domingo, 4 de enero de 2015

LOS ENEMIGOS DESENCARNADOS

    

LOS ENEMIGOS DESENCARNADOS
No siendo la muerte física el aniquilar de la vida, es natural que todos aquellos Espíritus que se transfieren de retorno para el mundo espiritual mantengan las características morales que  caracterizaban la individualidad.
Recuperando la lucidez después del deceso celular, vuelven  a la conciencia los mensajes que fueron  almacenados durante la trayectoria orgánica, auxiliándolos en la evocación de acontecimientos y hechos en los cuales participaron.
En algunas ocasiones no ocurre ese fenómeno en razón del estado de perturbación en el que se encuentran después del túmulo, manteniendo fijaciones enfermizas y conductas infelices.
Comprensiblemente, en el primer caso, resuenan con más facilidad  las impresiones vigorosas, aquellas que fuertemente herirán o dignificaran las emociones.
En ese capítulo, los sentimientos de animosidad que tipifican los Espíritus inferiores resurgen, llevándolos  a los procesos de angustia y resentimiento, que  procuran contornar mediante el esfuerzo a que se proponen contra aquellos que los afligieron y que permanecen en el viaje carnal.
Es comprensible que no poseyendo los tesoros morales de nobleza  ni de elevación, se dejan consumir por el odio, siendo llevados a las fuentes generadoras del sufrimiento que experimentan, en el caso, de las personas que se hicieron responsables por su desdicha.
Surgen, en esa fase, las vinculaciones psíquicas con los antiguos desafectos, aquellos que se tornaron motivo de su aflicción.
Reconociendo la razón del sufrimiento, sin, no en tanto, entender las causas profundas, aquellas que dicen respecto a la Justicia Divina, cara al conocimiento de la reencarnación y su  ley de Causa y Efecto, se convierten en inclementes cobradores de lo que suponen  ser deudas por ellos contraídas.
Disponiendo de movilidad y fijándose mentalmente al adversario mediante la afinidad moral, se inicia el doloroso proceso de obsesión, que tanto se presenta en forma de surto patológico, en el área de los disturbios psicológicos de conducta y de emoción, bien como en lenta y perversa inspiración enfermiza que termina por transformarse en trastorno más grave.
Cuando no se encuentran lucidos, son igualmente atraídos, en razón de la ley de sintonía existente entre deudor y cobrador, proveniente de la convivencia espiritual en las mismas fajas de inferioridad en el que se movimentan los encarnados y los desencarnados.
No sienta ninguna duda en cuanto a la influencia ejercida por los Espíritus en la convivencia con las criaturas humanas, especialmente con aquellas de naturaleza permisiva y vulgar, cruel e indiferente, en razón del estado moral en que aun se encuentran.
Pululan alrededor del planeta billones de seres espirituales en un estado primario de evolución, aguardando  la oportunidad de  reencarnar de nuevo, ya que se encuentran en un estado de penuria y de sufrimiento por la cual se transforma en parásitos dependientes de energías especificas,  que exploran y usurpan de los seres humanos que se les asemejan.
De ese modo, aquellos que se sienten perjudicados  de alguna forma, tiene mayor facilidad en inmiscuirse en la economía mental  y emocional de aquellos que consideran sus adversarios por los prejuicios que les han causado, persiguiéndolos  de manera consciente o no.
Los enemigos desencarnados constituyen un factor de desequilibrio en la sociedad terrestre que debe ser tomado en cuenta por los estudiosos del comportamiento y de las directrices sociológicas.
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El mundo espiritual es preexistente al físico, real y fundamental de donde vienen las poblaciones humanas para donde retornan mediante el vehículo de la desencarnación.
El objetivo esencial de la desencarnación es propiciar el desenvolvimiento intelecto moral del Espíritu en su trayectoria evolutiva.
Poseyendo el psiquismo divino embrionario, en cada etapa del proceso de crecimiento se les desdoblan facultades y funciones adormecidas que se agigantaran a través de la eternidad, hasta que sea alcanzada la plenitud.
No obstante, los atavismos que permanecen como tendencias para repetir los gravámenes y conceptos erróneos a los que están acostumbrados, ejercen mayor predominancia  en la naturaleza de todos, aunque el Deotropismo que lo atrae  en la dirección fecunda y original de su casualidad.
La elección de conducta que define el rumbo de  la ascensión o de la caída, a fin de permanecer en el obscurantismo en relación a la verdad o en el esfuerzo dignificantes  del auto iluminación.
Cuando se esfuerza por el buen proceder, prosiguiendo en la vivencia de las reglas de la moral y del bien, liberándose de los grilletes de los vicios, más fácilmente alcanza  los niveles elevados de armonía  interior y los planos espirituales de felicidad, donde pasa a habitar.  Todavía, cuando se compromete en la acción del mal, es inducido a reescribir las paginas aflictivas que quedaron en la retaguardia, rescatando los delitos   practicados a través del sufrimiento o mediante las acciones de beneficencia que lo dignifican.
En razón de la comodidad moral y de pereza mental, se sitúa, no raro, en la incerteza, en la indiferencia en relación al engrandecimiento  o complaciéndose en las sensaciones nefastas, cuando podría elegir las emociones superiores para auxiliarse y para socorrer a aquellos a quien hay perjudicado, reparando los males  que fueron generados mediante los contribuciones  de amor educativo ofrecidos.
Los enemigos desencarnados, de ese modo, se vinculan a los seres humanos atraídos por las afinidades morales, por los sentimientos del mismo tenor, por las conductas extravagantes que se permiten.
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Nunca  desperdicies la oportunidad de ser aquel que cede en  contiendas inútiles  como perniciosas; de perder, en el campeonato de la insensatez, a fin de ganar en la paz interior; de servir con devoción, aunque otros se sirvan, explorando la bondad de su prójimo;  de ofrecer comprensión y compasión en toda y cualquier circunstancia que se te deparen; de edificar el bien donde te encuentres, en la alegría o en la tristeza, en la abundancia o en la escasez; de ofrecer esperanza, aun mismo cuando reine el pesimismo y la crueldad llevando a  al desanimo y a la indiferencia; de ser aquel que ama, a pesar de  las circunstancias perversas; de silenciar el mal, a fin de referirte aquello que contribuya a favor de la fraternidad; de perdonar, aun mismo aquello y a aquel que, aparentemente  no merezcan perdón; de enseñar correctamente aunque predomine la prepotencia, y por esa razón mismo…
Nunca te canses de confiar en Dios, sea cual sea la situación en la que te encuentres.
Vistiendo la coraza de la fe y esgrimiendo  el equipo del amor, tus enemigos desencarnados no encontraran campo emocional ni vibratorio en ti para instalar sus matrices obsesivas, permitiéndote seguir en paz, cantando  la alegría de vivir e iniciando la Era Nueva de felicidad en la Tierra.
Joanna de Ángelis

Página psicografiado por el  médium Divaldo P. Franco, en la sesión mediúmnica  la noche 28 de febrero del 2005, en el Centro Espirita Camino de Redención, en Salvador de Bahía.
Traducido al español por: M. C. R