sábado, 8 de junio de 2013

LOS CENTROS VITALES


Centros Vitales – (Chakras)
(Centros de fuerza - Puntos de fuerza - Centros morfogénicos)
 
Cardíaco - Cerebral - Coronário - Esplênico - Gástrico - Genésico - Laríngeo

 
Estudiando en el plano en que nos encontramos, en la posición de criaturas desencarnadas, el cuerpo espiritual o psicosoma es, así, el vehículo físico, relativamente definido por la ciencia humana, con los centros vitales que esa misma ciencia, porque no puede indagar y reconocer.
 
En el periespíritu poseemos todo el equipamiento de recursos automáticos que gobiernan los billones de entidades microscópicas al servicio de la Inteligencia, en los círculos de acción en que nos retrasamos, recursos esos adquiridos vagamente por el ser, en milenios y milenios de esfuerzo y recapitulación, en los múltiples sectores de la evolución anímica.

Es así que, rigiendo la actividad funcional de los órganos relacionados por la fisiología terrena, en ellos identificamos:

• El centro coronario, instalado en la región central del cerebro, sede de la mente, centro que asimila los estímulos del Plano Superior y orienta la forma, el movimiento, la estabilidad, el metabolismo orgánico y la vida consciente del alma encarnada o desencarnada, en las cintas de aprendizaje que le corresponden en el abrigo planetario. El  centro coronario supervisa, aun, los otros centros vitales que le obedecen el impulso, procedente del Espíritu, así como las piezas secundarias de una fábrica responden al comando de la pieza-motor de que se sirve el aprendizaje del hombre para ordenarlas y dirigirlas.
De esos centros secundarios, entrelazados en el psicosoma y, consecuentemente, en el cuerpo físico, por redes plexiformes, destacamos:

•                    El centro cerebral contiguo al coronario, con la influencia decisiva sobre los demás, gobernando el córtex encefálico en la sustentación de los sentidos, marcando la actividad de las glándulas endocrinas y administrando el sistema nervioso, en toda  su organización, coordinación, actividad y mecanismo, desde las neuronas sensitivas hasta las células efectivas;

•                    El centro laríngeo, controlando notadamente a respiración y la fonía;

•                    El centro cardíaco, dirigiendo la emotividad y la circulación de las fuerzas de base; 

•                    El centro esplénico, determinando todas las actividades en que se expresa el sistema hemático, dentro de las variaciones de medio y volumen sanguíneo; 

•                    El centro gástrico, responsabilizándose de la digestión y absorción de los alimentos densos o menos densos que, de cualquier modo, representan concentrados fluídicos penetrándonos la organización.

•                    El  centro genésico, guiando el modelo de nuevas formas entre los hombres o el establecimiento de estímulos creadores, con vistas al trabajo, a la asociación y a la realización entre as almas.
André Luiz  (Uberaba, 19 de Janeiro de 1958)

El periespíritu – cuerpo de materia rarefacta – está íntimamente regido por siete centros de fuerza, que se conjugan en las ramificaciones de los plexos y que, vibrando en sintonía unos con los otros, por el poder de la mente, establecen para nuestro uso, un vehículo de células eléctricas (como un campo magnético).
 La compleja tesitura psicosomática presenta, lo que todo indica, un número considerable de “puntos de fuerza”, responsables por la distribución da energía vital (“neuropsíquica”  y por el equilibrio fisiológico del organismo físico.

En los Vedas, ya se sabía  su existencia. Y mucho antes los chinos con base en el Taoísmo.
Según se comprende, es através del doble etérico, con sus recursos vitales (“emanaciones neuropsíquicas”) que os centros de fuerzas del periespíritu, componiendo un complejo sistema de redes de intercomunicación e interacción energética, sustentan la organización somática, haciendo posible que cada célula física reciba de la respectiva célula psicosómatica, su matriz anatómica y fisiológica, la energía necesaria a su sustentación.

La tradición oriental denomina esos centros como chakras o tchacras (del sánscrito: rueda, círculo, disco, órbita), se localizarían, en un segundo cuerpo, sutil, matriz del físico.

Son siete los chakras citados (en sánscrito: sahasrâra, situado en lo alto de la cabeza; ajnã, en la región frontal del cerebro; vishuddha, en la región do cuello; anâhata, sobre el corazón; manipula, en la región del estómago; swadhisthana, a la altura del bazo, y mulâdhâra, situado en la parte inferior de la columna vertebral).

El periespíritu rige la vida física, dinamizando la energía vital aglutinada en el llamado doble etérico, a través de sus centros de fuerza.  Como estos se proyectan en el doble etérico, de naturaleza más próxima a la del cuerpo material, reflejándose en este, se hace posible su detectarla por instrumentación física.

Nuestro cuerpo de materia rarefacta (periespíritu) está íntimamente regido por siete centros de fuerza (coronario, cerebral, laríngeo, cardíaco, esplénico, gástrico y genésico), los cuales se conjugan en las ramificaciones de los plexos y que, vibrando en sintonía unos con los otros, al influjo del poder directriz de la mente, establecen para nuestro uso un vehículo de células eléctricas, que podemos definir como un campo electromagnético, en el cual el pensamiento vibra en circuito cerrado.
Es bajo el comando de los centros vitales del psicosoma que se procesa la interacción energética total entre el cuerpo físico y el periespíritu.   Identificados por algunos científicos como “centros morfogénicos”.  En las fases de intermisión los centros vitais nada pierden en importancia, en la sustentación del dinamismo periespírico, aunque con algunas transformaciones importantes, principalmente, en los centros gástrico y genésico, como informa André Luiz (Espíritu).

La exteriorización de los centros vitales se procesa asociando conocimiento magnético y sublimación espiritual, los científicos humanos llegaron, por sí mismos, a la realización referida, como ya alcanzaron nociones preciosas en cuanto a la regresión de la memoria y exteriorización de la sensibilidad.