sábado, 29 de septiembre de 2012

La verdadera historia de Jenny Cockell.


Yesterday’s Children (2000).
La verdadera historia de Jenny Cockell.




Desde la infancia, según afirma ella misma, Jenny Cockell ha tenido constantes sueños, recuerdos de una mujer irlandesa, finalmente identificada como Mary Sutton, que murió más de dos décadas antes de nacer Cockell, dejando atrás a ocho niños de corta edad.


Jenny Cockell nació en 1953, en Inglaterra. Ahora, es esposa y madre de dos niños, y trabaja como podóloga en Northhamptonshire. Su inusual historia ha sido contada en programas de televisión tales como “Unsolved Mysteries” y en sus libros.



Ella se describe de niña, como “retraída y nerviosa”, que con frecuencia, se despertaba llorando con sus “recuerdos de la muerte de Mary” y por su “miedo por los niños que estaba dejando abandonados”. Jenny dice que cuando era niña, tenía una clara idea en su cabeza, de la cabaña de Mary y de sus alrededores y que podía dibujar mapas aproximados de la aldea, visualizaba un lago, un muelle y una iglesia. Este rompecabezas, se aclaró más cuando ella estaba estudiando un mapa de Irlanda. Concentrándose un poco, se encontró con la aldea de Malahide, al norte de Dublín.



Los sentimientos de abandono y culpa, por sus supuestos hijos perdidos, nunca desaparecieron. Una vez mayor, se sometió a varias terapias de hipnosis para averiguar más detalles sobre sus recurrentes sueños. En ese tiempo, llegó a saber el nombre de sus hijos, a visualizar su acta de matrimonio y nacimientos, pero aún no lograba recordar el apellido de la familia irlandesa.
Luego de casarse y de convertirse en madre, los sentimientos de necesidad de encontrar a su “otra familia”, aumentaron. Fue cuando tomó la decisión de ir a Irlanda para encontrar a sus hijos. Una vez allí, se sintió como en casa. Casi no tenía necesidad de usar mapas, porque prácticamente conocía el pueblo, después de haber dibujado los planos de las calles, infinidad de veces cuando era niña.


Reconoció el lago y el muelle. Y finalmente, encontró los restos de lo que alguna vez había sido la cabaña de Mary, pero nada sobre sus hijos.
Al mismo tiempo, un equipo de investigación de la BBC que preparaba un documental sobre lo paranormal escuchó la historia y contribuyó con algunos detalles. Un granjero de Malahide que vivía cerca de la casa de Mary, recordaba a la familia y proporcionó el apellido que Jenny nunca pudo recordar: Sutton. Descubrió que los niños habían sido llevados a orfanatos. En marzo de 1990 un contacto en Dublín encontró el certificado de defunción de Mary Sutton. Había muerto en el hospital Rotunda de Dublín el 24 de octubre de 1932, a causa de gangrena, pulmonía y toxemia. Y un sacerdote encontró las actas de nacimiento de 6 de los 8 niños. Por lo menos, Jenny tenía la evidencia, de que los sueños que la atormentaban desde pequeña, no eran sueños, sino recuerdos.



Se enviaron misivas a diferentes orfanatos y se pusieron anuncios en los periódicos para reunir a los niños perdidos, los que ahora, tendrían edad suficiente para ser los padres de Jenny. Así, se pudieron reunir los 6 hermanos sobrevivientes, ya que dos ya habían fallecido.


Cada uno de los hijos de Mary, tomó la intervención de Jenny en la reunión de su familia como quiso. Algunos la ven como la reencarnación de su madre, otros como el alma de su madre hablando a través de ella. Sea como fuere, Jenny al fín pudo reunir a la familia que alguna vez se separó, debido a la muerte de su madre.
Sunny, el hijo mayor de Mary, fue el que tenía mayores recuerdos de su madre. Y con quien Jenny soñaba más. Constantemente soñaba que esperaba en el muelle, pero no sabía por qué. Una vez que conoció a Sunny, lo comprendió. Cuando era pequeño, Sunny trabajaba en un campo de golf al otro lado de la bahía, y era Mary quien iba a esperar que regresara en el bote, para cubrirlo con un manto de las brisas marinas.

