sábado, 17 de noviembre de 2012

CASOS DE AUXILIO



Aun en esta descreída época y entre la vorágine civilización, a
despecho de la ciencia dogmática y de la mortífera opinion del materialismo puede hallar quienquiera que se tome el trabajo de fijar la atención en ellos, numerosos ejemplos de mediación protectora, inexplicable desde el punto de vista del
materialismo. A fin de darle al lector prueba de ello, resumiré brevemente unos cuantos ejemplos de los referidos por escritores veraces, y además otros dos de que adquirí noticia directa.
Circunstancia muy atendible en estos recientes ejemplos es que, según parece, la mediación tuvo casi siempre por objeto proteger o salvar a la infancia. Hace pocos años sucedió en Londres un interesante caso relacionado con la salvación de
un niño en un terrible incendio que estalló cerca del barrio de Holborn, destruyendo por completo dos casas. Las llamas habían tomado tal incremento antes de advertirse el siniestro, que los bomberos se vieron precisados a dejar que el fuego devorase las casas, convirtiendo todos sus esfuerzos a localizar el incendio y poner en salvo a los moradores. Lograron salvarlos a todos excepto dos: una vieja que murió asfixiada por el humo, antes de que los bomberos pudiesen auxiliarla, y un niño de cinco años de quién
nadie se había acordado entre la turbación y pánico que a los inquilinos les causara la voz de fuego. Sin embargo, semejante olvido tenía su fundamento psicológico, porque el niño no habitaba de ordinario en aquella casa, sino que obligada su madre a ir a
Colchester para asuntos de familia, lo había confiado aquella noche a la hospitalidad de una parienta suya que era precisamente inquilina de una de las casas incendiadas. Así es, que cuando todos estuvieron en salvo y los edificios envueltos en llamas, se acordó
la pobre mujer con espanto del niño cuya guarda le habían confiado. Viéndose impotente de volver a la casa y llegar hasta la alcoba del niño, prorrumpió en desesperado llanto; pero un bombero resolvióse entonces a intentar un supremo
esfuerzo, y enterado por la inquilina de la exacta situación de la alcoba, penetró heroicamente por entre aquel infierno de fuego y humo. A los pocos minutos reaparecía con el niño sano y salvo, sin el más leve chamusqueo. El bombero refirió que la alcoba estaba ardiendo y con la mayor parte del suelo hundido, pero que las llamas, contra su natural propensión, retorcían sus lenguas hacia
la ventana de modo tal que jamás lo había él notado en su larga experiencia del oficio, dejando enteramente intacto el rincón donde estaba la cama del niño, aunque ya se veían medio quemadas las vigas del techo. Dijo también que había encontrado al niño presa
del natural terror, pero que al acercarse a él con serio peligro de su vida (y esto lo declaró el bombero repetidas veces), vió una figura como de ángel «gloriosamente albo y resplandeciente, inclinado sobre la cama en actitud de cubrir al niño con la colcha».
Estas últimas fueron sus propias palabras. Añadió después que no había sido víctima de alucinación alguna, porque el ángel estaba rodeado de un nimbo de luz y pudo verle distintamente por unos cuantos segundos, antes de que desapareciese al acercarse el
salvador a la cama del niño. Otra circunstancia curiosa de este suceso fue que, aquella misma noche, la madre del
niño no pudo conciliar el sueño en su alojamiento de Colchester, viéndose continuamente atormentada por la tenaz idea de que a su hijo le amenazaba una desgracia. Tan persistente fue el presentimiento, que por último se levantó para
impetrar fervientemente del Cielo que protegiese al niño y le salvase del peligro que sobre él se cernía. La intervención fue así evidentemente lo que un cristiano llamaría “escucha de una plegaria”; pero un espiritista, expresando la misma idea con más
científica frase, dirá que el interno desbordamiento del amor maternal constituyó la fuerza aprovechada por uno de nuestros protectores invisibles para salvar al niño de espantosa muerte.
Otro caso de milagrosa protección a la infancia ocurrió en las riberas del Támesis, cerca de Maidenhead, pocos años antes del ya referido.
Esta vez el peligro no provino del fuego, sino del agua. Tres pequeñuelos, que, si mal no recuerdo, vivían en el pueblo de Shottesbrook o cerca de allí, fueron a dar un paseo
con su aya por la margen del remolque. De pronto, en una revuelta se les echó encima un caballo que remolcaba una lancha y en la confusión del atropello dos de los niños se
adelantaron hacia el lado izquierdo de la soga y tropezando en ella cayeron al río. El barquillero, al percatarse del accidente, se abalanzó con intento de salvarlos, pero asombrado vid que como por milagro flotaban sobre el agua, moviéndose suavemente
hacia la orilla. Esto fue lo que el barquillero y el aya presenciaron; pero los niños refirieron acordemente que “un hermoso joven de resplandeciente blancura” había estado junto a ellos en el agua, sosteniéndolos y guiándolos hacia la orilla. La hija del
barquillero, que a los gritos del aya acudió desde su choza, dijo en corroboración del relato de los niños, que también ella había visto como «una hermosa señora» los conducía hacia la orilla.
Sin conocer todos los pormenores del caso expuesto, es imposible asegurar qué especie de protector era este ángel, pero la opinión más razonable se inclina a suponerle un ser humano de adelantado perfeccionamiento que actuaba en el plano astral, según veremos
