jueves, 31 de octubre de 2013

POESÍA


JESÚS NUESTRO

Maestro, tú me perteneces,
nuestro eres y de ti somos.
No puedes separarte de mí
porque moras dentro de mi corazón.
Posesivo soy contigo,
mas no por egoísmo,
sino porque preciso del farol de tu luz centelleante,
la que alumbra el camino de la Verdad,
certeza por ti revelada a los hombres en la Tierra.
Maestro, eres el pictograma de la Humanidad.
Cuando vuelo entre mis sueños,
tu cara se refleja en los océanos,
y me guiñas con tu ojo
hasta en las blancas olas espumosas que se rompen.
Y tu rostro, inscrito está
en lo recóndito de nuestra conciencia,
como la obra del escultor
se halla henchida del gesto de sus manos.
Es imposible renunciar al son de tu voz,
por eso, ni en la mayor de mis calamidades
 podría yo olvidarte.
Por subir a la montaña,
tu sermón resuena como eco inmortal,
no puedo atraparlo con mis dedos,
pero sí guardarlo en mi pensamiento,
para que me guíe por el camino recto.
Y aunque fuera sordo,
te escucharía en mis adentros,
y aunque estuviera ciego,
me prendaría hasta del aire que suspiras,
lo que me haría vibrar de emoción.
Yeshua, te llamaban los que te conocieron,
los que hablaban tu lengua,
y con tan solo proclamar tu nombre
brotas ante mí como agua celestial,
esa que calma la sed para siempre
y que diste de beber.
Te acercas en el silencio de mis soledades,
y tus brazos me acogen con dulzura
y me reconfortas
hasta en el más mustio de los días.
¿Lo recuerdas? Tú nos lo dijiste.
Basta con pensar en ti
para que habites entre nosotros
y te adentres en el hogar de nuestras entrañas.
No es solo brillo lo que desprendes,
es que tú irradias hasta los confines del Universo.
¿Tendré mayor aliento que saber de ti,
que palpar con la yema de mis dedos,
tu tierna compañía?
Si río, te regocijas conmigo,
si la tristeza me ahoga, tu mirada me consuela.
Si desfallezco, tus ojos me inspiran,
y me elevo, y prosigo mi camino,
aquel que algún día
me concederá mi más eterno deseo.
Maestro ¿palpitas mis pensamientos?
¿Respiras mis anhelos?
Recibir tu sublime abrazo quiero,
y contemplar tu aura de fulgor
con mis pupilas dilatadas,
 como agua vertida del cristal
por las luchas sostenidas,
por las batallas superadas
a la ignorancia y al tiempo,
al egoísmo y al orgullo,
pues el amor penetró en mí
porque yo le abrí mis puertas.
Y entonces, tú me llamaste,
y pronunciaste mi nombre,
y entraste,
porque tú,
al igual que nuestro Padre,
derramas solo amor.
Por eso nos perteneces,
por eso, Yeshua,
eres nuestro, sin excepción,
por los siglos de los siglos,
Jesús.



