jueves, 4 de abril de 2013

SEXO Y SEXUALIDAD


                                                                                                       

¿Qué sabemos del sexo y la sexualidad?
En las esferas superiores, sexo significa cualidades o características femeninas, positivas o negativas. Considerando que, en la Tierra puede haber sexo sin amor y en esos planos hay amor sin sexo.
Nuestro cuerpo funciona muchas veces como emisor y receptor. Es un amplificador de nuestros sentimientos, pero, siempre son más fuertes los sentimientos de orden terrenos.
La sexualidad es un estadio necesario del ser humano en determinadas fajas del universo.
Cuando Dios dibujó el cuerpo humano e incluyó en él los órganos sexuales, debía ser porque El lo consideraba necesario, y por tanto  santo. Nos sirve para procrear, para crear nueva vida y así de ese modo no podemos considerar que el sexo pueda ser inmoral. ¿Sino por qué Dios habría de crearlo? Lo inmoral es el abuso y el uso desequilibrado que se hace del sexo.
Todos nosotros, encarnados y desencarnados, estamos vivos, sentimos, gozamos, sufrimos y pensamos. Todos nosotros, cuando llega el momento del viaje al mundo de los Espíritus, viaje que a veces, sólo está a un paso de nuestro cuerpo o de nuestro ambiente familiar, llevamos consigo el equipaje que cargamos en nuestra última existencia y en vidas pasadas. Y en una inmensa mayoría de nosotros, el equipaje  está cargado de pasiones, vicios e inclinaciones inferiores. Es en muchas ocasiones que ese equipaje va lleno de desequilibrios de orden sexual.
Cuando trasponemos la frontera de la carne, nos encontramos que somos los mismos que cuando vivíamos en el cuerpo. Podemos sentir hambre, sed, frío y deseos sexuales que intentamos aplacar acercándonos a los humanos encarnados. Viviendo sus pasiones y sus prácticas sexuales, recreándose con lo que ven y sienten; a tal punto que desean  mezclarse con nosotros e incentivarnos sus deseos y su imaginación, para así, poder seguir gozando, más allá de la muerte física.
Hay muchos lugares en el mundo espiritual, muy cercanos a nosotros, Espíritus encarnados, e incluso, por debajo de la superficie terrestre, donde nuestros hermanos desencarnados se entregan con desenfreno y lujuria al sexo; son aquellos que en su vida física vivieron para y por los impulsos sexuales. Son hermanos desequilibrados, con una sola fijación mental; saciar su apetito sexual y, como los órganos sexuales, no desaparecen con la muerte del cuerpo, estos hermanos, viciados por su conducta inferior a través de los siglos, se representan en los planos inferiores, portando órganos sexuales descomunales en su periespíritu, de las aberraciones del pasado. Cargados de millones de gérmenes y microbios que les cubren los órganos. Su fijación secular les crea vibraciones que atraen o crean microorganismos del sexo.
Somos unos grandes ignorantes aún de todo lo concerniente a las cuestiones sexuales. El sexo es mucho más que unos órganos circunscrito a una parte determinada de nuestro cuerpo; sexo es energía procreadora, es fuerza creativa, es una carga emocional que, sublimada nos eleva, y rebajada nos ata a las pasiones y desequilibrios.
El sexo funciona, más allá de sus funciones normales, como freno a otras pasiones y violencias peores; de ahí que, tanto en el mundo físico, como el espiritual, se permitan ciertas prácticas. El sexo es un freno, y un mal que frena para no incurrir en crímenes más graves. El sexo es una válvula de escape a nuestra inferioridad.
Es durante el sueño que muchos encarnados viciados, buscan desesperadamente, la compañía de los Espíritus y viceversa, dominados por deseos inconfesables y se envuelven en prácticas inmorales: y, ¿por qué ocurre o cómo puede ocurrir esto? Porque nuestro cuerpo periespiritual está constituido de moléculas, que, a su vez, están constituidas de átomos y los átomos de elementos de gran potencia, algunos desconocidos aún en la Tierra. Esos cuerpos periespirituales se densifican o se sutilizan, según el grado moral del Espíritu; así vemos a estos hermanos desequilibrados, con cuerpos tan densificados, que se podrían confundir con cuerpos carnales.
