lunes, 3 de agosto de 2015

PREMONICIÓN



Por Marina Silva
 

En el libro “Caravana de Amor”, psicografiado por Chico Xavier, encontramos un interesante relato que queremos compartir con los lectores en esta oportunidad.

Se trata de la historia de Marcelo Antônio La Serra, un joven que anunciaba, desde muy pequeño, que no cumpliría 18 años y que, de hecho, desencarnó en un accidente de moto a los 16 años, en la ciudad de Campinas, en São Paulo – Brasil.

Sus padres, por supuesto, no le creyeron hasta que sus premoniciones se cumplieron. Cuando eso pasó, comienzan a analizar el tema:

1. Marcelo siempre decía que moriría antes de los 18 años y lo afirmó cuatro veces en diferentes épocas de su vida: “A los 18 voy a estar muerto y enterrado.”

2. Pocos meses del accidente fatal, retiró todo el dinero de su caja de ahorro para adornar su moto diciendo querer disfrutar del día porque mañana no sabía que pasaría.

3. Al joven le encantaba criar pájaros desde los 7 años, pero poco tiempo antes del accidente que lo mató, dijo que le regalaría a su padre todos sus pájaros.

4. En el festejo de cumpleaños de su prima Karen, un mes antes del accidente, su madre lo retó porque el muchacho tomaba cerveza con su tío Romualdo. Marcelo le dijo a su tío que debían beber ya que se iban a morir. Y lo sorprendente es que Romualdo desencarnó a los dos días de la desencarnación del sobrino, víctima de un ACV.

Además de las palabras del muchacho, también se encontraron dos dibujos hechos por él en su cuaderno escolar, los cuales dibujó poco tiempo antes de que desencarnara. Se trataban de dos urnas funerarias en las cuales se leían los nombres de Marcelo y Romualdo, respectivamente.

Según el análisis presentado en el libro citado, Marcelo fue beneficiado porque recibió la bendición de presentir su desencarnación, lo que ayudó a sus padres, preparándoles el corazón.

Marcelo, más adelante y ya desencarnado, se comunicó con sus padres a través de la mediumnidad de Chico Xavier:

Mamita Enide y estimado papá Udine, no esperen un canto de lamentaciones. Todo pasó naturalmente.
La moto y yo no tuvimos tanta suerte como en otras veces y mi habilidad, al fin, no fue cumplida. Eso fue todo.
Choque en la cabeza, caída, contusiones, excoriaciones y otros contratiempos quedaron en el cuerpo que un día, a fin de cuentas, alcanzaría la propia limitación.
Por supuesto, yo quería vivir, pero eso no se tiene en cuenta (…).

Díganle a Udine Junior que no hay razones para recelos y frustraciones. Estoy vivo, a lo mejor más vivo que ahí. Por ello, no deseo ver a mi hermano y compañero expuesto a crisis de nerviosismo (…).
Má, te pido que nadie culpe a la moto, que siempre hizo lo que quise yo. Es una ingratitud oír a tantos que reprochan un vehículo valioso (…), sin hablar de sus beneficios.
Me vine a la Vida Espiritual como un estudiante que se aleja (…), que regresa a casa.
No estoy muy bien por haber venido sin prepararme, pero tampoco estoy mal porque no me faltan buenos amigos (…).
No quería escribirles una carta de lágrimas (…). Los llantos menores deben ser extinguidos (…), para que la paz nos acompañe en la unión general, que será el mayor suceso en el futuro.
Esperemos lo mejor y hagamos de la vida un cántico a la grandiosidad de Dios (…), que nos concede todo ampliamente; sol (…), lluvia (…), mar (…), ríos (…), árboles (…). Se lo digo para que nadie me hable en crisis.
Dios es bondad perfecta (...) y nos concede lo suficiente para que seamos felices.  (…)
Amados padres, eso es todo. (...) Les deseo mucha salud y felicidad. Un gran abrazo de hijo, hermano, compañero y colega, siempre agradecido,

Marcelo Antônio

En otra oportunidad, Marcelo volvió a comunicarse con sus padres y les explicó sus premoniciones:

Querida madrecita (…) y papá (…),
Quiero decirles que la abuela Maria Dorigon me está asistiendo como lo necesito y ya me he unido al tío Romualdo para que afrontemos juntos el camino que nos aguardaba (…).
Mis dibujos nacían de mis intuiciones, que ni yo las sabía comprender. Sentía que tío Romualdo y yo nos acercábamos a la desencarnación, por ello dibujé lo que estaba en mis cuadernos.


El contenido verídico del libro es muy consolador y nos explica las desencarnaciones prematuras, las cuales muchas veces nos cuesta aceptar.


Es hermoso comprobar que los vínculos espirituales no se deshacen, sino que nos separamos físicamente por un período transitorio y nos reencontramos cuando terminen nuestros compromisos en la Tierra.