sábado, 17 de noviembre de 2012

Dolencias Espirituales



Entre tanto, el Espiritismo no vino para competir con cualquier especialidad médica y su principal actuación no es la de producir curas. Con mucha frecuencia, sus adeptos, lo utilizan con esos propósitos, sugiriendo en su búsqueda, el consuelo y la cura de las enfermedades. Su papel, primordial, es el de iluminar y crecer, para que cada criatura promueva por sí misma, su reeducación espiritual. Sin reforma íntima no va a haber progreso ni cura. En este sentido, las dolencias son comprendidas como lecciones con gran potencial de transformación y traen oportunidades de renovación y crecimiento espiritual.

Una Reminiscencia Dedicada para la Espiritualidad

La mayoría de nuestros pacientes aceptan muy  bien un diálogo con el médico sobre su espiritualidad. De manera general nuestro pueblo, por creencia o sabiduría misma, reconoce que muchas dolencias tienen algo que ver con la espiritualidad, o como causa, o como proceso benéfico para su cura. Podemos explorar el interrogatorio médico de tal modo que el paciente perciba que, hablar sobre la espiritualidad no implica comprometerse con una religión y que una y otra pueden ser perfectamente separadas

Método de Evaluación.

Aprendemos a adoptar un criterio arbitrario en la que la espiritualidad del paciente es avalada en tres dominios (1):
El Dominio de la creencia: aquí, el paciente revela sus creencias o no, en la existencia de Dios, en la existencia e inmortalidad del Alma, en el mundo invisible donde habitan los espíritus, en la posibilidad de su comunicación con su Dios, en la reencarnación, en la comunicación de los espíritus con nosotros
Esta relación con la espiritualidad que los pacientes acostumbran a referirse es, casi siempre, muy específica e siendo individual, a veces, muy difícil de ser expresada en palabras, ya que está ligada a una creencia que es intransferible, sagrada para cada uno que la acepta e implica, como exigencia máxima, el respeto que cada uno espera tener para su propia convicción.

El Dominio de la práctica: se refiere al comportamiento que cada uno desarrolla en relación a sus creencias o la religión que dice adoptar. Así, identificaremos los frecuentadores ocasionales y los asiduos, los participantes y los indiferentes, los curiosos y los inquisidores, todos ellos con mayor o menor empeño en poner en práctica lo que oye de las lecciones que su religión se dispone a enseñar.

El Dominio de la experiencia trascendente: es la participación, frecuentemente “traumática”, episódica, ocasional o persistente y controlada que ciertas personas disfrutan con la espiritualidad. Tenemos los ejemplos de personas que son sorprendidas por la visión de una entidad espiritual, cosa que pueda haberle ocurrido sólo una vez en la vida, pero, que le marcó profundamente.

Otros, en un momento de fuerte estrés, como un accidente de automóvil o la caída de un avión, cuando son los únicos sobrevivientes, se sentirán, a partir de ahí, tocados por una actuación privilegiada de las divinidades que lo protegen.

Están en este grupo, también, aquellos casos de relatos de las experiencias fuera del cuerpo, que traducen un desdoblamiento del cuerpo espiritual, con un dislocamiento más o menos demorado por el mundo espiritual.

En estos casos, puede o no haber consciencia de contactos con entidades que los amparan en estos dislocamientos “fuera del cuerpo”. Entre tantos otros ejemplos, necesita ser destacada, también, con énfasis, toda la fenomenología mediúmnica que la doctrina espírita tiene el privilegio de esclarecer en sus pormenores, revelando los insondables caminos de la mediumnidad cuyos canales de comunicación nos pone en contacto con la espiritualidad. En la experiencia trascendente de la mediumnidad, la disciplina moral ejerce un papel productivo en el grado de elevación espiritual del fenómeno.

La Fisiopatogenia

La posibilidad de que exista una dolencia espiritual sólo puede ser aceptada con la creencia en un nuevo paradigma que la doctrina espírita introduce en sus fundamentos (2).
El Espiritismo enseña que Dios es la “Inteligencia Suprema del Universo” y todo lo que existe forma parte de su creación.

