jueves, 27 de septiembre de 2012

RESURRECIÓN Y REENCARNACIÓN


RESURRECCION Y REENCARNACION



Reencarnación.- Definición: volver a encarnar, es decir que el Espíritu que animaba al cuerpo de una persona muerta vuelva a vivir pero en un nuevo cuerpo.
Todas las antiguas culturas y civilizaciones, tuvieron la creencia de la reencarnación:
Los antiguos egipcios creían que los hombres podían reencarnar. Todo hombre cuando moría tenía una prueba que transcurría en el "Aduat", suerte de purgatorio, era un lugar donde se pesaba el corazón del difunto en una balanza, y se le hacía una serie de preguntas a las que debía contestar. Aquellos que eran suficientemente sutiles podían llegar al Amen-Ti, o sea, la Tierra de Amón,... Pero aquellos que, careciendo de esta fuerza espiritual, quedaban presos en las ansias de volver a la tierra, no podían pasar el Aduat y tenían que regresar otra vez a las experiencias terrestres.

En América, entre los Aztecas, existía la creencia de que el alma volvía de nuevo a este mundo. Decían que los hombres que morían, pero que estaban muy aferrados a la tierra, quedaban presos del encanto de la tierra. Pero sostenían que, las almas, que ya no tenían apegos en el mundo, iban a lo que hoy llamaríamos la fotósfera del sol, es decir, que iban a vivir en la Luz, como colibríes bajo la forma de Huitzilopochtli.

Lo mismo nos indican los chinos, los griegos, a Sócrates le preguntaron: "¿De dónde nacen los vivos?, y él contestó preguntando a su vez: ¿De dónde nacen los muertos? Los muertos nacen de los vivos, y los vivos de los muertos.

Los hindúes, dentro de sus distintas religiones o sectas, han llegado a afirmar que en el mundo todas las cosas reencarnan, todas las cosas vuelven a vivir, habían tratado de demostrar, no solamente mediante la fe, sino también mediante el razonamiento, de que el hombre podía volver a vivir. Decían que todas las cosas son cíclicas. Miles de años antes, ellos habían ya descubierto las leyes de Lavoisier: "En la Naturaleza nada se pierde, todo se transforma". También nos hablan de la ley científica de acción y reacción, Ley del Karma: la Ley de Causa y Efecto.
Incluso los romanos, judíos y los cristianos primitivos, creían en la reencarnación. Jesús habla claramente al respecto de la reencarnación en varias oportunidades pongamos como ejemplo estas palabras de Jesús tomadas de su evangelio:
Jesús dice a Nicodemo “Nadie puede ver el reino de Dios si no naciere de nuevo”
(San Juan, cap. III, v. de 1 a 12)
Sus discípulos le preguntaban, diciéndole: ¿Por qué, pues, los escribas dicen que es preciso que Elías venga antes? Mas Jesús les respondió: Es verdad que Elías debe venir y restablecer todas las cosas; mas yo les declaro que Elías ya vino, y no le conocieron, mas lo trataron como quisieron. Así ellos harán sufrir al Hijo del Hombre. Entonces sus discípulos comprendieron que era de Juan de Bautista que les había hablado. (San Mateo, cap. XVII, v. de 10 a 13).

RESURRECCIÓN Y REENCARNACIÓN

Los Judíos creían en la reencarnación bajo el nombre de resurrección. las ideas de los Judíos en este punto, no estaban claramente definidas, porque sólo tenían nociones vagas sobre el alma y sus lazos con el cuerpo. Creían que un hombre que vivió podía revivir, sin explicarse con precisión la manera cómo esto podía suceder.Este tema fue anatematizado hasta que en el Concilio de Constantinopla en el año 1533 donde se concibe la palabra resurrección, con el sentido que supone el regreso a la vida del mismo cuerpo que murió, lo que la Ciencia demuestra ser materialmente imposible, sobre todo cuando los elementos de ese cuerpo están, desde hace mucho, dispersos y absortos. La reencarnación es el retorno del Espíritu a la vida corporal pero en otro cuerpo nuevamente formado para el, que nada tiene en común con el antiguo. La palabra Resurrección podía ser aplicada a Lázaro quien fue resucitado por Jesús, pero no a Elías ni a los otros profetas.

Si esa creencia hubiese sido un error, Jesús no hubiera dejado de combatirla, como combatió tantas otras; lejos de esto, la sancionó con toda su autoridad, y la colocó como principio y como una condición necesaria cuando dice: Nadie puede ver el reino de los cielos si no naciere de nuevo; e insiste, añadiendo: No os maravilléis de los que os dije, que es NECESARIO que nazcáis de nuevo.
Algunas religiones cristianas han querido relacionar este pasaje refiriendo a la regeneración del hombre por medio del bautismo, pero originalmente estas palabras fueron interpretadas por el renacimiento del hombre con su cuerpo y espíritu.
También encontramos varios pasajes en el Antiguo Testamento que sugieren la reencarnación; un ejemplo puede ser el siguiente de Job, cap.XIV, v. 10, 14. “Cuando el hombre está muerto, vive siempre; terminando los días de mi existencia terrestre, esperaré, porque a ella volveré de nuevo”.
El principio de la pluralidad de existencias está claramente expresado en esta parte. No se puede suponer que Job haya querido hablar de la regeneración por el agua del bautismo, que ciertamente no conocía.Sin el principio de la preexistencia del alma y de la pluralidad de existencias, la mayor parte de las máximas del Evangelio son ininteligibles; por eso dieron lugar a interpretaciones tan contradictorias; ese principio es la clave que debe restituirles su verdadero sentido.
Pero a esta autoridad, de Jesús desde el punto de vista religioso, viene a unirse varios argumentos tanto desde el punto de vista científico, como filosófico, y moral.

