lunes, 9 de marzo de 2020


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Nuestras creencias y pensamientos son altamente determinantes para nuestra biología y salud.




Bruce Lipton reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la capacidad de curar y armonizar la energía, mucho más eficaz que los medicamentos farmacológicos. Bruce Lipton (Estados Unidos, 1944) ha conseguido aunar ciencia y espíritu. No es poco mérito el suyo si tenemos en cuenta lo "alérgicos" que son los científicos a los temas trascendentales. Es doctor en Biología Celular y fue pionero en la investigación con células madre. Sus estudios sobre la membrana celular y las modificaciones de las células según el entorno sentaron las bases de la nueva epigenética. Sus descubrimientos (que iban en contra de la opinión científica establecida de que la vida es controlada por los genes) y el estudio de la física cuántica le han llevado a criticar duramente la medicina convencional. Es autor de libros como La biología de la creencia y La biología de la transformación.

Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan?
Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Y esas personas son muchas más que las que mueren por tomar drogas ilegales. Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda. Tiene que aprender cómo funcionan las células. 


¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la medicina? 
Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Puse una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas. Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo. Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?” ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad. ¡El humano es un plato petri cubierto de piel!

La industria farmacéutica no quiere que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula?

¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar?

Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por ello, si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno.




En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil?

No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo.

¿Está diciendo que el efecto placebo –creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso.

Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. Deberíamos poder decir que la ciencia está separada de la industria farmacéutica, pero no es así, porque con el dinero de esta se paga el desarrollo de la ciencia, y ese dinero solo va esos estudios que dicen que las drogas funcionan. El dinero controla la ciencia.

Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración.

He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se interfiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario.

Si pones al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana

Eso significa que el estrés nos hace enfermar, ¿no?

Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema  inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas. El 90 por ciento de la gente que va al médico es debido al estrés, y también el cáncer funciona igual.



Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía.

Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico.

La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química.

Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud?

La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos... pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Uno se llama placebo y el otro nocevo. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas.

Y eso enlaza con la física cuántica.

Totalmente. Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado.

Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento?

Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo.

Pero no lo podemos controlar.

Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.

Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño

Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se 'programa' su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres!
La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Sería algo así como conducir un coche: si te enseñaron a conducir mal y has automatizado esa forma de conducir, pues lo más probable es que tengas accidentes. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.

¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida?

Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa información, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento... solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente. Técnicas de psicología basadas en la energía como la hipnosis o el Psych-K son una manera de cambiar el subconsciente, es como un aprendizaje rápido.

Con su investigación, ha aunado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la eternidad?

Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis celulas y las tralado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Así que cojo otra, la enciendo, conecto el canal y vuelvo a ver el programa de Bruce, pero en otra tele, o lo que es lo mismo, en otro ser. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.

¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu?

Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate?  Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.


domingo, 12 de enero de 2020

EVIDENCIAS DE REENCARNACIÓN



Además de que la reencarnación se menciona en algunas religiones, se han registrado casos que hacen suponer que un alma podría haber pasado a un cuerpo nuevo.

Las historias seleccionadas por el portal 'ListVerse' y presentadas a continuación, aunque carezcan de escrutinio científico, muestran signos que podrían generar dudas incluso entre los más escépticos.
Antojos
En algunas partes de Asia, cuando muere una persona, sus familiares le ponen una marca sobre el cuerpo -frecuentemente usando hollín- con la esperanza de que su alma se reencarne en la misma familia. Se dice que la marca se convierte en este caso en una mancha de nacimiento en un bebé que nacerá después.
'The  Journal of Scientific Exploration' menciona varios casos de bebés nacidos con manchas correspondientes a las marcas dejadas sobre los cuerpos de sus familiares muertos, entre ellos está el caso de un bebé birmano, que a los dos años también llamó a su abuela de manera peculiar, igual que su difunto marido.
 
