domingo, 26 de abril de 2015

LA DOCTRINA ESPIRITA


“Se reconoce al verdadero espiritista por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones”. (Evangelio Según el Espiritismo, Cap. XVII Sed Perfectos, Los Buenos Espiritistas.) Esta frase de Kardec implica el propósito que debe asumir todo estudiante de la doctrina espiritista. El estudio de la doctrina no es solamente para “saber más”, para aumentar los conocimientos, sino para aplicar sus principios a nuestra vida diaria y convertirnos en mejores seres humanos.
Las enseñanzas que han traído todos los profetas en todos los tiempos han tenido el mismo propósito: ayudar a la humanidad en su trayectoria hacia la perfección.
Desde hace cerca de 2,500 años, cuando Allan Kardec se desempeñaba como un sacerdote druida, él recogía de las enseñanzas de los celtas, revividas por Jesús y que en esta época dieron base sólida a la doctrina espiritista, ese sentido de pertenencia universal, esa necesidad de fe en la vida futura y su indudable existencia, y el progreso que puede alcanzar el alma.
Es lamentable que las enseñanzas del Maestro Jesús, al caer en manos de seres humanos con poca comprensión de las mismas, hayan sido tan diversificadas conforme a los intereses de cada grupo en cada época. Esto siempre ha ocurrido con los conocimientos que nos llegan, y la doctrina espiritista no está ajena a esta situación ya que todavía hay hermanos envueltos en prácticas sincréticas a las que, por ignorancia, les llaman espiritismo.
El conocimiento y la comprobación que nos da la doctrina espírita en relación a la vida futura debe tener como resultado el que podamos comprender la necesidad que tenemos de desapegarnos de las cosas materiales, el darles el uso que les corresponde dentro de la necesidad que tenemos de ellas. Cuando entendemos que todo lo material es pasajero, pero que tenemos que utilizarlo para desarrollar nuestras aptitudes y nuestra inteligencia así como las virtudes de nuestro espíritu, el desapego adecuado de la materia, ya no representa un sacrificio, todo lo contrario, la certeza de obrar bien.
El espiritista compenetrado de las enseñanzas de la doctrina entiende que, tanto su cuerpo físico como el mundo material, le son necesarios para adquirir conocimientos, experiencias y trabajar en su adelanto moral y espiritual. Es nuestro estado moral el que determina el grado de felicidad que podemos disfrutar.
Todas las situaciones que se nos presentan en nuestra vida material están íntimamente ligadas a nuestra necesidad de aprender y no se trata de castigos, sino de nuevas lecciones y la repetición de aquellas no aprendidas.
El verdadero espiritista entiende que la verdadera vida es la del espíritu, la normal en el mundo espiritual, que nuestra estancia en el mundo material es temporal para aprender y practicar lo aprendido. Esto hace que cada día trate de ser mejor que el día anterior y trate de encontrar en cada enseñanza, en cada conocimiento adquirido, la luz para ver el camino correcto, el camino del bien.
La vida del espiritista practicante no es fácil en términos de que enfrenta un materialismo rampante en la sociedad en que vive, algo que tiene que esforzarse por superar. No puede dejarse arrastrar por la fuerza dominante de la materia. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, lo entendemos, pero ahí radica el gran reto que enfrentamos y del cual tenemos que salir triunfantes.
Podemos considerarnos triunfantes cuando logramos establecer un equilibrio, un balance entre los aspectos materiales y espirituales en nuestra vida. No podemos abandonar la materia hasta el día en que nos corresponda, de modo que tampoco podemos abandonar la lucha que esa materia nos presenta. Todo lo contrario, sabemos que esa lucha es pasajera y en la medida que logremos el objetivo que representa, la estaremos superando.
El esfuerzo diario que hacemos para mantenernos en el camino del bien es el que nos lleva a esa transformación moral de la que nos habla el Maestro Kardec.
No nos podemos aislar de la sociedad para que no nos alcance el mal, sino fortalecernos moralmente para no caer en el mal. Según nos vamos mejorando, perfeccionándonos día a día, también estamos contribuyendo al mejoramiento de los hermanos que nos rodean ya que al igual que el mal es contagioso, el bien aunque con mayor dificultad, también lo es.
La práctica diaria de la caridad caracteriza al verdadero espiritista. Su pensamiento dirigido al bien lo lleva a hacer la caridad por razón de ese mismo bien, sacrificando su interés personal sin esperar recompensa alguna y sin discriminar por razas o creencias. Su fe en el porvenir le permite colocar los bienes espirituales sobre los materiales.
El verdadero espiritista, aquel que entiende y pone en práctica los principios de la doctrina, tiene un gran compromiso con esta humanidad. Está en el deber de extender su conciencia del bien a la conciencia de la humanidad terrestre.

LA INFLUENCIA DE LOS ESPIRITUS

LA INFLUENCIA DE LOS ESPIRITUS DESENCARNADOS SOBRE LOS ENCARNADOS


             
Los espíritus encarnados estamos rodeados incesantemente, sin darnos cuenta de 
ello, por espíritus desencarnados, ocupándose los desencarnados solamente de aquello 
que les interesa según su estado de progreso, ya sea en el bien o intentando influenciar 
al hombre  para que siga en el mal camino, con los cuales estamos en desventajas ya 
que ellos ven nuestros actos que quisiéramos que estuvieran ocultos e incluso nuestros 
pensamientos más íntimos, y nosotros, sin embargo,  y generalmente no podemos 
percibir su presencia. La influencia que podamos recibir de los espíritus estará en 
consonancia con el estado moral y evolutivo de nuestro Espíritu. 
La influencia de los espíritus ha existido desde siempre, pues los espíritus existen 
desde que los hombres existen, siendo en todo tiempo su influencia positiva o negativa 
sobre la humanidad, habiendo desde siempre espíritus encarnados con la facultad de 
comunicarse con los espíritus, pues el mismo Moisés tenía esta facultad sino como 
explicar la manifestación de la famosa zarza, manteniendo este conocimiento apartado 
del conocimiento del vulgo por su estado de ignorancia, el cual hubieran mal 
interpretado, tergiversado y manipulado, pero cuando la humanidad ha estado 
preparada para comprender este conocimiento, el espiritismo ha venido para descorrer 
el velo que existía entre un estado y otro, así como también a desenmascarar a los 
espíritus que tomando los nombres de espíritus venerables del Cristianismo se hacían 
pasar por ellos, como también las distintas formas  de influencia obsesiva de los 
espíritus desencarnados sobre los encarnados, de desenmascarar a los espíritus 
burlones, mentirosos, seudo-sabios, malévolos, frívolos etc., que anteriormente por el 
desconocimiento del mundo espiritual, estos espíritus han influenciado, engañado y 
manipulado con mayor impunidad, pero también a su vez estos espíritus encarnados se 
dejan arrastrar y manipular por estos espíritus inferiores porque se sienten a gusto 
desenvolviendo sus pasiones y debilidades las cuales atraen a los espíritus inferiores, 
puesto que siempre cedemos por nuestro libre albedrío, siempre tenemos la facultad de 
hacer o no hacer siendo siempre el espíritu encarnado el responsable de sus actos, no 
teniendo justificación alguna.  
El periespíritu refleja el estado en que realmente  está el Espíritu, sus pensamientos, sus actos y los actos que no se atreve a realizar, por tanto el periespíritu 
refleja con fluidos claros u oscuros y negativos los pensamientos e ideas del Espíritu 
siendo éste el que crea los fluidos positivos o negativos que envuelven su periespíritu, 
pues los fluidos son neutros, quedando para los espíritus todo a la vista con lo cual 
ellos ven nuestras debilidades, vicios, pasiones, y por donde somos más débiles para 
ser influenciados. Todos recibimos la influencia de los espíritus, si es positiva y 
nuestro espíritu está en disposición de seguir sus inspiraciones, su ayuda no nos faltará, 
pero si no hacemos caso de sus inspiraciones ellos se apartarán de nosotros, dejando el camino libre a todos aquellos espíritus inferiores que se quieran aprovechar de nuestras 
debilidades y defectos.    
El cuerpo es el instrumento por el cual el Espíritu se manifiesta, pero a su vez 
también experimenta las sensaciones que la materia  le transmite, es inevitable que 
dichas sensaciones nos provoquen estados y situaciones muy tentadoras,  y no 
precisamente en el terreno que el Espiritismo nos muestra con sus enseñanzas, dichas 
sensaciones cuando el Espíritu se materializa y acalla la voz de su Espíritu, se debilita 
y es presa fácil a la influencia de los espíritus que se apegan para que no se puedan 
esclarecer y poderlo manipular, los espíritus puedan absorber los fluidos, del alcohol, 
tabaco, drogas etc. En estos casos llegan a ser sus obsesores, los cuales si el mismo 
Espíritu no quiere cambiar los llevará hasta su desencarnación, la influencia obsesiva 
siempre es negativa para el Espíritu encarnado, pero su origen tiene muy distintos 
orígenes y causas.   
Generalmente el hombre recibe pensamientos e ideas, comúnmente no sabiendo 
el Espíritu si son suyas o no, porque él no se percata de que le estén sugiriendo ideas y 
de que lleve a un Espíritu apegado a él, no porque sea su enemigo, puede ser un 
familiar o un Espíritu desencarnado que está aún materializado y se ha quedado 
apegado a la Tierra, y como le hacemos caso a sus sugestiones se queda con nosotros; 
el tipo de influencias puede ser muy variado. 
Los espíritus influyen en los actos de nuestra vida más de lo que nos imaginamos, 
porque cedemos a su influencia y sugestiones creyendo que somos nosotros los que 
hemos tenido la idea y de esta manera pueden dirigir parte de nuestra vida, ya sea que 
aceptemos las sugestiones de los espíritus trabajadores en el bien o la influencia de los 
espíritus negativos por la inferioridad del Espíritu encarnado o porque los espíritus 
trabajadores en el bien se aparten de nosotros porque no aceptan sus ideas y 
pensamientos, esto tendría su justificación en cuanto a los hombres que desconocen los 
enseñamientos del Espiritismo. 
Pero en cuanto a los espíritus encarnados que tienen conocimientos del 
Espiritismo o que ellos se denominan espiritista, que se dejen influenciar por espíritus 
inferiores tienen más responsabilidad por el conocimiento que ellos tienen, ya Jesús 
nos lo advirtió con estas palabras “orad y vigilad” por esto ante la poca vigilancia de 
algunos que se denominan espíritas, los espíritus se aprovechan de sus vicios y 
debilidades para hacerlos caer en el ridículo, para ellos el tiempo no importa se acercan 
a nosotros para impedir el progreso del Espíritu, ellos son pacientes pero si no 
hacemos caso de sus sugestiones al final se cansan y se van, por esto tenemos que estar 
alerta porque esa influencia puede ser muy sutil, porque ellos saben que un ataque 
frontal podría ser un fracaso y si no estamos vigilantes acaban por liarnos y entorpecer 
nuestra vida y progreso. La influencia que ellos puedan ejercer sobre el Espíritu encarnado es uno de los 
mayores obstáculos que se le presentan al ser encarnado, porque a mayor progreso del 