Argumentos Científicos: La red de evidencias que se han acumulado en su favor es enorme, que obedecen a las comprobaciones científicas tanto de observación, investigación como de experimentación realizadas por eminentes científicos tales como:
Albert de Rochas
Profesor de la escuela politecnica de Paris que por medio de regresión hipnótica compiló muchos de los casos estudiados en su libro “Reencarnación”
Ian Stevenson
Psiquiatra mas de 2.600 casos de reencarnación estudiados y comprobados, destacando los más notables en su libro “20 casos que sugieren reencarnación”
Hernani Guimaraes Andrade
Ingeniero brasileño, quien logra reunir una considerable evidencia sobre casos de vidas pasadas, en su instituto de pesquisas psicobiofísicas.

Morey Bernstein
Hipnólogo publicó el libro La busqueda de Bridey Murphy 1956, donde describe las sesiones hipnóticas realizadas a Ruth Simons quien recordaba con los mas mínimos detalles su vida pasada en Irlanda.
Dr. Morris Netherton Uno de los pioneros en la Terapia de vidas pasadas. En su obra Terapia de vidas pasadas demuestra el procedimiento clínico experimental que valida la reencarnación.
A ellos han seguido la evidencia de Médicos, Psicólogos y Psiquiatras como: GINA GERMINARIA, EDITH FIORE, HELEN WAMBACH y BRIAN WEISS en USA; EL Dr. en Psicología THORWARD DETHLEFSEN en Alemania; y el Dr. en MedicinaDENIS KELSEY en Inglaterra; el Dr. HANS TEN DAN en Holanda.

Argumentos Filosóficos:

La tesis reencarnacionista permite responder con entera racionalidad a los mas difíciles interrogantes en torno al origen y destino del ser.
Sólo ella puede decir al hombre de donde viene y para donde va y porque está en la Tierra, y justificar todas las anomalías y todas las injusticias aparentes que presenta la vida.

Argumentos Morales:

La infelicidad, el dolor y el sufrimiento, las injusticias y todos los males que aquejan a la humanidad tienen en la reencarnación su cabal explicación y su superación.

ESPIRITISMO Y REENCARNACIÓN

En el Libro de Los Espíritus codificado por Allan Kardec, Los Espíritus Superiores confirman y explican la reencarnación ampliamente, aquí extraemos algunas de sus respuestas al respecto:

171 – ¿Sobre qué está basado el dogma de la reencarnación?
– En la justicia de Dios y en la revelación; porque como lo repetimos siempre: Un buen padre deja siempre a sus hijos una puerta abierta al arrepentimiento. ¿No te dice la razón que sería injusto privar para siempre de la dicha eterna, a todos aquellos cuyo progreso no dependió de ellos mismos? ¿No son todos los hombres hijos de Dios? Solo entre los egoístas impera la iniquidad, el odio implacable y los castigos sin perdón.

132 – ¿Cuál es el objetivo de la encarnación de los Espíritus?
– Dios les impone la encarnación con el objetivo de hacerlos llegar a la perfección. Para algunos es una expiación, para otros una misión. Pero para alcanzar esa perfección, deben soportar todas las vicisitudes de la existencia corporal. En esto consiste la expiación.
La encarnación tiene también otro objetivo que es el de poner al Espíritu en condiciones de cumplir con su parte en la obra de la Creación, para cuya realización toma en cada mundo un cuerpo en armonía con la materia esencial de ese mundo, cumpliendo así, bajo este aspecto, las órdenes de Dios, de tal manera que concurriendo para la obra general, él mismo progrese también.

La acción de los seres corporales es necesaria a la marcha del Universo, pero Dios en su sabiduría, quiso que por esta misma acción encontrasen un medio de progresar y de aproximarse a él. Así es que por una ley admirable de su providencia, todo se encadena y todo es solidario en la Naturaleza.
133 – Los Espíritus que desde el principio, han seguido el camino del bien, ¿tienen necesidad de la encarnación?
– Todos fueron creados sencillos e ignorantes y se instruyen en las luchas y tribulaciones de la vida corporal. Dios, que es justo, no podía hacer a unos felices, sin dificultades y sin trabajo, y por consiguiente, sin mérito.
El progreso de los Espíritus es fruto de su propio trabajo, unos adelantan mas rápidamente, otros se estacionan durante muchos siglos en rangos inferiores.

NECESIDAD DE LA ENCARNACIÓN
 ¿Es un castigo la encarnación y sólo están sujetos a ella los Espíritus culpables?
El tránsito de los Espíritus por la vida corporal es necesario para que puedan cumplir, con la ayuda de una acción material, los designios cuya ejecución Dios les confió; es necesario para ellos mismos porque la actividad que están obligados a desempeñar ayuda el desarrollo de su inteligencia.
Pero la encarnación, para todos los Espíritus, sólo es un estado transitorio; es un deber que Dios les impone al empezar su vida, como primera prueba del uso que harán de su libre albedrío.
Los que desempeñan ese deber con celo, pasan rápidamente y con menos pena los primeros grados de iniciación, y gozan más pronto del fruto de sus trabajos. Por el contrario, aquellos que hacen mal uso de la libertad que Dios les concede, retardan su adelanto; así es que por su obstinación, pueden prolongar indefinidamente la necesidad de reencarnarse, y entonces es cuando la encarnación se torna un castigo.

