miércoles, 26 de septiembre de 2012

EL GUIA ESPIRITUAL



             EL GUIA ESPIRITUAL


Ya sea que se le llame guía espiritual, ángel de la
guarda o hasta ser de luz, esta entidad ejerce sobre
nosotros una suerte de fascinación y nos hacemos
muchas preguntas respecto a ella. Un día u otro, la
vida nos lleva a pensar en él y queremos saber más.
Impalpables, invisibles, inaccesibles, imaginados unas
veces como querubines, aureolados o alados, otras
más aterradores en forma de djinns, gnomos o genios
según los países y las tradiciones, estos seres parecen
compartir nuestra vida desde la noche de los tiempos.
Todavía hoy, ¿no se dice del recién nacido que es un
angelito? ¿No se evoca, cuando se escapa de una
catástrofe, la protección de una buena estrella o de
un ángel guardián? Para algunos, los ángeles son
entidades intermedias entre Dios y los hombres. No
pueden reencarnar y vivir como seres humanos. Y a la
inversa, un ser humano no podrá convertirse nunca en
un ángel.
¿Quiénes son ellos realmente, y qué relaciones tienen
con el hombre? ¿Cuál es su papel? ¿Cómo puede uno
encontrarse con ellos? Y qué pasa durante nuestra
desencarnación, ¿siguen ellos guiándonos en el más
allá? Es lo que vamos a descubrir juntos a la luz de la
filosofía espírita.
EL GUÍA A TRAVÉS DE LA HISTORIA
El guía espiritual es un espíritu que nos acompaña
y nos aconseja a todo lo largo de nuestra vida. Con
frecuencia es denominado “ángel de la guarda” por
las diferentes corrientes religiosas o espirituales. En el
judaísmo, los ángeles guiaron a Abrahán y ayudaron
a Moisés a ir hacia la Tierra Prometida. Los hebreos
creían que para un hombre era imposible ver a Dios
frente a frente sin morir. Por interés de credibilidad,
reemplazaron entonces todos los pasajes donde el
hombre veía a Dios, por pasajes donde el hombre se
encontraba con un ángel enviado por Dios.
Para los cristianos, fue el arcángel Gabriel quien anunció
a María que engendraría a Jesús. Fueron igualmente los
ángeles quienes hicieron rodar la piedra que sellaba la
tumba del Cristo y le acompañaron al cielo. La Biblia no
menciona nunca explícitamente el término “guardián”.
Los ángeles están representados en pinturas en todas
las mezquitas y escuchan las oraciones de los fieles. El
arcángel Gabriel, el mismo que se le apareció a María,
inspiró a Mahoma en la escritura del Corán.
En el hinduismo y el budismo se encuentran
igualmente personajes angelicales. Sin embargo, ellos
superan las divisiones entre las grandes religiones y
quieren ser guías. Generalmente son representados
bajo una forma humana. Son los mensajeros de Dios
que aparecen en diversos lugares. Etimológicamente,
la palabra ángel significa “mensajero”.
En la Edad Media, fueron los artistas quienes volvieron
casi obligatorias las alas, para mostrar que desafiaban
las leyes de la gravedad y que flotaban en el aire.
Eso permitía igualmente diferenciarlos de los seres
vivientes. En la misma época, los teólogos, queriendo
ordenar el mundo de los ángeles, crearon el concepto
de los nueve coros de ángeles, ordenados en círculos
concéntricos alrededor del mundo de Dios. En el
centro se encuentran los serafines, incorruptibles, cuya
esencia es el amor, vienen luego los querubines cuya
esencia es el saber y por fin, en la periferia, cerca del
mal y de los hombres, que son los pecadores de este
mundo cósmico, se encuentran los arcángeles y los
ángeles.
Hasta el siglo XIV, se pensaba que había un ángel para
todo, las estaciones, los planetas, la poesía… Varios
hechos notables participaron en la declinación de
la creencia en los ángeles protectores, tales como la
peste negra en los años 1347 a 1352 que diezmó cerca
de la mitad de la población europea mientras ésta
veía a los ángeles como protectores. Y a lo largo del
Renacimiento, con el desarrollo de los conocimientos
del sistema solar (Copérnico) y de las ciencias en
general, surgió la duda.
Sin embargo, a través la historia pueden encontrarse
rastros de su presencia. Juana de Arco afirmaba haber
oído voces celestiales de las santas Catalina y Margarita
y del arcángel san Miguel que le pedían ser piadosa,
liberar al reino de Francia del invasor y conducir al
delfín al trono.
La leyenda dice que George Washington vio un
ángel que le contó la historia de su país. Los ángeles
formaban parte de su fe y de sus creencias.
Durante la primera guerra mundial, numerosos
soldados dieron testimonio de haber visto ángeles a
su lado en los momentos más duros.
EL GUÍA Y LA FILOSOFÍA ESPÍRITA
Gracias a los contactos con el más allá desde el siglo
XIX, se comprende entonces que lo que se llamaba
“ángeles de la guarda” son de hecho los espíritus
de personas difuntas. Allan Kardec en El Libro de los
Espíritus, escrito en 1857, dedica todo un capítulo
a los ángeles guardianes, espíritus protectores que
llamamos “guías”. Vamos a descubrir quiénes son
realmente los guías y cuál es su función. Ya sea en El
Libro de los Espíritus u hoy en día a través de los mensajes
recibidos, podemos decir que la protección es una
ley indispensable para todos, estemos encarnados o
desencarnados.
El espíritu que guía es más evolucionado que
su protegido, tanto en el plano moral como en
el intelectual. Pero es ante todo alguien a quien
hemos conocido en el curso de nuestras diversas
reencarnaciones y con quien tenemos afinidades (un
pariente, un amigo de ruta o de combate…). Nos
es cercano, nos ama. Es el espíritu que espera por
nosotros, que nos ve vivir y nos acompaña a todo lo
largo de nuestra vida.
¿Tenemos siempre el mismo guía? La regla no es
absoluta. Podemos tener un guía durante cierto
tiempo y luego cambiar. El guía puede ser el mismo a
lo largo de toda nuestra encarnación y si es necesario
durante varias vidas. Por múltiples razones, el espíritu
también puede suspender su función de guía. Puede
necesitar reencarnar para su propia evolución o
para cumplir otra misión en el más allá, lo cual no le
permitirá asumir más su papel. Entonces, otro guía
tomará su lugar.
Palabras de un espíritu que responde a la pregunta:
¿Qué es el guía? “… un espíritu que ve a su protegido
en todos los instantes de su existencia, un espíritu que lo
sigue, un espíritu que lo conduce, un espíritu que sugiere el
camino que precisaría seguir, un espíritu que se regocija,
un espíritu que llora, un espíritu que transita todos los
sentimientos de su protegido porque le acompaña sin
cesar y sin descanso…”