más tarde al discurrir sobre este asunto, desde el punto de vista de los protectores con preferencia al de los protegidos.
El conocido sacerdote Dr. John Mason Neale, cita un caso en el que se echa de ver más distintamente la acción protectora. Cuenta el reverendo Mason que un hombre recién enviudado fue de visita con sus niños a la casa de campo de un amigo. Era la casa vieja,
estaba aislada, y en la planta baja había largos y oscuros corredores por donde los niños acostumbraban a jugar placentera mente al escondite. Pero en aquella ocasión quisieron subir al primer piso con gravedad de personas mayores, y dos de ellos dijeron que, al pasar por uno de loscorredores, se les había aparecido su madre, mandándoles retroceder. Examinado el lugar del suceso,
evidencióse que de subir los niños unos cuantos peldaños más, se hubiesen caído a un patio descubierto, interpuesto en su camino. La aparición de su madre los salvó así de una muerte segura.
En este ejemplo parece indudable que la misma madre estaba celando todavía por sus hijos desde el plano astral, y que (según ha sucedido en algunos otros casos) su intenso
deseo de preservarlos del peligro en que tan descuidadamente iban a perecer, le dio la facultad de manifestarse visible y auditivamente por un instante, a sus hijos; o tal vez sólo la de sugerirles la idea de que la veían y escuchaban. Es posible también que
cualquier otro protector, para no amedrentar a los niños, tomase la figura de la madre; pero la hipótesis más racional es atribuir la mediación a los efectos del siempre vigilante
amor maternal sutilizado al cruzar los dinteles de la muerte; porque este amor, uno de los más santos y abnegados sentimientos humanos, es también uno de los más persistentes en los planos suprafísicos. No sólo cuida y vela por sus hijos la madre que
mora en los niveles inferiores del plano astral, y por consiguiente en roce con la tierra, sino que aun después de remontarse a las celestiales esferas, mantiene sin desmayo el
pensamiento en sus hijos, y la opulencia de amor que derrama sobre las imágenes que de ellos forja, constituye un potísimo desbordamiento de fuerza espiritual que fluye
sobre sus pequeñuelos, todavía sujetos a las condiciones de este mundo inferior, rodeándolos de vívidos núcleos de bienhechora energía que bien pudieran considerarse como verdaderos ángeles de la guarda. No hace muchos años, la hija menor de un obispo anglicano salid a pasear con su madre
por las calles de la ciudad en donde vivían, y al cruzar inadvertidamente de una a otra
acera, la niña fue atropellada por los caballos de un carruaje que embocaba por la esquina. Viéndola su madre entre las patas de los animales, abalanzóse con el natural temor de que hubiese recibido grave daño; pero la niña se levantó ilesa del suelo,
diciendo: «¡Oh mamá! No me he hecho daño, porque un alguien, vestido de blanco, evitó que los caballos me pateasen, ahuyentando de mí todo temor.» Un caso ocurrido en el condado de Buckingham cerca de Burnham Beeches es notable por haber persistido durante bastante tiempo la manifestación física del auxilio
espiritual. En los ejemplos anteriores, la intervención fue de pocos momentos, mientras que en el que vamos a referir duró el fenómeno más de media hora. Dos niños de un modesto colono se quedaron a jugar en la solana mientras que sus padres y los mozos de labranza estaban en el campo ocupados en las faenas de la
recolección. Los chicuelos, ansiosos de corretear por el bosque, se alejaron demasiado de la casa y no dieron con el camino de vuelta. Cuando los fatigados padres regresaron al oscurecer, echaron de menos a los niños, y después de buscarlos infructuosamente
por las casas vecinas, enviaron a los jornaleros en pesquisas por distintas direcciones. Sin embargo, toda la exploración resultó inútil, volviéndose al cortijo con afligido semblante; pero entonces vieron a lo lejos una luz extraña que se movía lentamente a
través de los campos lindantes con la carretera. La luz tenía la forma de una esfera de hermoso color dorado, enteramente diferente de la de los relámpagos, permitiendo
distinguir a los dos niños que todavía correteaban por el campo iluminado por la prodigiosa claridad. Los padres y sus criados acudieron inmediatamente al paraje
indicado, persistiendo la luz hasta que, reunidos con los niños extraviados, se desvaneció en tenebrosa oscuridad.
Lo sucedido fue que al llegar la noche y viéndose perdidos, erraron los niños por el bosque después de pedir socorro a gritos durante algún tiempo, hasta que al fin el sueño
los rindió al pie de un árbol. Luego, según ellos mismos dijeron, los despertó una hermosísima señora que llevaba una lámpara y que, cogiéndolos de la mano, los iba
encaminando a casa cuando sus padres los encontraron. Por más que los niños dirigieron algunas preguntas a la aparición, ésta no hizo más que sonreír sin pronunciar palabra. Los dos niños demostraron tal convencimiento en el relato, que no hubo medio
de quebrantar su fe en lo que habían visto. Digno de mención es, sin embargo, que aunque todos los circunstantes vieron la luz y pudieron distinguir perfectamente los árboles y plantas que caían dentro del círculo de iluminación, para ninguno de ellos,
sino para los niños, fue visible la aparición.