©José Manuel Fernández

domingo, 27 de octubre de 2013

PROTECCIÓN DE LOS ANGELES GUARDIANES

Aun en esta descreída época y entre la vorágine de nuestra  civilización, a despecho de la ciencia dogmática y del mortifero materialismo, puede hallar quienquiera que se tome el trabajo de fijar la atención en ellos, numerosos ejemplos de mediación protectora, inexplicable desde el punto de vista del materialismo. A fin de darle al lector prueba de ello, resumiré brevemente unos cuantos ejemplos de los referidos por escritores veraces.
Circunstancia muy atendible en estos recientes ejemplos es que, según parece, la mediación tuvo casi siempre por objeto proteger o salvar a la infancia.
Hace pocos años sucedió en Londres un interesante caso relacionado con la salvación de
un niño en un terrible incendio que estalló cerca del barrio de Holborn, destruyendo por completo dos casas. Las llamas habían tomado tal incremento antes de advertirse el siniestro, que los bomberos se vieron precisados a dejar que el fuego devorase las casas, convirtiendo todos sus esfuerzos a localizar el incendio y poner en salvo a los moradores. Lograron salvarlos a todos excepto dos: una anciana que murió asfixiada por el humo, antes de que los bomberos pudiesen auxiliarla, y un niño de cinco años de quién
nadie se había acordado entre la turbación y pánico que a los inquilinos les causara la voz de fuego. Sin embargo, semejante olvido tenía su fundamento psicológico, porque el niño no habitaba de ordinario en aquella casa, sino que obligada su madre a ir a Colchester para asuntos de familia, lo había confiado aquella noche a la hospitalidad de una parienta suya que era precisamente inquilina de una de las casas incendiadas. Así es, que cuando todos estuvieron en salvo y los edificios envueltos en llamas, se acordó la pobre mujer con espanto del niño cuya guarda le habían confiado. Viéndose impotente de volver a la casa y llegar hasta la alcoba del niño, prorrumpió en desesperado llanto; pero un bombero resolvióse entonces a intentar un supremo esfuerzo, y enterado por la inquilina de la exacta situación de la alcoba, penetró heroicamente por entre aquel infierno de fuego y humo. A los pocos minutos reaparecía con el niño sano y salvo, sin el más leve chamusqueo.
El bombero refirió que la alcoba estaba ardiendo y con la mayor parte del suelo hundido, pero que las llamas, contra su natural propensión, retorcían sus lenguas hacia la ventana de modo tal que jamás lo había él notado en su larga experiencia del oficio, dejando enteramente intacto el rincón donde estaba la cama del niño, aunque ya se veían medio quemadas las vigas del techo. Dijo también que había encontrado al niño presa del natural terror, pero que al acercarse a él con serio peligro de su vida (y esto lo declaró el bombero repetidas veces), vió una figura como de ángel «gloriosamente albo y resplandeciente, inclinado sobre la cama en actitud de cubrir al niño con la colcha».
Estas últimas fueron sus propias palabras. Añadió después que no había sido víctima de alucinación alguna, porque el ángel estaba rodeado de un nimbo de luz y pudo verle distintamente por unos cuantos segundos, antes de que desapareciese al acercarse el salvador a la cama del niño.
Otra circunstancia curiosa de este suceso fue que, aquella misma noche, la madre del niño no pudo conciliar el sueño en su alojamiento de Colchester, viéndose continuamente atormentada por la tenaz idea de que a su hijo le amenazaba una desgracia. Tan persistente fue el presentimiento, que por último se levantó para
impetrar fervientemente del Cielo que protegiese al niño y le salvase del peligro que sobre él se cernía. La intervención fue así evidentemente lo que un cristiano llamaría “escucha de una plegaria”; pero un espirita, expresando la misma idea con más científica frase, dirá que el interno desbordamiento del amor maternal constituyó la fuerza aprovechada por uno de nuestros protectores invisibles para salvar al niño de espantosa muerte.
Otro caso de milagrosa protección a la infancia ocurrió en las riberas del Támesis, cerca de Maidenhead, pocos años antes del ya referido.
Esta vez el peligro no provino del fuego, sino del agua. Tres pequeñuelos, que, si mal no recuerdo, vivían en el pueblo de Shottesbrook o cerca de allí, fueron a dar un paseo. De pronto, en una revuelta se les echó encima un caballo que remolcaba una lancha y en la confusión del atropello dos de los niños se adelantaron hacia el lado izquierdo de la soga y tropezando en ella cayeron al río. El barquillero, al percatarse del accidente, se abalanzó con intento de salvarlos, pero asombrado vid que como por milagro flotaban sobre el agua, moviéndose suavemente
hacia la orilla. Esto fue lo que el barquillero presencio; pero los niños refirieron acordemente que “un hermoso joven de resplandeciente blancura” había estado junto a ellos en el agua, sosteniéndolos y guiándolos hacia la orilla. La hija del barquillero, que a  gritos  acudió desde su choza, dijo en corroboración del relato de los niños, que también ella había visto como «una hermosa señora» los
conducía hacia la orilla.
