aquí, Allan Kardec nos muestra un catálogo de facultades mediúmnicas
siguiendo el ejemplo del Apóstol Pablo, cuando nos presentó
los Dones del Espíritu. Confirmando que, con siglos de diferencia, ambos
Maestros enseñaban la misma materia siguiendo metodologías similares.
Cabe señalar que si los apóstoles y sus discípulos, como Hermas,
conocían estas facultades fue porque el propio Jesús de Nazaret se las
enseñó. Porque, como hemos dicho, no solo Jesús fue médium sino que
vino acompañado de un grupo de amigos con extraordinarias facultades
mediúmnicas que vinieron a secundar su obra.
Entre ellos, se destaca su madre María de Nazaret. María fue un
instrumento de Dios. Lo fue por el milagro de la maternidad. De hecho el
luminoso espíritu André Luiz, en su libro Misioneros de la luz nos propone
como sinónimo de la palabra Madre el término Médium de la Vida.12
Todas las madres pueden considerarse médiums de la vida, porque han
sido el instrumento de Dios para traer sus hijos al mundo. Pero María,
además de traernos al Maestro a este plano terrenal, para así hacerlo, tuvo
que tener un diálogo con el Ángel Gabriel. Es un hecho reconocido por
toda la cristiandad que María tuvo un encuentro y un diálogo con aquel
espíritu refulgente que es Gabriel, quien le trajo noticias de su misión,
ante la que María se sometió con humildad. Para sostener ese diálogo
tuvo que ser médium. O fue médium vidente o lo fue de efectos físicos,
logrando la materialización ectoplásmica del Ángel, que es un grado superlativo
de la mediumnidad.
Otro médium de enaltecidas facultades, que vino en apoyo de Jesús,
lo fue sin duda su padre José. Mire que cosa admirable:
“...he aquí que un ángel del Señor apareció en sueños a José
y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y
permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes
buscará al niño para matarlo. Y él, despertando, tomó de noche al
niño y a su madre, y se fue a Egipto, y estuvo allá hasta la muerte de
Herodes;”13
¿Qué le parece ese sueño? Pongámonos un momento en las sandalias
de José. ¿Cómo se levantaría? ¿Cómo reaccionaría? ¿Y si José
hubiese sido un médium que dudaba de su facultad? Si se hubiese vol-
12 Misioneros de la luz, 2007, IDE- Mensaje Fraternal, Pág. 247-248
13 Mateo 2: 13-15
teado y dándole con el codo le hubiese dicho a María: “Mujer, mira el
disparate que yo estaba soñando.” ¿Qué hubiese sucedido con Jesús de
Nazaret?
La seguridad del médium es tan importante que Allan Kardec la
presentó como una categoría de los Buenos Médiums.
“Médiums seguros: los que además de la facilidad de ejecución
merecen la mayor confianza por su propio carácter, la naturaleza elevada
de los Espíritus por quienes están asistidos, y que son los menos expuestos
a ser engañados. Veremos más adelante que esta seguridad no depende
de ningún modo de los nombres más o menos respetables que toman los
Espíritus”.14
La facultad de ver los acontecimientos futuros en los sueños era
una de las más apreciadas en el mundo antiguo. En este caso, la facultad
onírica de su padre José le salvó la vida a Jesús. Si no hubiese sido por la
facultad de su padre, Jesús hubiese muerto degollado por las huestes de
Herodes, en aquella fatídica noche, junto al resto de los niños de Belén
menores de dos años; genocidio e infanticidio que la cristiandad recuerda
los 28 de diciembre de cada año como el Día de los Inocentes. Hoy
desconoceríamos al Maestro y su Evangelio. Así de importante fueron
la mediumnidad y los médiums que vinieron a acompañar y secundar la
obra de Jesús.
Pero las facultades de todos ellos palidecían ante las que poseía el
Maestro. Él ha sido el más grande, el más completo y el más correcto de
todos los médiums. Una de sus facultades era la de médium parlante, tal
como la conocemos hoy en día. Veamos:
“Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían
comer pan. Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle;
porque decían: Está fuera de sí. Pero los escribas que habían
venido de Jerusalén decían que tenía a Belcebú, y que por el príncipe
de los demonios echaba fuera los demonios”.15
Al decirnos que estaba fuera de sí, para mí es evidente que Jesús se
encontraba en un estado alterado de conciencia, en un trance mediúmnico.