Bebé nacido con balazos
Ian Stevenson, un profesor de Psiquiatría de la Universidad de Virginia, se centró en el estudio de los defectos de nacimiento formados por causas desconocidas.
Uno de esos casos fue el de un bebé turco que, al parecer, llevaba vestigios de la vida de un hombre asesinado con una escopeta de un tiro en la parte derecha de la cabeza. El niño nació con una oreja deformada y la parte derecha facial subdesarrollada, defectos registrados en uno de cada 6.000 y en uno de cada 3.500 bebés respectivamente.
Paciente que 'mató' a su hijo y 'se casó' con él
Brian Weiss, un psiquiatra de Miami, contó en su libro el caso de una paciente llamada Diane, quien al ser sometida a la hipnosis se recordó como una joven colona norteamericana durante el conflicto con los indígenas. Relató que se ocultaba con su bebé de la persecución de los indígenas cuando ahogó a su hijo por accidente al cubrirle la boca para que con sus llantos no los delatara.

Meses después de la hipnosis, Diane, quien trabaja de enfermera, se enamoró de un paciente suyo que sufría ataques de asma y que resultó tener la misma mancha de nacimiento en forma de media luna que su bebé 'de la vida pasada'. El doctor Weiss asegura que conoce a varias personas con asma que tienen recuerdos de ahogamiento 'de la vida anterior'.
Reencarnado y con la misma escritura
Taranjit Singh es un niño indio que desde los dos años de edad decía que su nombre real era Satnam Singh, hijo de Jeet Singh, y que había nacido en otro pueblo a unos 60 kilómetros de su casa.
Relató que era estudiante de noveno curso cuando falleció en un accidente de tráfico, y que llevaba 30 rupias en la cartera y libros que quedaron manchados con su sangre.   
Al oír esta historia tan extraña, su padre Ranjit comprobó que en el pueblo mencionado un adolescente llamado Satnam Singh sí fue atropellado por un motociclista. Ranjit se encontró con dicha familia, que le confirmó los detalles mencionados por Taranjit. El último además identificó correctamente a Satnam en las fotos de la familia Singh.  
El experto forense Vikram Raj Chauhan comparó la escritura del cuarderno de notas de Satnam con la de Taranjit y las encontró semejantes.    
Nacida hablando sueco
El profesor Stevenson estudió a una estadounidense de 37 años de edad, quien al someterse a la regresión parapsicológica pasó a hablar sueco.
La mujer dijo haber sido un ciudadano sueco llamado Jensen Jacoby. Su vocabulario contenía cerca de 100 palabras, pero expertos confirmaron su acento como sueco y el habla como mezclada con noruego.
Entrevistas con los familiares de la mujer excluyeron que hubiera aprendido algún idioma escandinavo.
Memorias de monasterios 
El psiquiatra californiano Adrian Finkelstein narra en su libro 'Your Past Lives And The Healing Process' la historia de un niño llamado Robin Hull, quien hablaba en un idioma desconocido con su madre. Un profesor de idiomas asiáticos lo identificó como un dialecto hablado en la región norteña del Tíbet.
.Wikimedia
Robin, un niño de edad preescolar, contó haber estudiado hacía muchos años en un monasterio donde aprendió este idioma.   
La historia del niño llevó al profesor a viajar al Tíbet, donde encontró el monasterio descrito por Robin en la cordillera de Kunlun.
Quemaduras de un soldado japonés 
Otra investigación de Ian Stevenson incluye a una niña birmana, Ma Win Tar, nacida en 1962 y quien desde la edad de tres años pasó a identificarse con un soldado japonés capturado por birmanos, atado a un árbol y quemado vivo.
La niña tenía defectos congénitos en ambas manos: su dedo medio y anular de la mano derecha estaban entrelazados y libremente unidos al resto de la mano. Le faltaban varios dedos o tenían anillos de constricción. Su muñeca tenía depresiones similares a las dejadas por una cuerda quemada.
Cicatrices de su hermano
Kevin Christenson murió de cáncer a los dos años en 1979. Una fractura de pierna había causado metástasis y la quimioterapia había sido ejecutada a través de la incisión en la parte derecha de su cuello. Un tumor había causado que su ojo izquierdo sobresaliera y un nódulo sobre su oreja derecha.         
Doce años después, la madre de Kevin, quien se había divorciado y vuelto a casar, dio a luz a Patrick, quien desde su nacimiento tenía semejanzas con su hermano difunto. Tenía una señal parecida a una incisión en el lado derecho de su cuello, donde la cánula había entrado en el cuerpo de Kevin.    
.www.listverse.com
Lo que es aún más extraño, tenía un nódulo en el mismo lugar donde lo había tenido Kevin. Igual que su hermano, Patrick tenía un problema con su ojo izquierdo, en el que encontrarían leucoma corneal. Cuando Patrick empezó a andar, lo hacía cojeando, aunque no había razones para ello. 
De tal padre tal nieto
John McConnell fue letalmente baleado seis veces en 1992. Su hija Doreen dio a luz a un hijo, William, al cabo de cinco años. Los médicos diagnosticaron atresia pulmonar, una malformación congénita de la válvula pulmonar que impide que la sangre se bombee hacia los pulmones para que se oxigene.
El estado de William mejoró tras una serie de cirugías y tratamiento. Lo asombroso es que la patología de William reflejaba los daños que había recibido su abuelo, a quien una de las balas le entró por la espada, perforando su pulmón izquierdo y la principal arteria pulmonar de su corazón.
Un día en su afán para faltar a la escuela, William dijo a su madre: "Cuando eras una niña y yo tu padre, te comportabas mal de vez en cuando, pero nunca te golpeaba".