Sin conocer todos los pormenores del caso expuesto, es imposible asegurar qué especie de protector era este ángel, pero la opinión más razonable se inclina a suponerle un ser humano de adelantado perfeccionamiento que actuaba en el plano espiritual, según veremos más tarde al discurrir sobre este asunto, desde el punto de vista de los protectores con preferencia al de los protegidos.
El conocido sacerdote Dr. John Mason Neale, cita un caso en el que se echa de ver más distintamente la acción protectora. Cuenta el reverendo Mason que un hombre recién enviudado fue de visita con sus niños a la casa de campo de un amigo. Era la casa vieja, estaba aislada, y en la planta baja había largos y oscuros corredores por donde los niños acostumbraban a jugar placentera mente al escondite.
Pero en aquella ocasión quisieron subir al primer piso con gravedad de personas mayores, y dos de ellos dijeron que, al pasar por uno de loscorredores, se les había aparecido su madre, mandándoles retroceder. Examinado el lugar del suceso, evidencióse que de subir los niños unos cuantos peldaños más, se hubiesen caído
a un patio descubierto, interpuesto en su camino. La aparición de su madre los salvó así de una muerte segura.
En este ejemplo parece indudable que la misma madre estaba celando todavía por sus hijos desde el plano astral, y que (según ha sucedido en algunos otros casos) su intenso deseo de preservarlos del peligro en que tan descuidadamente iban a perecer, le dio la facultad de manifestarse visible y auditivamente por un instante, a sus hijos; o tal vez sólo la de sugerirles la idea de que la veían y escuchaban. Es posible también que cualquier otro protector, para no amedrentar a los niños, tomase la figura de la madre; pero la hipótesis más racional es atribuir la mediación a los efectos del siempre vigilante amor maternal sutilizado al cruzar los dinteles de la muerte; porque este amor, uno de
los más santos y abnegados sentimientos humanos, es también uno de los más persistentes en los planos espirituales. No sólo cuida y vela por sus hijos la madre que mora en los niveles inferiores del plano astral, y por consiguiente en roce con la tierra, sino que aun después de remontarse a las celestiales esferas, mantiene sin desmayo el pensamiento en sus hijos, y la opulencia de amor que derrama sobre las imágenes
que de ellos forja, constituye un potísimo desbordamiento de fuerza espiritual que fluye sobre sus pequeñuelos, todavía sujetos a las condiciones de este mundo inferior, rodeándolos de vívidos núcleos de bienhechora energía que bien pudieran considerarse como verdaderos ángeles de la guarda.
No hace muchos años, la hija menor de un obispo anglicano salía a pasear con su madre
por las calles de la ciudad en donde vivían, y al cruzar inadvertidamente de una a otra acera, la niña fue atropellada por los caballos de un carruaje que embocaba por la esquina. Viéndola su madre entre las patas de los animales, abalanzóse con el natural temor de que hubiese recibido grave daño; pero la niña se levantó ilesa del suelo, diciendo: «¡Oh mamá! No me he hecho daño, porque alguien, vestido de blanco,
evitó que los caballos me pateasen, ahuyentando de mí todo temor.»
Un caso ocurrido en el condado de Buckingham cerca de Burnham Beeches es notable por haber persistido durante bastante tiempo la manifestación física del auxilio espiritual. En los ejemplos anteriores, la intervención fue de pocos momentos, mientras que en el que vamos a referir duró el fenómeno más de media hora.
Dos niños de un modesto colono se quedaron a jugar en la solana mientras que sus padres y los mozos de labranza estaban en el campo ocupados en las faenas de la recolección. Los chicuelos, ansiosos de corretear por el bosque, se alejaron demasiado de la casa y no dieron con el camino de vuelta. Cuando los fatigados padres regresaron al oscurecer, echaron de menos a los niños, y después de buscarlos infructuosamente por las casas vecinas, enviaron a los jornaleros en pesquisas por distintas direcciones. Sin embargo, toda la exploración resultó inútil, volviéndose al cortijo con afligido semblante; pero entonces vieron a lo lejos una luz extraña que se movía lentamente a través de los campos lindantes con la carretera. La luz tenía la forma de una esfera de hermoso color dorado, enteramente diferente de la de los relámpagos, permitiendo distinguir a los dos niños que todavía correteaban por el campo iluminado por la prodigiosa claridad. Los padres y sus criados acudieron inmediatamente al paraje
indicado, persistiendo la luz hasta que, reunidos con los niños extraviados, se desvaneció en tenebrosa oscuridad.
Lo sucedido fue que al llegar la noche y viéndose perdidos, erraron los niños por el bosque después de pedir socorro a gritos durante algún tiempo, hasta que al fin el sueño los rindió al pie de un árbol. Luego, según ellos mismos dijeron, los despertó una hermosísima señora que llevaba una lámpara y que, cogiéndolos de la mano, los iba encaminando a casa cuando sus padres los encontraron. Por más que los niños dirigieron algunas preguntas a la aparición, ésta no hizo más que sonreír sin pronunciar palabra. Los dos niños demostraron tal convencimiento en el relato, que no hubo medio de quebrantar su fe en lo que habían visto. Digno de mención es, sin embargo, que

