jueves, 28 de abril de 2016

Las vidas sucesivas y los mundos habitados



Algunos estudiosos, desde hace muchos siglos, guardan las verdaderas concepciones del Universo, el cual no se encuentra circunscrito en el minúsculo planeta terreno y es representado por el infinito de los mundos, dentro del infinito de Dios.
No obstante, las teorías del sistema geocéntrico, que encaraba la Tierra como el centro del grupo de planetas en que os encontráis, la idea de la multiplicidad de los soles venia, de hace mucho, animando el cerebro de los pensadores de la antigüedad.
A pesar del objetivo de vuestros telescopios, que descubren, en la inmensidad, “las tierras del cielo”, se cree erradamente que solo vuestro mundo ofrece condiciones de habitabilidad y solamente en él se verifica el florecimiento de la vida.
Infelizmente, son innúmeros los que dudan de esa realidad incontestable, aprisionados en escuelas filosóficas que pecan por su carácter obsoleto e incompatible con la evolución de la Humanidad, en general. Es que no reconocen que la Tierra minúscula es apenas un punto oscuro y opaco, en el concierto sideral, y nada de singular existe en ella que le otorgue, con exclusividad, el privilegio de la vida; en contraposición a los aciertos de los negadores, podéis notar, científicamente, que es incluso, en vuestro plano, el lugar del Universo donde la vida encuentra más dificultades para establecerse.
Espontaneidad imposible
Grande es la tortura de los seres racionales que, en el mundo terráqueo, buscan guarda para sus aspiraciones de progreso, dado que, de la cuna al túmulo, sus existencias representan una gran suma de esfuerzos combatiendo con la Naturaleza cambiante, con las más diversas condiciones climatológicas, arrasadores de la salud y causas de un combate acérrimo por parte del hombre, porque no le es posible vivir en afinidad perfecta con la naturaleza sometida a las más bruscas mutaciones, siendo obligado a crear su morada, organizar su vivienda, que representa, de hecho, su primera esclavitud, impidiéndole una existencia llena de armonía y espontaneidad.
Vuestro mundo os obliga a una vida artificial, ya que sois obligados a buscar, cotidianamente, el sustento del cuerpo que se gasta y consume en esa batalla sin tregua. En él, las más bellas facultades espirituales son frecuentemente sofocadas, en virtud de las más imperiosas necesidades de la materia.
Hay mundos incontables
Que se callen los que puedan descubrir la vida solo en vuestra oscura penitencia de náufragos morales. ¿Por qué razón la Voluntad Divina colocaría en la amplitud esas zonas remotas?
Divisar en esos mundos distantes solamente objetos de estudio de vuestra Astronomía es un error; ellos están, a veces, regulados por fuerzas más o menos idénticas a las que controlan vuestra vida. En su superficie se observan los fenómenos atmosféricos y otros, cuya explicación es inaccesible a vuestro entendimiento. ¿Por qué los formaría el Creador para el abandono del silencio y del desierto? ¿Podéis concebir ciudades bien construidas, abarrotadas de tesoros
Hay mundos incontables y muchos de ellos formados de fluidos vaporosos, inalcanzables, en la actualidad, por vuestros instrumentos de óptica.
y magnificencias, pudriéndose sin habitantes?
Mundo de exilio y escuela regeneradora
La tierra no representa sino un detalle oscuro en lo ilimitado de la Vida, región de la amargura, de sufrimientos y de exilio; constituyendo, pues, una región de sombras, barrida, muchas veces, por los cataclismos del infortunio y de la destrucción, debe representar, para todos cuantos la habitan, una bendecida escuela, donde se regenera el Espíritu culpado y donde él se prepara, solicitando un glorioso porvenir.
Significa un deber de todo hombre el trabajo propio, en el sentido de atenuar las malas condiciones de su medio ambiente, aplanando todas las dificultades de orden material y moral, ya que la evolución depende de todos los esfuerzos individuales en el conjunto de las colectividades.
Fuerzas ocultas, leyes desconocidas, esperan que el alma humana de ellas se utilice y, a medida que se extiende el progreso moral, los hombres más se beneficiaran en la fuente bendita del conocimiento.
El estímulo del conocimiento
Para la Humanidad terrestre la revelación de otras patrias en el firmamento, fragmentos de la Patria Universal, no debe constituir una razón para desanimo de cuantos se entregan a las labores provechosas del estudio.
Los desequilibrios que se verifican en el planeta terreno obedecen a una ley de justicia, encima de todas las cosas transitorias; y, más allá de eso, la primera obligación de todo hombre es colaborar, en todos los minutos de su pasajera existencia, en pro de la mejoría de su prójimo, consciente de que trabajar en beneficio de otro es engrandecerse.
El conocimiento de las condiciones perfectas de la vida en otros mundos, no debe traer abatimiento a los extremistas del ideal. Semejante verdad debe llenar el corazón humano de sagrados estímulos.
¡Saludad, pues, al concierto de la vida, del centro de vuestros combates salvadores! …
¡Sois extraordinarios, luces policromo, mundos maravillosos, existen embalados por las armonías que la perfección eleva a la Entidad Suprema! …
Más allá del Gran Can, de Ursa, de Hércules, otras constelaciones prueban la grandeza divina. Los firmamentos se suceden ininterrumpidamente en las amplitudes etéreas, pero la Humanidad, para Dios, es una sola y el lazo de su amor reúne a todos los seres.