Espíritu, mayor inteligencia del espíritu negativo que aprovechando las debilidades o 
poca vigilancia del Espíritu que quiere influenciar para apartarlo del buen camino y de 
la divulgación del Espiritismo, y por esto tenemos que estar muy vigilantes no ya a los 
ataques frontales sino a los ataques que nos puedan hacer, por los que están a nuestro 
alrededor, ya sean familiares, amigos.

Influencias ocultas de los Espíritus sobre nuestros pensamientos y acciones hacen que con frecuencia seamos invadidos por pensamientos que entendemos que surgen de momento sin siquiera haber considerado pensar sobre eso.  Surgen por lo regular mas vividos, cuando nos despertamos luego de un sueño impactante, o cuando hemos estado pasando por situaciones difíciles en nuestras vidas.

Cuando nos percatamos de que esos pensamientos se tornan insistentes y sin motivo alguno, es pues cuando debemos ponernos alertas y tratar de definir primero si son pensamientos positivos que nos inspiran o son pensamientos que por el contrario nos traen tristezas, desasosiegos, frustraciones, o preocupaciones extremas.

Los Espiritas sabemos de estas formas sutiles que los espíritus impuros se aprovechan cuando bajamos la guardia, o nos olvidamos que el mal existe y que en ocasiones abrimos la puerta a comportamientos egoístas, orgullosos, de falta de caridad o compasión.  Habiéndonos  estado comportándonos en bien común, tratando de mejorarnos como seres humanos; vamos cediendo poco a poco a insinuaciones sutiles, que cuando las analizamos no guardan relación alguna a nuestro deseo de moralización.  

Es ahí donde debemos reaccionar y atajar esos pensamientos que no son nuestros y rechazarlos con voluntad férrea, pues para eso nos ha dotado Dios del Libre Albedrío.  Esto suele suceder cuando comienzan aflorar algunos comportamientos contrarios a lo que buscamos como espiritas en cuanto a nuestra transformación moral y a nuestra reforma intima. 



                                  
EL ESPIRITISMO DEBE ESTUDIARSE 
Quince personas nos reunimos una noche en Madrid, en el café del siglo, y sólo 
éramos tres espiritistas: un médico, su esposa y yo. Los demás eran librepensadores, 
materialistas, ateos del todo. Riéronse grandemente del Espiritismo, diciendo un joven 
ingeniero, andaluz por más señas, y con mucha gracia: 
-Señores, hoy he pasado un rato divertidísimo. Vino a verme un condiscípulo, y 
me dijo que se iba a Roma a cumplir una penitencia que le había impuesto un Espíritu; 
y me leyó una comunicación interminable. Nunca he oído una sarta de disparates 
semejante. ¡Qué galicismos! ¡Qué anacronismos! ¡Qué metáforas! ¡Qué hipérboles! 
¡Qué sintaxis tan admirable! Repito, señores, que es el escrito más estúpido que he 
oído en toda mi vida, y lo que a mí me llama la atención es que este muchacho no es 
ningún tonto: en todas las asignaturas ha tenido la nota de sobresaliente, y no porque 
sus parientes se las hayan comprado, no nada de eso; porque el pobre está solo en el 
mundo y ha hecho su carrera con mil apuros. Yo hoy le miraba y decía en mi interior: 
¿Se habrá vuelto loco este muchacho?... le hablé de varias cosas, y me contestó muy 
acorde, pero enseguida me volvía a hablar de sus espíritus, añadiendo que ve a su 
madre y a toda su parentela, y anunciándome que yo era uno de los elegidos, según le 
había dicho su Espíritu familiar, e invitándole a prepararme para hacer grandes 
trabajos en pro del Espiritismo. Al oír tal desatino, no pude contenerme más tiempo, 
me eché a reír a carcajadas; el pobre muchacho se molestó, y se fue, diciéndome con 
entonación profética: 
-¡Desgraciado! Tú huyes de la luz; ¡Ay de los que prefieren las tinieblas!  
-Sin duda –dijo el médico-, ese chico estará obsesado, y su Espíritu obsesor le 
inspira esos papeles ridículos. 
-¿Y qué es eso de obsesado? 
-Según Allan Kardec, es la subyugación que ejerce un Espíritu sobre un 
individuo; pero semejante dominación nunca tiene lugar sin participación del que la 
sufre, ya por su debilidad, ya por su deseo. Esos desgraciados también se llaman poseídos, pero no existen poseídos en el sentido vulgar de la palabra. La palabra 
poseído debe sólo entenderse, en el sentido de la dependencia absoluta en que puede 
encontrarse el alma, con los espíritus imperfectos  que la subyugan. Su amigo debe 
haberse dejado dominar por algún ser invisible, que se divierte con él, como un 
chiquillo con los soldados de plomo. 
-No se ofenda usted, Aguilar, pero yo no puedo digerir que hombres formales 
como usted y otros muchachos crean tan de buena fe  en esos espíritus, en esas 
subyugaciones, en esas inspiraciones, en esos dictados de ultratumba, que para mí no 