aunque todos los circunstantes vieron la luz y pudieron distinguir perfectamente los árboles y plantas que caían dentro del círculo de iluminación, para ninguno de ellos, sino para los niños, fue visible la aparición.


EL CASO DEL MARINERO ROSS


Vamos  a relatar un caso que hace alusión el famoso periodista Colin Parsons en su libro “Encuentro con lo desconocido” y que prácticamente repite esa intervención providencial de un muerto que ayudó a otros seres humanos en peligro. Cuenta Colin, cómo dos marineros: Eric y Peter habían embarcado rumbo a Filipinas, cuando a los cinco días de travesía despertaron rodeados de llamas en un barco que se hundía irremediablemente. Se pusieron los salvavidas y se arrojaron al mar, a la vez que contemplaban desolados como se hundía. El frío y el esfuerzo les anunciaban una muerte inminente. Tales eran sus temores, cuando el ruido de unos remos en plena noche les anunció la presencia de un marinero que les ayudó a subir a su barca.
Una vez en su interior el marinero les dijo que el también era un náufrago que se había salvado gracias al bote. Eric y Peter le preguntaron cómo había podido sobrevivir sin alimentos. El marinero simplemente respondió:
Siempre hay maneras.
El hambre hacia presa de los dos náufragos salvados, pero su salvador atrapó con las manos un pez del agua y se lo dio a comer. Les enseñó también como debían beber el agua contenido en el mismo y les anunció que en breve encontrarían una isla.
Efectivamente llegaron a la isla sanos y salvos. El marinero le dijo a su vez:
En breve seréis recogidos por un barco. No temáis. solo os pido que cuando lleguéis a Inglaterra, busquéis a la Sra. Ross, mi esposa y le entreguéis esta dirección, que corresponde a una caja de seguridad que debe recuperar.
Acto seguido, ante el asombro de los dos náufragos, comenzó a remar y se alejó en el horizonte con la misma parquedad y silencio con los que había aparecido.
Eric y Peter no alcanzaban a entender cómo la Providencia le había enviado a aquel personaje, que no comía, que casi no hablaba y que parecía abstraído en sus tormentosas reflexiones. Deberían ser tormentosas, puesto que en el transcurso del viaje le habían oído gritar:
¡Fui un tonto!...Ellos nunca deberían haber muerto.
A las pocas horas de estar en la isla, apareció sobrevolándoles un avión, que le arrojó unas bolsas de comida y un poco más tarde un barco que le acogió a bordo felizmente. El capitán del barco de rescate les dijo a su vez, que un hombre con una barca de remos le había dado la situación exacta de la isla y que curiosamente aquel marinero no había querido subir al barco y habría seguido remando hacia alta mar.
Pasaron unos meses y finalmente Eric y Peter, llegaron a conocer a la esposa de Ross; su salvador. Entregaron la llave de la caja de seguridad y se quedaron asombrados a conocer la verdadera historia de su generoso rescatador:
El marinero Ross había fallecido ocho años antes en el Océano Pacífico cuando tripulaba un carguero. En el cuaderno de bitácora del capitán, se recogía como en una fecha precisa del año 1948 la siguiente trascripción: “A las tres de la tarde el viento que había estado soplando desde el día anterior se transformó en una verdadera tormenta. Se ordenó que, a modo de precaución, toda la tripulación se presentara en cubierta. Me informaron que A.B. Ross se encontraba ebrio. Se produjo una riña entre Ross y el oficial de guardia, porque Ross quería utilizar uno de los botes de auxilio convencido de que probablemente se trataba de un huracán. Ross dejó al oficial fuera de combate, y yo ordené a dos marineros que lo detuvieran. El bote y los tres hombres cayeron al agua y el barco se detuvo. Los tres hombres fueron subidos a bordo muertos y, de acuerdo con mis deberes, ordené que se los sepultara en el mar”. El capitán añade también que el bote nunca fue recuperado.
Hasta aquí la historia del marinero Ross, que nos hace reflexionar sobre el fenómeno de la muerte y del retorno de alguno de estos seres fallecidos, con la misión de ayudar o de corregir actuaciones correspondientes al periodo de su etapa vital. 

