sábado, 16 de marzo de 2013

LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES PARTE 2


¿Puede creerse en un “dios” que permite tanta desigualdad, como por ejemplo: que un niño nazca ciego y otro no?, ¿uno feo y deformado y otro bello? A una misma hora están dando a luz dos mujeres, una trae a su hijo al mundo bajo la escoria, el abandono y la miseria, ese hijo será despreciado por la sociedad, incluso perseguido por la justicia debido al ambiente en el que va a nacer. Al mismo tiempo otra mujer, dará a luz otro niño, en un hermoso palacio, y por ley de los hombres viene al mundo destinado a ser rey de una nación. ¿Siendo los dos hijos de Dios, por que esta desigualdad que para muchos es injusticia intolerable?
¿Se puede concebir que asesinos, gente de perversos instintos, o seres que supuestamente tranquilos han firmado cientos de penas de muertes, vivan toda su vida rodeados de riquezas y placeres y les llegue la hora de “partir”, rodeados de buenos médicos y máximas atenciones? ¿Puede creerse en un “dios” que según los pobres ignorantes “permite” todo esto?
Es de alabar a la criatura que a pesar de todo tiene fe, aun sin tener quien le aclare nada. Por lo tanto, sin más rodeo, busquemos la Luz de esa Buena Nueva que nos legó el Divino Maestro, y que nos descorrerá el velo, dándonos una cierta y justa respuesta a todas nuestras preguntas y dudas.
Despejemos nuestra mente, y con gran dosis de humildad Razonemos nuestra Fe, creamos en Dios pero con fundamento y sin vacilaciones.
Última y necesaria reflexión:
En la actualidad, en este siglo de progreso, el hombre nada sabe a un del porvenir, nada de la suerte que le espera al final de su etapa terrestre. Muy débil es la fe en la inmortalidad en muchos de los que se llaman discípulos de Cristo; a veces sus esperanzas vacilan bajo el soplo helado del esceptismo.
Los fieles tienen a sus muertos en los ataúdes, y al paso que los cierran, la pesadumbre de la duda cae sobre sus almas oprimiéndolas.
El buen sacerdote conoce su debilidad, sabe que es frágil y que esta sometido a error, lo mismo que aquellos a quienes tiene la pretensión de dirigir, y si no fuese por no comprometer su situación material y su dignidad, reconocería su insuficiencia y dejaría de ser “un ciego guiando a otros ciegos”, por aquel que, no sabiendo nada de la vida futura ni sus verdaderas leyes, se erige en conductor de los demás, es el ciego del que hablan los Evangelios, “ Y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (San Mateo 15:14)
Las tinieblas han invadido el santuario. No hay un Obispo que demuestre saber al respecto de las condiciones de la vida de ultratumba, es decir, de lo que sabía en último iniciado de los tiempos antiguos, el más humilde diacono de la Iglesia primitiva.
Por fuera reina la duda, la indiferencia el ateismo.
El ideal Cristiano ha perdido su influencia sobre el pueblo; la vida moral se ha debilitado. La sociedad, ignorante, del elevado fin de la existencia, se arroja con frenesí a la conquista de los goces materiales.
Ha empezado un periodo de desorden y de descomposición, periodo que conducirá al abismo y la ruina, si ya un nuevo ideal no empezase a despuntar con evidencia, y a iluminar las inteligencias.
Ensanchemos nuestros horizontes, procuremos los que reúnen a las almas y no los que las alejan.
No lancéis anatemas sobre lo que no piensan como vosotros, pues os prepararíais crueles decepciones  en el más allá… No sea vuestra fe exclusiva e intolerante. Aprended a discernir a separar las cosas imaginarias de las reales. Absteneos de combatir a la ciencia y de renegar de la razón, por que la razón es Dios en nosotros, y la conciencia su santuario.
No busquéis más el lazo moral y religioso en doctrinas y sectas paganas,  de opresión y terror.
Dejad al espíritu humano libre su vuelo hacia la Luz y el espacio.
Todo rayo de lo alto es una emanación de Dios, que es el eterno Sol de las almas.