Luego de que la familia estuvo reunida nuevamente, los hermanos y Jenny, forjaron fuertes lazos que los mantienen en contacto hasta el día de hoy.
A continuación, un extracto de un documental del año 2000, ” “Children’s Past Live”, hecho para el canal 4 de Inglaterra, sobre reencarnaciones, del caso de Jenny Cockell y su familia irlandesa:

Se realizó una película basada en este caso, llamada “Yesterday’s Children”, del año 2000. Con Jane Seymour en el papel de Jenny Cockell.

A través del tiempo y la muerte[El siguiente artículo por Bette Stock-bauer no es una recensión literaria del libro A través del tiempo y la muerte (Across time and death), por Jenny Cockell, sino un resumen de una extraordinaria historia de la interacción de dos vidas unidas mediante la Ley del Renacimiento que muchos pueden creer es una poderosa confirmación del hecho de la reencarnación.
En 1932 Mary Sutton se estaba muriendo, aterrada y sola, en un hospital de Dublín. Sólo tenía 35 años, pero las complicaciones que le siguieron al parto debilitaron gradualmente su cuerpo. Los recuerdos de su hogar evocaron imágenes de sus hijos, y a pesar de que la elevada fiebre distorsionaba el tiempo y la realidad, un miedo dominaba cada pensamiento: “¿Qué será de mis hijos cuando yo muera?” El 24 de octubre, la muerte la liberó de una vida difícil, pero dejaba a ocho hijos que debían seguir su camino sin su protección.

Veintiún años después, Jenny Cockell nació en una familia de clase media de Inglaterra. Era una niña solitaria, retirada en su propio mundo apacible. Sus días estaban llenos de imágenes de otro tiempo y espacio, sus noches colmadas de un sueño horrible, el sueño de “saber la angustia de una mujer destinada a morir antes de que sus hijos crecieran. Yo lloraba como ella lloraba; reconocía su dolor como el mío, Tenía miedo por los niños y preocupación sobre cómo saldrían adelante. La ira y la injusticia pesaban más que cualquier dolor que la muerte causara. Porque la muerte llegaba, inevitable y repetidamente, a través de esos sueños.”

A través del Tiempo y la Muerte es la historia de estas dos vidas, la primera finalizada antes de tiempo, la segunda con un solo objetivo – encontrar de nuevo a esos niños que se dejaron atrás y saber de sus vidas, viajar a un tiempo pasado y curar los sentimientos de culpabilidad y separación. En el transcurso de ese viaje, Jenny Cockell descubriría la profundidad de su propia vida interior. Ella uniría a una familia por mucho tiempo dividida, para luego tejer para el mundo una historia tan cautivadora como una novela de ciencia-ficción.

Cuando era muy joven, Jenny Cockell pensaba que todo el mundo sabía acerca de vidas pasadas. Sus emociones estaban dominadas por las alegrías y los temores de la que ella siempre conoció como Mary. Sus días y noches estaban llenos de escenas –de la casa de Mary, pequeña y de color marrón claro, protegida del camino por un muro de piedra, con acres de terrenos pantanosos por detrás, mi riachuelo, y un huerto de hortalizas. Mary pasaba la mayor parte del tiempo cocinando; las patatas y la harina de avena constituían la dieta diaria ya que no había dinero para carne. Muy cerca había un pueblo más grande con una estación de ferrocarril, una carnicería y una iglesia. Había a cada lado de una calle paradas de mercado que vendían cosas que ella nunca podía comprar.

Jenny siempre supo que “el período de tiempo transcurría desde aproximadamente 1898 hasta los años treinta – esos fueron los años en que vivió Mary. También sabía que su vida transcurrió en Irlanda. Un día, de niña, sentí con toda seguridad que si pudiera mirar un mapa de Irlanda sabría, con certeza, dónde estaría situado el pueblo y podría compararlo con los mapas que había estado dibujando desde que fui lo suficientemente mayor para sostener un lápiz. Hice varios intentos, y cada vez volvía al mismo sitio en el mapa. El lugar se llamaba Malahide, y estaba justo al norte de Dublín.”

Los más vivos recuerdos hacían referencia a los niños – el hijo mayor de 13 años, seguro de sí mismo pero sin dejar de ser amable; una niña que era lista en la escuela, paciente y servicial en casa. Ella vio a tres muchachos más pequeños, una niña pequeña de cinco años que era rubia y muy bonita, y a un recién nacido.