sábado, 11 de enero de 2020

ESPÍRITUS QUE SE CREEN VIVOS



Disertaciones Espíritas Sobre los Espíritus que aún se creen vivos

Ya os hablamos muchas veces de las diversas pruebas y expiaciones; pero, ¿no descubrís nuevas diariamente? Son infinitas, como lo son los vicios de la Humanidad, y os cabe a vosotros establecer su nomenclatura. Pero como nos reclamáis un hecho, voy a intentar instruiros. Todo no son pruebas en la existencia. La vida del Espíritu continúa, como ya se os ha dicho, desde que nace hasta el infinito; para algunos la muerte no pasa de simple accidente, que en nada influye sobre el destino de aquel que muere. Un azulejo que cae, un ataque de apoplejía, una muerte violenta, muchas veces apenas separan al Espíritu de su envoltorio material; pero el envoltorio periespiritual conserva, al menos en parte, las propiedades del cuerpo que acaba de sucumbir. Si yo pudiera, en un día de batalla, abrir los ojos que poseéis, pero de los cuales no podéis hacer uso, veríais muchas luchas continuando, muchos soldados lanzándose al ataque, defendiendo y atacando los reductos, escucharíais sus hurras y gritos de guerra, en medio del silencioso y triste velo que sigue a un día de matanza. Terminado el combate vuelven a sus hogares para abrazar a sus viejos padres y a sus ancianas madres que los esperan. Para algunos ese estado a veces dura mucho, es una continuidad de la vida terrestre, un estado mixto entre la vida corporal y la vida espiritual. ¿Por qué, si fueron simples y honestos, sentirían el frio de la tumba? ¿Por qué pasarían bruscamente de la vida a la muerte, de la claridad del día a la noche? Dios no es injusto y deja a los pobres de espíritu ese placer, esperando que vean su estado por el desarrollo de sus propias facultades, y que puedan pasar tranquilamente de la vida material a la vida real del Espíritu.
Consolaos pues, vosotros, que tenéis padres, madres, hermanos o hijos que se extinguieron sin lucha. Tal vez se les permita aproximar sus labios a vuestras frentes. Enjugad las lágrimas: el llanto es doloroso para vosotros y ellos se admiran viendo que lloráis; os rodean el cuello con sus brazos y os piden sonreír. Sonreíd pues a estos invisibles y orad para que cambien el papel de compañeros por el de guías; para que abran sus alas espirituales que les permitan volar hacia el infinito y traeros sus suaves emanaciones.
Yo no digo, observen bien, que todas las muertes repentinas lleven al Espíritu a caer en ese estado. No, pero no hay uno solo cuya materia no tenga que luchar con el Espíritu que vuelve en sí. Tras el duelo la carne se rasga, el Espíritu se oscurece en el instante de la separación, y en la erraticidad reconoce la verdadera vida.
Voy a contaros, en pocas palabras, sobre aquellos para los cuales este estado es una prueba. ¡Oh! ¡es doloroso! ellos se creen vivos y bien vivos, con un cuerpo capaz de sentir y disfrutar de los placeres de la tierra, y cuando sus manos quieren tocar se desvanecen, y cuando acercan sus labios a un vaso o una fruta esos labios se aniquilan; ven, quieren tocar, pero no pueden sentir ni tocar. El paganismo ofrece una bella imagen de ese suplicio al presentar a Tántalo con sed y con hambre y jamás podía tocar con sus labios la fuente de agua, que susurraba a sus oídos, o la fruta que parecía madura para él. ¡Hay maldiciones y anatemas en los gritos de esos desgraciados! ¿Qué han hecho para soportar este sufrimiento? Preguntad a Dios: es la ley que fue escrita por él. Quien mata por la espada morirá por la espada; quien profanó al prójimo, a su vez será profanado. La gran ley del talión estaba escrita en el libro de Moisés y aún está en el gran libro de la expiación.
Orad pues incesantemente por los que llegan a la hora final; sus ojos se cerrarán, dormirán en el espacio como duermen en la Tierra y, al despertar, encontrarán no un juez severo sino un padre compasivo, que les señalará nuevas obras y nuevos destinos.
San Agustín
(Sociedad de Paris, 21 de julio de 1864 – Médium: Sr. Vézy)
Revista Espírita (Allan Kardec) Noviembre de 1864

