lunes, 22 de octubre de 2012

COMUNICACIÓN ESPIRITUAL


COMUNICACIÓN ESPIRITUAL





“Tanto como más humildes seáis, menos el mundo os conocerá, porque la humanidad quiere vanidad, fausto y cosas mundanas. Las distracciones de la Tierra son para los del mundo; vosotras ya encontraréis alegrías divinas en el reino de Dios.
“Los humildes debéis sentir satisfacción en llevar vuestra cruz, sino ¿en qué os pareceríais al Maestro?, ¿en qué podrías acreditar que sois sumisos y resignados, y qué testimonio daríais al Padre de que acatáis su ley? Vosotros debéis ser como el navegante viajando en alta mar, que en medio de la borrasca ve venir las olas tan furiosas que parece que han de sumergir el buque: tras una ola viene otra y otra, pero el navegante resiste y lucha hasta vencer, porque sabe que le va la vida. ¡Ay de él si pierde la serenidad!
“Así sois vosotros, las pruebas de la vida son borrascas y a veces parece que os han de anonadar. ¡Ay de vosotros si os desesperáis!; ¡pedid fuerzas y luchad con valor! Y así como el navegante pasada la tempestad goza días plácidos y alegres, cantando al compás del balanceo de su buque, así vosotros viviréis alegres y dichosos en el reino de Dios, cuando hayáis triunfado de vuestras pruebas y sufrimientos”.
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“No esperes nada bueno de este mundo, porque muchos gustan de rendir culto a la vanidad y se apartan de la virtud. Ten valor y resignación para llevar la cruz de tu cautiverio.
“Levanta tu pensamiento y recuerda la multitud de mártires, recuerda la calle de la Amargura, el monte Calvario, la Cruz, la Muerte. ¿Has llegado tú a tal extremo? Conforta tu voluntad, ama el dolor, ama los sinsabores y las angustias y acata la ley, que el Padre todo lo ha hecho bien, y un día, que será de siglos, todo se volverá luz, dicha y paz”.
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“Venid a mí, que yo os haré elevar las oraciones al Padre. Le dais ahora gracias por lo que os satisface, está bien; pero dádselas también cuando estéis en tribulación y os abrume el dolor, y dádselas con serenidad y amor, que precisamente eso e lo que os eleva.
“Rechazad toda clase de pensamientos que no os honren delante de Dios”.
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 “¿Qué pedís? ¿No tienes satisfecho el día de hoy? Da gracias a Dios. Si te sobrara algo podría perderse o hacerse un uso contrario a tus deseos. No pienses en mañana, que mañana será un nuevo día. Cuando así lo hagas y los sufrimientos, las pruebas y los dolores no te aflijan, ni te hagan caer, piensa que has dado un paso hacia tu perfección; mas si procuras para mañana y los sufrimientos te hacen perder la calma, piensa que aún estás en el mismo lugar”.
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“Venid a mí los que estéis agobiados y os debata la tristeza, que yo os aliviaré y acudiréis al Padre, para lo cual no necesitáis riquezas ni títulos, sino abnegación, amor y sacrificios; pedidme, yo vendré, que procedo del Padre que nos ama a todos y está con nosotros si nosotros estamos con Él.
“No os quejéis de vuestras pruebas, porque ¿quiénes sois vosotros para murmurar? Dad gracias a Dios y resignaos con la ley divina”.
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“La Tierra que el Padre os ha cedido para vuestra depuración podría haceros felices, si todos, pobres y ricos, pensarais cada día: ¿a qué he venido a la Tierra? Pero habéis faltado y faltáis a la ley. Las pasiones, el orgullo y la crueldad se han apoderado de la humanidad y en lugar de hacer un edén de ese mundo que habitáis, lo habéis convertido en un infierno, y digo infierno porque en la Creación no hay otros infiernos que aquellos que los hijos rebeldes se crean, en donde sufren y en donde sufrís, porque en lugar de la paz tenéis la guerra, y en vez de amaros no os podéis sufrir los unos a los otros, y gran parte de la humanidad vive como las fieras: gruñendo y despedazándose, y el resultado de tal proceder son lágrimas, sangre, horrores, crímenes, sufrimientos, castigos y turbaciones, por siglos y siglos”.
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“Si los que acatáis la ley divina queréis huir de la expiación y alcanzar días de paz, sed mansos y humildes de corazón y resignaos con vuestras pruebas, alejaos de la tentación y sed fuertes en la virtud y en el trabajo. Sembrad la paz y el amor para atraeros a los que combaten en esa lucha, en que como fieras se destruyen, que si lográis llevar la luz donde tantas tinieblas hay, mereceréis la recompensa de lo Alto”.
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“Uníos vosotros estrechamente, y respetaos los unos a los otros, y observad... a aquellos que veáis que por su virtud, su humildad y su abnegación se hagan dignos de ser escogidos del Padre, tomadles por guías y seguidles, a fin de que ninguno de vosotros se extravíe y os hagáis todos aptos para entrar en el reino de Dios”.
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“Guardaos de hablar cuando estéis tristes y abatidos por los dolores que sufrís en la Tierra, si vuestras palabras no son de alabanza a Dios, porque el Padre todo lo ha hecho bien según la ley de justicia; y así como los astros no pueden cambiar su curso, tampoco se puede cambiar nuestro destino. Cuando estéis tristes y abatidos retiraos a vuestro aposento y entregaos a la oración, y yo vendré y os consolaré, y otros también vendrán y os consolarán”.
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“¿Por qué con tanto afán buscáis en la Tierra horas de calma y de paz? ¿No sabéis que no es morada de paz sino de luchas? Esperad siempre horas de pruebas y de sufrimientos, pero esperadlas con ánimo sereno y con valor, y así no os contrariarán tanto las luchas y pesares de la vida.
“Vosotros que amáis tanto al Maestro, ¿no sabéis que Él en la Tierra no encontró ni una hora de paz? ¿Por qué anheláis tanto lo que no es de ese mundo? Acordaos que estáis en un paraje de pruebas, de expiación y de dolores; amoldaos al sufrimiento y resignaos para que podáis hallar la paz en el reino del Padre”.
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“Todos los que queráis seguirme deberéis llevar vuestra cruz con amor, y no penséis que marchando de una parte a otra podáis escaparos de ella; a donde vayáis irá la cruz, y si queréis escaparos, tenéis que llevar dos, la de vuestra expiación y la de vuestra rebeldía”.
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