14 El libro de los médiums, ítem 197
15 Marcos 3 20-22
Y lo estaba en medio de un enorme gentío, que para darnos una noción de
su magnitud y de cuan apiñados estaban, nos dice el evangelista que ellos ni
sacar el pan de las alforjas podían. Parte de la labor que Jesús realizó allí fue
levantar espíritus turbados de entre la gente y encaminarlos hacia el mundo
espiritual. De esta manera curaba los enfermos, devolvía la salud mental y
la paz a los poseídos y esparcía bienestar entre el pueblo. Pero, Jesús, en
este caso realizaba esa labor sirviéndole de médium a un Ser Superior, que
en opinión de Kardec, no podría ser otro que Dios mismo.
“Si recibía alguna influencia extraña, ésta solo podía provenir de
Dios, ya que según la definición dada por un espíritu, Jesús era Médium
de Dios”.16
Lo que sí era evidente es que no era Él, que era algo que estaba
obrando por Él y se estaba manifestando en ese momento. Tan evidente
era, que los escribas se aventuraron a identificar quién era aquel espíritu.
Y lo hicieron con toda mala voluntad, buscando que lo apedrearan.
¿Quién decían los escribas que era el espíritu que se manifestaba por Jesús?:
Belcebú.
Ante aquel estado de los acontecimientos, una multitud hacinada
y un grupo de opinión muy respetado, agitando esa multitud en contra de
Jesús, sus familiares tuvieron miedo y estaban tratando de llegar a donde
Él estaba para llevárselo.
Ese es el instante donde alguien se le acerca y le dice: “Tu madre
y tus hermanos están afuera, y te buscan”.17 Es evidente que quien le dice
esto a Jesús no tiene la más mínima idea de lo que es un estado alterado de
conciencia, ni de la mediumnidad y mucho menos de la comunicabilidad
de los espíritus. A quien le habla no es a Jesús, es al Ser comunicante,
quien con justa y perfecta extrañeza le pregunta “¿Quién es mi madre y
quiénes son mis hermanos? Cualquiera que hace la voluntad de Dios es
mi hermano, mi hermana y mi madre”.18
Mucho se ha escrito sobre estas palabras. Por un lado, se han llegado
a interpretar como palabras muy duras de un hijo hacia una madre,
dando una visión un tanto distorsionada e injusta de la relación materno-
filial de Jesús y María. Madre e hijo nunca se separaron. Él jamás la
16 Allan Kardec. La Génesis, Capítulo XV, ítem 2
17 Marcos 3: 32
18 Marcos 3: 33-35
abandonó, por el contrario, rompiendo con las normas y tradiciones de
la época se hizo acompañar de su madre y de un grupo de mujeres entre
sus discípulos. Basta recordar que la única preocupación relacionada a la
vida material que Jesús manifestó en el suplicio de muerte fue la seguridad
y bienestar de su madre, dejándola amparada en los brazos de Juan.
Por otro lado, se han escrito tratados teológicos sobre el significado de
las palabras: “cualquiera que hace la voluntad de Dios es mi hermano,
mi hermana y mi madre”. Sin restar importancia a estas interpretaciones
y estudios, toda esta situación me sirve para confirmar la mediumnidad
parlante de Jesús de Nazaret.
Hay otro momento extraordinario en el que Jesús evidencia su facultad
de médium psicógrafo. Fue cuando le llevaron la mujer adúltera y
se la arrojaron a los pies:
“Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida
en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro,
esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la
ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
Mas, esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado
hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran
en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin
pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose
de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír
esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde
los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que
estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la
mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te
condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te
condeno tampoco; anda, y no peques más”.19
A Jesús lo pusieron en ese dilema, porque cualquiera de las dos
respuestas que diera, le era adversa. Si les pedía que no la apedrearan,
por la Ley del Amor, que él personificaba y enseñaba, les estaría incitando
a violar la Ley de Moisés, lo que era un pecado mayor que el mismo
adulterio de la mujer y lo haría merecedor de ser apedreado. La multitud
ya estaba armada con las piedras en la mano. Estaba enardecida y predispuesta
a apedrear a un pecador. Con poco esfuerzo, los escribas y fariseos
lograrían que primero apedrearan a Jesús y luego a la mujer. Sería un dos
19 Juan 8:3-11
por uno. Jesús se estaba jugando la vida en aquella respuesta. Aquel no
fue un caso fortuito. A Jesús le llevaron aquella mujer con toda la mala
intención de hacerlo errar y ajusticiarlo.