LA MADRE Y EL HIJO

La madre y el hijo (Revista Espírita marzo 1863)

La madre y el hijo (Revista Espírita marzo 1863)

La madre y el hijo (Revista Espírita marzo 1863)
Dentro de una cuna reposaba un bello ángel
Todo rosa y blanco, que cantando acunaban;
Su joven madre, de dulce mirar de Arcángel,
¡Ebria de amor sobre ese infante velaba!…
¡Oh! ¡Qué bello es el hijo de mis cariños!…
Duerme, querido hijo, tu madre está cerca de ti…
¡Al despertar tus primeras caricias
Y tus besos, amigo, serán para mí!…
¡Oh! ¡Qué bello es!… Dios mío, tomad mi vida
Si debéis arrebatarme este hijo…
¡Guardádmelo, Señor, os lo ruego!…
Ya su boca ha murmurado: ¡¡¡Mamá!!!…
Esa palabra tan tierna… esa palabra que se espía,
Como a la primavera un rayo de sol…
Esa palabra de amor cuya suave armonía
¡Cuando se escucha nos hace soñar con el cielo!…
¡Oh! De sus brazos cuando me rodean;
Cuando sobre mi seno siento batir su corazón,
Soy feliz, y mi alma ebria
De vuestros electos comparto el bienestar…
Lo es todo para mí… ¡Este hijo, es mi sueño!
Vivir por él… toda en él, es mi destino.
De mi amor la vivificante savia
¡¡¡De esa cuna debe alejar la muerte!!!…
Pronto, Dios mío, sostenido por su madre
¡Lo veré dar sus primeros pasos!…
¡Oh! Día dichoso… qué impaciente espero…
¡Temo siempre que no llegue!
Y además, en mi dulce esperanza,
Lo veo grande, homenajeado, virtuoso,
Habiendo guardado de su tímida infancia
La pureza que debe tornarlo feliz.
¡Oh! ¡Qué bello es!… ¡Dios mío, tomad mi vida
Si la desgracia debe golpear este niño!
A mi amor, dejadlo, os lo ruego,
Ya su boca ha murmurado: ¡¡Mamá!!…
¡Pero está frío… y sus labios han palidecido!
¡Despiértate, querido hijo de mi corazón!
Ven sobre el seno que te dio la vida…
¡¡Está helado… tiemblo y tengo miedo!!
¡Ah! ¡ya está! ¡ha dejado de vivir!
¡Desgracia sobre mí! ¡porque ya no tengo hijo!
Dios sin piedad… de rabia estoy ebria…
¡No sois un Dios justo y poderoso!
¿Qué os ha hecho este ángel de inocencia
Para arrebatarlo tan pronto a mi amor?…
¡Abjuro aquí toda santa creencia!
Y bajo vuestra mirada voy a morir a mi vez…
. . . . . . . . . . .
“¡Madre!… ¡soy yo!… es mi alma desprendida
Que el Eterno devuelve a tu lado.
Maldice, madre mía, una rabia insensata;
¡Vuelve a Dios… te traigo la Fe!
Inclínate ante la decisión del Maestro.
Madre culpable, en un pasado lejano…
Hiciste morir al hijo que diste a nacer:
¡Dios te pune!… ¡doblégate bajo su mano!
Toma, coge este libro; calmará tu pena.
Este libro santo… dictado por los Espíritus,
Si lo lees… oh madre, puedes estar segura
¡¡¡Que un día en el cielo volverás a ver tu hijo!!!”
Tu ángel de la guarda