son otra cosa que aberraciones del entendimiento humano. 
Se acercó el brigadier Montero, hombre de pocas palabras, ilustrado, que se 
escuchaba siempre con respeto, y comenzó diciendo que, a su entender, antes de 
ridiculizar el Espiritismo, lo lógico era estudiarlo. 
-¿Y quién pierde el tiempo en semejante tontería? ¿Quién cree en la otra vida, si 
sabemos hasta la evidencia, que muerto el perro…?-Señores –replicó Montero-, ¿Os 
acordáis de mi hija Julia? Creo que alguno de vosotros asistió a su entierro. 
-¡No nos hemos de recordar! –contestaron varios-. ¡Qué lástima de muchacha! 
Ha sido de las jóvenes más bellas que se han paseado en Madrid. 
-¡Era un ángel! 
-¡Una criatura adorable! 
-Crea usted, señor Montero, que su hija vive en la memoria de cuantos tuvieron la 
dicha de tratarla. 
-Pues bien, señores, aquella joven tan hermosa, tan noble, tan buena, ¡Que fue el 
encanto de mi vida!... Se dejó dominar por un ser invisible, y desde que nació estuvo 
obsesada y se complació en vivir sujeta a una voluntad que no fue la de sus padres, ni 
la de sus hermanos, ni la de sus amigas, ni la del hombre que la quiso tanto, que al 
verla muerta perdió la razón. Estuvo dominada por un Espíritu los veinte años que 
permaneció en la Tierra, pero dominada en absoluto.
-¿Es posible? –Dijo el ingeniero- Crea usted, señor Montero, que su voto para mí 
es de gran valía, y quizá sea usted el único que me haría cambiar de parecer, si me 
diese explicaciones de lo que observó en su hija, ahora o en otra ocasión que crea usted 
más oportuna. 
-Ahora es la mejor, porque cuando se tiene conocimiento exacto de la verdad, ésta 
no debe ocultarse. He oído cómo os burlabais del Espiritismo, y francamente, me duele 
ver hombres entendidos malgastando su tiempo en negar lo que no conocen. 
Seis mil estrellas vemos en el cielo a simple vista, pero con el telescopio se ven 
millones de puntos luminosos, sin contar las miríadas que escapan al objetivo 
astronómico. 
En la gota de agua no vemos los millones de infusorios, pero con el microscopio 
los distinguimos. Ciegos son los que niegan la luz del Sol. 
Veinte años, ha sido para mí la vida de mi hija un misterio enigmático. Cuando 
por quinta vez me dijo mi esposa que iba a darme un nuevo vástago, sentí sin 
explicarme la causa, una emoción que no había sentido al nacer los otros cuatro hijos. Inés dio a luz una niña preciosísima. ¡Y fue tan dócil, tan buena, tan cariñosa! 
Notamos todos los de casa que la niña miraba a un punto fijo, se reía, agitaba las 
manos, y hacía esfuerzos por trasladarse a aquel punto. La primera palabra que 
pronunció no fue la que dicen todos los niños, de papá o mamá; ella dijo: ¡El nene, el 
nene! Y siempre señalaba, como si viera a alguien. 
Cuando la dejábamos en la cuna, se ponía de modo que siempre dejaba sitio 
desocupado para que se acostara otro, y cuando yo la levantaba, me decía muy 
contenta: “El nene está aquí”; y señalaba el lado que ella había dejado vacío. 
Transcurrió así su infancia. Todos los de casa nos convencimos que Julia veía a un ser 
invisible para nosotros; mi madre y mi esposa decían que veía al ángel de la guarda; 
pero yo, que entonces era materialista, creía que mi hija no tenía los cinco sentidos 
cabales, y la hice reconocer por algunos analistas, que no hicieron más que admirar su 
precoz inteligencia. 
Al fin, nos acostumbramos a aquel compañero invisible, que entonces en nada 
perjudicaba a mi hija, la cual con muy poca edad leía y escribía correctamente, tocaba 
el piano con verdadera inspiración, dibujaba admirablemente, y se convertía en 
maestra de sus hermanos mayores. Aprendió idiomas con pasmosa facilidad y lo 
mismo las labores más delicadas de su sexo. Influyó en mi modo de ser de tal manera, 
que yo mismo no me conocía. Llegué a convertirme en un amante de mi familia, yo 
que desdeñaba antes los goces del hogar, por mis aficiones aventureras. 
Mientras ella vivió, fui feliz; lo único que me disgustaba, era cuando me hablaba 
de él, del ser invisible para nosotros y perfectamente visible para ella. A nuestras 
observaciones cuando le decíamos que su visión era  ilusoria, nos persuadía de lo 
contrario diciéndonos: “Ese ser que vive conmigo, lo he visto en mi cuna, ha jugado 
conmigo, me ha facilitado mis estudios; por él sé mucho más que mis hermanos; él me 
habla de otra patria, de otra vida; le quiero con toda mi alma, cuando no le veo, sufro 
horriblemente; sin él no podría vivir”. 
Yo pensé que casándola se le olvidaría las quimeras. La presenté en sociedad a 
los dieciséis años, causando admiración general, que aparte de su belleza y de su 
talento, cantaba como el ruiseñor, bailaba con suprema elegancia, y era amable y 
discreta como un ser ideal. Me pidieron su mano hombres de gran posición social, 
entre ellos el joven marqués de la Peña. 
Julia para todos tenía una sonrisa celestial, una frase encantadora; pero a nadie 
concedía una sola esperanza. Cuando yo la interrogaba al respecto, me decía: -Papá, él 
no quiere que me case; él me quiere para sí, y a mí nadie me gusta sino él. ¡Si le 
vieras!... ¡Es tan hermoso!... Tiene unos ojos… ¡Ah! ¡Unos ojos divinos! 
¿Cómo he de querer yo a un hombre de los de aquí? Cesa en tus pretensiones; 
déjame que en la Tierra viva para ti, para mi madre, para mis hermanos, para los 
pobres; pero no me unas a otro ser, que yo estoy desposada con él desde antes de venir 
a este mundo. 
Yo, entonces, creía que mi hija estaba alucinada, y para ocultar lo que yo creía un 
defecto, me guardaba muy bien de decir a nadie las conversaciones que tenía con Julia, 
ni aún a su madre, y así vivimos hasta que cumplió veinte años. Un joven, oficial de artillería, se enamoró de mi hija con tal delirio, que me daba lástima; ella también le 
compadecía, y le distinguía con su amistad, y aún hubo momentos que le miraba de un 
modo muy expresivo; pero de pronto se entristecía,  se ponía nerviosa; en estado 
violento, hasta concluir por llorar. Palideció, se negó a tomar alimento, debilitándose 
de tal modo, que no pudo dejar el lecho. Los médicos no pudieron definir su 
enfermedad. 
Muy tranquila, y hasta risueña, me dijo el día antes de morir, estas palabras: 
-Papá, no te desesperes por mi partida. Soy un desterrado que vuelvo a mi patria. 

No sé cómo explicarte lo que pasa por mí, porque yo no me explico muy bien: 
tengo gran confusión en mis ideas. Si aquí tú eres mi padre, si aquí tengo familia, allá 
la tengo también. ¿Comprendes tú esto? Allá me esperan otros deudos, otros amores 
más puros que los de aquí. Yo vine a la Tierra para pagarte una deuda, y he sido el 
ángel de tu hogar, por eso, ahora él me espera, él, a quien he conocido antes que a ti; 
él, que es dueño de mi alma; ¡Mírale cuán hermoso es! ¿No lo ves? Y mi hija me 
indicaba que él estaba allí, junto a nosotros. 
Yo, ignorante, creía que deliraba mi hija, por más  que estaba acostumbrado a 
aquellas confidencias. Se despidió de todos nosotros; y, sonriendo dulcemente, reclinó 
su cabeza en mi hombro y quedó muerta sin agonía; la agonía fue para nosotros, que 
nos quedamos inconsolables. Mi madre, de edad avanzada, murió del sentimiento, y 
mi esposa, desde entonces, no ha tenido un día bueno. A mí no me ha costado la vida, 
porque sé que volveré a verla. 
La formal declaración de Montero causó profunda sensación en sus oyentes, 
tanto, que muchos de aquellos incrédulos estudiaron el Espiritismo, y hoy, no sólo son 
adeptos, sino entusiastas propagandistas. 
   
Amalia Domingo Soler




LA OBSESIÓN ESPIRITUAL Y LA FASCINACIÓN 

El Espiritismo codificado por Allan Kardec y guiado por los Espíritus de la 

Verdad, nos enseña que no estamos solos, que hay un enjambre de espíritus alrededor 
nuestro, y que desde que el hombre habita en la Tierra, existen los espíritus. Estos 
espíritus son los hombres que vivieron en este mundo corporal los cuales se codean 
con los encarnados e influyen en nuestras vidas aunque no nos demos cuenta. Estas 
influencias han sido y son de espíritus amigos, familiares, protectores, o espíritus muy 
materializados. Y dependiendo del estado de cada persona así estará de influenciada. 
Aquel que se deja dominar por las malas pasiones y pone toda su alegría en la 
satisfacción de los apetitos groseros, se aproxima  a los Espíritus impuros, dando 
permiso a sus ideas. O por el contrario si tenemos ideas positivas, trabajando por el 
bien estarán junto a nosotros nuestros amigos y guías espirituales.
En el Libro de los Espíritus pregunta nº 459, dice: ¿Influyen los espíritus en 
nuestros pensamientos y acciones? “Su influencia es mucho mayor de lo que 
creéis, porque a menudo son ellos quienes os dirigen”
Y en senderos de liberación / Divaldo P. Franco/Manuel P. de Miranda 
informa que el numero de obsesos es mucho mayor de lo que se pueda imaginar. 
No pudiendo ser medida o detectada con facilidad, la obsesión domina, 
congregando a multitud de victimas que se dejan consumir, tanto en uno como en 
el otro plano de la Vida:”
Y lo cierto es que ambas afirmaciones expresan una  gran realidad, que la 
obsesión espiritual es una enfermedad que sufre la  humanidad, quizás, en la 
actualidad, más que nunca, afectando a multitud de seres, encarnados y desencarnados, 
y que puede acarrear consecuencias muy dolorosas y  graves, pues, no nos quepa la 
menor duda, que en muchas ocasiones los humanos actuamos bajo la influencia, más o 
menos acusada, de entidades espirituales que se nos acercan de acuerdo con la manera 
de pensar y de ser de cada uno de nosotros. 
 Para que se pueda producir la obsesión, sea del tipo que sea, es imprescindible 
que haya un punto de conexión entre el obsesado y el obsesor, algo que facilite y sirva 
como toma de contacto entre ambos. Y este punto de conexión, siempre tiene su raíz, 
de una u otra forma en los valores negativos e inferiores del espíritu, es decir, en su 
imperfección moral.
La Tierra, por su actual estado evolutivo, es todavía un mundo de orden inferior, 
que denota la precariedad de las conquistas espirituales del hombre. Una gran mayoría 