Cuando la humanidad se halle libre de las supersticiones y de los fantasmas del pasado, entonces veréis florecer los gérmenes del amor y del bien que la mano divina ha depositado en ella y conoceréis la Verdadera Religión, la que se eleva por encima de la diversidad de creencias y no maldicen a ninguna.

“La Verdadera Doctrina Espiritual” que es el legado que Nuestro Maestro Jesús de Nazareth nos dejo.

Descorramos el velo…
Comenzaremos por desmenuzar la Parte del Evangelio que mas interesa a la humanidad.
Todas las religiones tienen por cabecera a Dios, lógico; si tienen alguna duda, es lo bastante para no captar Su Mensaje, y si fuese así, pues entonces “apaga y vamonos”.
En los tiempos del Señor existían muchas sectas, casi como ahora, pero si repasamos la historia, la que mas me impacta es la de los Fariseos, me recuerdan muchos movimientos de hoy.
(Fariseos: del hebreo Pharasch: división, separación.)
La tradición formaba una parte importante de la Teología judaica; consistía en la colección de las interpretaciones sucesivas dadas sobre el sentido de las Escrituras y que habían venido a ser artículos de dogma. Entre los doctores, este asunto era objeto de interminables discusiones, y las mas de las veces sobre simples cuestiones de palabras o de formas, por el estilo de las disputas teológicas y de las sutilezas ecolásticas de la edad media; de ahí nacieron diferentes sectas que pretendían tener cada una monopolio de la verdad y como acontece casi siempre, se detestaban “cordialmente” las unas a las otras.
Entre estas sectas, la más influyente era de los Fariseos, que tubo como jefe a Hillel doctor judío que nació en Babilonia, fundador de una escuela celebre, en la que enseñaba que la fe solo se debía a las Escrituras. Su origen se remonta al año 180 a 200
Antes de J.C. Los Fariseos fueron perseguidos en diversas épocas, notablemente bajo el mando de Hirtano, soberano pontífice y rey de los judíos, de Aristóbulo y de Alejandro rey de Siria, sin embargo, este ultimo habiéndoles vuelto sus honores y sus bienes, afianzaron su poder, que conservaron hasta las ruinas de Jerusalén; el año 70 de la era Cristiana, época en que desapareció su nombre a consecuencia de la dispersión de los judíos.
Los Fariseos tomaban una parte activa en las contraversias religiosas; serviles observadores de las prácticas exteriores del culto y de las ceremonias, lleno de un celo ardiente de proselitismo, enemigos de los innovadores afectaban gran severidad de principios; pero bajo las apariencias de una devoción meticulosa, ocultaban costumbres disolutas, mucho orgullo y sobre todo, un amor excesivo de mando.
La religión era para ellos antes un medio de medrar que objeto de fe sincera. Solo tenían el exterior y la ostentación de la virtud; mas así ejercían una gran influencia sobre el pueblo, a cuyos ojos pasaban por “santos” y por esto eran tan poderosos en Jerusalén.
Creían, o al menos hacia ver que creían, en la Providencia, en la inmortalidad del alma, en la eternidad de las penas y “en la resurrección de los muertos”.
Jesús, que apreciaba ante todo la sencillez y las cualidades del corazón, que prefería en la ley el espíritu que vivifica a la letra que mata, se dedico, durante su misión a desenmascarar la hipocresía de aquellos y por consiguiente, tubo en ellos enemigos encarnizados; por esto se unieron con los príncipes de los sacerdotes para amotinar al pueblo contra El y hacerlo perecer.
Por mi cuenta, añado: si Jesús se presentase ahora, lo volverían a tachar de loco, y en los momentos que atravesamos, le harían volar por los aires en su primera charla o sermón; ya que el negocio de las sectas se vendrían a bajo, se acabaría el hablar en metáforas, en confundir a la gente humilde y sencilla, no tendrían mas remedio que volver a oír la clara voz del Mesías en todo su esplendor,  Es decir, El Evangelio con toda su pureza y Verdad.