LOS LAZOS DE FAMILIA FORTALECIDOS POR LA REENCARNACIÓN Y QUEBRADOS POR LA UNICIDAD DE LA EXISTENCIA
Los Espíritus en el espacio forman grupos o familias unidas por el afecto, la simpatía y la semejanza de inclinaciones; Inclusive, se siguen en la encarnación, donde se reúnen en una misma familia, o en un mismo círculo, trabajando en conjunto para su mutuo adelanto.
Del hecho que un hombre haya tenido diez encarnaciones, no se sigue que encontrará en el mundo de los Espíritus diez padres, diez madres, diez mujeres y un número proporcionado de hijos y de nuevos parientes; encontrará siempre los mismos objetos de su afecto, que se le habrán unido en la Tierra con títulos diferentes, o tal vez con el mismo título.
Con la reencarnación y el progreso, que es su consecuencia, todos los que se han amado se reencuentran en la Tierra y en el espacio, y marchan juntos para llegar a Dios.
En resumen, cuatro alternativas se presentan al hombre para su futuro de ultratumba; primera: la nada, de acuerdo con la doctrina materialista; segunda: la absorción en el todo universal, de acuerdo con la doctrina panteísta; tercera: la individualidad con la fijación definitiva de su suerte, según la doctrina de la Iglesia; y, cuarta: La individualidad con progreso indefinido, según la Doctrina Espírita.

De acuerdo con las dos primeras, los lazos de familia se rompen después de la muerte y no hay ninguna esperanza de reencuentro; con la tercera, hay la oportunidad de volverse a ver con tal de que estén en un mismo medio, ese medio puede ser tanto el infierno como el paraíso; con la pluralidad de existencias, hay la certeza en la continuidad de relaciones entre aquellos que se amaron, y esto es lo que constituye la verdadera familia.

Admitiendo, de acuerdo con la creencia vulgar, que el alma nace con el cuerpo, o lo que da lo mismo, que antes de su encarnación no tenía sino facultades negativas, sentamos las siguientes cuestiones:
1 - ¿Por qué el alma manifiesta aptitudes tan diversas e independientes de las ideas adquiridas por la educación?
2 - ¿De dónde proviene la actitud extranormal de ciertos niños de cierta edad para tal arte, o ciencia, mientras otros no pasan de ser incapaces o mediocres durante toda la vida?
3 - ¿De dónde proceden las ideas innatas o intuitivas de unos, de las cuales carecen otros?
4 - ¿De dónde se originan en ciertos niños esos instintos precoces de vicios o virtudes, esos sentimientos innatos de dignidad o de bajeza, que contrastan con el medio en que han nacido?
5 - ¿Por qué, haciendo abstracción de la educación, están más adelantados unos hombres que otros?
6 - ¿Por qué hay salvajes y hombres civilizados?

Una sola existencia corporal es prácticamente insuficiente para que el Espíritu pueda adquirir todo lo que le falta en bien y se deshaga de todo lo que es malo en él.

El progreso intelectual y el progreso moral rara vez marchan a la par, pero lo que el Espíritu no hace en un tiempo, lo hace en otro, de manera que los dos progresos concluyen al llegar a un mismo nivel. Esta es la razón del por qué se ven frecuentemente hombres inteligentes e instruidos muy poco adelantados moralmente y viceversa.

Solo la Reencarnación resuelve fácilmente estos y muchos otros interrogantes, en conformidad con la justicia y la bondad de Dios, que como un buen Padre siempre nos dará una nueva oportunidad para que todos alcancemos la vida de eterna felicidad en base a nuestros propios méritos.

