sábado, 30 de enero de 2016

XXII CEN Herencia Genética y Herencia Espiritual

XXII CEN Herencia Genética y Herencia Espiritual



Aparición después de la muerte, 18 de enero de 1884



“Cuando yo tenía aproximadamente 15 años, estaba de visita en casa del Dr. J.G., de Twyford, Hants. Trabé amistad con el primo de mi huésped, joven de 17 años. Nos hicimos inseparables: cenábamos juntos, montábamos juntos a caballo y compartíamos las mismas diversiones, como hermano y hermana. “Estaba muy delicado de salud; yo le cuidaba, velaba por él, de manera que jamás pasábamos una hora separados uno de otro. “Os doy estos detalles para mostraros que no había entre nosotros una huella de pasión: éramos el uno para el otro como dos jóvenes hermanos.
“Una noche vinieron en busca de M.G. para que visitara a su primo, que, de repente, había caído gravemente enfermo con una inflamación de los pulmones. Se me ocultó la gravedad de la enfermedad; no sabía, pues, el peligro en que estaba y no me inquieté en modo alguno; la noche en que murió, M. G. y su hermana se fueron a casa de su tía, dejándome sola en el salón. Había un fuego vivo en la chimenea y, como a muchos jóvenes, me gustaba estar junto al hogar leyendo a la luz de la llama. No sabiendo que mi amigo estaba enfermo de peligro no estaba intranquila; únicamente estaba pesarosa de que no pudiese venir a pasar la velada conmigo. Tan sola me sentía.
“Leía tranquilamente, cuando se abrió la puerta y Bertie (mi amigo) entró. Me levanté bruscamente para acercarle un sillón al fuego, pues parecía tener frío y no llevaba abrigo, a pesar de que nevaba. Me puse a reñirle porque había salido sin abrigarse bien. En vez de responderme, se llevó la mano al pecho y sacudió la cabeza, lo que interpreté como señal de que no tenía frío, que padecía del pecho y había perdido la voz, lo que le ocurría algunas veces. Le reproché aún su imprudencia. Todavía hablaba con él cuando entró el Dr. G. y me preguntó con quién conversaba. Le respondí: «Ved a este imprudente joven, con el mal tiempo que hace y con ese resfriado que no le permite hablar: préstele usted un abrigo y que se vaya a su casa.»
“Jamás olvidaré el horror y el estupor que se pintaron en el rostro del bueno del doctor, pues él sabía (lo que yo ignoraba) que el pobre joven había muerto hacía media hora y venía a darme la noticia. Su primera impresión fue la de que yo lo sabía y que ello me había trastornado el juicio. Yo no podía comprender por qué me hizo salir del salón, hablándome como si yo fuese una niña. Durante algunos momentos hablamos de cosas incoherentes y, después, me explicó que yo había sufrido una ilusión óptica. No me negó que hubiese visto a Bertie con mis propios ojos, pero me dio una explicación muy científica de aquella visión, temiendo espantarme o dejarme bajo una impresión aflictiva.
“Hasta ahora no he hablado a nadie de este suceso, primeramente porque es para mí un triste recuerdo, y también porque temía ser tenida por una imaginativa quimérica y no ser creída. Mi madre me dijo que había soñado yo leía un libro titulado M. Verdant Green. Ese libro no excita al sueño y yo recuerdo muy bien que reía de buena gana de algún absurdo del héroe en el momento en que la puerta se abrió.”
A algunas preguntas planteadas por los investigadores, Mme. Stelia responde: “Su casa debía estar aproximadamente a un cuarto de hora de distancia de la casa de M. G., y Bertie murió unos veinte minutos antes de que el doctor hubiese salido de la casa. Haría poco más o menos cinco minutos que la aparición estaba en el salón, cuando M. G. entró en él. Lo que siempre me ha parecido muy extraño es que yo oí abrir la puerta. En efecto, fue el pestillo de la puerta que giraba el que me hizo levantar los ojos del libro. La figura anduvo a través de la estancia hacia la chimenea y se sentó mientras yo encendía las bujías. Todo era tan natural, que apenas puedo admitir ahora que no fuera una realidad.”
Esta observación muestra a la joven en un estado habitual; reía leyendo un libro divertido y no estaba, en modo alguno, predispuesta a una alucinación. El espíritu de Bertie, que acaba apenas de abandonar su cuerpo, entra en la habitación haciendo girar el pestillo de la puerta. Este ruido es tan real, que hace levantar la cabeza a la joven. Si fuese una alucinación, ¿por quién se habría producido?
Hemos visto ya a la madre de Elena —fantasma viviente— abrir una puerta; asistimos ahora al mismo fenómeno, producido por Bertie en estado de espíritu. El alma del joven no es visible para el doctor —como no lo era el doble de Fréderic para el amigo de Goethe—, pero obra telepáticamente sobre Stella y objetivamente sobre la materia de la puerta.
“Comenzamos a darnos cuenta —dice M. F. H. Myers, uno de los autores de Phantasms— como nuestras pruebas de telepatía entre los vivos están íntimamente ligadas con la telepatía entre los vivientes y los muertos, pero se teme tratar de ello por temor a ser acusados de misticismo.”
La aparición es de tal modo semejante a Bertie cuando vivía, que la joven le habla, le riñe por haber salido sin abrigo; en una palabra, ella está persuadida de que el joven está allí, pues ha ido desde la puerta al sillón en el cual ha tomado asiento. Si el fenómeno hubiese precedido algunos minutos a la muerte de Bertie en lugar de producirse después, le haría entrar en la clase de los estudiados anteriormente; pero el cuerpo está aquí sin vida, es el alma la que se manifiesta y, no obstante, nada ha cambiado en su aspecto exterior por el cual afirma su presencia: la estatura, el modo de andar, todo recuerda al ser vivo.
Citemos un nuevo caso en el cual el espíritu que se manifiesta da a su periespíritu bastante tangibilidad para pronunciar algunas palabras, a pesar de que no figura ya entre los vivos.1 Les Hallucinations télépathiques.
Aparición del espíritu de un Indio Mme. Bishop, por nacimiento Bird, viajera y escritora bien conocida, nos envió este relato en marzo de 1884. Es casi idéntico a una versión de segunda mano que nos había sido comunicada en marzo de 1883.
Viajando por las Montañas Rocosas, Mme. Bird trabó conocimiento con un indio mestizo, M. Nugent, conocido con el nombre de «Montain Jim», sobre el cual adquirió una influencia considerable.
“El día en que me despedí de él, Montain Jim estaba muy conmovido y excitado. Habíamos tenido una larga conversación sobre la vida mortal y la inmortalidad, concluí la conversación con algunas palabras de la Biblia. Estaba muy impresionado y muy excitado y exclamó: «No la veré a usted tal vez más en esta vida, pero la veré cuando me muera». Le reconvine suavemente a causa de su violencia, pero repitió la misma frase, con mayor energía, agregando: «Y no olvidaré nunca las palabras que usted me ha dicho y juro que la volveré a ver cuando yo muera.» Después de estas palabras nos separamos.
“Durante algún tiempo tuve noticias suyas; supe que se había portado mal y había vuelto a sus hábitos salvajes y, más tarde, que estaba muy enfermo a causa de una herida que había recibido en una pendencia; después, en fin, que estaba mejor, pero que abrigaba proyectos de venganza. La última vez que recibí noticias suyas estaba yo en el hotel Interlaken, en Interlaken (Suiza), con Mlle. Clayson y los Ker. Una mañana, algún tiempo después de haberlas recibido (era septiembre de 1874), estando tendida en la cama, hacia las seis, ocupada en escribir una carta a mi hermana, cuando, al levantar la vista, vi a Montain Jim de pie delante de mí. Sus ojos estaban fijos en mí, y cuando le miré, me dijo en voz baja, pero muy claramente: «He venido, como había prometido». Después me hizo un signo con la mano y añadió: «Adiós.» Cuando Mlle. Bessie Ker vino a traerme el desayuno, tomamos nota de lo ocurrido, indicando la fecha y la hora. La noticia de la muerte de Montain Jim nos llegó un poco más tarde, y la fecha, teniendo en cuenta la longitud, coincidió con la de su aparición. En realidad, según los autores, la aparición siguió a la muerte ocho horas, o catorce, si fue el día siguiente del indicado por Mme. Bishop cuando se produjo.
Observamos siempre que la distancia no es un obstáculo al desplazamiento del espíritu, puesto que puede manifestar su presencia en Europa muy poco después de su muerte en América. Las mismas observaciones que se dan en el relato precedente en relación al aspecto exterior del espíritu se aplican aquí; creemos, no obstante, que esta materialización es más completa que en la narración anterior, puesto que dirige un adiós a la viajera, y esto nos lleva de nuevo a aquel caso en que el fantasma del vivo pronuncia también algunas palabras.
Esta observación establece que el espíritu tiene también un órgano para producir sonidos articulados y una fuerza para ponerlos en movimiento. Más adelante veremos que no sólo la laringe existe en el periespíritu, sino también todos los órganos del cuerpo material. Lo que nos importaba señalar, sobre todo, es la notable unidad que se observa en la forma de actuar de los fantasmas, ya provengan de un desdoblamiento o de la materialización temporal de un habitante del espacio. Refiramos un último caso en que el mismo espíritu se manifiesta a dos personas en un corto intervalo de tiempo.

