jueves, 23 de febrero de 2017

   INFLUENCIAS ESPIRITUALES

Cuando hablamos del astral inferior, queremos resaltar el hecho de que estamos tratando de planos rebosantes de vida que, a pesar de encontrarse en un diferente nivel de conciencia, se interpenetran con el nuestro. El patrón vibratorio que generamos con nuestra conducta, pensamientos y actos ruines nos imanta a ese plano. Debemos, por tanto, ser conscientes de que podemos estar siendo víctimas de influencias espirituales, entidades de baja condición, que caminan por el astral a la “caza del incauto” para obtener todo tipo de provecho.
Los habitantes de ese plano inferior pueden influir en los humanos encarnados de muy distintas formas y, habitualmente, lo hacen con el fin de generar comportamientos y actuaciones que en circunstancias normales no llegarían a suceder. Casi sin darnos cuenta, nos encontramos dentro de situaciones que no hemos deseado y de las que resulta muy arduo salir.
Nos dice la sabiduría popular que tenemos dos ángeles: Un Ángel bueno y un Ángel malo.
El Ángel bueno, comúnmente denominado “De la guarda”, (Nuestro compañero de viaje), junto con una serie de espíritus amigos, vela por nosotros, intuyendo y ayudándonos a desarrollar los valores internos. Valores irrenunciables para afrontar el progreso moral y espiritual. Aunque no seamos conscientes de ello, luchan en todo momento para frenar y entorpecer los envites de los espíritus negativos que desean impedirlo.
El Ángel malo es justamente lo opuesto. Se denomina así a los espíritus de orden inferior que incitan a los seres encarnados al materialismo, a la comodidad, al egoísmo y a los sentimientos de odio y rencor. Intentarán separarlos de quienes les animan al trabajo, a la lucha y al deseo de bien general. Su variedad es tan extensa como su estado evolutivo y son, en general, muy astutos, inteligentes y buenos psicólogos, dotados de gran malicia y completamente rebeldes hacia todo lo que represente progreso y evolución, bien para ellos mismos o para los humanos encarnados. Son auténticos especialistas a la hora de reconocer y explotar las debilidades de los hombres.
¿Qué buscan con ello?: Por un lado, mantener a la Humanidad aletargada, moralmente atrasada, presa de la ignorancia y el egoísmo y, alejada de los postulados de amor, paz y caridad que nos enseñaron los grandes Maestros, en su misión de conducir a la Humanidad a la felicidad (Fin último de toda manifestación de vida en el Universo).
Se auto complacen viéndose interferir la obra del Creador y constatando tener a la Humanidad postrada a sus pies. Disfrutan observando a los pobladores de la Tierra vagando infelices al no poder obtener un crecimiento moral
Creen retar al Creador, diciéndole: Tú dominas los Cielos y nosotros gobernamos la Tierra y, aquí, con nosotros, únicamente impera el sufrimiento, la maldad y las tinieblas. Aunque infelices, somos los dueños de este mundo.
Craso error, únicamente su ignorancia y rebeldía les hace sentir así. Ellos, están supeditados a las mismas Leyes Universales que el resto de la Creación.
Conociendo su proceder, debemos dar la justa importancia que merece este hecho, destacando que cada persona puede recibir influencias perniciosas de estos hermanos de evolución, según sean sus pensamientos, preferencias y sentimientos. Buscan siempre nuestras debilidades y potencian nuestros defectos para explotarlos en su propio beneficio.
Ha quedado claramente demostrado por los estudios espíritas, que un sinnúmero de personas carecen de control sobre los vicios, tales como: Bebida, alcohol o drogas. Son, generalmente, víctimas de procesos obsesivos en los que son incitados a mantener la dependencia de estas sustancias. Personas que tenían esas debilidades cuando estaban encarnadas, siguen necesitando su dosis diaria y, para ello, se solapan con los humanos dependientes para absorber sus vapores y colmar así sus vicios, aunque sea temporalmente. Establecerán con ellos un vínculo pernicioso que les permita mantener un férreo dominio mental. Les convierten en marionetas, auténticos guiñapos humanos, impidiéndoles llevar una vida libre y ordenada.
Estas influencias actúan también sobre los defectos morales: Orgullosos y vanidosos caen en sus redes, ven incentivados sus defectos, les hacen sentirse superiores, anulan su raciocinio y les impiden mantener una convivencia normal con quienes les rodean.
Por Ley de Afinidad, egoístas, envidiosos y vanidosos atraen hacia sí, espíritus de idéntica condición, que se valdrán de sus argucias e influencias para utilizarles y exprimirles. Finalmente, cuando ya no les son útiles, les arrojan a la cuneta como basura inservible.
A pesar de nuestros firmes deseos de cambio antes de volver a la Tierra, los antiguos defectos e imperfecciones pueden volver a aflorar, posibilitando la pérdida del trabajo planificado y malogrando la nueva existencia.
Esa Ley de Afinidad está presente en todo el Universo; nos enseña que el semejante atrae a su igual, tanto a nivel físico, como espiritual. No obstante, cuando encarnamos, se nos ofrece la oportunidad de evolucionar y encarnar junto a espíritus que inspiran con su ejemplo, que nos muestran el camino a seguir en el crecimiento personal.