EXPERIENCIA DESDOBLAMIENTO ASTRAL


                                                                 GABRIEL DELANNE

“Hace pocos días —me dijo— regresaba a mi casa, por la noche, hacia las diez, cuando me sobrecogió un sentimiento de laxitud extraño que no me expliqué. Decidido, sin embargo, a no acostarme en seguida, encendí la luz y la dejé sobre la mesa de noche, cerca de mi cama. Tomé un cigarro y lo encendí, di algunas chupadas y me tendí en una butaca.
“En el momento en que me tendí, recostándome para apoyar la cabeza sobre el cojín, sentí que los objetos que me rodeaban daban vueltas; experimenté como un aturdimiento, una sensación de vacío; luego, bruscamente, me encontré transportado en mitad del cuarto. Sorprendido de aquel desplazamiento del que no había tenido conciencia, miré en derredor mío y mi asombro creció considerablemente al verme separado de mi cuerpo.
“Ante todo, me hallé tendido apaciblemente, sin rigidez; sólo mi mano izquierda se encontraba elevada sobre mí, con el codo apoyado y sujetando en la mano el cigarro encendido, cuyo resplandor se veía en la penumbra producida por la pantalla de mi lámpara. La primera idea que se me ocurrió fue la de que, sin duda, me había dormido y que lo que experimentaba era el resultado de un sueño. No obstante, me confesé que jamás había tenido uno semejante, ni que tanto se asemejase a la realidad como aquel. Diré más.
Tuve la impresión de que nunca había estado tanto en la realidad. Así, dándome cuenta de que no podía tratarse de un sueño, el segundo pensamiento que se presentó de súbito a mi mente fue que yo estaba muerto. Y, al mismo tiempo, recordé haber oído decir que hay espíritus y me imaginé que me había convertido en uno de ellos.
Todo lo que sabía sobre este asunto se desarrolló extensamente, en menos tiempo que es preciso para pensarlo, delante de mi vista interior. Recuerdo muy bien que me sobrecogía una especie de angustia y de pesar por las cosas inacabadas; la vida se me representó como una fórmula... “Me aproximé a mí, o más bien a mi cuerpo, o a lo que yo creía era mi cadáver.
Un espectáculo, que de momento no comprendí, llamó mi atención; me vi respirando; pero, además, vi el interior de mi pecho; mi corazón latía débilmente, pero con regularidad.
En aquel momento comprendí que debía tener un síncope, como los que no recuerdan lo que les ha sobrevenido durante su desvanecimiento. Y entonces temí no acordarme de lo que me estaba ocurriendo, al recobrar los sentidos. “Sintiéndome un poco tranquilizado, dirigí la mirada a mi alrededor, preguntándome cuánto tiempo iba a durar aquello; luego no me ocupé más de mi cuerpo, del otro yo, que descansaba en la butaca.
Miré mi lámpara, que continuaba ardiendo silenciosamente, y me hice la siguiente reflexión: que estaba muy cerca  de mi cama y podía comunicar el fuego a las cortinas; cogí la llave de la mecha para apagarla, pero, nueva sorpresa para mí; sentía perfectamente la llave con su muelle; percibía, por decirlo así, todas sus moléculas, pero en vano la hacía girar mis dedos; éstos sólo ejecutaban el movimiento, era inútil ejercer presión sobre la llave.
“Me examiné entonces a mí mismo, y vi que aunque mi mano pudiese pasar a través de mí, sentía bien el cuerpo, que me pareció, si mi memoria sobre este punto no me es infiel, como revestido de blanco.
Después me coloqué delante del espejo, frente a la chimenea. En lugar de ver mi imagen reflejada en el cristal, me di cuenta de que mi vista parecía extenderse a voluntad, y la pared, después la parte posterior de los cuadros y de los muebles de casa de mi vecino, y seguidamente el interior de su aposento, aparecieron a mi vista.
Me di cuenta de la falta de luz en aquellas piezas en las que, sin embargo, veía, y distinguí muy claramente como un rayo de claridad que, partiendo de mi epigastrio, iluminaba los objetos. “Me vino la idea de penetrar en casa de mi vecino, a quien, por otra parte, no conocía, y que estaba ausente de París en aquel momento. Apenas tuve deseos de visitar la primera pieza, cuando me encontré transportado, ¿cómo? No lo sé, pero me parece que debí atravesar la pared con la misma facilidad que mi vista la penetraba.
En una palabra; estaba en casa de mi vecino por primera vez en mi vida. Inspeccioné los cuadros, me grabé su aspecto en la memoria, y me dirigí hacia la biblioteca, en la cual observé, muy particularmente, varios títulos de obras colocadas en la misma hilera a la altura de mis ojos.
“Para cambiar de lugar, no tenía más que quererlo, y sin es fuerzo, me encontraba en el sitio adonde quería ir. “A partir de aquel momento, mis recuerdos son muy confusos;
 “Lo que puedo añadir, para terminar, es que me desperté a las cinco de la mañana, rígido, frío, sobre el sofá y teniendo aún el cigarro sin terminar entre los dedos. La lámpara estaba apagada; se había hacinado el tubo.
 Me metí en la cama, sin poder dormir, y me sentí agitado por un escalofrío. Por fin me vino el sueño; cuando me desperté era pleno día: “Mediante una inocente estratagema, induje a mi portero a ver la habitación de mi vecino, y subiendo con él pude ver los cuadros en su sitio, lo mismo que los muebles, así como los libros que había observado atentamente; todo lo que yo había visto la noche precedente. “Me guardé bien de hablar de esto a nadie, por el temor de pasar por loco o alucinado.”
Este relato es eminentemente instructivo. Primero prueba que esta exteriorización del alma no es resultado de una alucinación o recuerdo de un sueño, porque la visión de la habitación vecina, que el grabador no conocía, y en la cual ha penetrado por primera vez durante este estado particular es perfectamente real. En segundo lugar, comprobamos que el alma, cuando está desprendida del cuerpo, posee una forma definida y el poder de pasar a través de los obstáculos materiales, sin experimentar resistencia, bastando su voluntad para transportarla al lugar en que desea encontrarse. En tercer lugar, tiene una vista más penetrante que en el estado normal, puesto que el joven veía latir su razón a través de su pecho.(1)
(1) ¿No es comparable esta visión a la de los sonámbulos? ¿Y no tenemos razón al atribuirla al alma?
La conservación del recuerdo de los acontecimientos sobrevenidos durante el desdoblamiento es en este caso muy clara; pero puede ser mucho menos viva, y entonces el agente, al despertarse, no sabrá si ha soñado, o si su alma ha abandonado su envoltura física; en fin, lo más frecuente es que el espíritu olvide, al entrar de nuevo en su cuerpo, lo que ha pasado durante el desprendimiento.
Hay que guardarse bien de deducir —como se hace demasiado frecuentemente— que esta salida es una manifestación inconsciente del alma; la verdad es que es sencillamente la memoria de este fenómeno la que ha desaparecido; pero mientras se ejecutaba, el alma tenía perfecto conocimiento de él.
Hagamos una última observación a propósito de la imposibilidad para el joven grabador de dar vueltas a la llave de su lámpara, por más que percibía, por decirlo así, su textura íntima. Esta impotencia, que es común a todos los espíritus, depende de la rarefacción del periespíritu; pero puede suceder también que, gracias a un influjo de energía tomado del cuerpo material, la envoltura fluídica adquiera un grado suficiente de sustancialidad para obrar sobre objetos materiales.
La aparición de la madre de Elena tenía esta sustancialidad. Parangonando este relato con el de Cromwell Varley, se comprueba claramente que el alma desprendida del cuerpo goza de las ventajas de la vida espiritual. No son teorías; es la comprobación pura y simple de los hechos. Hasta ahora las apariciones, llamadas telepáticas, de que acabamos de hablar, no han revelado nada acerca de su naturaleza íntima; salvo los movimientos que ejecutan y las puertas que parecen abrir y cerrar a voluntad, se las tomaría por seres verdaderamente inmateriales.