Cada uno de nosotros es un espíritu encarnado que está en proceso de aprendizaje que, necesariamente, nos va a llevar a la perfección, después de un número inimaginable de reencarnaciones, en este, y en otros mundos donde también existe vida.
Cuando el cuerpo perece, el Alma que lo animaba pasa a vivir en el mundo espiritual donde están todos los otros espíritus que nos precedieron. Este mundo espiritual está en una estrecha unión con el mundo material que habitamos y los Espíritus que ahí viven ejercen constantemente una fuerte interferencia en nuestras vidas.

Más allá del cuerpo físico, cada uno de nosotros se sirve de otro cuerpo de  naturaleza intermedia entre nuestra realidad física y el mundo espiritual. Este cuerpo espiritual o periespíritu es consolidado por el “fluido cósmico” disponible en cada uno de los mundos habitados.

El pensamiento es fuerza creadora proveniente del Espíritu que lo impulsa. Incluso conociendo muy poco de sus propiedades, sabemos que la energía mental que el pensamiento exterioriza, ejerce total influencia en el cuerpo espiritual, modificando su forma, su apariencia y su consistencia. Es por esto que, Allan Kardec, afirmó que, se sitúa en el periespíritu la verdadera causa de muchas dolencias y la Medicina habrá ganado mucho cuando comprendiese mejor su naturaleza (3).
Cada uno de nosotros vive en sintonía con el ambiente espiritual que sus actitudes y sus deseos construyen para sí.

Diagnóstico de la Dolencia o Manifestación Espiritual

A mi me parece que tenemos en el medio espírita dos vicios de interpretación de las manifestaciones de la espiritualidad. Casi siempre, aquel que busca en el centro espírita una orientación delante de sus problemas, va a oír que su caso es de “obsesión” o como mínimo de “mediumnidad” y que él “necesita desarrollarla
Es necesario reconocer que, en cuanto a las criaturas humanas que somos, recorriendo una encarnación más en el planeta, pertenecemos a un vastísimo grupo de espíritus que, sin exención, aun está muy endeudado y comprometido con sus rescates para imaginarnos que alguno de nosotros pueda aventurarse a decir que no tiene ningún problema espiritual.

En el medio médico los alemanes acostumbran a decir que “sólo tiene salud aquel que aun no fue examinado”. Del punto de vista espiritual una afirmación de este tipo, lejos de ser una exageración de la exigencia minuciosa de los germánicos, es una verdad que sólo aquel que no se detuviera en examinar su conciencia puede contestar.

Clasificación:
Considerando la fisiopatogenia de las dolencias espirituales acostumbramos a adoptar el siguiente conjunto de diagnósticos (4):

1 – Dolencias espirituales auto-inducidas:
·       Desequilibrio vibratorio
·       auto-obsesión
2 – Dolencias espirituales compartidas
·       Vampirismo
·       Obsesión
3 – Mediunismo

4 – Dolencias kármicas
Desequilibrio Vibratorio
El periespíritu es un cuerpo intermedio que permite al espíritu encarnado ejercer sus acciones sobre el cuerpo físico. Su unión es hecha célula a célula alcanzando la más profunda intimidad de los átomos que constituye la materia orgánica del cuerpo físico. En esa unión se procesa a costa de las vibraciones que cada uno de los cuerpos, el físico y el espiritual poseen (5).

Se comprende entonces que este “ajuste” exige una determinada sintonía vibratoria. El periespíritu no es prisionero de las dimensiones físicas del cuerpo de carne y puede manifestar sus acciones más allá de los límites del cuerpo físico por la proyección de sus fluidos. La sintonía y la irradiación del periespíritu son dependientes únicamente de las proyecciones mentales que el espíritu elabora. Así, la apariencia y la relación entre el cuerpo físico y el cuerpo espiritual son dependientes exclusivamente del flujo de ideas que construimos.

Debemos reconocer que, de manera general, el ser humano aun pierde mucho de sus días comprometido con la crítica a los semejantes, el odio, la maledicencia, las exigencias descabelladas, la ociosidad, la cólera y los celos entre tantas otras protestas livianas contra la vida y contra todos. El orad y vigilad aun está muy distante de nuestra rutina y la tentación de enumerar los defectos del prójimo aun es muy grande.