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PREGUNTAS DE ACTUALIDAD


ÓRGANOS – COMA – EUTANASIA – GENÉTICA – CONTROL DE LA NATALIDAD – BEBÉS PROBETAS – INSEMINACIÓN ARTIFICIAL – DETERMINACIÓN DE SEXO - HOMEOPATIA




Pregunta: ¿Qué puede hablar la Doctrina Espírita al respecto de donaciones de órganos, sabiéndose que el desligamiento total del espíritu puede a veces ocurrir hasta 24 horas y que, para la medicina, el tiempo es muy importante para la eficacia de los transplantes? ¿El Espiritismo está contra o a favor de los transplantes?

Emmanuel – El beneficio de aquellos que necesitan consiste en una de las mayores recompensas para el espíritu. De ese modo, la Doctrina Espírita ve con buenos ojos la donación de órganos.
Incluso que la separación entre el espíritu y el cuerpo no se haya completado, la Espiritualidad dispone de recursos para impedir impresiones penosas y sufrimientos a los donadores. La donación de órganos no es contraria a las Leyes de la Naturaleza, porque beneficia, más allá de eso, es una oportunidad para que se desarrollen los conocimientos científicos, colocándolos al servicio de muchos necesitados.
  

Pregunta: ¿Qué pasa con los espíritus encarnados cuyos cuerpos quedan meses, y hasta incluso años, en estado vegetativo (coma)?

EmmanuelSu estado será de acuerdo con su situación mental. Hay casos en que el espíritu permanece como preso al cuerpo, de el no se aparta hasta que permita recibir auxilio de los Benefactores espirituales. Son Personas, en general, muy apegadas a la vida material y que no se conforman con la situación.
En otros casos, los espíritus, a pesar de mantener una ligación con el cuerpo físico, por intermedio del periespíritu, disponen de una relativa libertad. En muchas ocasiones, las personas salidas del coma describen los paisajes y los contactos con seres que los precedieron en el pasaje para la Vida Espiritual. Es común que después de esas experiencias ellas pasen a ver la vida con nuevos ojos, revaluando sus valores íntimos.
En cualquiera de las circunstancias, el Plano Espiritual siempre extiende sus esfuerzos en el intento de auxilio. De ahí la importancia de la oración, del equilibrio, de la palabra amiga y fraterna, de la transmisión de paz, de las conversaciones edificantes para que haya mayores condiciones al trabajo del Bien que se dirige, en esas horas, tanto al enfermo como a los encarnados (familiares y médicos)