Gabriel Delanne 

EL PROCESO DE LA REENCARNACION


El proceso de la reencarnación


Antes de empezar a explicar el proceso reencarnatorio, es necesario saber qué es el espíritu y qué es la encarnación.
El espíritu es un ser que fue creado simple e ignorante dotado de una conciencia y de la capacidad de elección de sus actos. Es un ser inmortal, poseedor de la eternidad y que intercala períodos en la espiritualidad con períodos encarnados hasta que tenga conocimientos necesarios para poder seguir evolucionando en mundos menos materiales. Su creación tiene como objetivo su evolución, debido a la Ley del Progreso en todos los campos de la sabiduría moral e intelectual,  eso significa, hasta la perfección.
La encarnación es el período en que el espíritu se encuentra en un medio material, lo que comúnmente llamamos “vida” con un cuerpo de carne y hueso, donde sus sentidos están impresionados por esta materia y bajo su influencia. En ese período el espíritu experimentará diferentes situaciones en la vida, tanto de bienestar y de tranquilidad, como de aflicción y de sufrimiento. Esas diferentes situaciones promoverán conocimientos que le beneficiarán en su formación.
La encarnación no debe ser vista solamente como una forma de regeneración para espíritus muy transgresores de las Leyes Morales, sino también como un medio natural de evolución, por lo tanto, todos los espíritus sin excepción pasan por ella. Esto significa que, espíritus que hayan desarrollado mucho la inteligencia en algún aspecto, necesiten aprender a sedimentar y a experimentar conocimientos fraternales hacia el prójimo; mientras otros espíritus que sean virtuosos en lo tocante a los sentimientos nobles necesiten desarrollar la mente en el sentido  intelectual. No obstante, hay una gran mayoría de espíritus entre estos dos extremos, no poseyendo destacables conocimientos o cualidades muy desarrolladas tanto en lo intelectual como en lo moral.
El objetivo de la encarnación es hacer que el espíritu obtenga, a través de una nueva oportunidad de empezar, múltiples conocimientos y aprendizajes. El espectro de las adquisiciones que debe almacenar es amplio, porque debemos tener dominio de todas las ciencias del saber y todos los valores nobles que engrandecen el alma. Por lo tanto y por lógica el control de todos esos campos no se puede conseguir en un espacio de tiempo corto de algunos años, son necesarios para adquirir todo ese conocimiento innumerables vidas materiales, porque el verdadero valor del hombre está en encontrar y dirigir sus valores íntimos adquiriendo el auto-control de sus emociones y sentimientos.
Regreso a la vida corporal:
Los espíritus vuelven, pues, sistemáticamente a la carne, para seguir su camino evolutivo hasta llegar al nivel exigido en moralidad y en intelectualidad. Por eso se concluye que todos nosotros somos seres milenarios, que hemos vivido muchas veces y aún reencarnaremos innúmeras más, perfeccionándonos poco a poco en todas las aptitudes que nos cabe desarrollar.
El período de vida en la Tierra es relativo. La vida puede durar más o menos años y obedece a  las necesidades de aprendizaje que trae cada espíritu individualmente desde el mundo espiritual.
Para eso Dios nos ha ofrecido un modo de adelantamiento: la encarnación, donde la conducta de los espíritus será puesta a prueba en varias tesituras y tendrá la oportunidad de espiar faltas del pasado. Así será hasta que el espíritu alcance el nivel mínimo aceptable antes de abandonar la experiencia de la encarnación en mundos materiales y que le permita vivir en mundos más adelantados donde no esté sujeto a las necesidades físicas. Una vez que el espíritu ya haya aprendido todo en lo tocante a su desarrollo en ese planeta, sigue su camino en otros mundos más adelantados.
Cuando un espíritu se equivoca en determinada actitud, ese error es una enseñanza y un medio de aprendizaje en que el espíritu sufre las consecuencias de no seguir el camino correcto de amor. Estas lecciones, así como las acertadas, en que el espíritu reafirma su postura en el bien, se quedan almacenadas en el inconsciente del individuo. Esa fuente de conocimientos que el espíritu adquiere por el error y acierto le llevará a renovarse evento tras evento vivido, buscando actuar bien y mejor, siguiendo la conducta intelecto-moral correcta.
La oportunidad de un nuevo comienzo viene marcada por una condición básica, el espíritu al encarnar se ve sujeto al olvido temporal de su pasado. ¿Para qué sirve el olvido temporal? El olvido es una bendición ofertada por Dios a los espíritus para permitirles empezar de cero, sin los recuerdos conflictivos o cualquier remordimiento pasado. Mayoritariamente somos réprobos de sus Leyes. Si volvemos la mirada hacia atrás, podemos constatar que el pasado del hombre es sombrío, la historia de la Humanidad es un escenario de disputas, crímenes y batallas. Aunque no solamente nos han pasado desgracias, nuestro pretérito es delictuoso en su gran parte. Somos nosotros mismos los espíritus que hemos vivido antes y la Misericordia Divina es tan sublime que a través de ese mecanismo maravilloso podemos recomenzar, utilizando una nueva oportunidad para acertar. Cada espíritu tiene un historial de experiencias de vidas anteriores con aciertos y equivocaciones conforme haya procedido en sus elecciones mientras estaba encarnado.