de sus habitantes es de una condición moral baja que, al desencarnar, continua con los 
mismos gustos, vicios y pasiones que tenía en la vida física. Vivimos en este tiempo, más que nunca, inmersos en un universo en el que no 
hay fronteras entre la dimensión física y la dimensión espiritual, donde éstas coexisten y se ínter-penetran constantemente, produciéndose un intercambio permanente 
de energías, de vibraciones… en que la mente, tanto de encarnados como de 
desencarnados, genera constantemente pensamientos,  atrayendo a otras entidades de 
acuerdo con la calidad moral de que se revisten los mismos y sintonizando con 
aquellas otras mentes que se mueven de la misma frecuencia y franja vibratoria, 
uniéndose dichos pensamientos, tanto si son buenos  o malos, con aquellos otros 
pensamientos de las mismas características, que refuerzan y fortalecen, de esta forma, 
la psicoesfera mental, ya sea positiva o negativa, de cada uno de nosotros. 
“Cuando nos estacionamos en el vicio o en la sombra, las fuerzas mentales 
que exteriorizamos, retornan a nuestro espíritu, reanimadas e intensificadas por 
los elementos que con ellas armonizan, convirtiéndose en un círculo cerrado en el 
que las voces y los cuadros de nuestros propios pensamientos, aumentados por las 
sugestiones de aquellos que se ajustan a nosotros,  nos imponen reiteradas 
alucinaciones (Extraído del libro Acción y Reacción/Chico Javier- André Luiz).
Cualquier pensamiento, cualquier deseo, cualquier acción nuestra, por muy 
rápido que se produzca, siempre ha sido primero elaborado por nuestra mente. Es 
decir, cuando realizamos cualquier acto, no hacemos sino confirmar aquello que 
ya existe mentalmente en cada uno de nosotros, por lo que se puede afirmar que el 
pensamiento expresa la propia esencia de la persona. 
En definitiva:  somos lo que pensamos y respiramos el clima psíquico que 
nosotros mismo vamos formando. Haciendo un paralelismo con el conocido refrán 
que dice: “dime con quién andas y te diré quién eres”, se podría decir desde el 
conocimiento espírita “dime lo que piensas y te diré que compañías espirituales 
tienes”. 
Como consecuencia, tenemos que ser conscientes y asumir que los espíritus nos 
rodean por todas partes, influenciándonos de múltiples maneras, de modo que 
podemos encontrar en esta influencia, desde la actuación beneficiosa y saludable de 
los Buenos Espíritus que nos ayudan y aconsejan, hasta entidades espirituales que nos 
pueden hacer daño y perjudicar. Cuando estas influencias adquieren dicho carácter
negativo, estamos hablando de la obsesión espiritual. 
Por lo tanto, podemos definir la obsesión como “la influencia o acción negativa 
que un espíritu ejerce sobre otro”.
Por otro lado, no cometamos el error de atribuirlo  todo a los espíritus. Es 
innegable la influencia del mundo espiritual sobre cada uno de nosotros, pero no los 
hagamos responsables siempre a ellos de todo lo que nos sucede. La obsesión, como nos explica Allan Kardec, puede ser ejercida por diversos 
motivos, empleando variados recursos y que presenta caracteres muy diferentes, 
dependiendo del grado de opresión y de unión entre el anfitrión y su huésped: desde la 
más simple tentación o influencia moral leve, sin señales exteriores sensibles, hasta 
verdaderos casos de sujeción permanente que logran  la perturbación completa del 
organismo y de las facultades mentales del obsesado, cuyos efectos pueden ser de muy 
distinta naturaleza y gravedad. 
En la FASCINACION el espíritu obsesor ilusiona los sentidos y el 
pensamiento de su presa, con tal habilidad, que le  inspira una confianza total, 
hasta llevarle a creer y hacer las cosas más absurdas y ridículas.
Poco a poco, el fascinado se va rindiendo a las vibraciones del espíritu 
fascinador, aceptando todo lo que este le transmita, sin dudar ni cuestionarse las ideas 
sugeridas, debido a esta especie de hechizo que padece en el que su capacidad de 
juicio queda anulada y entregada completamente a su obsesor. 
La gravedad de la fascinación, pues, radica en que el fascinado jamás reconocerá 
estar sufriendo una influencia exterior, creyéndose en todo momento dueño de la 
situación en que se encuentra y rechazando toda advertencia o ayuda. 
Para los médiums, la fascinación es bastante grave, ya que puede dejarse 
manipular por el pensamiento del espíritu comunicante inspirándole una confianza 
ciega, y con ello no creerse ser engañado. Por ello, es necesario la instrucción, la 
humildad y la práctica del evangelio para no caer en el orgullo y la vanidad del 
mediador.  
No olvidemos que la fascinación le puede suceder a cualquier persona encarnada 
y estaría en un error si se creyera que este género de obsesión no puede alcanzar sino a 
personas sencillas, ignorantes y desprovistas de juicio; los hombres más discretos, más 
instruidos y más inteligentes bajo otros conceptos  no están exentos de esto, lo que 
prueba que esta obsesión es efecto de una causa extraña, de la que sufren la influencia. 
Para llegar a tales fines el espíritu desencarnado es hábil, astuto, inteligente, para 
hacerse aceptar con ayuda de la máscara que sabe tomar y de un falso semblante de 
virtud; las grandes palabras de caridad, humildad y de amor de Dios son para él como 
credenciales; pero a través de todo esto deja penetrar las señales de inferioridad, por lo 
que es necesario estar  fascinado  para no ver. Por otro lado los espíritus obsesores 
temen a todas las personas que ven demasiado claro; así es que su táctica es casi 
siempre la de inspirar a su intérprete el alejamiento de cualquiera que pudiera abrirle 
los ojos; por este motivo, evitando toda contradicción, siempre tiene la seguridad de 
tener razón. Quiero decir, que esto no solamente le ocurre a los médiums espiritistas, sino a 
todas las personas de cualquier ideal; unos podrán saber que son mediadores, pero hay 
una gran mayoría que no lo saben.  
La fascinación puede ser de espíritu a encarnado y de encarnado a encarnado. 
Vemos que ciertas personas encarnadas ejercen un efecto sobre otras, una especie 
de seducción que parece irresistible. Y esto se observa en las religiones, filosofías, 
política, literatura, etc… 
Sobre la obsesión, no podemos olvidar que existen grupos de espíritus dedicados 
a fomentar conflictos y hechos negativos entre la humanidad, estando entre sus 
prioridades, precisamente, el establecer procesos obsesivos. 
Y al igual que hay Colonias del plano espiritual dirigidas por Espíritus Superiores 
que adoctrinan y ayudan, también existen regiones oscuras habitadas por seres 
inferiores e ignorantes que se complacen en el mal, que se agrupan formando 
autenticas organizaciones, con una estructura jerarquizada bien definida, cuyos 
cabecillas son espíritus muy comprometidos y endeudados, pero al mismo tiempo, 
conocedores de las leyes que rigen el mundo espiritual y su relación con el mundo 
físico. 
Tienen sus particulares “escuelas” donde estudian el mecanismo psicológico del 
espíritu humano, haciendo un detallado seguimiento de todas sus tendencias negativas 
hasta descubrir el punto venerable que les pueda servir como detonador psíquico y 
aprovecharse de él con gran sutileza y habilidad para lograr sus fines oscuros y 
siniestros. 
Vemos en un párrafo del libro Acción y Reacción, como un obsesor, delante de 
los asistentes espirituales, se vanagloria y se alaba de los conocimientos que ha 
aprendido en estas famosas “Escuelas”. Dice así: 
“He aprendido en las escuelas vengadoras, que todos poseemos un deseo 
central. Una vez conocida la naturaleza de la criatura que nos proponemos 
castigar, es muy fácil súper alimentarla con excitaciones constantes. A través de 
semejantes procesos, mantenemos fácilmente el delirio psíquico o la obsesión, que 
no pasan de ser un estado anormal de la mente, subyugada por el exceso de sus 
propias creaciones, aumentadas por la influencia de otras mentes atraídas por su 
propio reflejo”(Extraído del libro Acción y Reacción/ Chico Xavier- André Luiz).
Así es que el principal culpable de la obsesión no es el espíritu obsesor, sino el 
propio encarnado, que conduce en sí mismo los factores, sean estos del tipo que sean, 
que predisponen y permiten la unión con los espíritus inferiores. “El obsesor se sirve hábilmente de las afinidades que le ofrecemos, de las 
ocasiones que creamos, de las debilidades que ponemos en acción, de las 
inferioridades que le sirven de vehículo; de todos  nuestros pensamientos y 
acciones inferiores, que abren las puertas de nuestro ser moral, para dominarnos 
y desgraciarnos de acuerdo con su gusto”. (Extraído del libro El Drama de la Gran 
Bretaña/ Yvonne A. Pereira – Charles)
Por lo tanto, sólo la debilidad, la negligencia y el orgullo del hombre dan fuerza a 
los malos espíritus, y su poder sobre nosotros le será positivo mientras no pongamos 
resistencia.

COMUNICACIÓN DE UN NIÑO


COMUNICACIÓN DE UN NIÑO

Mamá, Papá, ya no estoy con ustedes como acostumbraban verme; su mirada no cruza más que el vacío y ya no me oyen reír, gritar y llorar. A veces sin embargo, todavía estoy aquí, cerca de lo que me era familiar, capaz de ir y venir como me da la gana, sigo siendo como me conocieron, con otra apariencia imperceptible para sus ojos, pero que es una realidad para mí.Sigo estando vivo, con mi carácter, acordándome de todo lo que aprendí y siempre lleno de amor hacia ustedes, quizá más todavía, porque ahora es mi alma la que se expresa.No les pido que no lloren, el llanto es como el aguacero que lava el alma; ahora vivo en otra parte y les pido pensar en mí de la misma forma en que me recordaban cuando nos separábamos por un corto tiempo, pues NOS VOLVEREMOS A 
ENCONTRAR, se los aseguro.Mamá, Papá tengo muchísimos medios a mi disposición para hacerles saber y entender que ESTOY INTENSAMENTE VIVO; les puedo colocar índices en su camino para que puedan encontrar el libro que los iluminará o las personas que los ayudarán.Puedo manifestarme en sus sueños o ponerles un perfume que les recuerde mi presencia; también puedo hacer ruido, desplazar objetos o jugar con la electricidad; hasta puedo provocar un soplo de aire que los acaricie. También me dijeron, los que me recibieron, que bajo ciertas circunstancias era posible acariciarlos directamente o hablarles y hasta hacerme visible en mi traje de luz.Mamá, Papá solamente piensen en mí de la misma forma que antes de mi partida y sobre todo, estén atentos a las señales que intento enviarles.Entonces ya verán, cuando la tormenta se calme en sus espíritus, cuando hayan entendido que la muerte no es un fin, cuando hayan aceptado mi partida y se hayan dado cuenta que sigo estando vivo con ustedes; el cielo se iluminará y nos llevarán a una maravillosa comunión en donde nuestras almas se juntarán para la eternidad.

viernes, 24 de abril de 2015

¿En qué consiste la perfecta y verdadera alegría?