Pregunta: ¿Qué postura se debe tener delante de la eutanasia? ¿Estando el cuerpo físico mantenido por instrumentos, el espíritu continúa unido a él o no?
Emmanuel – Los profesionales y responsables por pacientes que consienten con la práctica de la eutanasia, imbuida de ideas materialistas, desconocen la realidad mayor en cuanto a la inmortalidad del espíritu. La muerte voluntaria es entendida como el fin de todos los sufrimientos. La muerte voluntaria es entendida como el fin de todos los sufrimientos, pero se trata de un considerable engaño. La fuga de una situación difícil, como la enfermedad, no resolverá las causas profundas que la producirán, ya que estas se encuentran en nuestra conciencia.
Es necesario confiar, antes de todo, en la Providencia Divina, ya que tales situaciones consisten en valiosas lecciones en procesos de depuración del espíritu. Los momentos difíciles serán seguidos, más tarde, por momentos felices.

Se debe recordar también que la ciencia médica avanza todos los días y que males, antes incurables, hoy reciben tratamiento adecuado, más allá de eso, en más de una ocasión ya se verifican casos de cura en pacientes desengañados por los médicos.

En cuanto a la otra cuestión, respondemos que sí, los aparatos consiguen hacer que el espíritu permanezca unido a su cuerpo por medio de los lazos del periespíritu. Eso ocurre porque ellos consiguen superar, hasta cierto punto, las descompensaciones y desarmonías en el flujo vital del organismo causado por la enfermedad.


Pregunta: La Ciencia se perfecciona y camina para resolver todos los problemas genéticos, o sea, no nacerán más niños defectuosos. ¿Se puede concluir que los espíritus necesitados no tendrán más oportunidad de reencarnar con pruebas difíciles para cumplir?
Emmanuel – Incluso con el perfeccionamiento de la Ciencia para resolver problemas genéticos, el espíritu se comprometió en existencias anteriores cometiendo delitos que justifican, hoy, su nacimiento con defectos físicos y, por eso, continuará teniendo pruebas difíciles buscando la evolución.uperar las Leyes Divinas, que son físicas y morales, siendo que las pruebas no son solamente de orden físico, y también moral.


CONTROL DE LA NATALIDAD

Pregunta: ¿Cuál es la posición del Espiritismo en cuanto al uso de anticonceptivos a la esterilización.
  
Emmanuel – Teniendo firme nuestros valores morales, nuestro discernimiento determinará el número de hijos que podamos crear con alegría, dentro de los patrones de correlación y buenos sentimientos.
Hay clara diferencia entre impedir la venida de almas a través del aborto, por egoísmo y deseo de sensualidad desequilibrada, y opta por un programa consciente, que cabe al matrimonio decidir.
La Doctrina deja nuestras conciencias libres para tal gesto.

BEBÉS DE PROBETA – INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

Pregunta: ¿Cómo ve la Doctrina Espírita la situación de los bebés de probeta, eso es cierto o equivocado?
Emmanuel – La Espiritualidad inspira y acompaña los progresos de la ciencia y los investigadores no consiguen realizar lo que no tienen apoyo en los laboratorios del Infinito.
Dentro de la correcta orientación médica, ese tipo de concepción puede ser tratado, no nos olvidemos  que muchos niños sin hogar anhelan por nuestro afecto, en caso de impedimento físico para generar un cuerpo.

DETERMINACIÓN DE SEXO

Pregunta: ¿Cómo debemos encarar la posibilidad de la ciencia humana patrocine la determinación de sexo en el inicio de la gestación?
André Luiz – Comprendiéndose que en los vertebrados el diseño gonadal se reviste de potencialidades bisexuales en el comienzo de la formación, es claramente posible la intervención de la ciencia terrestre en la determinación del sexo, en la primera fase de la vida embrionaria;


Con todo, importa considerar que semejante intervención en la esfera de los destinos humanos traería consecuencias imprevisibles a la organización moral, entre las criaturas, porque esa actuación indebida se verificaría sólo en el campo morfológico, imponiendo tal vez inversiones innecesarias e imprimiendo graves complicaciones al foro íntimo de cuantos fuesen sometidos a tales procesos de experimentación, positivamente contrario a la inteligencia que refleja la Sabiduría de Dios.