Existían recuerdos de la misma Mary, con jerséis de media manga y faldas negras de lana, cabello largo estirado recogido en un moño. En una escena, se vio a sí misma esperando sola en un embarcadero de madera, arropada con un manto por el frío y mirando hacia el mar. Parecía como si fuera allí a menudo, pero Jenny nunca pudo recordar por qué o a quién estaba esperando.

Cuando tenía cuatro años, Jenny le preguntó a su madre por qué su profesor de catequesis nunca mencionaba las vidas pasadas cuando hablaba de la vida y la muerte. A pesar de que la actitud de la madre fue comprensiva, Jenny aprendió que la reencarnación se consideraba una creencia, no un hecho, y no era generalmente aceptada en Inglaterra. “Esta revelación – que mi verdad no era una verdad a los ojos de otros, y que yo era distinta – fue un gran golpe para mí, y hacía que me preocupara y me cuestionara constantemente a mí misma.”
La búsqueda
A la edad de ocho años, las premoniciones reveladas en sueños renovaron su confianza en sí misma porque podía ver físicamente como sus sueños se cumplían. Empezó a desarrollar su propio sentido de la normalidad, y compartía su vida secreta con sólo unos pocos. En su mayor parte, ella vivía en el mundo de Mary. En la adolescencia, Jenny empezó a formarse una existencia en su vida presente. Acabó sus estudios y se convirtió en podóloga diplomada. Se casó con su marido actual, Steve, y se asentaron en las afueras de un pueblo. Tuvieron dos hijos y su vida era feliz. Las incursiones en el pasado se hicieron menos frecuentes, pero surgían fragmentos del pasado.

Estos recuerdos, sus dibujos de la infancia de iglesias y mapas, y sus muchos sueños, estaban cuidadosamente guardados en libros de notas. Ella sabía que algún día el tiempo y el dinero le permitirían seguir completamente el recuerdo de Mary. El estímulo que necesitaba llegó en 1980 cuando encontró un mapa detallado de Malahide. Por primera vez vio la evidencia física que verificaba sus dibujos. Las carreteras y lugares destacados estaban situados correctamente, la distancia a escala. La estación de ferrocarril y la carretera a Dublín correspondían exactamente.
Mary con Phyllis de 2 años en 1927

Ella se dirigió a escritores sobre reencarnación pidiendo consejo sobre el hecho de acercarse a los miembros de la familia. Ella estudió el tema y le hablaba a todos aquellos que escuchasen su historia.

En 1988 un hipnoterapeuta le pidió que participara en un estudio de investigación sobre vidas pasadas. Esto implicaba una exposición a un nivel aún más profundo. La hipnosis iniciaba una época de participación que casi duplicaba su obsesión de la infancia.

Surgieron nuevas escenas. Una imagen de una mañana temprano y niños excitados que la llamaban fuera. Colgado de las patas había un conejo que ellos habían atrapado con una trampa. Parecía demasiado largo, estirado y asustado. Ella gritó con sorpresa: “¡Todavía está vivo!”

Otra vez revivió la muerte de Mary. En una ocasión ella se sintió por encima del cuerpo, mirando fijamente hacia abajo a su cascarón vacío. Ella vio a su marido al lado de la cama, inclinado en desesperación. Para ella la hipnosis abrió una caja de Pandora, tanto positiva como dolorosa. “Hasta entonces había guardado bajo llave en una parte menos visible de mi consciencia mi frustración de no ser capaz de hacer algo para encontrar a los niños y mi furia abrumadora por la situación. Yo había tenido que hacer esto para funcionar en la vida normal La hipnosis, sin embrago, estaba derrumbando todas esas barreras que yo me había erigido para protegerme a mí misma de parte del dolor. Aunque siempre podía recordar y sentir el dolor, había racionalizado todo para poder continuar como yo misma. La intensidad de recordar bajo hipnosis me dejaba abierta, sensible, vulnerable y confundida. Había un tremendo conflicto entre la auto-conservación y las necesidades del pasado. Desde el punto de vista psicológico es a menudo mejor afrontar las cosas que reprimirlas, pero el trauma de hacer eso no debe ser infravalorado.”