sábado, 26 de octubre de 2013

WILLIAN CROOKES

BIOGRAFÍA DE WILLIAM CROOKES


Fue uno de los científicos más importantes de la Europa del siglo XIX, tanto en el campo de la física como en el de la química. Hijo de Joseph Crookes y Mary Scott nació el 17 de Junio de 1832 en Londres.
Su carrera científica se inició a la edad de 15 años cuando consiguió entrar en el Colegio Real de Química en Hanover Square (Londres) de mano de August Wilhelm von Hofmann. Después de graduarse en dicho colegio, se inicia en el mundo académico como superintendente del departamento de meteorología en el Observatorio Radcliffe en Oxford en 1854. Un año después gana la cátedra de química en la universidad de Chester.
Tras la muerte de su padre recibió una herencia importante. Gracias a esto pudo abrir su propio laboratorio, fundó la prestigiosa revista de divulgación científica “Chemical News” entre los años 1859 y 1906 y fue editor del “Quarterly Journal for Science”.
En 1856 se casó con Elena Humphrey con quien tuvo cuatro hijos.
Su vida como investigador siempre estuvo caracterizada por la seriedad, la precisión y el rigor científico. En 1861 descubre y aísla el elemento metálico Talio, determinando su peso molecular y propiedades.
En 1875 inventó el Radiómetro de Crookes, una modificación de radiómetro de Hittorf, con el que confirmó la teoría cinética de los gases. Entre sus trabajos más importantes está el ser uno de los primeros científicos en investigar e identificar el plasma. También ideó uno de los primeros instrumentos para el estudio de la radiactividad nuclear, llamado Espintariscopio, un detector de partículas. Inventó el tubo de Crookes, para el estudio de las propiedades de los rayos catódicos. En 1895 identificó la primera muestra conocida del Hélio.
En 1897 fue nombrado caballero recibiendo la Orden del Mérito. Igualmente fue condecorado con las medallas Davy y Copley y en  el año 1907 fue galardonado con el Premio Nobel de Química.
Además de ser uno de los más importantes y destacados investigadores, fue también un gran  defensor de lo que hoy día se conoce como Espiritismo Científico.
Al igual que en las investigaciones anteriormente citadas, William Crookes ha sido uno de los pioneros en la investigación de fenómenos psíquicos, específicamente en las áreas de materialización y de mediumnidad.
En 1870, después de asistir a unas sesiones con el famoso psíquico J.J. Morse, Crookes decide ponerse a investigar el fenómeno mediúmnico. Este hecho alegró mucho a los científicos de la época y creó mucha expectación, pues creían que, gracias a las investigaciones de William por fin quedarían desenmascarados todos los fraudes y farsas del espiritualismo y este recibiría su merecida evaluación.
Crookes estaba decidido a llevar a cabo su investigación imparcial y describió las condiciones que impuso en los médiums de la siguiente manera: “Debe hacerse en mi propia casa, y crear yo mi propia selección de amigos y espectadores, bajo mis propias condiciones”. Entre los médiums que estudió estaban Kate Fox, Florence Cook y Daniel Douglas Home.
Algunos de los fenómenos que pudo estudiar fueron, entre otros,  movimiento de objetos a distancia, fenómenos de golpes y ruidos sin causa material conocida, cambios en los pesos de los cuerpos de los médiums, levitaciones, la aparición de objetos luminosos, visión por todos los asistentes de figuras de espíritus (materializaciones), aparición de escritos sin la acción humana respondiendo de manera inteligente a preguntas realizadas.
Uno de los fenómenos por los que más se interesó Crookes fue el de la aparición de Katie King, cuando en Septiembre de 1871 en casa del Príncipe Saynwitgestein se materializó estando la médium Florence Cook atada a una silla. En estado de trance esta médium dijo, que además de Katie King, había sido también Annie Owen Morgan, hija del Pirata Henry Morgan en la época del rey Carlos II de Inglaterra dando detalles de ese período imposibles de conocer por una joven de 15 años, y más por aquellos días. En casa de Mr. Lux Moore y ayudado por Cromwel Varley (físico inglés que instaló el primer cable transatlántico), verificaron la aparición del espíritu bajo el más estricto control utilizando un galvanómetro atado a las muñecas de Florence. Pudieron encontrar diferencias entre la médium y la aparición como verrugas, color del pelo, lóbulos de las orejas perforados o no, forma de manos que se imprimieron en yeso, las pulsaciones del espíritu eran de 90, mientras que las de la médium eran de 75, etc.
Los experimentos continuaron por tres años consecutivos (y se tomaron fotografías que han dado la vuelta al mundo) después de los cuales, dejando un bucle de sus cabellos y abrazándose a los científicos para despedirse, el espíritu dijo que había venido únicamente a demostrar que existía el más allá.
Su informe sobre esta investigación en 1874 llegó a la conclusión de que estos fenómenos no tenían una explicación material. Crookes compartió sus puntos de vista con sus colegas científicos y sólo algunos, los menos,  llegaron a creer en el espiritismo. Sin embargo, la mayoría de los científicos estaban convencidos de que el espiritismo era un fraude, y el último informe de Crookes era tan ultrajante para la comunidad científica “que se hablaba de privarlo de su beca de la Royal Society.”Crookes se hizo mucho más cauteloso y no habló de sus ideas en público hasta 1898, cuando sintió que su puesto estaba seguro. Desde ese momento hasta su desencarnación, cartas y entrevistas muestran que Crookes era un creyente en el espiritismo.  Uno de sus artículos más conocidos sobre el tema es: “Espiritualismo visto a la luz de la ciencia moderna”. Podemos encontrar escritos suyos relacionados con esta cuestión en el libro titulado "Nuevos Experimentos sobre la Fuerza Psíquica".
En este mismo año, 1898, comienza sus estudios sobre telepatía.
Murió en Londres el 4 de abril de 1919, dos años después de su esposa. Hoy podemos visitar su tumba situada en el Brompton Cemetery.