Todos somos propensos a recibir malas influencias de los hermanos del bajo astral. Nuestros defectos les invitan a interferir. Más no debemos olvidar que disponemos de ayudas inestimables: En primer lugar, nuestro compañero de viaje o Ángel bueno y, en segundo lugar, nuestra propia conciencia.
Su constante respaldo nos ayudará a corregir errores y mantener una sintonía con los planos superiores, de dónde se nos ofrecerán el apoyo necesario para combatir sus perniciosas influencias. Si estos hermanos negativos se encuentran frente a una férrea moral y firmes deseos de progreso, rápidamente se cansarán y saldrán en búsqueda de otros incautos que se dejen dominar fácilmente.
Quienes poseen algún tipo de mediumnidad o pertenecen a grupos de índole espiritual, tienen muchas posibilidades de sufrir el acoso y la persecución por estos hermanos. Son entes espiritualmente muy atrasados que permanecen subyugados al mal y qué, en su fuero interno mantienen un resabio de rebeldía por sus experiencias y creencias, que guardan desde tiempos inmemoriales. Se sienten enemigos del progreso espiritual y de todos aquellos que luchan por su implantación.
Recordemos cómo un diablo (Entidad relevante del bajo astral), tentó al Maestro después de su prolongado ayuno en el desierto:
Si eres el Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes. Pero Jesús le respondió: Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mt 4, 1-11)
Se trata de un ejemplo de las constantes tentaciones que prodigan los planos inferiores. El Nazareno estaba realmente hambriento y los diablos intentaron atacarle: Primero, en su orgullo y vanidad, diciéndole ¡Si eres el Hijo de Dios!, y, en segundo lugar, centrando su atención en las cosas materiales asociadas a sus necesidades inmediatas. Jesús, con su gran elevación, le respondió en términos espirituales “No sólo de pan vive el hombre”.
Siguieron insistiendo y le tentaron dos veces más. Pero Él, firme, respondió:
Apártate de ahí Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás.
Deja clara su convicción y nos ofrece una magnifica lección sobre como rechazar las tentaciones de los espíritus inferiores. Nos indica con total claridad que únicamente debemos escuchar al Plano Superior.
Sí el Maestro tuvo que enfrentarse con el diablo (Moradores del bajo astral) y soportar sus insinuaciones; en mayor medida estamos expuestos los humanos encarnados de este vasto conglomerado social.
En el trabajo, en la familia, en los grupos espirituales, entre amigos, en cualquier actividad puede estar presente el plano espiritual negativo generando conflictos. Desean explotar nuestros defectos y los de todos aquellos con los que convivimos.
Es un problema muy importante que no debe ser infravalorado pues sus consecuencias pueden resultar devastadoras.
No somos realmente conscientes que los habitantes del plano inferior están detrás de muchísimas situaciones problemáticas, intentando romper uniones familiares, amistades y generando desarmonía y malestar. Su pertinaz trabajo termina muchas veces en manías, desencuentros y depresiones. Son influencias qué, por no haber sido detectadas, han imposibilitado la puesta en marcha de mecanismos de defensa.
¿Cuáles son esos mecanismos de defensa? En primer lugar, el rechazo enérgico de cualquier sugestión que pretenda crear enfrentamientos y discusiones estériles. Opondremos siempre: tolerancia, prudencia y respeto. Con esa actitud, el bajo astral se cansará rápidamente al comprobar que no cedemos a su influencia. Buscarán entonces candidatos más dóciles y desprevenidos. Recordemos siempre al Maestro, que no dudó un instante en escoger lo espiritual sobre lo material, eliminó al instante su influencia y continuó adelante con su labor.
Nuestro quehacer diario debería ser: En primer lugar, el rechazo de las sugestiones que nos lanzan en su intento de coartar el trabajo de crecimiento moral, experiencia y autoconocimiento. En contraposición, el astral negativo intentará siempre empujar a la comodidad, a la pereza y a la crítica destructiva.
En segundo lugar, y no menos importante, contamos con el recurso de la oración, que nos pondrá en contacto con hermanos de mayor elevación, quienes a nuestro pedido, retirarán ese tipo de perturbaciones. Sin que seamos conscientes de ello, nos alentarán al trabajo, fortalecerán y ayudarán en la búsqueda de soluciones que nos permitan superar los envites de los planos inferiores.
Es de suma importancia tener esto siempre presente, pues, los colaboradores del Maestro son blanco constante de los ataques del plano inferior, enemigos del progreso y de la luz, que intentarán apartarnos de su Obra.
Es una verdad incuestionable que el bien siempre triunfa. Por eso, debemos caminar con el ánimo alegre, siempre adelante, desenvueltos, a pesar de las dificultades que se presenten, por grandes que sean. El Maestro y sus colaboradores nos acompañan en todo momento, únicamente nos piden que demos el primer paso y saquemos fuerzas de flaqueza en los momentos difíciles.
“Las relaciones de los Espíritus con los hombres son constantes. Los Espíritus buenos nos incitan al bien, sosteniéndonos en las pruebas a que nos somete la vida y nos ayudan a soportarlas con valor y resignación. Por el contrario, los Espíritus malos nos empujan al mal: se regocijan cuando nos ven sucumbir y parecernos a ellos.”