Iba una vez San Francisco con el hermano León de Perusa a Santa María de los Angeles en tiempo de invierno. Sintiéndose atormentado por la intensidad del frío, llamó al hermano León, que caminaba un poco delante , y le habló así: -- ¡Oh hermano León!: aun cuando los hermanos menores dieran en todo el mundo grande ejemplo de santidad y de buena edificación, escribe y toma nota diligentemente que no está en eso la alegría perfecta. Siguiendo más adelante, le llamó San Francisco segunda vez: -- ¡Oh hermano
León!: aunque el hermano menor devuelva la vista a los ciegos, enderece a los tullidos, expulse a los demonios, haga oír a los sordos, andar a los cojos, hablar a los mudos y, lo que aún es más, resucite a un muerto de cuatro días, escribe que no está en eso la alegría perfecta. Caminando luego un poco más, San
Francisco gritó con fuerza: -- ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor llegara a saber todas las lenguas, y todas las ciencias, y todas las Escrituras, hasta poder profetizar y revelar no sólo las cosas futuras, sino aun los secretos de las conciencias y de las almas, escribe que no es ésa la alegría perfecta. Yendo un poco más adelante, San Francisco volvió a llamarle fuerte: -- ¡Oh hermano León, ovejuela de Dios!: aunque el hermano menor hablara la lengua de los ángeles, y conociera el curso de las estrellas y las virtudes de las hierbas, y le fueran descubiertos todos los tesoros de la tierra, y conociera todas las propiedades de  las aves y de los peces y de todos los animales, y de los hombres, y de los árboles, y de las piedras, y de las raíces, y de las aguas, escribe que no está en eso la alegría perfecta. Y, caminando todavía otro poco, San Francisco gritó fuerte: -- ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor supiera predicar tan bien que llegase a convertir a todos los infieles a la fe de Jesucristo, escribe que ésa no es la alegría perfecta. Así fue continuando por espacio de dos millas. Por fin, el hermano León, lleno de asombro, le preguntó: -- Padre, te pido, de parte de Dios, que me digas en que está la alegría perfecta. Y San Francisco le respondió: -- Si, cuando lleguemos a Santa María de los Angeles, mojados como estamos por la lluvia y pasmados de frío, cubiertos de lodo y desfallecidos de hambre, llamamos a la puerta del lugar y llega malhumorado el portero y grita: «¿Quiénes
sois vosotros?» Y nosotros le decimos: «Somos dos de vuestros hermanos». Y él dice: «¡Mentira! Sois dos bribones que vais engañando al mundo y robando las limosnas de los pobres. ¡Fuera de aquí!» Y no nos abre y nos tiene allí fuera aguantando la nieve y la lluvia, el frío y el hambre hasta la noche. Si sabemos soportar con paciencia, sin alterarnos y sin murmurar contra él, todas esas injurias, esa crueldad y ese rechazo, y si, más bien, pensamos, con humildad y caridad, que el portero nos conoce bien y que es Dios quien le hace hablar así contra nosotros, escribe, ¡oh hermano León!, que aquí hay alegría perfecta. Y si nosotros seguimos llamando, y él sale fuera furioso y nos echa, entre insultos y golpes, como a indeseables importunos, diciendo: «¡Fuera de aquí, ladronzuelos miserables; id al hospital, porque aquí no hay comida ni hospedaje para vosotros!» Si lo sobrellevamos con paciencia y alegría y en buena caridad, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta. Y si nosotros, obligados por el hambre y el frío de la noche, volvemos todavía a llamar, gritando y suplicando entre llantos
por el amor de Dios, que nos abra y nos permita entrar, y él más enfurecido dice: «¡Vaya con estos pesados indeseables! Yo les voy a dar su merecido». Y sale fuera con un palo nudoso y nos coge por el capucho, y nos tira a tierra, y nos arrastra por la nieve, y nos apalea con todos los nudos de aquel palo; si todo esto lo soportamos con paciencia y con gozo, acordándonos de los padecimientos de Cristo bendito, que nosotros hemos de sobrellevar por su amor, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta. -- Y ahora escucha la conclusión, hermano León: por encima de todas las gracias y de todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus amigos, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar gustosamente, por amor de Cristo Jesús, penas, injurias, oprobios e incomodidades. Porque en todos los
demás dones de Dios no podemos gloriarnos, ya que no son nuestros, sino de Dios; por eso dice el Apóstol: ¿Qué tienes que no hayas recibido de Dios? Y si lo has recibido de Él, ¿por qué te glorías como si lo tuvieras de ti mismo? (1 Cor 4,7). Pero en la cruz de la tribulación y de la aflicción podemos gloriarnos, ya que esto es nuestro; por lo cual dice el Apóstol: No me quiero gloriar sino en la cruz de Cristo (Gál 6,14). A Él sea siempre loor y gloria por los siglos de los siglos.

ENERGÍA SEXUAL Y POLTERGEIST



ENERGÍA SEXUAL Y POLTERGEIST

A comienzo del siglo, investigadores como César Lombroso, Enrico Morselli y Hereward Carrington, hablaron sobre la posibilidad de la maduración de las energías sexuales que estuvieran conectadas a los fenómenos como los de poltergeist, debido a la influencia de las glándulas endocrinas y sexuales sobre la vida psíquica de las personas.

¿Como ocurre esto? ¿Serían energías sexuales mal canalizadas? ¿Cómo educar al médium en esta circunstancia?

Divaldo Franco – Hemos observado, en las experiencias de poltergeist, de apedreamiento, de combustión espontánea, de objetos que se desplazan, que existe siempre próximo o en los alrededores un adolescente. En ese momento de la pubertad, cuando las energías sexuales comienzan a componer los órganos anexos, hay naturalmente, una fuerza que eclosiona en el individuo y que los Espíritus livianos, enemigos de otras vidas que los asesoran, utilizan. Conocemos personas en las cuales ellas clavan agujas, alfileres, y dan cortes o escriben palabras, haciendo que la epidermis sangre, imprimiendo allí los fenómenos de poltergeist, muy dolorosos, gracia a su pasado criminal y la energía liberada. La terapéutica esencial es atender a esos jóvenes con el pase, de inmediato, con la evangelización y, a medida que van pasando de pubertad para otra fase, la maduración mental, la disciplina sexual, el control de sus energías genésicas, porque nada se pierde en la Naturaleza. El organismo es un laboratorio, y el orgasmo que no es exteriorizado, por esta o aquel impulso de una relación, el organismo libera espontáneamente durante el sueño o es transformado en energías de otro contenido.

Me contó Chico Xavier como los Espíritus lo ayudaron a transformar sus energías sexuales en fuerzas para la psicografia, y después que él me contó una bella historia que le fue narrada por Emmanuel, en una simbología muy bonita, aprendí también a canalizar las fuerzas sexuales, para que me dieran potencia de voz, me ayudasen en otros ministerios.

El Dr. Jorge Andréa dos Santos, escribió un libro admirable que se titula Fuerzas Sexuales del alma, en la que hay una canalización muy buena, porque las glándulas endocrinas son fundamentales a nuestra vida orgánica, psicológica, psíquica, y esas energías bien canalizadas que los esotéricos acostumbran a llamar Kundaline, - la serpiente – eleva la potencia vibratoria para el cerebro, a fin de vitalizar el órgano cerebral. Ese ejercicio mental lo podremos hacer a través de la meditación. No me refiero a la meditación trascendental exclusivamente, sino, por la reflexión, por la disciplina del pensamiento, porque nuestros órganos sexuales atienden a los llamamientos de nuestra vida mental, y cuando, por casualidad, se manifiestan extemporáneamente, estamos bajo disturbios de comportamiento. De ahí que, las fuerzas sexuales son muy importantes para el ejercicio de la mediumnidad, que las pueden gastar sin acostumbrar a llamarla Kundaline, - la serpiente – eleva la potencia vibratoria para el cerebro, a fin de vitalizar el órgano cerebral. Ese ejercicio mental podremos hacerlo a través de la meditación. De ahí, las fuerzas sexuales son muy importantes para el ejercicio de la mediumnidad, que las pueden gastar sin ningún perjuicio.

Cuando las personas tienen una vida sexual saludable, - y yo me refiero a una pareja, a
compañeros que viven con dignidad, en castidad moral, porque no es el trato sexual que desgasta el funcionamiento de los órganos o pervierte al individuo, sino la mente viciada que lanza toxinas en la intimidad de las glándulas sexuales, desarmonizándoles el equilibrio y generando distonías emocionales – logran un perfecto equilibrio psicofísico. Existen también las hormonas de la ternura, el orgasmo del amor psíquico, el éxtasis; en los éxtasis de Santa Teresa, San Francisco de Asís, de otros, el organismo tenía descargas de orgasmo como es natural, porque el cuerpo aún es animal, es constituido de instintos. En el momento de la elevación y del éxtasis, el cuerpo reacciona conforme su constitución, con las glándulas de secreción externa. Podemos canalizar esas energías con resultados muy saludables para nuestra permanente vitalidad.