Pero, ¿cómo quedaría Jesús ante sus discípulos y el pueblo en general,
si para salvar su vida ordenase que la apedreasen? Como un impostor.
Traicionaría su Mensaje de Amor y Perdón y esto sería aún peor que
su muerte física. Hasta allí hubiese llegado su movimiento, su Evangelio.
Ante tan grande dilema, dice el Evangelio que Él se inclinó y escribió en
el piso con el dedo. Jesús, de rodillas, pide luz a Dios. ¿Qué hago ahora?
¡Ilumínenme! Es a través de la escritura en la tierra que le llega la respuesta
que salva ambas vidas.
“El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la
piedra contra ella”.20
Esta es sin lugar a dudas una de las respuestas más geniales en la
historia de la Humanidad. Y, probablemente, fue inspirada por el mundo
espiritual superior, a través de la mediumnidad escribiente de Jesús.
Los discípulos también eran portadores de facultades mediúmnicas
extraordinarias. Algunas se manifestaron en vida de Jesús y otras luego
de su muerte. En Pedro, se dan dos situaciones interesantísimas que se
recogen en el Evangelio, una detrás de la otra, lo que las hace más interesantes
aun porque las contrasta. Pedro era médium de inspiración o
médium inspirado.21 Los espíritus le inspiraban las ideas y él las comunicaba.
Vale la pena aclarar que muchas veces el médium de inspiración no
sabe ni siquiera que es médium. Recibe la inspiración y piensa que es su
propia idea, aunque bastaría un pequeño análisis y un poco de humildad
para que se diera cuenta de que él no tendría condiciones para producir tal
pensamiento si no le fuera inspirado desde afuera. Volviendo a los apóstoles,
entre ellos había mucha discusión sobre la figura de Jesús y sobre
a cuál de ellos prefería el Maestro. Otro dilema era quién era en realidad
Jesús. El pueblo y los propios discípulos le atribuían haber sido uno de los
antiguos maestros de Israel que ahora estaba de vuelta:
“Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a
sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
20 Juan 8:7
21 El libro de los médiums, ítem 182
Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién
decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres Cristo, el
Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino
mi Padre que está en los cielos”.22
La respuesta de Pedro fue una revelación espiritual confirmada
por el propio Jesús. Muy probablemente, a Pedro se le infló el pecho de
orgullo y miró a los otros once con cierto desdén, creyéndose superior
a ellos en virtud de lo ocurrido. Algunos versos más adelante, Jesús les
está dando la noticia de que viajarán a Jerusalén, donde deberá padecer
y morir:
“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que
le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los
principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al
tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle,
diciendo: Señor, ten compasión de ti; que en ninguna manera esto
te acontezca. Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante
de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las
cosas de Dios, sino en las de los hombres”.23
Pedro pasó de lo sublime a lo ridículo, sin hacer escala. De un
Bienaventurado eres a un ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Ese es
uno de los peligros de la mediumnidad. La mediumnidad es neutra. Es
como un aparato de radio. Su uso provechoso dependerá de la estación
donde estemos sintonizados. Y nos sintonizamos por afinidad. Para
estar asistidos e inspirados por los buenos espíritus necesitamos estar
afines con sus sentimientos, pensamientos y propósitos. Esto se logra,
en parte, siguiendo la austera recomendación del Maestro de Galilea;
“Orad y Vigilad”.24 Y la otra parte, es el ejercicio del Bien constante y
la transformación íntima, para alcanzar un estado de pureza cada día
mayor.
Jesús aquí probó tener la facultad de discernimiento de la que nos
habló el apóstol Pablo en su primera epístola a los Corintios y que también
fue Él el primero en poner en práctica, lo que luego nos recomendó
el apóstol Juan.