Ese proceso del olvido temporal en el que se corre un velo que cubre los recuerdos pasados sirve para que en su tiempo de vida en la Tierra, el espíritu ejerza sus conductas y cualidades adquiridas a través de nuevas situaciones que le presente la vida, adquiera virtudes, reformule valores, avanzando intelectual y moralmente, corrigiendo malas tendencias arraigadas en su ser. Es importante saber que cada ser espiritual es único, individual y absolutamente responsable por sus actos.
Pues bien, ¿antes de encarnar qué sucede?
Cuando el espíritu está desencarnado decimos que se encuentra en la erraticidad, término que designa el tiempo de estancia de un espíritu en la vida verdadera, la espiritual. El espíritu en la erraticidad piensa y obra por su libre voluntad. En ese momento el espíritu puede estar en diferentes niveles de conciencia, puede tener pleno ejercicio de sus facultades, estar en una situación de paz, de armonía, entre amigos y familiares queridos o puede encontrarse sumergido en sus pensamientos, envueltos en sus problemas, sufrimientos, sintiéndose solo y abandonado, pero en realidad junto a compañías infelices, sin capacidad de decisión.
Ese período en la erraticidad es relativo, condicionado a muchos factores, entre ellos, por ejemplo, tener que esperar que otros espíritus estén en condiciones de encarnar de nuevo en el plano físico para reparar faltas conjuntamente. También, por ejemplo,  puede verse obligado a aguardar el tiempo necesario a que alcance tener la lucidez mental y emocional necesarias para consolidar propósitos de renovación.
¿El espíritu solamente aprende cuando está encarnado?
No, en la erraticidad el espíritu puede seguir aprendiendo, tomando firmes resoluciones en el bien y en la intención de aciertos futuros, arrepintiéndose si se ha equivocado y haciendo propósitos de seguimiento de las Leyes Morales. Otra situación en que se puede encontrar, es que se alegra si ha sabido llevar bien su encarnación anterior y si supo cumplir con sus objetivos. En cualquier caso, no puede huir de la Ley de Progreso, aprenderá siempre.
Pero el espíritu sabe que es mediante la encarnación, bajo los parámetros citados anteriormente del olvido temporal y bajo la ilusión de la materia, donde se demuestran realmente las elecciones tomadas en la erraticidad y pone en práctica las resoluciones probando las resistencias a las tentaciones de la carne, siendo que, todas las caídas que puede traer el espíritu de vidas pasadas son campo fértil de mejoramiento.
Un atributo inherente del espíritu, que le pertenece desde su creación, es el poder de elección: lo que llamamos libre albedrío. Recordad que fue creado simple e ignorante con una conciencia que contiene las Leyes Morales y con el poder de tomar decisiones. Cuando tenga un nivel de lúcida conciencia de sus actos pretéritos, el espíritu es quien decide sus pruebas y expiaciones participando de forma activa en la toma de decisiones de su propia encarnación. Sabe lo que debe hacer para progresar, para poder saldar sus deudas frente a las Leyes de Dios.
Por lo tanto la encarnación obedece a reglas básicas para todos los seres sin excepción, pero se puede decir que en el proceso se suma un factor individual, ya que cada espíritu va a pasar por pruebas y expiaciones de acuerdo a su necesidad de adelanto.   Hay, sin embargo, aquellos que, teniendo una situación enfermiza, un estado alterado de conciencia, que no poseen condiciones mentales de utilizar su libre albedrío, deben obedecer y acatar las elecciones que toman por ellos algunos tutores espirituales, tal como en la Tierra cuando una persona se ve privada temporalmente de su facultades de decisión, como pueden ser los enfermos mentales.
Todo el proceso de la encarnación es un proyecto magnífico donde participan varios espíritus elevados, que buscan ayudar al espíritu reencarnante. Ese grupo de espíritus benevolentes apoyan al aspirante a la victoria para que tenga en la eminente nueva oportunidad de vida el mayor éxito posible. Por lo tanto, un equipo espiritual ayuda en la planificación y orientación del espíritu. Ese grupo está siempre informado de las decisiones tomadas por el encarnante mientras esté en la vida material.
Sin embargo, se designa un espíritu guía que acompañará al encarnante durante toda la vida en la Tierra y muchas veces le sigue durante varias vidas. Ese espíritu guía es siempre de una condición moral superior al del ser encarnante para poder guiarlo e instruirlo en el bien. Es importante sopesar que siempre la persona tendrá compañías espirituales, acorde a sus pensamientos, por lo tanto nunca estará realmente solo.
Debemos considerar que, por ejemplo, en una casa donde viven varias personas, unidas por lazos de familia o no (que puede, sean simpatizantes entre sí), convivirán varios espíritus que acompañarán la trayectoria de esas personas que viven bajo el mismo techo. Los espíritus nos influyen para bien o para mal, conforme nosotros permitamos con nuestros pensamientos y acciones, resistiendo a sus consejos o siguiéndolos.
Una vez decidido el tipo de pruebas que el espíritu va a pasar y se va aproximando el momento de la reencarnación, éste empieza a sentir de una forma progresiva lo que llamamos turbación (que se asemeja al sueño que tenemos diariamente por las noches), que se acentúa cada vez más, paulatinamente.
La turbación pre-encarnación es generalmente de mayor intensidad que la turbación pos-encarnación. Esto ocurre porque el espíritu deja la vida verdadera para entrar en la materia, que es una vida corta comparándola con la eternidad del espíritu. La turbación pos-encarnación suele ser más breve porque el espíritu vuelve a su mundo originario, a la vida real. Decimos que suele ser más corta porque ese tiempo de turbación es condicionado a otros factores, tal como la forma de vida que llevó el espíritu durante su estancia en la Tierra, si llevó una vida de búsqueda de valores intelectivos y sentimentales, es más breve o por el contrario, una vida de exclusiva satisfacción de sus placeres, será más duradera.
La turbación pre-encarnación sirve para que el espíritu vaya perdiendo los recuerdos del pasado, normalmente delictivo y que su periespíritu (lazo que une el espíritu al cuerpo), vaya disminuyendo, para poder acoplarse al cuerpo del bebé. Ese acoplamiento es de célula a célula y la unión del periespíritu al cuerpo se hace definitiva en el momento del nacimiento.
Momento de la fecundación:
En el instante del acto sexual, si los futuros padres se encuentran en un estado de buenos sentimientos y llevan una vida recta, los espíritus superiores que ayudan al futuro espíritu reencarnante, respetan la intimidad de la pareja aguardando algunos segundos después del acto sexual, para poder acercarse y efectuar la ligación del espíritu al cigoto de la madre. Un hogar donde reine la armonía, el respeto y el amor entre sus componentes,