En junio de 1989 finalmente pudo ir a visitar Malahide. Sus noches antes de partir estaban llenas de sueños. La pequeña casa había sido derruida y sólo permanecían los cimientos, cubiertos de flores silvestres y matas de hierba. Siempre había grupos de personas con ella, observando los restos.

Cuando vio Malahide, sus visiones fueron verificadas, porque conocía los alrededores. Se dirigió a la iglesia y vio el edificio que había dibujado cuando era niña. La carnicería aún estaba. No pudo encontrar la casa, sólo restos de un muro de piedra cubiertos de setos. Los terrenos pantanosos habían sido secados para una nueva urbanización.

ContactosA partir de ese punto la búsqueda tomó vida propia. Un equipo de investigación de la BBC que preparaba un documental sobre lo paranormal escuchó la historia y contribuyó con algunos detalles. Un granjero de Malahide que vivía cerca de la casa recordaba la familia y por fin proporcionó el apellido que ella nunca pudo recordar Sutton. Él le contó que los niños habían sido llevados a orfanatos. Un sacerdote en Dublín encontró las partidas de bautismo de seis niños Sutton: Jeffrey (1923), Philomena (1925), Christopher (1926), Francis (1928), Bridget (1929) y Elizabeth (1932). Nunca se localizaron los informes de los dos hijos mayores, Sonny y Mary. En marzo de 1990 un contacto en Dublín encontró el certificado de defunción de Mary Sutton. Había muerto en el hospital Rotunda de Dublín el 24 de octubre de 1932, a causa de gangrena, pulmonía y toxemia. Por lo menos, Jenny tenía la prueba en papel que necesitaba.

Los anuncios en el periódico finalmente dieron con la pista del tercer hijo, Jeffrey, en Irlanda. Jenny sólo habló con él una vez y sintió que no había manejado bien la situación. Sin embargo, él le dio las direcciones de sus tres hermanos – Sonny, Frank (Francis), y Christy (Christopher). Después de la llamada, algo cambió. “Fui por fin capaz de aceptar emocionalmente que los niños habían crecido. Sabía que ellos tendrían ahora de cincuenta a sesenta años, pero se necesitó el contacto real para liberarme de esa parte de mi memoria que me hacía creer que eran los niños que una vez fueron. Mis sentimientos continuaron siendo fuertemente maternales, pero pude comprender que los ‘niños' eran ahora autosuficientes. Me sentí curiosamente libre.” Su próximo contacto fue Sonny, el hijo mayor, que vivía en Inglaterra. Explicándole que ella recordaba la familia a través de sueños, ella describió la pequeña casa en Malahide. Sonny rápidamente confirmó su descripción y parecía no tener ningún problema en aceptar lo esencial de su historia. Él le contó que habían existido ocho hijos que vivieron y dos que murieron durante la infancia. Los hermanos se habían reunido en 1985, pero el paradero de las hermanas era desconocido. Él expresó el deseo de encontrarse y contarse recuerdos.

Al empezar a contarse los sucesos, Sonny recibía cada revelación sobre su infancia con entusiasmo y asombro. Cuando ella le contó sobre el conejo atrapado y suspendido en el aire, él la miró sin comprender y preguntó: “¿Cómo sabía esto?” Hablaron de Mary esperando en el embarcadero, sola al anochecer. “ ‘Le diré por qué usted recuerda ese embarcadero,' dijo Sonny. ‘De niño solía hacer de cadi en la isla para los jugadores de golf, y al anochecer mi madre esperaba en el embarcadero para que pudiéramos ir juntos a casa'.” El manto que llevaba la protegería e las frías brisas marinas.

Sonny habló de su padre y Jenny entendió porqué había borrado el recuerdo. John Sutton era un trabajador con un buen empleo, pero gastaba su dinero en el pub local. Maltrataba a Mary y pegaba a los niños con un gran cinturón de hebilla de metal. La prudencia reservada de Mary y su eterna falta de dinero empezaron a cobrar sentido. La mayor parte del miedo que tenía por los niños debía estar motivado por el comportamiento de él y su duda sobre la habilidad de él para cuidar de ellos.