22 Mateo 16: 13-17
23 Mateo 6: 21-23
24 Mateo 26: 41
120 ANUARIO ESPÍRITA
“Amados no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si
son de Dios”.25
Jesús se da cuenta del buen espíritu que inspira a Pedro en el primer
mensaje y del mal espíritu que lo inspira en el segundo. La primera
vez lo felicita y la segunda lo censura. Es obvio que lo que el segundo
espíritu estaba tratando era de interrumpir su misión.
Lo más importante es darnos cuenta de que Jesús de Nazaret fue un
portentoso médium y que vino rodeado de colaboradores con facultades
extraordinarias. Facultades que, aunque rudimentarias en un principio,
sirvieron para que aquellos amigos cumplieran su gloriosa misión de hacer
posible que el Mensaje de Jesús llegara hasta nuestros días. Con sus
virtudes y sus defectos, como cualquiera de nosotros, dieron la batalla,
ofrecieron sus vidas en holocausto e hicieron posible que el Evangelio de
Cristo sobreviviera a la terrible persecución a la que fue sometido.
Jesús convirtió el vino en agua en las bodas de Canaán; y le dio
de comer a cinco mil personas, sin contar las mujeres y los niños que
también comieron, con cinco panes y cinco peces, demostrando tener facultades
de aporte,26 que es una facultad de efecto físico donde el médium
tiene la capacidad de traer desde la distancia objetos deseados hasta el
lugar donde él se encuentra. Poseyó la facultad de levitar,27 que demostró
caminando sobre las aguas. En fin, que si vamos al catálogo de El libro de
los médiums, vamos a encontrar todas esas facultades que allí se explican
en Jesús y en los que lo rodearon para asistirle en su trabajo.
Jesús propone el desarrollo y la práctica de la mediumnidad, como
un mecanismo para que alcancemos la Paz. Porque sin la esperanza de la
vida futura más allá de la muerte, es muy difícil encontrar la Paz. Con el
estudio del Espiritismo y la práctica de la mediumnidad, logrando la comunicación
entre los dos mundos, el material y el espiritual, la esperanza
se torna en certeza y el anhelo de Paz, en Paz verdadera.
Dentro de las recomendaciones que Jesús nos dejó para la práctica
de la mediumnidad, nos enseñó la terapia de la desobsesión. Pero, para
25 1 Epístola de Juan 4:1
26 El libro de los médiums ítem 189.
27 “Mas la suspensión etérea de los cuerpos graves es un hecho explicado por la ley espiritista;
hemos sido, personalmente, testigo ocular y el Sr. Home, así́ como otras personas conocidas, han
renovado muchas veces el fenómeno producido por San Cupertino”. El libro de los médiums,
ítem 16.
hablar de la desobsesión, primero tenemos que hablar de la obsesión. Allan
Kardec dedica el capítulo 23 de El libro de los médiums al estudio de la
obsesión, que no es otra cosa, en su fase más común, que la influencia que
ejerce un espíritu desencarnado sobre otro espíritu encarnado, sobre una
persona. Esa influencia puede comenzar de manera muy simple e ir subiendo
de grado hasta ser total. Kardec la cataloga en tres etapas: simple, fascinación
y subyugación. La obsesión simple es la que padeció Pedro cuando
el espíritu de baja frecuencia quiso disuadir a Jesús para que no fuera a
Jerusalén. Cuando un espíritu malo o ignorante nos sugiere pensamientos
que nosotros hacemos nuestros sin saberlo y que casi siempre nos causan
sufrimientos, estamos en la primera etapa de la obsesión u obsesión simple.
Cuando ese espíritu le hace creer que usted es lo más grande que hay sobre
la Tierra, infalible, y que lo que él le inspira es lo único verdadero, y que el
resto de la Humanidad está equivocada, entramos en la segunda fase que es
la fascinación. Y de la fascinación a la tercera es un paso corto. La subyugación
se da cuando el espíritu obsesor logra total dominio del sujeto y lo
somete a los ridículos más grandes o los tormentos más espantosos.
