martes, 21 de julio de 2015

EL ESPÍRITU EN RENÉ DESCARTES


EL ESPÍRITU EN RENÉ DESCARTES


     
René Descartes, sabio que perteneció a la gran orden de los Rosacruces, desempeñó un rol muy importante en el mundo de la filosofía. Como médium que era, tuvo visiones y oyó una voz celeste que le encomendaba la reforma de la filosofía. En tal misión, rescató definitivamente la idea de Substancia (Ousía) en Aristóteles, que había sido tergiversada por Santo Tomás de Aquino.
Aristóteles había afirmado que la Ousía (Substancia) es la Divinidad o Esencia de todas las cosas. A los efectos de “diferenciarla” de la substancia material hizo una clasificación de la misma en “Substancia primera” y “Substancia segunda”. La primera estaba referida a la Divinidad o “Dios”, y la segunda al Éter o materia.
Al final de la Edad Media, Santo Tomás de Aquino tergiversado esta concepción aristotélica, se apropió de la expresiónSubstancia Primera y se la asignó al dios antropomórfico del judeo-cristianismo, y la Substancia segunda la concibió como “Substantia secunda”, dejándole su significación de Éter o materia. En virtud de que el Cristianismo tenía el control de las Escuelas y las Universidades, la expresión “Substantia secunda” pasó a ser sinónimo de “Substancia”, quedando este término totalmente tergiversado; pues, después de significar Divinidad o “Dios”, pasó a significar materia. Y la expresiónSubstancia Primera quedó prácticamente eliminada, porque fue sustituida por la palabra Dios. De manera, que cuando los filósofos y pensadores posteriores utilizaron el término substancia, aludían al Éter o materia, lo cual era un error garrafal, ya que Substancia significa Divinidad. De allí que los sabios antiguos siempre aludían a la existencia de “una Substancia única” como esencia de todas las cosas.  
Al aparecer Descartes, como conocedor de la sabiduría hermética, rescata el verdadero significado del concepto substancia, definiéndola como: “Aquello que es en sí y se concibe por sí; esto es, lo que no necesita de otra cosa para existir”. Y, de seguida, define a “Dios” diciendo: “Dios es la Substancia Infinita (Discurso del Método).Añade Descartes que de esta Substancia Infinita surgió la “res cogitans” o substancia pensante, y la “res extensa” o substancia material (Obviamente que se observa la influencia de las tres emanaciones de Plotino).
Descartes consolidó el Racionalismo y el Humanismo. El Hombre es ahora el objeto del saber. Se rescata la esencia de la Physis griega, la sabiduría de Anaxágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles y Plotino, los cuales concebían la Divinidad comoSubstancia o Esencia, que en definitiva es el Espíritu, en su acepción etimológica de soplo o aliento.
Después de diez largos siglos de oscurantismo y terror cristiano, Descartes nos devuelve la Luz y nos da el método para encontrar la verdad: “La Duda Metódica”. Descartes duda de todo; pero no duda de que el sujeto piensa que duda. Sobre esta Duda Metódica nos dice el Maestro Trincado: “La Duda es el freno a la ligereza de juzgar, (…) la duda es buena; pero condenamos la duda de prejuicio” (Filosofía Austera Racional, El Cartesianismo). No hay manera para iniciarse en el camino de la sabiduría, si no es mediante la duda y la investigación: “Duda, Investiga y comprueba” –Joaquín Trincado-.
En su obra Meditaciones Metafísicas, Descartes dice: “No sé si hay Dios; pero de lo que sí estoy seguro es que yo encuentro en mi mente la idea de un Ente infinito; pero siendo yo finito ¿Cómo puedo tener la idea de Dios infinito? Esta idea que está en mi mente no puede proceder de la nada ni tampoco de mí mismo, que soy finito; por consiguiente, tiene que haber sido puesta en mí por un Ente superior; en consecuencia, Dios existe”. De allí su famoso aserto: Cogito ergo sum” (pienso, luego existo). Se refiere Descartes al innatismo de las ideas; es decir, el ser humano nace con un conjunto de ideas entre las cuales se encuentra “la idea de Dios” como “Substancia Infinita”. “El método para alcanzar su conocimiento es la Duda Metódica. Y el punto de partida para su demostración es el sujeto o el Yo o espíritu” (Discurso del Método).
Si bien Descartes no abordó la unicidad de la Substancia, ello está implícito en su concepción trinitaria de la misma, que consiste en que de la Substancia Infinita o “Dios” emanó la res cogitans y la res extensa; que no es más que la concepción plotiniana; pero de ello se encargará Spinoza. Su gran mérito fue que rescató la verdadera acepción del concepto “substancia”.   
Los jesuitas excitaron a la Sorbona contra Descartes y pidieron al Parlamento la proscripción de su filosofía. Dicho Parlamento ordenó que quemaran sus obras. Durante bastante tiempo fue un crimen en Francia declararse cartesiano so pena del Cristianismo. El Papa actual tendrá que seguir en sus peregrinaciones de pedir perdón por los crímenes cometidos por la Iglesia que preside.

