miércoles, 12 de septiembre de 2012

AL TRASPASAR LA FRONTERA

AL TRASPASAR LA FRONTERA

Hay infinidad de casos y circunstancias que se dan cuando traspasamos la frontera de la desencarnación, pero yo hoy quiero sobre todo hablar sobre nosotros, los espíritas, cuando damos ese paso.

Son muchas veces ya las que hemos dicho qué tenemos que hacer para que ese cambio nos sea lo más suave posible, especialmente, por el conocimiento que tenemos. Reflexionando sobre mí, me he dado cuenta que no es sólo el conocimiento, ni la voluntad, ni la confianza de saber que no estamos solos, etc. Nada nos va a librar de un mal trago, como le pasó al Hermano Jacobo (Federico Fidner), del libro Volví. Pero no es sobre ese caso especial, en el que quiero centrarme.
Como decía, reflexionando sobre mí, después de unas circunstancias muy dolorosas pasadas hace unos meses apenas, comprendí muchas cosas y, es más, descubrí muchas cosas en mí, en mis actitudes ante determinadas circunstancias, personas, dificultades, etc. Y, pensando en esto, me pregunté: si desencarno ahora, ¿cómo será mí paso al Mundo Espiritual? Y la respuesta no se hizo esperar: ¡sentí miedo! No sentía miedo a desencarnar, sentía miedo de no estar en condiciones para hacerlo: esa era la realidad. Y no valía de nada engañarme. Creo que, en general, estamos pocos acostumbrados a hacernos ciertas preguntas, por miedo, por dejadez o por lo que sea. Pero es necesaria la reflexión acerca de nuestro estado espiritual mientras estamos encarnados, porque del estado espiritual de desencarnado, lo comprobaremos nada más nos abandone el fluido vital. Y es por eso, por si el paso, el cambio, el traspasar esa frontera no resulta como pensábamos, ¿qué ocurrirá? En muchas ocasiones el miedo, la desesperación, la soledad, la oscuridad, las sensaciones, nos pueden volver ciegos y no darnos cuenta de dónde estamos, con quién estamos o cómo podríamos cambiar esa situación.
¡La oración es imprescindible! Pero la preparación y el hábito de la oración, no se van a dar precisamente en esos momentos; eso es cuestión de tiempo, de costumbre, de necesidad mientras estamos encarnados, sabiendo que un día llegará en que dejaremos de estarlo, y toda ayuda será poca, dado nuestro nivel evolutivo y nuestros apegos.
Los trabajos que hagamos dentro de la Doctrina como divulgadores: dirigentes, conferenciantes, escritores, etc., no nos va a dar ningún certificado de buena conducta, si realmente no ha habido esa buena conducta, y para eso nos tenemos que preguntar: lo que estoy haciendo, ¿lo estoy haciendo bien? ¿Estoy siguiendo el camino de humildad y nobleza, que me ahorre sufrimientos en los momentos de abandonar el cuerpo? Esto es importante. A Jesús no le valió, para el mundo de aquel tiempo, haber hecho tantas cosas buenas, haber dado tanto amor, habernos dado tantos consejos y orientaciones, a la hora de sufrir y terminar siendo crucificado, mientras tuvo un cuerpo físico. Obviamente, nos podemos imaginar cómo fue ese traspaso al Verdadero Mundo, siendo un Espíritu Puro. Pero tenemos un ejemplo muy significativo: Chico Xavier; creo que más o menos sabemos su vida y obras. Él fue recibido por Jesús y sus Mensajeros, nada más cortarse los pocos fluidos que le tenían aun preso al cuerpo. ¿Somos como Chico? ¿Nos hemos consagrado al bien en todos los años desde que conocimos la Doctrina? No, por desgracia para nosotros, me refiero a ser como Chico,  ¿pero podríamos llegar a tener un viaje plácido, sereno, conscientes en todo momento de lo que ocurre, sabiendo identificar todas las señales de la desencarnación, sin desesperación, amargura o rabia? Podríamos decirnos a nosotros mismos: “hice muchas cosas, ¿por qué no soy recibido/a por Espíritus de Luz? ¿Por qué no me siento bien y ligero/a en estos momentos, como yo esperaba?”
Pues precisamente es porque tenemos un concepto erróneo muchas veces de lo que se necesita para tener el mérito de pasar de un mundo a otro, el Verdadero, como quien baja de un autobús y se sube a un avión, sin ningún tipo de trastorno, llegando feliz a su destino, como Chico, que no sólo trabajó psicografiando, por más de 70 años; sino que practicó la bondad y la tolerancia. Sabiendo que tiene la conciencia tranquila del deber cumplido. Si es así, nos podemos llevar la sorpresa de encontrarnos algún tipo de trabajo hecho o a medio hacer, en el plano espiritual, realizado en los momentos de desprendimiento del descanso del cuerpo: maravillosa sorpresa, ¿no?. También podemos tener la sorpresa de no encontrar nada hecho y, no solo eso, sino no tener méritos u obras hechas, para que nuestro periespíritu nos permita movernos a voluntad, por la materialización del propio periespíritu.
Esto lo hemos dicho muchas veces: Sensación de los Espíritus: En el momento de la muerte, el Periespíritu se desprende, más o menos lentamente del cuerpo; aunque durante los primeros días no se da cuenta de la situación, debido a la perturbación.
 ¿Cuánto tiempo podría durar en nosotros esa perturbación? Si nos conocemos algo, sabremos responder interiormente a esa pregunta, ¿no? Algo que también comentamos mucho es lo siguiente: Alimentación de los Espíritus: Después de la desencarnación, muchos Espíritus sienten necesidades fisiológicas, como sed o hambre. Abandonado el envoltorio físico, el periespíritu está profundamente arraigado a las sensaciones terrestres. Los Espíritus esclarecidos nos cuentan que, en el Mundo de los Espíritus, hay lugares donde se fabrican alimentos para los Espíritus más materializados. En “Memorias de un Suicida”, el protagonista nos relata: “A cada uno de nosotros nos fue servido un delicioso caldo templado, reconfortante…” Y André Luiz “A esa altura, me servían un caldo reconfortante, seguido de agua fresca…” El Espíritu Dave Hatch, en “Cartas de un Muerto Vivo”, declara: “Los cuerpos periespirituales se encuentran impregnados de humedad en su tacto.” El agua, tanto en el Mundo Espiritual, de materia fluídica, como en la Tierra es un elemento muy importante.
 ¿Y si estamos en esa situación? ¿Sabremos tener la fe, la humildad y el recuerdo de la oración como medio de ayuda?