domingo, 20 de octubre de 2013

REFLEXIONA



Si crees que tú futuro es incierto y todo aparentemente así te lo hace suponer; espera un minuto y reflexiona.

Nada ocurre porqué sí; en los momentos de máximo dolor e inseguridad, si te paras un minuto a reflexionar, veras cuantas cosas bellas hay a tu alrededor. Quizás te acuerdes de alguien que está lejos, pero te quiere. Tal vez haya algún amigo olvidado por ti que estaría dispuesto a apoyarte. Podría ser que te hayas acostumbrado a vivir tantas dificultades, que no creas merecer un poco de alivio.

Cuando creas que todo está perdido y no sepas qué camino tomar; espera un minuto y reflexiona. Dios no te abandona ni dijo la última palabra sobre ti. Jesús te guiará, si confías en Él, con la fe de un grano de mostaza. Los Buenos Espíritus necesitan que tengas tus canales psíquicos desbloqueados, bloqueados por la confusión, por el sufrimiento, para recibir la necesaria inspiración. Por eso has de esperar un minuto y reflexionar. ¡No estás solo! Simplemente tienes miedo a equivocarte, miedo a defraudar, miedo a la soledad, miedo a la penuria material, miedo a sentirte rechazado, miedo a fracasar. Lee esto, y después reflexionas un minuto:

“En cualquier circunstancia en la que te encuentres con tu corazón oprimido y solo y con tus fuerzas enervadas, contempla la inmensidad de los cielos, levanta la frente, seca el llanto y camina hacia delante conservando el buen ánimo y la esperanza, porque aun cuando supongas haber perdido todo lo que poseías de valioso en la Tierra, llevas contigo el tesoro máximo de la vida que ningún suceso del mundo te podrá arrancar, puesto que Tienes a DIOS.” Emmanuel Isabel Porras.

sábado, 12 de octubre de 2013

ORACIÓN PARA INVOCAR A LOS BUENOS ESPIRITUS



Alabados seáis, espíritus puros del Señor. Yo, humilde y atrasada criatura, elevo a vosotros mi pensamiento y mi corazón, para rogaros que me guiéis por el camino de la verdad y me iluminéis siempre en los divinos preceptos, para no faltar a ellos. Hacedme digno de alcanzar pronto la bienaventuranza.
Espíritus muy amados, ángeles guardianes, vosotros a quienes Dios en su infinita misericordia permite velar sobre los hombres, sed nuestros protectores en las pruebas de nuestra vida terrestre. Dadnos fuerza, valor y resignación, inspiradnos todo lo bueno, detenednos en la pendiente del mal y que vuestra dulce influencia penetre en nuestra alma. Haced que conozcamos que un amigo sincero está aquí, cerca de nosotros, que ve nuestros sufrimientos y toma parte en nuestras alegrías. Y vos, mi Ángel de la Guarda, no me abandonéis, tengo necesidad de vuestra protección para sobrellevar con fe y amor, las pruebas que Dios quiera enviarme.Que Así Sea.

viernes, 4 de octubre de 2013

CONOCIMIENTO DE SI MISMO


CONOCIMIENTO DE SI MISMO 


¿Cuál es el medio práctico más eficaz para mejorarse en la presente existencia y resistir a las instigaciones del mal?
- Un sabio de la antigüedad os lo dijo: “Conócete a ti mismo”.
 Bien comprendemos toda la sabiduría de esa máxima, pero la dificultad estriba precisamente en conocerse a sí mismo. ¿De qué manera podemos lograrlo?
- Haced lo que yo hacía cuando moraba en la Tierra. Al término de la jornada interrogaba a mi conciencia, pasando en revista cuanto había realizado ese día, y me preguntaba si no había faltado a algún deber; si nadie había tenido que quejarse de mí. Así llegué a conocerme y a averiguar qué era lo que debía reformar en mí. Aquel que, llegada cada noche, recuerde todas sus acciones de la jornada y se pregunte qué ha hecho de bien o de mal, rogando a Dios y a su ángel de la guarda que lo iluminen, adquirirá gran energía para perfeccionarse: porque, creedme, Dios ha de asistirlo. Formularos preguntas, pues, inquiriendo sobre lo que habéis hecho y con qué objeto obrasteis en determinada circunstancia; si hicisteis algo que censuraríais a otra persona; si habéis ejecutado una acción que no os atreveríais a confesar. También preguntaos esto: “Si determinara Dios llamarme en este preciso instante, al retornar al Mundo de los Espíritus, donde nada permanece oculto, ¿tendría que temer el ver de nuevo a alguien?” Examinad lo que pudierais haber hecho contra Dios, después contra el prójimo, y por último contra vosotros mismos. Las respuestas serán un descanso para vuestra conciencia, o la indicación de un mal que es menester curar.
El conocimiento de sí es, por tanto, la clave del mejoramiento individual. Pero, alegaréis vosotros, ¿cómo juzgarse a sí mismo? ¿Acaso no nos engaña nuestro amor propio, empequeñeciendo las faltas que cometemos y haciendo que nos las excusemos? El avaro se cree simplemente ahorrativo y previsor. El orgulloso piensa que lo que posee es tan sólo dignidad. Esto es demasiado cierto, pero vosotros disponéis de un medio de control que no puede induciros a error. Cuando os halléis indecisos acerca del mérito de una de vuestras acciones, preguntaos cómo la calificaríais si la realizase otra persona. Si la reprobáis en los demás, no podría ser más legítima para vosotros, porque Dios no tiene dos medidas para la justicia. Asimismo, tratad de averiguar lo que piensen de ella los otros, y no descuidéis tampoco la opinión de vuestros enemigos, porque éstos no tienen interés alguno en hermosear la verdad, y con frecuencia Dios los pone a vuestro lado como un espejo para advertiros con más franqueza que la que usaría con vosotros un amigo. Aquel que tiene el serio propósito de mejorarse explore su conciencia, pues, a fin de extirpar de ella las malas inclinaciones, del modo mismo que arranca de su jardín las malas hierbas. Haga, pues, el balance cotidiano de su jornada moral, así como el comerciante hace el de sus pérdidas y ganancias, y os aseguro que al primero le dejará más beneficios que al segundo. Si puede afirmar que su jornada ha sido buena estará en condiciones de dormir en paz y aguardar sin temor su despertar en la otra vida.
Plantead, pues, preguntas claras y precisas, y no temáis abundar en ellas. Bien es posible gastar a diario unos pocos minutos para conquistar una felicidad eterna. ¿Acaso no trabajáis todos los días a fin de reunir bienes que os proporcionarán descanso en la vejez? Ese reposo, ¿no es el objeto de todos vuestros anhelos, la meta cuyo logro os hace que soportéis fatigas y privaciones momentáneas? Pues bien, ¿qué es ese descanso de algunos días, perturbado por los achaques del cuerpo, si se compara con el que aguarda más adelante al hombre de bien? ¿No vale la pena que por este último se hagan algunos esfuerzos? Sé que muchos objetan que lo presente es positivo y lo por venir, incierto. Ahora bien, esta es precisamente la idea que estamos encargados de quitaros, porque queremos lograr que comprendáis ese futuro de una manera que no pueda dejar la menor duda en vuestra alma. Por eso hemos llamado primero vuestra atención con fenómenos tales que impresionaran vuestros sentidos, y después os hemos dado instrucciones que cada uno de vosotros está encargado de difundir.