Son estos los motivos que desajustan la sintonía entre el cuerpo físico y el periespíritu. Es esta desarmonía la que desencadena las acostumbradas sensaciones de malestar, de “estafa” desproporcional, la fatiga sistemática, la disnea respiratoria donde el aire parece  faltar siempre, los músculos que duelen y parecen no aguantar el cuerpo (6).

La jaqueca que el médico no consigue eliminar, la digestión que nunca se acomoda y tantas otras manifestaciones tenidas en cuenta como “dolencias psicosomáticas”. Son tantos buscando a los médicos, pero muy pocos se dedican a una reflexión sobre los perjuicios de sus mezquinas actitudes.



La Auto-obsesión

El pensamiento es energía que construye imágenes que se consolidad en torno de nosotros diseñando un “campo de representaciones” de nuestras ideas. A costa de los elementos absorbidos del “fluido cósmico universal”, las ideas toman formas, sustentadas por la intensidad con que pensamos en lo que esta idea propone. La materia mental (7) construye en torno de nosotros una “atmósfera psíquica” (psicoesfera) donde están representados nuestros deseos.

En este escenario están los personajes que nos aprisionan el pensamiento por el amor o por el odio, por la envidia o por la codicia, por la indiferencia o por la protección que proyectamos para los que queremos bien.
De la misma forma, los miedos, las angustias, las amarguras no resueltas, las ideas fijas, el deseo de venganza, las opiniones cristalizadas, los objetos de seducción, el poder o los títulos codiciados, también se estructuran en “ideas-formas”. A partir de ahí seremos prisioneros del propio miedo, de los fantasmas de nuestra angustia, de las imágenes de nuestros adversarios, de la falsa ilusión de los placeres terrenos o del brillo ilusorio de las vanidades humanas.

La materia mental produce la “imagen” ilusoria que nos esclaviza. Por capricho nuestro, somos “obsesados” por los propios deseos.

Las Dolencias
Espirituales Compartidas

Incluimos aquí el vampirismo y la obsesión. Decimos compartidas porque, son producidas por la asociación perturbadora de un espíritu desencarnado y su víctima, estando ambos sufriendo de un mismo proceso psicopatológico. La participación como víctima o reo, frecuentemente se altera entre ellos.



Vampirismo (8)

El mundo espiritual esta poblado por una población numerosísima de espíritus que según informes debe ser 4 o 5 veces mayor que los 6 billones de Almas encarnadas en nuestro planeta.

Como la mayor parte de esta población de espíritus, debe estar habitando las proximidades de los ambientes terrestres donde fluye toda vida humana, no es de extrañar que, estos espíritus, estén compartiendo con nosotros todas las buenas y malas conductas de nuestro día a día (9).
Contamos con ellos como guías y protectores que constantemente nos inspiran, pero, en la mayoría de las veces, nosotros los atraemos por el vicio y ellos nos prenden por el placer.
Se cuenta los millones de hombres envueltos en el alcohol, el tabaco, las drogas ilícitas, los somníferos, los desarreglos alimenticios y los abusos sexuales.

Para todas estas situaciones las puertas de la falta de vigilancia están abiertas de par en par permitiendo el acceso de entidades desencarnadas que pasan a compartir con nosotros el elixir de las satisfacciones mundanas de la carne.

En estos desvíos de la conducta humana la mente del responsable agrega en torno de sí elementos fluídicos que poco a poco va construyendo “miasmas psíquicos” con extrema capacidad corrosiva del organismo que la hospeda. El alcohólico, el drogadicto o el vicioso de cualquier sustancia construyen para sí mismos los gérmenes que pasan a obstruir los funcionamientos de las células hepáticas, de los glomérulos renales, de los alvéolos pulmonares, de los dúctos prostáticos, haciendo crónicas lesiones que la medicina tiene como procesos incurables.
Las entidades espirituales viciadas acompañan los placeres del vicio que el encarnado les favorece y a su tiempo lo estimula a permanecer en el vicio, de ahí, la expresión, vampirismo, es muy adecuada para definir esta parcela.

Obsesión

En la duración de cada encarnación la misericordia de Dios nos permite usufructuar las oportunidades que mejor nos conviene para estimular nuestro progreso espiritual
Los reencuentros o desencuentros de cierta manera planeados o atraídos por nosotros para los debidos rescates de compromisos que dejamos para usar o las facilidades aparecen para cumplir las grandes promesas que diseñamos en el plano espiritual.