MUNDO DE EXPIACIÓN Y PRUEBAS

MUNDOS DE EXPIACIÓN Y PRUEBAS.
Qué queréis que os diga de los mundos de expiación que vosotros no sepáis
ya, puesto que os hasta el considerar la tierra que habitáis? La superioridad de la
inteligencia, entre un gran número de sus habitantes, indica que no es un mundo
primitivo destinado a la encarnación de espíritus recién salidos de las manos del Criador.
Las cualidades innatas que llevan consigo son prueba de que han vivido ya y de que han
realizado cierto progreso; pero también los numerosos vicios a que se inclinan, son
indicio de una gran imperfección moral; por esto Dios los ha colocado en una tierra
ingrata para expiar en ellas sus faltas por medio de un trabajo penoso y por las miserias
de la vida, hasta que hayan merecido ir a un mundo más feliz.
14. Sin embargo, todos los espíritus encarnados en la tierra no han sido enviados
por expiación. Las razas que vosotros llamáis salvajes son espíritus apenas salidos de la
infancia, y que están, por decirlo así, educándose, y se desarrollan por el contacto de
espíritus más avanzados. Luego vienen las razas medio civilizadas, formadas de los
mismos espíritus que están progresando. Estos son, hasta cierto punto, las razas indígenas
de la tierra, que se han desarrollado poco a poco después de largos períodos
seculares, algunas de las cuales han podido alcanzar la perfección intelectual de los
pueblos más ilustrados.
Los espíritus en expiación son en ella, si podemos expresarnos así, exóticos; han
vivido ya en otros mundos, de los que han sido excluidos a consecuencia de su
obstinación en el mal, y porque serían causa de turbación entre los buenos; han sido
relegados por un tiempo entre los espíritus más atrasados y tiene por
misión hacerles adelantar, porque han llevado consigo la inteligencia desarrollada y el
germen de los conocimientos adquiridos; por esto los espíritus castigados se encuentran
entre las razas menos inteligentes: son también aquellos para quienes las miserias de la
vida tienen más amargura, porque hay en ellos más sensibilidad y son más probados por
el contacto de las razas primitivas, cuyo sentido moral es más obtuso.
15. La tierra es, pues, uno de los tipos de los mundos expiatorios, cuyas
variedades son infinitas; pero que tienen por carácter común el servir de lugar de
destierro a los espíritus rebeldes a la ley de Dios. Ahí estos espíritus tienen que luchar, a
la vez, contra la perversidad de los hombres y contra la inclemencia de la naturaleza,
doble trabajo penoso que desarrolla al mismo tiempo las cualidades del corazón y las de
la inteligencia. Así es como Dios en su bondad, hace que el castigo redunde en provecho
del progreso del espíritu. (San Agustín. París, 1862.)