Pregunta: ¿Es verdad que la homeopatía obra en el periespíritu?
Emmanuel – El medicamento homeopático actúa energéticamente y no químicamente, o sea, su acción terapéutica se va a dar en el plan dinámico o energético del cuerpo humano, que se localiza en el periespíritu.


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Dolencias Espirituales



Entre tanto, el Espiritismo no vino para competir con cualquier especialidad médica y su principal actuación no es la de producir curas. Con mucha frecuencia, sus adeptos, lo utilizan con esos propósitos, sugiriendo en su búsqueda, el consuelo y la cura de las enfermedades. Su papel, primordial, es el de iluminar y crecer, para que cada criatura promueva por sí misma, su reeducación espiritual. Sin reforma íntima no va a haber progreso ni cura. En este sentido, las dolencias son comprendidas como lecciones con gran potencial de transformación y traen oportunidades de renovación y crecimiento espiritual.

Una Reminiscencia Dedicada para la Espiritualidad

La mayoría de nuestros pacientes aceptan muy  bien un diálogo con el médico sobre su espiritualidad. De manera general nuestro pueblo, por creencia o sabiduría misma, reconoce que muchas dolencias tienen algo que ver con la espiritualidad, o como causa, o como proceso benéfico para su cura. Podemos explorar el interrogatorio médico de tal modo que el paciente perciba que, hablar sobre la espiritualidad no implica comprometerse con una religión y que una y otra pueden ser perfectamente separadas

Método de Evaluación.

Aprendemos a adoptar un criterio arbitrario en la que la espiritualidad del paciente es avalada en tres dominios (1):
El Dominio de la creencia: aquí, el paciente revela sus creencias o no, en la existencia de Dios, en la existencia e inmortalidad del Alma, en el mundo invisible donde habitan los espíritus, en la posibilidad de su comunicación con su Dios, en la reencarnación, en la comunicación de los espíritus con nosotros
Esta relación con la espiritualidad que los pacientes acostumbran a referirse es, casi siempre, muy específica e siendo individual, a veces, muy difícil de ser expresada en palabras, ya que está ligada a una creencia que es intransferible, sagrada para cada uno que la acepta e implica, como exigencia máxima, el respeto que cada uno espera tener para su propia convicción.

El Dominio de la práctica: se refiere al comportamiento que cada uno desarrolla en relación a sus creencias o la religión que dice adoptar. Así, identificaremos los frecuentadores ocasionales y los asiduos, los participantes y los indiferentes, los curiosos y los inquisidores, todos ellos con mayor o menor empeño en poner en práctica lo que oye de las lecciones que su religión se dispone a enseñar.

El Dominio de la experiencia trascendente: es la participación, frecuentemente “traumática”, episódica, ocasional o persistente y controlada que ciertas personas disfrutan con la espiritualidad. Tenemos los ejemplos de personas que son sorprendidas por la visión de una entidad espiritual, cosa que pueda haberle ocurrido sólo una vez en la vida, pero, que le marcó profundamente.

Otros, en un momento de fuerte estrés, como un accidente de automóvil o la caída de un avión, cuando son los únicos sobrevivientes, se sentirán, a partir de ahí, tocados por una actuación privilegiada de las divinidades que lo protegen.

Están en este grupo, también, aquellos casos de relatos de las experiencias fuera del cuerpo, que traducen un desdoblamiento del cuerpo espiritual, con un dislocamiento más o menos demorado por el mundo espiritual.

En estos casos, puede o no haber consciencia de contactos con entidades que los amparan en estos dislocamientos “fuera del cuerpo”. Entre tantos otros ejemplos, necesita ser destacada, también, con énfasis, toda la fenomenología mediúmnica que la doctrina espírita tiene el privilegio de esclarecer en sus pormenores, revelando los insondables caminos de la mediumnidad cuyos canales de comunicación nos pone en contacto con la espiritualidad. En la experiencia trascendente de la mediumnidad, la disciplina moral ejerce un papel productivo en el grado de elevación espiritual del fenómeno.

La Fisiopatogenia

La posibilidad de que exista una dolencia espiritual sólo puede ser aceptada con la creencia en un nuevo paradigma que la doctrina espírita introduce en sus fundamentos (2).
El Espiritismo enseña que Dios es la “Inteligencia Suprema del Universo” y todo lo que existe forma parte de su creación.

