viernes, 30 de octubre de 2015

HISTORIA DEL ESPIRITISMO

“El Espiritismo es a la vez una ciencia de
observación y una doctrina filosófica. Como ciencia
práctica, consiste en las relaciones que pueden
establecerse con los Espíritus; como doctrina filosófica,
comprende todas las consecuencias morales que se
desprenden de semejantes relaciones”.
Podemos definirlo así:
“EL ESPIRITISMO ES LA CIENCIA QUE
TRATA SOBRE LA NATURALEZA, ORIGEN Y
DESTINO DE LOS ESPÍRITUS, Y DE SUS
RELACIONES CON EL MUNDO CORPORAL” 



CONOCIENDO EL ESPIRITISMO



Entrevista en la segunda cadena de televisión española a Juan Miguel Fernandez estudioso de la doctrina espirita y a Elias de Mateo historiador.


¿POR QUÉ ES NECESARIO EL OLVIDO EN LA REENCARNACIÓN?




- ¿No sería mejor para todos tener un recuerdo
consciente de cómo funciona el sistema de las reencarnaciones
sucesivas, para conseguir que los espíritus evolucionen?
- La evolución espiritual sólo es auténtica cuando ha sido elegida
verdaderamente, por decisión propia del espíritu. Si el espíritu fuera
consciente en todo momento de la presencia de seres superiores
tutelando su progreso, no actuaría libremente, sino condicionado por la
presencia de sus guías. Le pasaría igual que al niño que actúa de una
forma en presencia de sus padres o sus maestros, por temor o por
respeto a éstos, mientras que, en su ausencia, actúa de forma diferente,
más de acuerdo a como es en realidad, ya que se siente más libre, al
no haber ningún adulto que lo pueda amonestar si hace alguna
travesura. Durante el tiempo que el espíritu está desencarnado en el
mundo espiritual, la presencia de los seres superiores tutelares es más
manifiesta. La encarnación en el mundo físico en las condiciones a las
que os enfrentáis, es decir, sin recuerdos ni manifestaciones evidentes de
una supervisión superior, pretende que el espíritu actúe con total
libertad, sin ningún tipo de coacción, para que sea él mismo a través de
sus propias experiencias el que decida lo que quiere.

- ¿Quiere decir que uno no puede ser consciente de la realidad
espiritual mientras esté encarnado?
- Tampoco es eso. Si así fuera no estaríamos hablando tú y yo sobre ello,
ya que ahora mismo tú estás encarnado. El que quiera sinceramente
profundizar en la realidad espiritual obtendrá las respuestas y la ayuda
espiritual que necesita. Mira el ejemplo en ti mismo. Has empezado a
hacerte preguntas fundamentales y a buscar sinceramente y vas
obteniendo respuestas. Pero la mayoría prefiere mirar hacia otro lado. La
gran curiosidad que tenéis por averiguar cómo funciona materialmente
el Universo es la que os impulsa a realizar descubrimientos científicos
cada vez más importantes. También en lo espiritual el espíritu necesita
responder a sus interrogantes para sentirse realizado y a través de la
búsqueda de las relaciones causa-efecto se van consiguiendo descubrir
realidades que permanecían ocultas a simple vista.

¿Cómo va a suceder eso? ¿Cómo vamos a obtener una respuesta?
- El espíritu puede conocer esta realidad espiritual aparentemente oculta
cuando pone empeño en profundizar en sí mismo, porque las leyes
espirituales están escritas en el espíritu. Hay algo en el espíritu que le
permite reconocer lo verdadero de lo falso cuando se le pone enfrente.
Ese algo es la voz de la conciencia, la voz del sentimiento, que es cada
vez más clara a medida que el espíritu está más evolucionado. Si nos
paráramos a escucharla de vez en cuando, obtendríamos muchas
respuestas. Pero deberá ser por el propio esfuerzo y voluntad que se
vaya logrando conocer la realidad espiritual, que es también la realidad
de uno mismo. Por eso hay un proverbio muy antiguo que dice:
“Conócete a ti mismo y conocerás el Universo”.
- De esta forma ¿no se está abandonando al espíritu a su propia suerte,
como el niño pequeño que es abandonado por sus padres?
- No se le abandona, los espíritus guía siempre están ahí ayudando. Nos
sugieren sutilmente las respuestas cuando tenemos preguntas que
sinceramente no sabemos resolver. Lo que pasa es que en vosotros
mismos existen tantos miedos y tabúes que a vuestros hermanos del
mundo espiritual les resulta muy complicado ayudaros, ya que no
admitís respuestas que no encajen con vuestros prejuicios y arquetipos.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Quieres un ejemplo? 
Mirad vuestra actitud frente a la muerte.
Hoy por
hoy, la muerte es un tabú para la sociedad occidental y cada vez que
desencarna un espíritu se desata una verdadera tragedia entre los
familiares y seres queridos. ¿Y por qué? Porque no queréis ver las
evidencias que se os están dando respecto a la supervivencia del
espíritu después de la muerte, simplemente porque para explicarlo
tendríais que cambiar vuestro paradigma actual. Cuando los espíritus
que han pasado al otro plano intentan despedirse y tranquilizar a sus
seres queridos manifestándoseles de alguna forma, siempre hay una
tendencia a no creer en lo que se vive y percibe, simplemente porque
creéis que no es posible, porque no encaja en vuestros esquemas
mentales, y la mente le hace creer a uno que se trata de una
alucinación motivada por el estado de shock. Por un lado está la
influencia de la Religión, que ofrece una explicación de la muerte y de
lo que viene después basada en obtusos dogmas poco creíbles y no en
las evidencias y los testimonios reales, y que opina que cualquier
contacto con el mundo espiritual no supervisado por ellos, o bien es
pura imaginación o, como ocurrió en épocas pasadas, “es cosa del
demonio”, alentando el miedo a cualquier contacto con el más allá. Por
otro lado, está la Ciencia Materialista, que sólo cree en lo que puede
medir con sus aparatos, y que se niega a investigar seriamente el tema,
obstaculizando al máximo el trabajo de unos pocos, pero valientes
investigadores, que han convivido con enfermos terminales y con
pacientes que han tenido experiencias cercanas a la muerte, que sí se
han atrevido a dar el paso de intentar descorrer el velo. El resultado final
es que la gente que está pasando por ese trance y sus seres queridos se
encuentra en el más absoluto desamparo emocional, porque no
encuentra ninguna explicación creíble ni ninguna esperanza
consoladora.