Es así que, padres e hijos, se reencuentran como hermanos, como amigos, como compañeros de una sociedad común en la actividad humana. Marido y mujer que no se respetaron, ahora se reajustan como, padre e hija, jefe y subalterno o como parientes distantes que la vida dificulta la aproximación
Madres que despreciaron a los hijos, hoy pasan de consultorio en consultorio en una peregrinación donde desfilan las dificultades para tener de nuevo sus propios hijos. La vida de una manera o de otra va reeducando a todos. Los obstáculos que a primera vista parecen castigos o puniciones traen en su complicación de pruebas la posibilidad de recuperar los daños físicos o morales que produjimos en el pasado.
Con frecuencia, ganamos o perdemos en la gran lucha de la sobrevivencia humana. Ninguno de nosotros recorre esta jornada sin tener que tomar decisiones, sin dejar de expresar sus deseos y sin hacer sus elecciones. Es ahí que muchas veces contrariamos las decisiones, los deseos y las elecciones de aquellos que conviven próximos a nosotros.
En cada existencia amontonamos a personas que no nos comprendieron, amigos que nos abandonaron por contrariarles con opiniones diferentes de la nuestra, socios que no cumplieron sus compromisos con nosotros, parientes o simples conocidos que difamaron gratuitamente nuestro nombre.

En muchas otras ocasiones del pasado, ya tuvimos oportunidad de participar de grandes disputas financieras, de crímenes que la justicia terrena no testimonió, de aborto clandestino que las alcobas escondieron y de traiciones que la sociedad repudió y escarneció.
En los rastros de estas heridas humanas, nosotros todos, sin excepción, estamos endeudados y altamente comprometidos con otras criaturas, también humanos y exigentes como nosotros mismos que, ahora están cobrándonos otros comportamientos, a exigir quitarnos de deudas que nos hurtamos en otras épocas y persistiendo en su dominio buscaron dificultarnos la subida más rápida para los más elevados estadios de la espiritualidad.

Aunque la ciencia médica de hoy aun no la traiga en sus registros nosológicos, la obsesión espiritual, en la cual una criatura ejerce su dominio sobre la otra, este es de lejos el mayor de los males de la patología humana
En las obras básicas del Espiritismo, Allan Kardec, esclareció que la obsesión se establece en tres dominios de sumisión creciente: la “obsesión simple”, la “fascinación” y la “subyugación”. Los textos clásicos de Kardec y toda la literatura espírita subsiguiente, principalmente de André Luiz y sus abnegados intérpretes como Marlene Rossi Severino Nobre (La obsesión y sus máscaras) son más que suficiente para esclarecernos sobre este tema. 


Mediunismo

Pretendemos, con esta denominación, discutir los cuadros de manifestaciones sintomáticas presentadas por aquellos que, incipientemente, inauguran sus manifestaciones mediúmnicas (10).
Con mucha frecuencia, la mediumnidad, para ciertas personas, se manifiesta de forma tranquila y es tenida como tan natural que, el médium, casi siempre aun muy joven, se da cuenta mal de que, lo que ve, lo que percibe y lo que escucha, de diferente, son comunicaciones espirituales y que sólo él está detectando estas manifestaciones, aunque, les parezcan que son compartidas por todos
Otras veces, los fenómenos son presentados de forma abundante y el principiante es afectado por miedos e inseguridad, principalmente, por no saber de lo que se trata y acostumbra a retraerse, por percibir que son diferentes a las personas con quien conviven.

En otras ocasiones, tenemos la mediumnidad atormentada por espíritus perturbadores y el médium, sin contar con alguna protección que lo pueda ayudar, se ve pronto con una serie de cuadros de la psicopatología humana.

Frecuentemente ocurren crisis del tipo pánico, histeria o manifestaciones somatiformes que se manifiestan con dolores, parálisis, anestesias, “tumores” en los miembros, insomnio rebelde, somnolencia incontrolable, etc.
Una gran mayoría tienen pequeños síntomas psicosomáticos y sienten influenciados o acompañados por entidades espirituales (11). Son médiums con aptitudes aun muy inmaduras que están en fase de aprendizaje y dominio de sus potencialidades. Se trata de una tierna simiente que necesita ser cultivada para desenvolverse.