EL ENCUENTRO CON EL GUÍA


Cada vez que un guía puede manifestarse a su
protegido, lo hace no sólo con alegría y felicidad sino
sobre todo con amor, diciendo por ejemplo: “Soy
tu guía y soy feliz por ello. Compartamos juntos este
sentimiento de ser, de durar y de dar, pues tenemos un
largo camino y un trabajo que cumplir. Te protejo, te amo
y te sigo…”

Además de la sesión espírita, hay otras circunstancias
que permiten el encuentro con nuestro guía sin que
nos demos cuenta. La más corriente, aunque natural
e indispensable para nuestro equilibrio, es lo que se
llama “la desincorporación nocturna”. Durante nuestro
sueño, nuestro espíritu va a abandonar el cuerpo,
gracias al periespíritu, para ir al encuentro del más
allá y más particularmente al encuentro del guía. Para
comprender bien el fenómeno de la desincorporación
nocturna, escuchemos las explicaciones del espíritu:
“… El sueño es una pequeña muerte cotidiana que
permite a cada uno captar las energías espirituales
para comprender mejor la vida física. Así pues,
cada noche, los espíritus humanos parten hacia el
más allá al encuentro de sus guías y de numerosos
desencarnados. Aunque el recuerdo de este viaje
sea ocultado por las barreras del inconsciente, los
conocimientos y los estados espirituales adquiridos
tienen una influencia cierta sobre el comportamiento
del individuo…

