viernes, 21 de diciembre de 2012

EL SUICIDIO


EL ACTO DEL SUICIDIO


Hola hermanos: Perdonad, quisiera deciros unas palabras. A
lo mejor, no van a tener mucha importancia para vosotros, son muchas
las cosas que ya sabéis, pero quizá, lo que no recordáis, porque si lo
habéis vivido ya lo tenéis olvidado, es la situación tan dolorosa que
experimenta un espíritu que se haya quitado la vida.
En el momento de despertar, cuando el sufrimiento físico ha
cesado –a mí este sufrimiento me duró bastante tiempo-, pero cuando
cesó experimenté un padecimiento que todavía era más intenso, es
el remordimiento, al darte cuenta de lo que has hecho con tu propia
vida y de la forma que has decepcionado a los demás, en la manera
que tan profundamente se duelen, de tu acto, los seres que te han
rodeado. Nunca es igual que un ser abandone su cuerpo de forma
natural o bien que sea él mismo el que interrumpa su existencia. No
es igual, ni para el que se va, ni para los que se quedan.
Cuando estás en la Tierra, hay un momento, a veces muy largo,
que en realidad sólo ves aquello que te molesta, lo que te desespera,
no ves ninguna salida, no la ves, ni se te ocurre pedir ayuda al Cielo,
seguro que me habrían tendido una mano, pero no, la idea negativa
te absorbe totalmente y se va haciendo cada vez más grande, a medida
que pasa el tiempo va ocupando más espacio, y ya no ves más allá
de esa idea.
Este hecho me ha marcado profundamente, ha sido de una
manera tan intensa, que estoy seguro me ayudará a no volver a caer
en semejante debilidad. ¿De qué me ha servido? ¡De nada!, ha sido
un acto totalmente inútil, no mejoró en nada mi situación, inútil porque
el resultado ha sido todo lo contrario de lo que yo creía, quería quitarme
la vida y he seguido viviendo, ahora sé, que hay que regresar a la
vida física, además tendré que demostrarme a mi mismo, cuando
vuelva a la Tierra, que soy capaz de sobreponerme a lo que tenga
que vivir, por duro que sea, y también sé ahora que todo lo que sufrimos
mientras estamos encarnados, tiene su razón de ser, no hay nada
que no tenga un motivo, somos acreedores de nuestro pasado.
No quise cosechar mi propia siembra, en vez de hacerlo, obré
como si hubiera echado granizo a todo lo sembrado hasta entonces.
No quiero que vuelva a sucederme. Mi consejo es este: Sed fuertes y
orad, alejad siempre de vosotros todo pensamiento negativo, porque
si le dais entrada se apoderará de vuestra voluntad y no seréis capaces
de echarlo lejos. Orad, que la oración eleva el espíritu, es su alimento,
lo fortalece y hace que lo vea todo con mayor claridad. Lo sé, porque
ahora estoy orando y pidiendo a mis guías que nunca me abandonen,
que siempre estén junto a mí, que me sostengan, que me ayuden a
enderezar mis pasos. No quiero que penséis que mis guías me dejaron
abandonado en aquellos momentos, más bien fui yo quien me olvidé
de ellos, mi debilidad estaba ahí, era más grande que yo mismo, por
otra parte, tampoco pedí su ayuda, obré por mi libre albedrío. Es obvio,
que si nuestros guías nos apartaran los escollos del camino, no habría
mérito en nuestros actos y éstos deben ser fruto del propio esfuerzo.
Cuando el ser desea fervientemente que sus guías le ayuden y reclama
esta ayuda, la obtiene siempre, mas si se encierra dentro de la
oscuridad, no puede ver la luz.
Hermanos, que vuestros ojos espirituales se abran siempre a
la luz. Muchas gracias por la ayuda, que en su momento, me
prestasteis. Adiós.