Hay una imagen del pensamiento de Buda que, as veces, yo utilizo. Si tomáramos una vela, encendiéramos el pabilo en una sala cerrada, el combustible que mantiene la llama tardará, digamos, ocho horas hasta acabarse. Si abriéramos una ventana que canalice viento, el combustible soportará tal vez cuatro horas. Si encendiéramos la vela en los dos extremos, el combustible no durará dos horas, lo que equivale a decir, cuando gastamos el combustible con energía, nosotros le multiplicamos el tiempo de uso. Cuando lo consumimos demasiado, desperdiciamos energía, y naturalmente se acaba, sin que tengamos una idea de tiempo. Los médiums, que ejercen saludablemente su facultad, deben tener equilibrio, disciplina, educación sexual, como deben tenerla moral, en el sentido genésico, general, porque no adelanta controlar el aparato genésico y hablar de la vida ajena, tener odio y guardar resentimiento. Conozco personas muy bien educadas sexualmente, pero portadoras de resentimientos terribles, de envidia impiedosa y que adoran crucificar al prójimo, diciendo: - “Yo vivo con pureza de alma”- que también es un conflicto psicológico, mediante el cual la persona proyecta imagen que no tiene coraje de hacer y exhibe la falsa pureza como mecanismo de proyección del ego.

Entonces, las fuerzas genésicas deben ser muy bien canalizadas como todas nuestras energías, con finalidad edificante.

Isabel Porras

domingo, 19 de abril de 2015

HOMENAJE AL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS


La primera edición del Libro de los Espíritus se lanzó el 18 de abril de 1857 en el Palacio Royal de París por el Profesor francés, Hippolyte Leon Denizard Rivail, más conocido por su pseudónimo de Allan Kardec. Fue el primero de una colección de libros de espiritismo más tarde editados a las que se le ha denominado como la Codificación Kardeciana.

En su primera página se lee: «Contiene: los principios de la doctrina espiritista. Sobre la inmortalidad del alma, la naturaleza de los espíritus y sus relaciones con los hombres, las leyes morales, la vida presente, la vida futura y el porvenir de la humanidad, según la enseñanza dada por los espíritus superiores con la ayuda de diversos médiums. Recopilada y puesta en orden por Allán Kardec».

Este libro se ordena en forma de preguntas y respuestas abarcando los más diversos temas con sus 1019 preguntas, desde quien es Dios qu se encuentra en las Causas Primeras, Libro Primero; El Mundo EspiritIsta o de los Espíritus, Segundo Libro; Las Leyes Morales, Tercer Libro; Esperanzas y Consuelos, Cuarto Libro. Todos estos libros abarcan un sinnúmero de temas que contestan las preguntas que nos hemos hecho la humanidad desde tiempos inmemoriales: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy?



Es bueno señalar que con la publicación de este libro advino el espiritismo. El término «espiritismo» (del francés spiritisme, de spirit: ‘espíritu’ e isme: ‘doctrina’) surgió como un neologismo (o más precisamente un porte-manteau), creado por Allán Kardec para nombrar específicamente la doctrina de los espíritus, presentada por El Libro de los Espíritus (1857). Kardec acuñó el término en la introducción de su Libro de los espíritus, (Fuente: wikipedia.com)

Se define el Espiritismo como:"'la ciencia que estudia la naturaleza,origen y destino de los espíritus como así también su relación con el mundo corporal como filosofía (porque estudia las consecuencias morales que resultan de esas relaciones". Se le considera además como el Consolador Prometido, predicho por el espíritu de Verdad que viene a cumplir la promesa del Cristo y las observancia de su ley de Amor y Caridad en la Tierra.

ORACIÓN A NUESTRO ÁNGEL PROTECTOR



                                                  Ángel significa enviado o mensajero.
                                                  Son espíritus al servicio de Dios y al
                                                  servicio del hombre.
                                                  Su misión es velar por nosotros.
                                                  

                                                                   ORACIÓN
Ángel de la paz, Ángel de la guarda a quien soy encomendado, mi defensor
mi vigilante centinela; gracias te doy que me libraste de muchos daños del cuerpo
y de mi alma. Gracias te doy, que estando durmiendo, me velaste, y despierto me
encaminaste; al oído con santas inspiraciones me avisaste.
      Perdóname, amigo mio, mensajero del cielo,consejero,protector y fiel guarda mio;
muro fuerte de mi alma, defensor y compañero celestial.
En mis desobediencias, en vilezas y descortesías, ayúdame y guárdame siempre 
de noche y de día.


                                                              QUE ASÍ SEA

CONFERENCIA DE MARÍA DE LA GRACIA ENDER

Conferencia de María de la Gracia Ender. En el 6º Congreso Espírita Mundial. Celebrado en la ciudad española de Valencia en el año 2010. Organizado por el Consejo Espirita Internacional y la Federación Espírita Española. 

¿Mujer luz o mujer tierra?