Numerosas personas dan testimonio de haber sido
advertidas de un peligro por una señal o una voz
interior. Y a menudo, hacen referencia a su ángel
guardián. El propio Allan Kardec, da testimonio en
El Libro de los Médiums de haber sido alertado por
golpecitos cuando trabajaba en un libro. Al día
siguiente, tuvo la oportunidad de hacer la pregunta
durante una sesión de espiritismo y el espíritu guía
le respondió que efectivamente, él buscaba hacerle
comprender que cometía errores en su trabajo y le
indicó cuáles.
Durante una NDE o EMI (experiencia de muerte
inminente), numerosas personas dan testimonio,
después de haber sido reanimadas de un coma
profundo o de una muerte clínica, de haber encontrado
a un ser de luz al que con frecuencia relacionan con su
guía. Manifiestan haber sentido un gran calor, un amor
inmenso y una sensación de paz y serenidad frente a
este ser.
No siempre es fácil descubrir la presencia del guía,
ya sea durante nuestras desincorporaciones, por el
sueño o por diversas señales. Sin embargo, no habría
que pensar que el guía decide por el protegido. Él
sigue, cuida y trata de insuflar buenas decisiones. Sin
embargo, no siempre está seguro de ser escuchado.
Eso depende de la receptividad, de la conciencia y del
estado de ánimo del protegido.
Ciertos guías quizás nunca entren en contacto con sus
protegidos. Demasiado apegados a las dificultades de
vivir, ya sea debido a su situación personal (malestar,
depresión…), ya sea a un contexto desfavorable
(guerra, hambre, violencia social…) o por inferioridad
espiritual. Otros, a pesar de una relativa consciencia
y contactos regulares con sus guías, permanecerán
sordos a los consejos y con frecuencia se dejarán
arrastrar a la facilidad y la renuncia por un orgullo
demasiado pronunciado.
EL PAPEL DEL GUÍA AL MOMENTO DE LA MUERTE Y
EN EL MÁS ALLÁ
El papel del guía no se detiene con nuestra muerte; los
espíritus nos explican que cuando desencarnamos y
llegamos al más allá al final del túnel, nuestro guía está
allí para recibirnos: “… De manera general, es pues el guía
quien va a recibir en el rellano del más allá al espíritu que
acaba de desencarnar. Esa acogida es tranquilizadora,
se hace para impulsar progresivamente al recién llegado
hacia las esferas de lo invisible, para acostumbrarlo a su
solo habitáculo periespiritual, para acostumbrarlo a esta
inmaterialidad…”

Precisemos que esto se refiere a los espíritus que han
pasado el túnel sin conocer la turbación. Muchas
personas que dejan la Tierra y su envoltura carnal
conocen el sentimiento de turbación de manera
más o menos fuerte. En efecto, las muertes brutales
(accidente, asesinato, suicidio…), ocasionan una
profunda turbación. La psicología del espíritu, su
carácter, sus faltas, sus creencias religiosas, su forma
de percibir la muerte y su nivel de evolución, llevan
igualmente a un estado de turbación. Veamos el caso
de un espíritu que ha conocido la turbación y de
alguna manera se siente perdido en el más allá y le
cuesta trabajo comprender lo que ve:
“… Es un espíritu que cuando ha llegado al más allá
parece perdido. Es un espíritu que, en el punto de partida,
ha errado un poco por los lugares de su última vida. Es
como si hubiera sido ayudado. Lo veo como empujado y
encontrarse un poco atontado (las cadenas fluídicas han
sido establecidas). Ahora lo veo delante de mí. Parece
bien. Dice gracias. Me dice que es ayudado por su guía
que no lo abandona jamás. Me hace pensar en un niño
pequeño refugiado en los brazos protectores de una
persona afectuosa. Es un espíritu que aún no es capaz de
hacer elecciones. Es guiado en su totalidad”
.
Después de la acogida en el más allá, el guía conserva
su función y permanece cerca de su protegido. Le
permitirá comprender su nueva condición de espíritu
y le hará descubrir el más allá. Juntos, guía y protegido
harán una suerte de balance sobre la vida que acaba
de pasar, sin juicio pero de manera objetiva y sincera.
EL PAPEL DEL GUÍA EN EL MOMENTO DE LA
REENCARNACIÓN
Luego llega el momento de pensar en la reencarnación.
Sobre los consejos del guía, elegiremos el momento, el
lugar y eventualmente la misión de nuestra próxima
reencarnación. En el más allá, el espíritu vive liberado
de las coacciones de la materia y tomar la decisión de
reencarnar no es trivial. Pueden sobrevenir temores y
angustias. Es por ello que es muy importante para salir
bien de su futura reencarnación, escuchar los consejos
de su guía. Un espíritu que reencarne demasiado
rápido y sin escuchar los consejos de su protector
podría conocer “un accidente de reencarnación” que
podría traducirse, por ejemplo, en un hándicap físico
o en un malestar psicológico.
CONCLUSIÓN
Es importante tomar consciencia de que muy cerca
de ustedes, hay un amigo seguro y abnegado, que
cuida, que sostiene, que ayuda y que ama. Piensen
entonces en él, aunque no conozcan su nombre, eso
no es lo más importante; él sentirá el llamado y tratará
de responder. En la noche, justo antes de dormir,
piensen en él para facilitar el contacto durante la
desincorporación nocturna. Ábranse a su amor y harán
de su guía, un guía feliz.