Artistas apócrifas espiritas



En la época de Josefa Tolrà (Cabrils, 1880-1959), no educaban a las niñas, les inoculaban lo necesario (las destrezas y las chinchetas en la mente) para ocupar durante el resto de su vida las estancias del silencio y del sufrimiento. En casa y en la escuela, enseñaban, por ejemplo, a coser. En el caso de Tolrá, nadie adivinó que, con cada punzada de aguja e hilo, en realidad, estaban transmitiéndole un idioma.
Tampoco ella lo sospechó. El tiempo tuvo que desguazarle la vida varias veces para que se desencadenara la suma de sucesos que, hoy, en 2019, lleva su legado a ser uno de los protagonistas de Alma. Mediums y visionarias, la insólita exposición de Es Baluard Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma (que permanecerá abierta hasta el 2 de junio).
El tiempo desguazó la vida de Tolrà. Primero, con la muerte de su hijo de 14 años tras una enfermedad eterna; y después, durante la Guerra Civil, cuando su otro niño pereció en un campo de concentración. Contó su sobrina María Tolrà en una entrevista que a Josefa le entró miedo, que no quería que la dejasen sola, que no encontraba la forma de salir de casa.
Le aconsejaron visitar a una médium. Hizo caso, acudió, y aquella le recetó que pintara. Un día empezó a trazar líneas, unas sobre otras, parecían una locura, pero tenían una estructura, un sentido. Agarraba un papel cualquiera y un bolígrafo. Solo ahí se sentía bien. No es que olvidara su tragedia, más bien la traducía, se congraciaba con ella. Pintar era crear formas, no importaba el soporte. Entonces se dio cuenta, tomó una aguja y un hilo, y descubrió que tenía dentro un lenguaje dormido.

mujeres espiritistas
Fotografía de Josefa Tolrà mostrando un mantón con bordado fluídico, 1956. © Fotografía: Archivo familiar, cortesía de la Associació Josefa Tolrà, 2019

Se convirtió en creadora y médium espiritista, y ninguna de esas facetas se las atribuyó a sí misma. Cuenta su sobrina que cuando la visitaban gentes frágiles, necesitadas de consuelo, y le daban las gracias, ella respondía: «A mí no, a ellos», y señalaba al cielo, que es donde se ubican los mundos que no nos pertenecen. Tampoco le pertenecía su arte. Un día, cuenta su sobrina, le dijo a su hija que no se le ocurriera nunca cobrar ni cinco céntimos por sus dibujos.
Su caso no es único, y Es Baluard reúne una muestra de creadoras como ella: Madge Gill, Julia Aguilar, Nina Karasek, Clara Schuff, Hélène Reimann, Aloïse Corbaz, Agatha Wojciechowsky, Margarethe Held, Käthe Fischer, Anna Zemánková, Cecilie Marková o Emma Kunz. El proyecto se enmarca dentro de una línea de investigación hoy en vigencia a nivel europeo.
La comisaria es Pilar Bonet, historiadora del arte. Comenzó a explorar en esta veta de artistas olvidadas hace más de diez años. La fascinación por Tolrà la guió hacia otros nombres. «Son todas europeas, nacidas antes del final de la Primera Guerra Mundial, vivieron la guerra y la entreguerra, un periodo de dolor, muertes, cambios territoriales», apunta Bonet.