El nos habla del Espíritu y no del cuerpo que es perecedero;  El nos dijo:
“Nadie puede ver el Reino de Dios, si no aquel que renaciere de nuevo”
Ahora tranquilamente veamos como el propio Maestro nos lo explica, insistiendo una y otra vez en los mismos, leamos con humildad, recogimiento y verdadero amor.
Su palabra es rotunda clara y sencilla, no confunde a nadie.
1) “Y vino Jesús a las partes de Cesarea de Filipo pregunto a sus discípulos: “¿Quien dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos dijeron: Unos que Juan el Bautista; otros que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas. “El les dijo: Vosotros ¿quien decís que soy yo?” Tomando la palabra Simón dijo: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan, por que no te lo ha relevado la carne ni la sangre, sino mi Padre que esta en los cielos”
(San Mateo capitulo 16 v 13 a 17) (San Marcos, capitulo 8 v 27 a 30)
2) “Y llego a noticia de Herodes el tretarca todo lo que hacia Jesús, y quedo como suspenso, por que decían algunos: “que Juan a “Resucitado” de entre los muertos”; y otros: “Que Elías hacia aparecido; “y otros: “Que un profeta de los antiguos havia “resucitado”. Y dijo Herodes: “Yo degollé a Juan; ¿quien, pues,  es este de quien oigo tales cosas? Y procuraba verlo”
(San Marcos capitulo 6 v 14 y 15), (San Lucas, capitulo 9 v 7, 8 y 9)
Después de la transfiguración.
3) “Y sus discípulos le preguntaron, y le dijeron: ¿Pues por que dicen los escribas que Elías debe venir primero? Y El les respondió: “Elías, en verdad, ha de venir, y restablecerá todas las cosas” – “Pero os digo que ya vino Elías” y no le conocieron, antes hicieron con el cuanto quisieron. Así también ellos aran padecer al Hijo del hombre. “Entonces entendieron los discípulos que de Juan el Bautista les havia hablado”
(San Mateo capitulo 17 v10 al 13), (San Marcos, capitulo 9 v10, 11, 12)
La reencarnación formaba parte de los dogmas Judaicos, bajo el nombre de “Resurrección”; solo los saduceos, que pensaban que todo concluía con la muerte, no creían en ellas.
(Lo mismo les ocurre hoy a un elevado número de los que se sienten cristianos).
Claro, la culpa no es de ellos,…volvemos a los mismo, “El ciego que guía a otros ciegos”…
Las ideas de los judíos en este punto, como en muchos otros, no estaban claramente definidas, por que solo tenían nociones vagas e incompletas sobre el alma y sus lazos con el cuerpo.
Creían que un hombre que havia vivido podía volver a vivir, sin explicarse con precisión la manera como esto podía suceder; designaban con la palabra “resurrección”, lo que la verdadera doctrina Espiritual, la que en verdad Cristo predicaba, llama mas juiciosamente “Reencarnación”.
En efecto, la “Resurrección”, supone la vuelta a la vida del cuerpo que esta muerto, lo que la ciencia, (repetimos) demuestra materialmente imposible; la reencarnación es la vuelta del alma o del espíritu a la vida corporal, pero en otro cuerpo nuevamente formado para el y que nada tiene de común con el antiguo.
La palabra “Resurrección” podía de este modo aplicarse a Lázaro, pero no a Elías ni a los otros profetas. Si, pues según sus creencias, Juan el Bautista era Elías, el cuerpo de Juan no podía ser el de Elías, puesto que se havia visto a Juan niño y se conocía a su Padre y a su madre.
Juan podía, pues, ser Elías, reencarnado, pero no “Resucitado”.
“Hermanos: Observad, que el Divino Maestro, nos aclara las ideas y conceptos, como dirigiéndose a chiquillos, y como dice un conocido sacerdote, (no olvidemos que todos llevamos dentro el chiquillo que fuimos y no hemos dejado de ser) y lo hace sin doble fondo, con luminosidad, insistiendo en su contenido, ese fue su grato mensaje: “la muerte no existe”.
¿Quien gana confundiendo a las masas?, no lo entiendo.