El sexo desajustado, a veces, comienza con una mirada y a partir de ahí, el deseo crece y va en aumento a medida que la mente se recrea y construye escenas viciadas. En muchas ocasiones, lo que no somos capaces de hacer en la Tierra, durante el día, lo hacemos liberados del cuerpo, en el sueño. Buscamos en el más allá a los que piensan y sienten como nosotros, liberando nuestras represiones y mancillando nuestro Espíritu.
Hay en el mundo espiritual muchos seres con mutilaciones de todo tipo, a muchos, incluso, les faltan los órganos sexuales y, esto ocurre, por el ejercicio indiscriminado de la sexualidad. Las fuerzas electromagnéticas del cuerpo y del periespíritu tienden a debilitarse o a gastarse: en una palabra; se borran, y sólo a través de muchos siglos de sufrimiento y pruebas dolorosas, de grandes deformaciones en el cuerpo, es que se vuelve a construir los órganos que fueron disipados con el desequilibrio y la locura.
Todo en el Universo puede espiritualizarse o materializarse, dependiendo apenas de nuestra fijación mental. La mente; ese gran motor que construye y destruye.
Un Espíritu de luz, nos dice: El sexo es una oportunidad de entendimiento en las criaturas y oportunidad de transfusión de fluidos. Cuando dos criaturas se aman verdaderamente, a través del sexo y del acto sexual, ellas se transfunden las vibraciones psico-físico-espiritual de que son portadoras y dan y reciben energías extraordinarias para la marcha de la vida.”
Hay dos fuentes poderosas de energía: la mental y la sexual.
Dios, en su sabiduría determinó que el potencial del sexo se construyese de extraordinaria y poderosa fuerza, de modo a que el hombre no se desinteresase de su creación, y quedase interrumpida la posibilidad de evolución espiritual.
Las grandes pasiones y las grandes cóleras son descargas electromagnéticas de altísimo voltaje que ponen en riesgo todo nuestro aparato periespiritual.
Los fundamentos del sexo son puramente espirituales, no hay memoria  del inicio de la creación sexual, pero fue construcción espiritual.
El sexo esta íntimamente ligado al sistema neuro-espinal, con repercusión directa en los campos de los órganos periespirituales de comunicación, como en el caso de la pituitaria. El desgaste sexual conduce normalmente a la persona y al Espíritu a la infelicidad. Es una actividad que alcanza directamente al cerebro e hiere o afecta profundamente al periespíritu.
Nos dice el mismo Espíritu de luz; “Que la peor de las obsesiones, es la de índole sexual, porque tiene  la dulzura de la miel, ya que hay placer en el asunto (Espíritu, Eleuterio). Aunque constituya para nosotros, Espíritus endeudados, una conmoción emocional, debemos admitir que, no sólo se practica el sexo en la Tierra, sino en los planos espirituales inferiores, donde, Espíritus abnegados, trabajan para orientar a estos hermanos a la reforma íntima, a la renovación mental. Son muchos los que se transfieren de un mundo para otro por la ley de afinidad, sintonizando en la misma faja vibratoria y con los mismos propósitos: saciar el hambre de sexo.
Un día, gracias a la libertad que Dios concede al hombre, aunque relativa, ya que el hombre conquista la verdadera libertad con el progreso y el amor, los Espíritus encadenados a estos desequilibrios, por la práctica exagerada del sexo, se saturaran, se cansaran y comenzará la modificación. El trabajo redentor y la ascensión a planos más elevados. Estamos llamados a ser perfectos, aunque eso nos cueste dolor y muchos milenios.
Por último citar unas palabras del Apóstol Pablo: “Yo tengo en la carne un espino que me fue dado por Satanás (espíritus inferiores) para abofetearme.”

                                                         Isabel Porras