Jesús de Nazaret nos enseña a librar a las personas del asedio de
esos espíritus. En los Evangelios se menciona esta terapia como echar fuera
demonios.28 ¿Por qué demonios? El término viene de la palabra griega
daimón que era la expresión para designar espíritu. Todo espíritu bueno o
malo se denominaba daimón.29 Lo que sucede es que con el tiempo se usó
otra palabra para los buenos que fue ángeles y el término daimón quedó
solo para los malhechores. Se demonizó la expresión daimón. Así que,
cuando en los Evangelios se habla de echar fuera demonios, debemos leer
echar fuera espíritus. Estos fueron personas, como usted y como yo, que
se quedaron presos en los placeres, en los apegos a la materia y no han
podido trascender al Mundo Espiritual Superior. Esos espíritus se apegan
a las personas para convivir con ellos disfrutando los placeres que ya
no pueden tener porque están desencarnados. Se apegan por afinidad de
gustos, en muchos casos aunque en otros existen fuerzas mayores que los
unen como el amor, el odio y la sed de venganza, por ejemplo.
Como hemos dicho, el rescate de estos espíritus, ayudándolos a
28 Marcos 16:17 En mi nombre echarán fuera demonios.
29 La palabra daimón, de la que se ha formado demonio, no se tomaba en mal sentido en la antigüedad,
como entre los modernos; no se aplicaba exclusivamente a los espíritus malhechores,
sino a todos los espíritus en general... El Evangelio según el Espiritismo, Introducción, Parte
IV, Sócrates y Platón, Resumen de la Doctrina de Sócrates y Platón, número V.
trascender al Mundo Espiritual Superior y librar a la humanidad de este
flagelo, fue parte fundamental del ministerio de Cristo en la Tierra. También,
es una terapia importantísima que Cristo nos dejó para alcanzar la
Paz. A lo largo de todo el Evangelio, vemos a Jesús comprometido con
esta terapia. En Juan, Marcos, Mateo y Lucas lo vemos en todo momento,
cada vez que es necesario, echando fuera demonios, encaminando espíritus
y liberando personas de su flagelo.
Una de las más emblemáticas, es cuando cruza el Mar de Galilea y
se encuentra a un hombre que le sale al paso. Un hombre al que no podían
encadenar porque rompía los grilletes y las cadenas, que recorría desnudo
los caminos echando espuma por la boca y de noche dormía en los sepulcros
del cementerio.
“Y vinieron de la otra parte de la mar a la provincia de los Gadarenos.
Y salido Él del barco, luego le salió al encuentro, de los sepulcros,
un hombre con un espíritu inmundo, que tenía domicilio en los
sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar; porque muchas
veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían
sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía
domar. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes
y en los sepulcros, e hiriéndose con las piedras. Y como vio á Jesús
de lejos, corrió, y le adoró. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes
conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me
atormentes. Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. Y
le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo;
porque somos muchos. Y le rogaba mucho que no le enviase fuera de
aquella provincia. Y estaba allí cerca del monte una grande manada de
puercos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos
a los puercos para que entremos en ellos. Y luego Jesús se lo permitió. Y
saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada
cayó por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil;
y en la mar se ahogaron. Y los que apacentaban los puercos huyeron, y
dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era
aquello que había acontecido. Y vienen á Jesús, y ven al que había sido
atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido,
y en su juicio cabal; y tuvieron miedo de Él. Y les contaron los que
lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio,
y lo de los puercos. Y comenzaron a rogarle que se fuese de los términos
de ellos. Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado
del demonio, para estar con Él. Mas Jesús no le permitió, sino le dijo:
Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha
hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti”.30
Esta es una historia bonita, de liberación espiritual, pero marcada
y empañada por el materialismo de los dueños de los hatos de cerdos,
quienes en su egoísmo antepusieron los cerdos y su valor económico a la
felicidad de ver a un ser humano liberado de tal esclavitud y echaron al