Hay otro apartado del cual se habla muy poco: la sexualidad. ¿Y si descubrimos que la ausencia de las relaciones sexuales nos perturban? Ya que sabemos que todo esta en la mente y, si el sexo, fuese una adicción cuando estamos encarnados, no va a dejar de serlo, porque desencarnemos; el sexo, como el tabaco, las drogas, el alcohol, que son medios de suicidio lento. ¿Qué pena no? Digo pena porque el conocimiento actual de las consecuencias de aquello que no estamos haciendo bien, no nos vale para modificarlo.

Todo en nosotros es una actitud mental, psicológica, emocional y espiritual ante la vida; pero la vida en los dos planos. No esperemos cambiar por el sólo hecho de ser espíritas y dejar el cuerpo atrás, incluso que nos acompañen oraciones y buenos deseos de los que nos quieren. No olvidemos la Ley de Merecimiento. Ni tampoco que somos seres inmortales, y tenemos muchas oportunidades de reencarnar para nuestro adelanto.

Bien, todo lo que he dicho ha sido como resultado de las reflexiones que hice y que hago constantemente sobre este tema. Yo he decidido no sufrir después de desencarnar, pero soy consciente de que para eso, debo trabajar hoy: en el presente. ¡Y trabajar mucho! Son muchas cosas a las que cada uno de nosotros estamos prendidos. Por eso el esfuerzo debe ser continuado, equilibrado y honesto. No nos engañemos a nosotros mismos, y para eso la Meditación, la Oración y la Reflexión ayudan mucho, además de las buenas inspiraciones de nuestros queridos amigos y familiares desencarnados que, viendo nuestro esfuerzo en la reforma moral, nos ayudan siempre que pueden, así como nuestro Ángel Guardián.
No dejemos que pase el tiempo, contentándonos con asistir al centro, hacer los deberes, leer algunos libros y pronunciar palabras muy bonitas, pero que van dirigidas para los demás, ya que no hay en nosotros, posiblemente, la intención de aplicárnosla.
Dejemos ese defecto de quejarnos, de decir…yo soy así…sí, ¿y qué? ¿Por ser como somos de imperfectos, no vamos a cambiar? Sería absurdo. ¿Entonces de qué nos sirve esta maravillosa Doctrina, sino vamos a dejar que ella nos ayude a ser mejores? Hace mucho tiempo, en el Centro de Málaga, el Centro de mis amores, yo tenía la costumbre de decir cuando daba una charla o exponía alguna actividad, si surgía el tema de las imperfecciones…”yo sé que no soy humilde”, y lo repetía con cierta frecuencia, hasta que un día Rafael me dijo; dices siempre que no eres humilde, y es porque te has acostumbrado a aceptar que no lo eres…tendrás que empezar a serlo algún día, ¿no? Y aquellas palabras calaron hondo y me hicieron reflexionar. Está claro que dejé de repetirlo y me propuse modificar un poquito esa imperfección; obviamente, no lo he conseguido mucho, pero ya no lo repito como un loro.

Si reconocemos que algo en nosotros no va bien, que no cambiamos pese a los años pasados siendo así, algo nos hará cambiar seguro: la comprensión o el dolor. Y el dolor, aunque te hace caminar más rápido, si te dejas, ¡no se lo aconsejo a nadie!

Un día me puse en el caso de una determinada postura de los muchos Espíritus que hay desencarnados, y se me ocurrió escribir esto:
Hoy que reconozco que estoy muerto, pero vivo… ¿Cómo es eso?
No lo sé, no encontré explicación,
Pero me encuentro bien.
No sé por cuanto tiempo me sentiré así,
Porque vosotros con vuestras lágrimas y desesperación,
Cada día me matáis.
Pensad en los que quedaron…
Buscad como calmar la conciencia…
Preparaos para cuando llegue vuestra muerte.
Que no os coja desprevenidos,
Podéis pasarlo muy mal.
Aquí no hay fuego ni demonios,
Debe ser que no existe.
Yo encontré vida en el más allá.
Numerosas cosas ignoraba,
Sólo algunas descubrí nada más llegar aquí.
Pensad en Dios, Él esta en todas partes,
Aquí no lo encontré, pero sé que está…
Que somos seres inmortales, camino a la perfección.
Cada día me matáis con vuestros lamentos…
Con el fingido dolor…
Con el deseo de poseer todo lo mío…
Para vosotros es; yo me siento bien aquí
No necesito nada de lo que dejé ahí.
¡Descubrí que la muerte no existe!
¡Qué maravilla!
Tengo por delante casi todo por descubrir…
Tendré la eternidad.
Cada día me matáis con la negación de la vida después de la muerte…
Me olvidaréis pronto,
Pero yo seguiré por aquí, viviendo sin vivir,
Aunque es así como quiero vivir.


                                      Articulo de:      Isabel Porras