Además de que la
reencarnación se menciona en algunas religiones, se han registrado casos que
hacen suponer que un alma podría haber pasado a un cuerpo nuevo.
Las historias seleccionadas por el portal 'ListVerse' y presentadas
a continuación, aunque carezcan de escrutinio científico, muestran signos que
podrían generar dudas incluso entre los más escépticos.
Antojos
En algunas partes de
Asia, cuando muere una persona, sus familiares le ponen una marca sobre el
cuerpo -frecuentemente usando hollín- con la esperanza de que su alma se
reencarne en la misma familia. Se dice que la marca se convierte en este caso
en una mancha de nacimiento en un bebé que nacerá después.
'The Journal of
Scientific Exploration' menciona varios casos de bebés nacidos con manchas
correspondientes a las marcas dejadas sobre los cuerpos de sus familiares
muertos, entre ellos está el caso de un bebé birmano, que a los dos años
también llamó a su abuela de manera peculiar, igual que su difunto marido.
Bebé nacido con
balazos
Ian Stevenson, un
profesor de Psiquiatría de la Universidad de Virginia, se centró en el estudio
de los defectos de nacimiento formados por causas desconocidas.
Uno de esos casos fue
el de un bebé turco que, al parecer, llevaba vestigios de la vida de un hombre
asesinado con una escopeta de un tiro en la parte derecha de la cabeza. El niño
nació con una oreja deformada y la parte derecha facial subdesarrollada,
defectos registrados en uno de cada 6.000 y en uno de cada 3.500 bebés
respectivamente.
Paciente que 'mató' a
su hijo y 'se casó' con él
Brian Weiss, un psiquiatra de Miami, contó en su libro el caso de una
paciente llamada Diane, quien al ser sometida a la hipnosis se recordó como una
joven colona norteamericana durante el conflicto con los indígenas.
Relató que se ocultaba con su bebé de la persecución de los indígenas cuando
ahogó a su hijo por accidente al cubrirle la boca para que con sus llantos no
los delatara.
Meses después de la
hipnosis, Diane, quien trabaja de enfermera, se enamoró de un paciente suyo que
sufría ataques de asma y que resultó tener la misma mancha de nacimiento en
forma de media luna que su bebé 'de la vida pasada'. El doctor Weiss asegura
que conoce a varias personas con asma que tienen recuerdos de ahogamiento 'de
la vida anterior'.
Reencarnado y con la
misma escritura
Taranjit Singh es un
niño indio que desde los dos años de edad decía que su nombre real era Satnam
Singh, hijo de Jeet Singh, y que había nacido en otro pueblo a unos 60
kilómetros de su casa.
Relató que era estudiante de noveno curso cuando falleció en un accidente de tráfico, y
que llevaba 30 rupias en la cartera y libros que quedaron manchados con su
sangre.
Al oír esta historia
tan extraña, su padre Ranjit comprobó que en el pueblo mencionado un adolescente
llamado Satnam Singh sí fue atropellado por un motociclista. Ranjit se encontró
con dicha familia, que le confirmó los detalles mencionados por Taranjit. El
último además identificó correctamente a Satnam en las fotos de la familia
Singh.
El experto forense
Vikram Raj Chauhan comparó la escritura del cuarderno de notas de Satnam con la
de Taranjit y las encontró semejantes.
Nacida hablando sueco
El profesor Stevenson
estudió a una estadounidense de 37 años de edad, quien al someterse a la regresión
parapsicológica pasó a hablar sueco.
La mujer dijo haber
sido un ciudadano sueco llamado Jensen Jacoby. Su vocabulario contenía cerca de
100 palabras, pero expertos confirmaron su acento como sueco y el habla como
mezclada con noruego.
Entrevistas con los
familiares de la mujer excluyeron que hubiera aprendido algún idioma
escandinavo.
Memorias de
monasterios
El psiquiatra
californiano Adrian Finkelstein narra en su libro 'Your Past Lives And The
Healing Process' la historia de un niño llamado Robin Hull, quien hablaba en un
idioma desconocido con su madre. Un profesor de idiomas asiáticos lo identificó
como un dialecto hablado en la región norteña del Tíbet.
.Wikimedia
Robin, un niño de edad preescolar, contó haber estudiado hacía muchos años
en un monasterio donde aprendió este idioma.
La historia del niño llevó al profesor a viajar al Tíbet, donde
encontró el monasterio descrito por Robin en la cordillera de Kunlun.
Quemaduras de un
soldado japonés
Otra investigación de
Ian Stevenson incluye a una niña birmana, Ma Win Tar, nacida en 1962 y quien
desde la edad de tres años pasó a identificarse con un soldado
japonés capturado por birmanos, atado a un árbol y quemado vivo.
La niña tenía defectos
congénitos en ambas manos: su dedo medio y anular de la mano derecha estaban
entrelazados y libremente unidos al resto de la mano. Le faltaban varios dedos
o tenían anillos de constricción. Su muñeca tenía depresiones similares a las dejadas
por una cuerda quemada.
Cicatrices de su
hermano
Kevin Christenson
murió de cáncer a los dos años en 1979. Una fractura de pierna había causado
metástasis y la quimioterapia había sido ejecutada a través de la incisión en
la parte derecha de su cuello. Un tumor había causado que su ojo izquierdo
sobresaliera y un nódulo sobre su oreja derecha.
Doce años después, la
madre de Kevin, quien se había divorciado y vuelto a casar, dio a luz a
Patrick, quien desde su nacimiento tenía semejanzas con su hermano difunto.
Tenía una señal parecida a una incisión en el lado derecho de su cuello, donde
la cánula había entrado en el cuerpo de Kevin.
.www.listverse.com
Lo que es aún más extraño,
tenía un nódulo en el mismo lugar donde lo había tenido Kevin. Igual que su
hermano, Patrick tenía un problema con su ojo izquierdo, en el que encontrarían
leucoma corneal. Cuando Patrick empezó a andar, lo hacía cojeando, aunque no
había razones para ello.
De tal padre tal nieto
John McConnell fue
letalmente baleado seis veces en 1992. Su hija Doreen dio a luz a un hijo,
William, al cabo de cinco años. Los médicos diagnosticaron atresia pulmonar,
una malformación congénita de la válvula pulmonar que impide que la sangre se
bombee hacia los pulmones para que se oxigene.
El estado de William
mejoró tras una serie de cirugías y tratamiento. Lo asombroso es que la
patología de William reflejaba los daños que había recibido su abuelo, a quien
una de las balas le entró por la espada, perforando su pulmón izquierdo y la
principal arteria pulmonar de su corazón.
Un día en su afán para
faltar a la escuela, William dijo a su madre: "Cuando eras una niña y yo
tu padre, te comportabas mal de vez en cuando, pero nunca te golpeaba".