mujeres espiritistas
Josefa Tolrà, La gran teósofa, 1953. Colección del Museo Nacional del Prado, Madrid. Fotografia: Associació Josefa Tolrà © de la obra, Associació Josefa Tolrà, 2019

Eran las mujeres. Ellas, en la retaguardia del hogar, sufrían con más fuerza la densidad de las pérdidas: «Entonces, consiguen traspasar una línea fronteriza entre el mundo material y espiritual», expresa. Ahí empieza el relato de la exposición. «Las mujeres son las que desean conectar con los hijos que han fallecido, lo necesitan».
Muchas de las protagonistas de la muestra entran, por la puerta del desasosiego, en el espiritismo de finales del siglo XIX y principios del XX. Eso, junto a su sexo, sus raíces humildes y sus enfoques artísticos forjados por instinto –al margen de lo académico–, provocó que no recibieran el reconocimiento que merecían.
«El espiritismo, además, estaba conectado al socialismo utópico y al anarquismo. A ninguno de esos movimientos se les ha concedido un lugar prioritario porque estaban vinculados a clases obreras y a revuletas y revoluciones contra el propio sistema», desliza Bonet. El espiritismo era, según esto, una forma de religiosidad insumisa, alejada de las imposiciones de las instituciones eclesiásticas.

mujeres espiritistas
Madge Gill, Sin título (1954). Colección LAM-Lille Métropole Musée d’art modern, d’art contemporain et d’art brut, Villeneuve d’Ascq. Donación de L’Aracine, 1999. © Fotografía: Alain Lauras

Artistas apócrifas

Quizás este suero del espiritismo y de la conexión con el más allá les dio la legitimidad que necesitaban (ellas, mujeres, golpeadas, la mayoría pobres) para atreverse a dar una solución plástica, material, a las borrascas acumuladas durante su pasado. Sin embargo, no disponían de referencias ni de técnicas.
«No conocían iconografías ni géneros artísticos. Entonces aparecen en sus obras escenarios e imaginarios extraños. Eran médiums, escribían de manera automática o dibujaban lo que visualizaban», detalla Bonet.
No eran representaciones de ciénagas espectrales y aterradoras, más bien, al contrario: «Son dibujos extraños y maravillosos. La potencia de las miradas es enorme. Son personajes etéreos, ingrávidos; escenarios llenos de trazos, círculos, espirales que representan la energía. Crearon cartografías de planetas, arquitecturas planetarias», resume.
Los formatos son pequeños. No pensaban en exponer o vender. Tomaban cualquier papel que hubiera a su alcance y cualquier herramienta. Así es como, de pronto, Josefa Tolrà descubrió que tenía un idioma entre las manos y se puso a coser mundos. Una técnica que servía como herramienta para el confinamiento femenino se convirtió en un arma expresiva.

mujeres espiritistas
Anna Zemánková, Sin título, década de 1970. Colección Karin & Gerhard Dammann. Fotografia: Cortesía Colección Dammann

«Sabían tejer, bordar, hacer ganchillo, y lo utilizaron. En sus telas aparecen animales simbólicos y floraciones extrañas que no eran tradicionales en los bordados».
La checa Anna Zemánková inventaba flores «que no existen en ningún lugar». Por ejemplo: una planta que se disgrega en seis apéndices como ojos, como criaturas del caldo primigenio, criaturas unicelulares enlazándose para construir algo más grande. Ese cuadro ofrece una ironía: mirado de lejos parece, además, una máscara de carnaval. «No pensaban en flores botánicas, sino en la flor alegórica de la vida», analiza la comisaria.
Han pesado décadas de olvido sobre estas mujeres. Pero algunas de ellas lo habrían considerado justo y oportuno. Cuenta Bonet que la suiza Emma Kunz, fallecida en 1963, avisó: «Mis obras son para el siglo XXI».