Maestro de aquellas playas. Jesús tuvo que irse, no sin antes encargarle
al hombre liberado que fuera a su casa y contara lo ocurrido. En otras palabras,
también le dijo ve y predica el Evangelio. La Buena Nueva llegó
a aquella comunidad por la sanación del hombre y su testimonio, mas a
Jesús no lo dejaron pasar de allí. Esto nos habla claro y alto de los peligros
e inconvenientes que hay que afrontar en la práctica del bien. Lo que
nos hace recordar la recomendación del Maestro de ser astutos como la
serpiente y mansos como la paloma.31
Allan Kardec retoma la terapia de la desobsesión en El libro de los
médiums. Esta terapia, una vez educados y preparados moralmente, debe
ser función importante en todas nuestras instituciones espíritas. Así como
enloquecieron al hombre Gadareno, los espíritus obsesores acaban con la
paz en los hogares, en las áreas de trabajo, y acaban con la buena aptitud de
los jóvenes para el estudio, por citar solo algunos ejemplos. Hemos visto
tantas y tantas cosas, a través de los años, de cómo estos espíritus inciden
en la vida de las personas, los perturban y les quitan la paz. También, hemos
visto como aplicando esta terapia que Jesús nos dejó, regresa la paz y
el equilibrio a las vidas perturbadas, tal como ocurría hace 2000 años en
presencia del Maestro de Galilea. Es un acto de amor supremo el diálogo
con las sombras, con esta legión de hermanos turbados, el intentar con la
asistencia de Dios, a través de los Espíritus Superiores y bajo su dirección,
encaminarlos hacia Regiones de Luz y Progreso Espiritual. Esta es una de
las terapias fundamentales del Espiritismo. Tanto el espíritu obsesor como
la persona obsesa tienen un encuentro con su yo interior, con su yo profundo,
con esa parte nuestra donde más cerca sentimos la presencia de Dios en
nosotros, y reciben la paz por recompensa. Los médiums no deben negarse
nunca, asistidos por los Espíritus Superiores y acompañados de buenos hermanos
de probada solvencia moral, a brindar sus órganos para el auxilio de
algún espíritu sufriente. De esta manera, el espíritu que ha quedado atrapado
en densas fajas vibratorias, sin poder trascender a ese Mundo Espiritual
30 Marcos 5: 1-19
31 Mateo 10:16
Superior que Jesús llamó el Reino de los Cielos, viene por medio del cuerpo
del médium a un diálogo fraterno por medio del cual rompe las cadenas que
lo atan y puede seguir su camino por la ascendente espiral de la evolución
espiritual que le lleva de retorno al Padre. Así, esa alma hermana podrá
recibir la paz que Jesús prometió para todos, y que por alguna razón, que
nosotros no somos quien para juzgar, perdió.
Una vez que el espíritu obsesor es ayudado, el compromiso de la
persona que fue asistida no termina. Jesús lo explica con las siguientes
palabras:
“Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre, anda por lugares
secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Me volveré á mi
casa de donde salí. Y viniendo, la halla barrida y adornada. Entonces
va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, habitan allí:
y lo postrero del tal hombre es peor que lo primero”.32
Lo que Jesús nos explica es que, si el espíritu obsesor no se ha
arrepentido y trascendido a niveles más altos, y se percata de que en la
persona a la que se había vinculado no ha ocurrido un cambio significativo,
y que aquello que los vinculó en el pasado sigue siendo una realidad,
puede regresar a obsesar de nuevo al individuo y su estado ser peor que
al principio. También, puede ocurrir que aunque ese espíritu agradezca el
auxilio que se le brindó y se retire, si la persona a la que estuvo vinculado
sigue practicando la misma conducta que motivó la vinculación, con
mucha probabilidad atraerá nuevos espíritus obsesores. Aquí también,
como aclara Jesús, encontrarán la casa barrida y lista para ser ocupada
y su estado postrero será peor que el primero. Contra eso solo existe un
remedio infalible, el autoconocimiento y la regeneración. Aplicar aquella
legendaria frase inscripta en el Oráculo de Delfos: Hombre: Conócete a ti
mismo, con el propósito del automejoramiento.
Es notable todo lo que Jesús nos enseñó sobre la mediumnidad y
el intercambio con el plano espiritual para que logremos la paz. El Espiritismo
en sus 154 años de práctica ha venido para confirmarlo en el
cumplimiento de su misión del Consolador Prometido.
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará
en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las
cosas que os he dicho”.


Articulo:

Juan Félix Algarín