Respuestas
Lo mejor de todo es que llegaron respuestas a las preguntas que ella había estado persiguiendo durante 35 años: “¿Qué será de los niños cuando yo muera?” La hija más pequeña se quedó con un tío paterno. El resto a excepción de Sonny fueron llevados por las autoridades locales, ya que se juzgó que el padre no estaba en condiciones de cuidar de ellos. Los chicos fueron internados en un orfanato de Hermanos Cristianos, las chicas en una escuela de monjas en Dublín. Sonny permaneció en casa con su padre y vivió una vida desdichada durante cuatro años, trabajando largas horas fuera de casa y soportando palizas constantemente. A los 17 años se unió al ejército, y Mary, la hija mayor, volvió a casa. Después se casó, pero murió a los 24 años al dar a luz.
Jenny con el hijo mayor de Mary, Sonny, en 1990

La primera hija que encontró fue Elizabeth, o Betty, la más joven. Un anuncio en el periódico llamó su atención. Parecía caído del cielo porque lo primero que supo fue que había sido adoptada a la edad de 17 años, y siempre había querido seguir el paradero de su familia. La segunda fue Philomena, o Phyllis. Ella leyó un artículo en el periódico que describía una reunión de miembros de una familia en Irlanda y el papel inusual que Jenny había desempeñado. Cuando Phyllis se encontró con Jenny por primera vez trajo un precioso obsequio, la única foto conocida de su madre Mary, sosteniendo cariñosamente a Phyllis cuando tenía dos años. El marido de Bridget, la tercera hija que quedaba por encontrar, fue finalmente hallado en Australia. La familia supo que ella había fallecido hacía veinte años.

Al final Jenny llegó a conocer a cinco de los hijos. Jeffrey murió en 1993 antes de que se pudieran encontrar. Cada hijo ha entendido el papel de Jenny a su manera. Algunos creen en la reencarnación y otros creen que Mary habla a través de Jenny para reunir a la familia. Todos han encontrado un lugar para la aceptación.

Posteriores visitas a Malahide han permitido localizar restos de la casa de campo que Jenny no había visto en su primera visita. Los trozos de la pared de piedra que daban a la carretera, las columnas de la entrada, los cimientos y paredes que llegaban al nivel de la cintura todavía siguen intactos.

En la primavera de 1994, un equipo periodístico americano invitó a Jenny, Sonny y Phyllis al programa de televisión Phil Donalme. Sonny, ahora de 75 años, y Phyllis, de 68, reconocieron de forma conmovedora a Jenny como su madre. La hija de Sonny, Kathleen, estaba entre el público. Nacida en el mismo año que Jenny, ella también admitió la posibilidad de que Jenny hubiera sido su abuela.

20-20 , una revista de noticias de televisión americana, reunió a la familia en Malahide para celebrar el 75 cumpleaños de Sonny. Cuando visitaron la casita, Christy se conmovió visiblemente al volver a la casa que él había visto por última vez durante su infancia. De pie en el mismo lugar en donde él había visto a su madre por última vez, describió los sentimientos de un niño de seis años: “Recuerdo ese día como si fuera ahora. Puedo recordar aquellos dos hombres llevándose a mi madre en una camilla, subiéndola en una ambulancia y llevándosela. Nunca regresó.” Luego, señalando a Jenny, dijo: “Pero ha vuelto ahora – ella está ahí.” Ambos estaban a punto de llorar.

Ahora la familia está en paz. Las reuniones son animadas, llenas de risas y de conversación. Se intercambian fotos de nietos y bisnietos. Ellos comparten una herencia con Jenny que pocos actualmente pueden reclamar. La misma Jenny está en paz. “Parece como si hubiera pasado por una puerta. Después de años de seguir un camino tortuoso, donde mis propios miedos y sentimientos de incapacidad me retenían tanto como los impedimentos reales, he llegado a un punto en el que se me permite hablar de mis pensamientos y experiencias mucho más abiertamente como nunca antes. Y ha sido extraño descubrir cuántas personas han tenido experiencias ‘extrañas' que no han sido capaces de contar a otros por miedo al ridículo. Ahora se sienten capaces de explicármelas Todo esto me hace preguntar si las experiencias ‘paranormales' ocurren en realidad a más personas de las que sabemos, pero no se discuten abiertamente.”

1.  Esta historia también ha sido llevada a la televisión en una película titulada "Yesterday's Children" (que fue el título original del libro cuando fue publicado en el Reino Unido), y protagonizada por Jane Seymour en el papel de Jenny.