martes, 19 de enero de 2016

DIVULGAR EL ESPIRITISMO


Es una realidad que la Doctrina Espírita aún no está suficientemente difundida en el mundo y en muchos países o ciudades es ignorada, tergiversada, mal interpretada, difamada o confundida con otras prácticas desviadas o absurdas que nada tienen que ver con el verdadero Espiritismo científico, filosófico y moral. Estamos en el propósito de  hacer una mayor y mejor divulgación de la misma, no para convencer o imponer, sino  para informar, orientar, esclarecer acerca de los fundamentos y enseñanzas de la doctrina. Ante la crisis moral, social y espiritual por la que pasa la humanidad, estamos seguros de que la Doctrina Espírita tiene mucho que ofrecer y aportar, ya que las enseñanzas contenidas en la obras de Allan Kardec  -el Codificador de la Doctrina Espírita- y en los libros que conforman la extensa literatura espírita se constituyen en una guía segura, amplia y profunda en la vida de todo ser humano que desee con sinceridad e imparcialidad adentrarse en los verdaderos caminos de la espiritualidad y de la realización integral.
Quienes ya conocemos la Doctrina Espírita e intentamos orientar nuestras vidas bajo la luz meridiana de sus principios y enseñanzas, debemos preguntarnos: Qué puedo hacer para contribuir a la divulgación o difusión del Espiritismo según mis conocimientos, posición, recursos, herramientas y capacidades? ¿Qué puedo hacer como persona o miembro de una institución?.
Aprovechemos este año 2016 que comienza y dispongámonos a movilizar todos los recursos personales e institucionales para realizar una verdadera campaña intensiva de divulgación de la Doctrina Espírita. Compartan con todos los amigos del Facebook y otras redes, pídanle a ellos que a su vez sigan compartiendo, aprovechemos los medios que dios pone a nuestro alcance, para que esta bendita doctrina consoladora llegue a todos los seres humanos.