donde se estudia el evangelio, es un hogar protegido de malas influencias por los buenos espíritus.
Si, por el contrario, los futuros padres no poseen un comportamiento moral elevado y se permiten excesos y desvíos, actuando con promiscuidad, puede ocurrir que en el momento del acto sexual haya espíritus inferiores presenciando la acción y complaciéndose con ella.
En el momento de la fecundación, el espíritu aspirante al nuevo cuerpo que empieza a formarse, se imanta magnéticamente al espermatozoide del hombre obedeciendo al comando de la voluntad, atrayendo al que mejores características físicas e intelectuales le proporcionará a su futura encarnación. Caso no pueda hacerlo, por diferentes motivos, como puede ser una conciencia desajustada, le ayudará el equipo espiritual. De ahí, por ejemplo, niños que tienen una  deformación congénita teniendo unos padres sanos o padres con pocos conocimientos que tienen un hijo que se destaca por su inteligencia y precocidad.
El equipo espiritual que asiste a la noble misión procede a la ligación del espíritu con el huevo materno, creando un vínculo, un lazo de unión fluídico, aún débil, pero que existe. Ese lazo es frágil y se va estrechando lentamente conforme van pasando los meses de gestación.
El lazo indica que hay un espíritu desde el primer momento, asignado a aquel cuerpo en formación. No se puede substraer la vida de ese ser, sin estar cometiendo una transgresión a las Leyes de Dios. La encarnación, o sea, la comúnmente vida es una dádiva que permite al ser la oportunidad de crecimiento y ajuste de sus faltas. El aborto provocado es pues un crimen indignante porque impide la oportunidad de reparación y crecimiento de un espíritu, debe ser evitado y rechazado con toda la rotundidad.
Durante el embarazo, el cuerpo del feto se alimenta, se mueve y crece, los movimientos que podemos observar en el en una ecografía bidimensional o tridimensional son reflejos de una vida animal y vegetal, derivados de nuestras épocas ancestrales. El espíritu no está dentro del cuerpo de la futura mamá, pero se encuentra ligado a él por el lazo fluídico. Cuando el bebé llora, después del parto indica que el espíritu ya se encuentra entre los encarnados indiscutiblemente y su acoplamiento es definitivo.
Período infantil:
La turbación no cesa en el instante del nacimiento, por el contrario persiste por algún tiempo. En los años siguientes de crecimiento del bebé, en el período de la infancia, el espíritu conserva esa turbación, que se va disipando despacio a lo largo del desarrollo del niño.
El infante, en sus primeros años, debe adquirir capacidades motoras, de inteligencia, interactuar con el medio material para poder más adelante tomar decisiones en su vida de adulto. La función de la turbación en esa fase infantil es permitir un nuevo aprendizaje.
En esa época, que puede durar más o menos siete años (como debemos saber, ese tiempo es relativo conforme al desarrollo de cada uno), el niño es susceptible a la influencia de los padres o tutores. Su personalidad es muy maleable, pudiendo absorber muchos conocimientos en varios aspectos, porque es más propicio a la asimilación de los principios educativos, donde las nociones morales vividas en el Evangelio junto al ejemplo de los sagrados deberes de la vida deberían ser enseñadas en el seno donde vive.
Es inmensa la responsabilidad de los progenitores o tutores en ese momento. Es de fundamental importancia que los padres sean conscientes de sus deberes y obligaciones para con el hijo, porque el niño absorberá lo que le enseñen, siendo un deber importantísimo de los padres o tutores la correcta educación moral e intelectual del niño, esforzándose para hacer del pequeño un individuo de bien, con valores morales. Si los padres fallan, por no dar al niño  las enseñanzas morales correctas, tendrán que responder a eso y sufrirán en el mundo espiritual las caídas del hijo, sintiéndose responsables.
La infancia es también una época de descanso para el espíritu y en ella el niño debe ir asumiendo poco a poco sus facultades inherentes, debe ir asimilando las condiciones físicas y mentales para desarrollar su encarnación con éxito.
En ese momento infantil, las decisiones tomadas por un niño son proporcionales a sus necesidades básicas y sus sueños son pueriles. Él va adquiriendo paulatinamente el control de su libre albedrío, cuando empieza a tomar pequeñas decisiones.
Período juvenil:
Cuando llega la edad adolescente, esa edad de rebeldía a la que se refieren muchos padres, el espíritu se va mostrando tal como es, se transparenta su verdadero carácter  y desvela algunas veces, facetas de su personalidad escondidas hasta entonces.
Podemos observar que el olvido del pasado no es del todo absoluto en la encarnación, ya que en ese período se puede ver claramente en las inclinaciones de cada uno reminiscencias de vidas pasadas, en la manera de relacionarse con el medio en que se encuentra el espíritu encarnado, así como en las tendencias en hacer el bien o dejarse llevar por los impulsos  viciosos que la sociedad ofrece.
Período adulto:
En la edad adulta el hombre ya posee todas las herramientas para decidir, actuar y resolver qué caminos tomar, qué opciones elegir para sí mismo con total responsabilidad de sus actos. La ignorancia de su destino y del motivo de su presencia en la Tierra puede ser atenuante de las faltas que cometa pero no exime de la culpabilidad de ellas.
Sabiendo, pues, el motivo de la encarnación, elegir una vida sana, de aprendizaje, de trabajo honesto, aprovechando el tiempo en enriquecerse moral e intelectualmente, practicando la caridad con uno mismo y con los demás, debería ser el objetivo prioritario a conseguir.
Es importante, en la fase adulta, direccionar las verdaderas adquisiciones para construir un futuro para sí mismo mejor teniendo ciencia de que la vida es transitoria en la Tierra y que el hombre volverá a su estado de espíritu, tarde o temprano. A pesar de los sentidos humanos percibieren solamente las impresiones que la materia densa permite, el hombre debe hacer un esfuerzo decidido en adquirir bienes eternos y perecederos, aquellos que constituirán su verdadero patrimonio y que serán su legítima adquisición cuando su cuerpo alcance la  decrepitud de sus órganos. Todas las acciones relevantes tomadas durante la vida tendrán consecuencias positivas o negativas para el espíritu en su vida póstuma.