¿Mujer luz o mujer tierra?
Joamar Zanolini Nazareth
“La mujer es una copa en la que el Todo Sabiduría vierte
el agua milagrosa de su amor con más intensidad, para que la
vida se engrandezca”.
André Luiz – Francisco Cândido Xavier.
Entre la Tierra y el Cielo, cap. XXXIX, pág. 231,
¡Bendecidas sean todas las mujeres!
Encarnar como mujer, es una oportunidad bendita que la Ley Divina
ofrece a todos los Espíritus en su caminata rumbo a Dios. Lamentablemente,
muchos no aprovechan una circunstancia tan importante.
¿Por qué venir hombre o mujer?En la caminata evolutiva es preciso que adquiramos los nobles valores desarrollados con la ayuda de la razón y del sentimiento. Es solo cuando el
Espíritu llega a reconocer y valorar cada encarnación como una ocasión de
servir y mejorarse, que las experiencias en el plano físico son mejor aprovechadas
por él, sobre todo cuando busca, a través de la luz de la labor edificante,
sembrar flores incluso en el charco.La Providencia Divina instituye campos de trabajo para que el ser
inmortal cultive los atributos para desarrollar las dos alas que le permitirán
alzar vuelos rumbo a una perfección mayor del Espíritu.Por eso, en el reino de la Naturaleza el Padre Eterno creó el género masculino y el género femenino. Ambos con tareas y obligaciones especí-
ficas que servirán de escuela para la adquisición de virtudes y sentimientos
sublimes. Pues, para subir los peldaños de la escalera de la evolución, necesitará
el Espíritu aprender de las experiencias de ambos géneros.
No obstante, el ascenso no lo logra el Espíritu de forma homogénea,
desarrollando, a igual ritmo, razón y sentimiento, es decir, la capacidad de analizar,
dirigir, intelectualizarse con la capacidad de emocionarse sentir y amar.
Cuanto menos evolucionado es el ser espiritual, más apegado se encuentra
a la materia, y tiende a recurrir más a la violencia que al buen sentido,
persiguiendo el poderío y no la sabiduría, para dominar y subyugar antes que
compartir y abrazar.Las vivencias en el género masculino, escuela en la que el Creador,
desde los primeros tiempos talló un instrumento útil al desarrollo de la fuerza
y el vigor necesarios para domar el ambiente agreste de la vida planetaria,
dando con ello inicio al despliegue de su inteligencia que le conduciría a crear
los recursos necesarios para no sucumbir ante ese medio donde iniciaría la
fase de la razón y precisaría de ser más viril para poder imponerse ante un
ambiente hostil y proteger a los suyos, ayudaron a forjar en el Espíritu un
instinto con el que sería más fácil desenvolver la razón, sin detrimento de un
mayor despertar de su sensibilidad.Al mismo tiempo, en las vivencias en el género femenino, talló Dios, igualmente en el período primitivo, un cuerpo en que la forma más graciosa,
la constitución más diversificada, en la que la jurisdicción Divina propició la
generación de los nuevos seres, contribuiría a forjar en ella un instinto en el
que el sentimiento orientaría a la razón.Vemos entonces, como todo Espíritu llega a encarnar como mujer, y con ello adquirir un impulso especial para alcanzar un mejor camino para la
conquista de ese sentimiento supremo que es el amor, energía creadora, renovadora
y sustentadora de la vida.Por eso, el Espíritu que se engrandece como mujer, a través del sentimiento,
se aproxima más aceleradamente a Dios que aquel otro que se conforma
solo con desarrollar la razón.Para alcanzar las cimas en vuelo soberano es menester que el espíritu
desarrolle ambas alas: la de la sabiduría y la del amor, repito.
Ningún ave consigue alzar el vuelo hacia lo alto con alas desproporcionadas.
Del mismo modo hasta que no consigamos desarrollar plenamente
nuestras dos alas seguiremos pegados al suelo de la escuela planetaria. Pero
si aún no podemos volar, al menos podemos caminar en la dirección del bien,
buscando apartarnos de nuestras imperfecciones, e intentar con fuerza, llegar
cada vez más alto en el ideal superior con el auxilio de la escalera del servicio
cristiano, teniendo, aunque sea de manera difusa, una idea de lo Alto.
Es importante aprovechar las experiencias que la escuela del cuerpo
físico sexuado nos permite vivir.
La opresión de la mujer y la igualdad necesaria
En el pasado los hombres valoraron más la fuerza bruta, y así en vez
de proteger, amparar y compartir con la mujer, terminaron subyugándola,
dominándola y abusando de ella, creando las condiciones de sufrimientos y
constreñimientos que aún persisten en el universo femenino.
Con su libre arbitrio, el Espíritu hombre instituyó una sociedad patriarcal
y machista, causando sinsabores y angustias a los semejantes que
portaban un cuerpo femenino.
La experiencia femenina que serviría para ayudar a desarrollar en la
Tierra valores nobles, que beneficiarían al Espíritu al venir al mundo en forma
femenina, principalmente a través de la sublime experiencia de la maternidad,
acabó por constituir para las almas que transitan en tal género,
un pesado camino de dolor, injusticia, abuso y esclavitud a los caprichos
masculinos.Sordo a los consejos de lo Alto que le alertaban sobre la Ley de acción
y reacción, se olvidó el espíritu encarnado en los hombres que tendría que
vivir todas las experiencias necesarias para fundir las virtudes producto de la
razón y del sentimiento, pasando para eso por la experiencia de la feminidad,
la cual ellos mismos tendrían que vivenciar para su propio escarnio.
De este modo, con la instauración del patriarcado –además, en un
mundo de pruebas y expiaciones–, las vidas desarrolladas por hombres y mujeres
se polarizaron al extremo, de manera que la razón ejercida en forma
prepotente y exclusiva por los primeros, terminó desvalorizando y doblegando
las tareas que propician el desenvolvimiento de los sentimientos sublimes
para el Espíritu en el cuerpo femenino.Los espíritus que encarnan como hombres se vieron tentados al usosevero de la fuerza y, cuando no, a establecer el dominio con ayuda de la
razón; mientras que los que encarnan como mujer se vieron forzados a disminuir
sus dotes intelectuales y encontraron un campo fértil para el desarrollo
de su sensibilidad a través del sufrimiento y la resignación.
En estas condiciones se hizo más fácil al espíritu el progreso
intelectual, que ante estas condiciones se hacía más rápido y menos doloroso
que el desarrollo de sentimientos sublimes, que entonces se hizo más lento, 
gradual por el peso de la violencia y el sufrimiento. La capacidad más exaltada
fue, en consecuencia, la intelectual, desvalorizándose así, por siglos,
importantes realizaciones que proporcionarían una experiencia femenina no
sometida a tales condiciones terribles.
Esto explica por qué es tan necesaria a la misión libertadora y redentora
de la mujer del yugo patriarcal.
La respuesta sabia de los Mentores Espirituales a Allan Kardec en la
pregunta 821 de El libro de los Espíritus indica la importancia de la misión
de la mujer:
821 – Las funciones a las que está destinada la mujer por la
Naturaleza, ¿tienen tanta importancia como las reservadas al hombre?
–Sí, y mayores; ella es quien le da las primeras nociones de
la vida.
Lamentamos que en lugar de comprender la importancia de la experiencia
liberadora de la tarea femenina, como escuela bendita para el cultivo
de la sensibilidad del espíritu, se promuevan discusiones infructíferas, estériles
e interminables sobre la superioridad del hombre en relación con la mujer.
Esto es insensato, pues el espíritu inmortal, en su trayecto hacia la
perfección, solo tiene un género transitoriamente definido por el conjunto
más acentuado de los valores de la masculinidad o de la feminidad en función
de sus más recientes experiencias, porque, como se dijo anteriormente, en
esencia el espíritu no tiene sexo.
No es tan sencillo con la denigración del género femenino, el proceso
de evolución del espíritu. La herramienta física indica posibilidades
y aprendizajes, pero el aprendiz que no desee oír las orientaciones que lo
conduzcan al buen aprovechamiento del instrumento y lo utiliza mal, no
aprende casi nada bueno en el arte de vivir. En este sentido, nada bueno
aprende al venir y ser tentados como hombres a hacer mal uso de la razón,
en detrimento de su propio desarrollo como seres sensibles; y poco aprenden
al encarnar como mujeres, llevando una existencia, en la cual no logran
descubrir el amor con sus compañeros masculinos. Pero ello puede hacer
que, como mujeres, busquen en Jesús la inspiración para el resguardo de sus
sentimientos o unirse con sus congéneres para contrarrestar los abusos de los
hombres machistas.
La azada que tritura y caba la tierra, también puede herir al semejante.
El libro que esclarece, también sirve para calzar una mesa desnivelada.
El tenedor que facilita la alimentación saludable, también fue usado
para herir el vientre de un misionero de la caridad en la Tierra (nos referimos
al maltrato que sufrió Chico Xavier por parte de su madrina).
La pluma que enriquece la lección, también firma la pena de muerte.
El dinero que es invertido en hospitales y escuelas también puede ser
empleado en la propagación de tóxicos.
La energía eléctrica que ilumina la residencia también permitió la tortura
a víctimas indefensas.El agua que mantiene la vida también puede ser foco irradiante de
enfermedades.La mano que acaricia puede ser la misma que agrede…
Quien desee crecer, encontrará en el buen uso de la herramienta un
instrumento propiciador de conocimientos y habilidades. Quien no lo desee
desperdiciará el equipo, relegándolo a la inutilidad o a la herrumbre.
Los siglos y milenios pasados fueron de mucha opresión para la mujer,
por lo tanto, los que encarnaron en cuerpos femeninos, se vieron en
medio de dolores y luchas agudas, iluminando, no obstante, las almas que
supieron aprovechar la experiencia, incluso dolorosa, mientras otras, aunque
sin premeditación, permanecieron en la rebeldía y en resentimiento, desperdiciando
la ocasión de crecer en la adversidad y en el sufrimiento.
Al avanzar la sociedad en sus leyes y patrones sociales, se libera a la
mujer de la discriminación y el maltrato.
Los derechos deben ser iguales para hombres y mujeres. Dios ejemplifica
por medio de sus leyes, como informan los Instructores Espirituales en la
pregunta 818 de la obra El libro de los Espíritus: ¿No ha dado Dios a ambos
la inteligencia del bien y del mal y la facultad de progresar?
Aún se debe hacer un gran esfuerzo en ese sentido. En Oriente la mujer
es tratada todavía con prejuicios y con marcada desigualdad, no teniendo
derechos análogos al hombre. En Occidente se avanzó mucho, pero aún no
goza de igualdad plena de derechos. En unos países más, en otros menos, aún
existen desigualdades que vencer.
No es a causa de que se instituya la igualdad que perderá el espíritu
la ocasión de desarrollar valores diferenciados cuando encarne en un cuerpo masculino o femenino. Incluso existiendo derechos iguales, la Naturaleza
mantiene requisitos especiales que determinen experiencias diferentes. El
hombre, por más que el espíritu encarnado en él, busque desarrollar su sensibilidad,
no vivirá la sublimidad de la experiencia maternal, mientras que la
mujer, incluso teniendo acceso total al conocimiento disponible en el mundo,
no posee la constitución masculina que le permita desempeñar determinadas
tareas duras que solo el hombre puede afrontar.
Asistiendo tiempo atrás a un documental sobre una empresa constructora
de la capital paulista que contrata normalmente hombres y mujeres para
trabajar en las obras y, naturalmente, evaluando las habilidades de cada uno,
las mujeres asumieron plenamente la instalación de pisos y revestimientos en
las paredes, pues sus habilidades de mayor delicadeza y tacto les permitían
ser mejores en esa área, mientras los trabajos pesados eran mejor realizados
por los hombres. Es obvio que encontraremos mujeres en tareas más ásperas
y hombres haciendo labores más delicadas, pero eso será en la medida en que