Dolencias Kármicas

Siempre que por nuestras intemperancias no consideremos los cuidados con nuestro cuerpo y en las ocasiones que por agresividad gratuita alcanzamos el equilibrio físico o psíquico de nuestro prójimo, estamos imprimiendo estos desajustes en las células del cuerpo espiritual que nos sirve.

Es así que, en la patología humana, quedan registrados los cuadros de “lupus” que nos comprimen las arterias, del “pénfigo” que nos quema la piel, de las “malformaciones” que deforman el corazón o el cerebro, de la “esclerosis múltiple” que nos inmoviliza en la cama o de la demencia que nos compromete la lucidez y nos aparta de la sociedad.
Necesitamos comprender que estas y todas las otras manifestaciones de dolencia no deben ser vistas como castigos o puniciones.

El Espiritismo enseña que estas y otras dificultades que enfrentamos, son oportunidades de rescate, las cuales, con frecuencia, fuimos nosotros mismos quienes las elegimos para acelerar nuestro progreso y nos sacará de la retaguardia que a veces nos mantiene distantes de aquellos que nos esperan delante de nosotros.

Más que la cura de las dolencias, la medicina tibetana, hace milenios atrás, enseñaba que, médicos y pacientes, deben buscar  la oportunidad de la iluminación. Los padecimientos por el dolor y las limitaciones que las dolencias traen, nos posibilitan el esclarecimiento si nos predisponemos a buscarlo.
Más importante que aceptar el sufrimiento en una resignación pasiva y poco productiva, es necesario, superar cualquier limitación o revuelta, para promovernos el crecimiento espiritual, a través de este descubrimiento interior e individual.

Tratamiento de Dolencias Espirituales

Corregir los problemas espirituales implica reeducar
el espíritu. Los tratamientos sintomáticos pueden traer un socorro inmediato o un alivio importante, pero, transitorio.
Recorrer las casas espíritas en busca de alivio por el pase magnético, por el agua fluida magnetizada con los fluidos revitalizadores o para disfrutar de algunos momentos de saludable armonía con la espiritualidad, sólo repiten las búsquedas superficiales que la mayoría de las personas hacen en cualquier consultorio médico o recinto de cura de otras instituciones religiosas que prometen curas rápidas
Trabajar para conocer y tratar la dolencia espiritual exige una reforma interior que demanda esfuerzo, disciplina
y dedicación.
En este sentido el médico no está allí para controlar la dolencia de quien la busca, pero, debe comprometer en desempeñar el papel de un orientador seguro, con actitudes ajustadas con las que propone al paciente.
El postulado número uno de este tratamiento debe ser, un código de conducta moral, que debe partir del compromiso que el médico y cualquier otro terapeuta deba asumir.

Son de gran sensibilidad los consejos de Allan Kardec
“... Dome sus pasiones animales; no alimente odio, ni envidia, ni celos, ni orgullo; no se deje dominar por el egoísmo; purifíquese, nutriendo buenos sentimientos; practique el bien; no de a las cosas de este mundo la importancia que no merecen (12)”.
En este nuestro ambiente de trabajo hemos adoptado una conducta simple que hasta ahora nos ha parecido de gran repercusión en el tratamiento
Desde la sala de espera, creamos un ambiente donde el paciente ya comienza a percibir que nuestro trabajo está comprometido con la espiritualidad.

Sin ninguna ostentación de misticismo vulgar o creencias supersticiosas, en la sala de espera, el paciente lee una invitación para participar de nuestra reunión de “diálogo con el evangelio” hecha en el periodo de la mañana. Entre otros mensajes, los cuales él puede coger y llevar para leerlo más despacio, hicimos constar la presencia de un “libro de oraciones” donde pueda ser puesto nombres y direcciones para ser encaminadas a las “vibraciones” en los días de las lecturas del evangelio, que son siempre precedidas y terminadas con una meditación y oración.
Los cuadros de obsesión y otras patologías en las cuales se supone interferencias más graves de entidades espirituales, deben ser obligatoriamente referidos para las casas espíritas, que están preparadas adecuadamente para tratar con estos dramas.

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