Momento de la partida:
El término de la jornada en la Tierra es también el espíritu quien lo decide, quien elige antes de la encarnación lo que quiere para sí, mayormente, cuando tiene condiciones para ello. Esas condiciones son entre otras, la lucidez mental, el equilibrio emocional y el dominio de la voluntad.
Como siempre es la conducta del individuo mientras encarnado que determinará la presencia de espíritus que ayuden en la desencarnación, si el espíritu que deja la Tierra ha tenido un comportamiento correcto de aprendizaje, de auto-iluminación, de crecimiento interior y práctica de la caridad tendrá por merecimiento la presencia de espíritus familiares, amigos o espíritus encargados de hacer esa noble labor con Amor.
Si la persona ha tenido un comportamiento de falta de respeto a las Leyes Morales, de fomento de discordias, odios y crímenes tendrá las presencias en ese instante de entidades afines a él, espíritus menos evolucionados le aguardarán el regreso. Los lazos de esa persona estarán más unidos al cuerpo y sufrirá las consecuencias de sus propios actos, en el momento del desligamiento, ya que estando muy apegado a la materia sentirá las necesidades materiales, a veces por largo tiempo, de cuando estaba entre los vivos.
El desligamiento definitivo del lazo fluídico, lo que llamamos comúnmente muerte, indica que el hombre deja la Tierra y entra otra vez en el mundo espiritual, el mundo incorpóreo.
Hay diferentes tipos de desencarnaciones, dependientes de varios factores: unas dulces,  tranquilas y rápidas; otras lentas y convalecientes; otras aún precipitadas. Hay personas que llegan al mundo espiritual en condiciones lamentables.
Pero algunos hechos pueden alterar esa elección, como es el caso de una persona que se desvía tanto de sus compromisos asumidos en la espiritualidad,  dejándose llevar por pasiones, vicios y rebeldía. En ese caso, es mejor rescatarla de sus enredos y anticipar su regreso al mundo espiritual para evitar mayores prejuicios para ella (si siguiera con su conducta iría agravando y perjudicando más su futuro). Es, en ese caso, el equipo espiritual que acompaña la encarnación el encargado de tomar esta decisión, siempre velando por el bienestar del encarnado.
 A menudo, cuando la persona está enferma y tiene una convalecencia larga, siente que los lazos que le atan al cuerpo se van difuminando y eso le hace entrever su regreso al mundo espiritual. En ese período de enfermedad el espíritu puede empezar a llevar sus pensamientos hacia atrás, reviviendo su vida, haciendo balance de sus actos, comprometiéndose a cambiar. Es por eso que la eutanasia es considerada un crimen, porque se acorta ese tiempo de reflexión que muchas veces es necesario al espíritu en vías de desencarnación. Puede ver modificado en esos instantes patogénicos su estado íntimo, sus aspiraciones para con la vida y buscar una aproximación legítima con Dios. Podremos pensar que hacemos un favor aliviando al enfermo, quitándole sufrimiento, pero en realidad los designios Divinos son insondables para nosotros.
Retorno al mundo espiritual:
Después de la muerte, el espíritu entra otra vez en estado de turbación proporcional al entendimiento de las verdades espirituales y a su comportamiento en la encarnación.
Si el espíritu ha dedicado tiempo al cumplimiento de sus deberes morales e intelectivos, si ha pensado en la muerte y si se ha preparado para ella, la turbación será corta. No obstante, si se dejó llevar por el materialismo y el egoísmo, la turbación puede llevar días, meses o años.
Por lo tanto, después de la desencarnación, el espíritu vuelve a estar en la erraticidad, en la vida verdadera del espíritu y encontrará allí un lugar para vivir, de acuerdo con sus pensamientos. Puede ir a habitar en una esfera donde esté en paz, en armonía y en tranquilidad, como ir a un sitio oscuro y triste, de sufrimiento y penurias. En el mundo espiritual los espíritus se agrupan por afinidad de pensamientos, intenciones y objetivos.
Todo depende, por lo tanto, cuando el espíritu vuelva al estado errante de la conducta y preparación durante la encarnación, sus actos y la lucidez espiritual serán el reflejo de su condición conflictiva o de paz.  Cuanto más sabe más se hace responsable de sus actos. Dios fuente perenne de toda la vida, justo y misericordioso vela por sus hijos valorando los esfuerzos e iniciativas de la criatura en mejorarse y el bien practicado en auxilio al prójimo. Él, con sus leyes, atenúa al máximo los desvíos cometidos por el hombre pero cada uno tendrá que corregirse y avanzar.
Cuando en la erraticidad, esperará una nueva oportunidad para reencarnar siguiendo el camino evolutivo destinado a todos, obedeciendo a la ley de reencarnación y progreso hasta que alcance las condiciones exigidas para no pertenecer más a un mundo material.
Por lo tanto es fundamental que aprovechemos la oportunidad de dominar el corazón, guiar los impulsos y orientar las tendencias rumbo la evolución sublime de los sentimientos. El intelectualismo es necesario para el crecimiento del hombre en múltiplos aspectos sobre el orbe terrestre, pero la moral es el núcleo valeroso más importante de las energías evolutivas y que el hombre debe buscar alcanzar.
Es crucial no perder la oportunidad que tenemos ahora, porque luego hay que esperar que todas las circunstancias se den nuevamente para poder arreglar las cosas que dejamos atrás, pediremos nuevas probaciones purificadoras para rescate de errores y faltas cometidos hoy derivados del divorcio de los sentimientos nobles.
En el Libro de los Espíritus, capítulo VII, Libro Segundo, de Allan Kardec, se puede obtener respuestas dadas por los espíritus sobre ese tema.
En el Libro El Consolador, de Francisco Cándido Xavier, dictado por el espíritu de Emmanuel, se encuentran también muchas explicaciones a este respeto.

Cláudia Bernardes de Carvalho
Centro Espírita Entre el Cielo y la Tierra