haya una natural adaptación de unos y otros.
Del mismo modo encontramos mujeres en las autopistas conduciendo
camiones gracias a los progresos de la dirección hidráulica y hombres
cuidando niños en albergues, pero no será una regla general y dependerá de
las habilidades individuales del espíritu ya desarrolladas en existencias anteriores.
Por mucho tiempo aún será más seguro que los hombres conduzcan
camiones y las mujeres, por tener más tacto, tendrán que lidiar con niños.
La aclaratoria en cuanto a eso ya fue dada por los Espíritus también en
la primera obra de la Codificación, en la pregunta 819:
El hombre es para los trabajos rudos, como más fuerte que es;
la mujer para los trabajos ligeros, y ambos para ayudarse mutuamente
a pasar las pruebas de una vida llena de amarguras.
Ciertamente surgirán voces exaltadas diciendo: pero las mujeres hoy
día se fortalecen físicamente, entrenan en artes marciales, entre otras cosas.
Respondemos que está ahí otra prueba. Necesitan de técnicas especiales
y arduo entrenamiento para nuevas áreas de trabajo y deportivas, pero,
naturalmente no pueden ni necesitan un mayor desarrollo muscular.
También pueden los hombres estudiar pedagogía y educación y dedicarse
a tales áreas. Pero la habilidad adquirida no se equipara al tacto natural
de las mujeres para lidiar con niños.
¿Basta ser mujer?
Se dijo que el Espíritu en esencia no tiene sexo, debiendo encarnar
como hombre y como mujer, para aprender los valores de ambas experiencias.
Cristalina la enseñanza dada en la pregunta 201 y 202 de El libro de
los Espíritus.
201 – El Espíritu que animó el cuerpo de un hombre, ¿puede en
una nueva existencia, animar el de una mujer?
–Sí, unos mismos Espíritus animan a los hombres y a las mujeres.
202 Cuando se es Espíritu, ¿hay preferencia para encarnarse en
el cuerpo de un hombre o de una mujer?
–Eso poco importa al Espíritu, pues escoge según las pruebas
que ha de soportar.
Y acota Kardec:
Los Espíritus se encarnan hombres o mujeres porque carecen
de sexo. Como deben progresar en todo, cada sexo, como cada posición
social, les ofrece pruebas y deberes especiales, además de la
oportunidad de adquirir experiencia. El que fuese siempre hombre, no
sabría más que lo que saben los hombres.
Por un principio de educación, la vivencia en una o en otra de las
polaridades sexuales se hace por vía de seguidas reencarnaciones, pero entonces,
tarde o temprano, surge la necesidad de vivir las experiencias de la
otra polaridad. En otras palabras, para aprender lo que la masculinidad y la
feminidad proporcionan, el Espíritu amerita reencarnar muchas veces en la
misma polaridad, para fijar el aprendizaje y crecer con tal experiencia.
Solamente la repetición posibilita el aprendizaje real. Los cambios de
una polaridad a otra no son, como regla, hechos apresuradamente.
Surge otra inevitable pregunta: ¿Las mujeres de hoy son Espíritus que
vienen reencarnando desde hace mucho tiempo en cuerpos femeninos?
No todas, indudablemente. Hay las que ya demuestran enorme patrimonio
y grandeza de alma; pero en los días modernos, en que la facilidad de 
extraviarse en un mundo de pasiones y llegar al fondo del lodazal del propio
egoísmo viene acometiendo a las criaturas, sean hombres o mujeres, sirven
tales circunstancias como pruebas para generar valores reales en cada una.
Observamos Espíritus que traen muy elevada dignidad femenina o
que apenas lucen un cuerpo de mujer, buscando solamente la perfección del
cuerpo verificando por dentro un vacío enorme de espiritualidad.
El culto al placer egoísta, al sensualismo sobrepujado, y al auto irrespeto,
la entrega desequilibrada a los vicios y a la embriaguez de los sentidos
demuestra y expone los malos instintos traídos por el ser, bien sea en la forma
masculina o femenina.
Hay mujeres diferentes.
Ningún Espíritu es superior solo por vestir un cuerpo femenino.
¡Si fuese así de fácil, bastaría con aumentar el número de Espíritus
encarnando en cuerpos de mujeres, y pronto estaría, entonces, concluido el
trabajo del Tercer Milenio!
Pero tales argumentos son ingenuos.
¡Ya está bien de disputas inútiles!
La disputa necesaria que precisa afrontar la mujer es con sus propias
tentaciones en el mundo moderno.
Encontramos entre las reflexiones espirituales traídas de la Espiritualidad
Superior el análisis lúcido de que “no basta nacer mujer, sino serlo de
la mejor manera”.
En otras palabras, hay mujeres que ya se engrandecieron en la experiencia
femenina y hay mujeres que aún no han aprovechado la elevación de
la tarea que les fue asignada oportunamente por Dios. En otras palabras hay
mujeres cuyas experiencias han contribuido a fortalecer su Espíritu en valores,
y mujeres sometidas por las circunstancias.
André Luiz, en la obra Entre la Tierra y el Cielo enaltece una de las
circunstancias que ha ayudado a forjar valores en el Espíritu humano –la maternidad–:
La maternidad es un sagrado servicio espiritual en el que el alma
se demora siglos, en la mayoría de las veces perfeccionando cualidades del
sentimiento.
Por su parte, Emmanuel se refiere a la otra circunstancia en la que el
Espíritu con instintos malsanos pervierte su progreso cuando encarna como
mujer:
“Pero, ese mismo joven distinguido, fue en el pretérito –en
existencias que ya se fueron– la víctima de ella misma, cuando, libertina
o caprichosa, le desfiguró el carácter, metamorfoseándolo en el
hombre vicioso o fingido que le compete tolerar y reeducar”.
No abdicar de la femineidad
Con tales reflexiones no acusamos o rebajamos la grandeza de la mujer.
Toda criatura es digna de comprensión y respeto, incluso cuando yerra en
las difíciles lecciones de la carne, y con certeza merece de todos nosotros el
apoyo y el reconocimiento que los procesos de renovación nos invitan a no
juzgar, sino a incentivar la superación de nuestras imperfecciones para retomar
el camino del engrandecimiento.
Solo nos mueve la intención de exaltar la grandeza de los grandes
Espíritus encarnados en cuerpos de mujeres, que sufrieron largamente en el
transcurso de los siglos para adquirir extenso patrimonio en el campo del sentimiento,
sin valorar la forma en detrimento de la perfección íntima. La materia
debe ser aprovechada por el Espíritu para su mejoramiento y elevación.
No será la vestimenta física la que revelará el tenor de las conquistas
del Espíritu, al contrario, es el Espíritu el que utilizará su grandeza para dignificar
la vida física.
Como dice André Luiz en la misma obra citada antes, con respecto a
la oportunidad que un Espíritu puede encontrar en uno de los aspectos más
significativos de la femineidad; la maternidad:
“En verdad, la mayoría de las madres está constituida por un
sublime grupo de almas en las más bellas experiencias de amor y sacrificio,
cariño y renuncia, dispuestas a sufrir y a morir por el bienestar
de retoños que la Providencia Divina confió a sus manos tiernas y
dedicadas”.
Y, en ese mismo sentido, Emmanuel apela al buen sentido del Espíritu
cuando nace mujer:
“…no comprendemos como legítimo ese movimiento de masculinización
espectacular, preconizada por innumerables orientadores
del feminismo, los cuales engañan a la mujer en cuanto a sus
obligaciones en el seno de la colectividad”. 
Y complementa: La mujer no precisa masculinizarse. Precisa educarse
dentro de su femineidad. Es decir, subvertir el orden que el Espíritu
masculinizado machistamente ha impuesto, y contribuir a su sensibilización.
No pervierta el Espíritu el instinto maternal cuando encarna en el
cuerpo de una mujer, para que no se le ocurra abandonar a su pobre hijo en
un balde entre escombros.
Sea, como mujer, un Espíritu que equilibra el instituto doméstico, incluso
trabajando fuera, y no el que, de manera egoísta, desprecia al marido
–su hermano espiritual– porque no atiende sus caprichos.
Sea la mujer que esparce el perfume de su femineidad en cualquier
lugar y no la que menosprecia ser reconocida como tal.
Sea, como mujer, un ser que no abdica de su sensibilidad, para infligir
dolor a sus semejantes.
Sea, como mujer, un Espíritu que se emociona y sensibiliza y no alguien
que se burla de la emotividad ajena.
Sea, como mujer, un alma que valora el poder del sentimiento y que
no lo considere como flaqueza.
Sea, como mujer, una persona que busca la satisfacción sexual valorando
el amor.
Que sea una mujer que, incluso en medio de los compromisos humanos,
busca un tiempo para pensar en la posibilidad de ser madre y no consumir
su tiempo en la perfección de las formas físicas…
Señor, en estos días en que vemos la manipulación de la belleza femenina
como un producto comercial, o como un objeto de placer, y en que
tantas se pervierten usando su gracia femenina para dominar, consumir, obtener,
envilecer, enriquecerse y nadar en el falso placer, te rogamos, Señor, que
inspires a esos Espíritus que mal usan sus vidas como mujeres a dignificarse
y a sublimar las obligaciones que caracterizan la luz de la femineidad, sin
vanidades y falsos supuestos de haber escalado algún peldaño hacia lo Alto
por la simple utilización de la forma femenina.
Ayúdalos Señor, a ver el horizonte claro, si abdicasen de los engaños
humanos y asumiesen el papel que Dios les convidó a desempeñar.
En fin, Señor, que aprendan esos Espíritus a ser mujeres de alma y no
solamente de cuerpo…
Bendecida sea la verdadera femineidad en el Espíritu
¡Espíritus en cuerpos de mujeres! En este momento delicado que vive
la Humanidad, más necesitamos todos de que aprendan a ser grandes mujeres
que saben usar de sus nobles conquistas del sentimiento y de su inteligencia,
para elevar el patrón de su espiritualidad.
Ocupen todas las posiciones en la sociedad, con el brillo de la experiencia
única que les da la femineidad, y no repitiendo engaños que la masculinidad
desastrosamente multiplicó a través de los siglos.
El Espíritu que sabe valorar su patrimonio interior y que ya vivió mucho
y sufrió en la experiencia laboriosa como mujer a través de los siglos,
tiene un papel preponderante en la construcción de la nueva sociedad.
El Espíritu que aún no traiga tan extenso caudal por no haber vivido
tal experiencia con tanta libertad como otrora, o que sienta el llamado de la
ilusión humana con mucho clamor, le pedimos superar la sombra del materialismo
y utilizar la bendita oportunidad de la encarnación femenina para
engrandecer y pavimentar el futuro con los luminosos esfuerzos del servicio
a los demás.
Exaltemos al Espíritu que ha sabido sublimarse en el cuerpo de una
mujer, de la forma tan bien expresada por André Luiz en la obra En el Mundo
Mayor, al hacer alusión al papel convencional, pero no poco meritorio, que
tradicionalmente ha tenido aquella que cumplir, en la sociedad patriarcal:
“La mujer, santificada por el sacrificio y por el sufrimiento, se
convierte en portadora del divino amor maternal, que interviene en el
mundo para ennoblecer el sentimiento de las criaturas. (…)
La mujer digna y generosa, excelsa y cristiana, olvida el mal y
ama siempre”.
¡Espíritu en el cuerpo de una mujer! Usted tiene en las manos el poder
de transformar este mundo, porque tiene la oportunidad de desarrollar una
capacidad mayor de sentir y comprender, perdonar y amar.
¡No se entregue a luchas inútiles por la materia perecible y transitoria!
Como nos dice la iluminada Aura Celeste, Es indispensable que la
mujer cristianizada se disponga a ejemplificar los mayores sacrificios a fin
de que el erguimiento terrestre no se haga esperar.
¡Espíritu encarnado en Mujer!, ¡Deseamos que seas mujer luz y no
mujer tierra y opaca!
Cerramos con el comentario de Augusto Cezar, gracioso y muy lúcido:
“Así son las cosas, querido amigo. Si la mujer –o el Espíritu
encarnado en mujer–, nos abandona a nuestra propia suerte, negándose
a cumplir con la misión que el Cielo le atribuyó, –de contribuir a
la sensibilización del hombre y de la Humanidad–, con certeza, todos
nosotros, los hombres vinculados aún a la Tierra, estaremos perdidos…”