SAN AGUSTÍN

Cualquier atleta de la Auto-Observación intima, trabaja muy seriamente dentro de si mismo y se esfuerza por apartar de su Psiquis los diversos elementos indeseables que carga dentro...

Si uno de verdad y muy sinceramente comienza a observarse internamente, resulta dividiéndose en dos: Observador y Observado.

Si tal división no se produjera, es evidente que nunca daríamos un paso adelante en la Vía maravillosa del Auto-Conocimiento.

¿Cómo podríamos observarnos a si mismos si cometemos el error de no querer dividirnos entre Observador y Observado?

Si tal división no se produjera, es obvio que nunca daríamos un paso adelante en el camino del Auto-Conocimiento.

¿Cómo podría modificar circunstancias aquel que no se conoce a si mismo? ¿Cómo podría conocerse a si mismo quien nunca se ha observado internamente? ¿De qué manera  podría alguien auto-observarse si no se divide previamente en Observador y Observado?

Ahora bien, nadie puede empezar a cambiar radicalmente en tanto no sea capaz de decir: "Este deseo es un Yo animal que debo eliminar"; "este pensamiento egoísta es otro Yo que me atormenta y que necesito desintegrar"; "este sentimiento que hiere mi corazón es un Yo intruso que necesito de comprender y eliminar de mi mismo.

Obviamente este o aquel pensamiento negativo proviene de cualquier "Yo" que en un momento dado ha usado abusivamente nuestro Centro Intelectual.

Pensamientos negativos los hay de distinta especie: Sospecha, desconfianza, mala voluntad hacia otra persona, celos pasionales, celos religiosos, celos políticos, celos por amistades o de tipo familiar, codicia, lujuria, venganza, ira, orgullo, envidia, odio, resentimiento, hurto, adulterio, pereza, gula, etc., etc., etc.  

Debemos estar atento a nuestro interior para autodescubrirnos, descubrir el proceso del pensar y del sentir.

Solo autodescubriendonos y orando en nuestro interior podemos conseguir la transformación moral.

Articulo publicado :

2013-09-4

Manuel Saavedra