Cada uno de nosotros es un espíritu encarnado que está en proceso de aprendizaje que, necesariamente, nos va a llevar a la perfección, después de un número inimaginable de reencarnaciones, en este, y en otros mundos donde también existe vida.
Cuando el cuerpo perece, el Alma que lo animaba pasa a vivir en el mundo espiritual donde están todos los otros espíritus que nos precedieron. Este mundo espiritual está en una estrecha unión con el mundo material que habitamos y los Espíritus que ahí viven ejercen constantemente una fuerte interferencia en nuestras vidas.

Más allá del cuerpo físico, cada uno de nosotros se sirve de otro cuerpo de  naturaleza intermedia entre nuestra realidad física y el mundo espiritual. Este cuerpo espiritual o periespíritu es consolidado por el “fluido cósmico” disponible en cada uno de los mundos habitados.

El pensamiento es fuerza creadora proveniente del Espíritu que lo impulsa. Incluso conociendo muy poco de sus propiedades, sabemos que la energía mental que el pensamiento exterioriza, ejerce total influencia en el cuerpo espiritual, modificando su forma, su apariencia y su consistencia. Es por esto que, Allan Kardec, afirmó que, se sitúa en el periespíritu la verdadera causa de muchas dolencias y la Medicina habrá ganado mucho cuando comprendiese mejor su naturaleza (3).
Cada uno de nosotros vive en sintonía con el ambiente espiritual que sus actitudes y sus deseos construyen para sí.

Diagnóstico de la Dolencia o Manifestación Espiritual

A mi me parece que tenemos en el medio espírita dos vicios de interpretación de las manifestaciones de la espiritualidad. Casi siempre, aquel que busca en el centro espírita una orientación delante de sus problemas, va a oír que su caso es de “obsesión” o como mínimo de “mediumnidad” y que él “necesita desarrollarla
Es necesario reconocer que, en cuanto a las criaturas humanas que somos, recorriendo una encarnación más en el planeta, pertenecemos a un vastísimo grupo de espíritus que, sin exención, aun está muy endeudado y comprometido con sus rescates para imaginarnos que alguno de nosotros pueda aventurarse a decir que no tiene ningún problema espiritual.

En el medio médico los alemanes acostumbran a decir que “sólo tiene salud aquel que aun no fue examinado”. Del punto de vista espiritual una afirmación de este tipo, lejos de ser una exageración de la exigencia minuciosa de los germánicos, es una verdad que sólo aquel que no se detuviera en examinar su conciencia puede contestar.

Clasificación:
Considerando la fisiopatogenia de las dolencias espirituales acostumbramos a adoptar el siguiente conjunto de diagnósticos (4):

1 – Dolencias espirituales auto-inducidas:
·       Desequilibrio vibratorio
·       auto-obsesión
2 – Dolencias espirituales compartidas
·       Vampirismo
·       Obsesión
3 – Mediunismo

4 – Dolencias kármicas
Desequilibrio Vibratorio
El periespíritu es un cuerpo intermedio que permite al espíritu encarnado ejercer sus acciones sobre el cuerpo físico. Su unión es hecha célula a célula alcanzando la más profunda intimidad de los átomos que constituye la materia orgánica del cuerpo físico. En esa unión se procesa a costa de las vibraciones que cada uno de los cuerpos, el físico y el espiritual poseen (5).

Se comprende entonces que este “ajuste” exige una determinada sintonía vibratoria. El periespíritu no es prisionero de las dimensiones físicas del cuerpo de carne y puede manifestar sus acciones más allá de los límites del cuerpo físico por la proyección de sus fluidos. La sintonía y la irradiación del periespíritu son dependientes únicamente de las proyecciones mentales que el espíritu elabora. Así, la apariencia y la relación entre el cuerpo físico y el cuerpo espiritual son dependientes exclusivamente del flujo de ideas que construimos.

Debemos reconocer que, de manera general, el ser humano aun pierde mucho de sus días comprometido con la crítica a los semejantes, el odio, la maledicencia, las exigencias descabelladas, la ociosidad, la cólera y los celos entre tantas otras protestas livianas contra la vida y contra todos. El orad y vigilad aun está muy distante de nuestra rutina y la tentación de enumerar los defectos del prójimo aun es muy grande.

Son estos los motivos que desajustan la sintonía entre el cuerpo físico y el periespíritu. Es esta desarmonía la que desencadena las acostumbradas sensaciones de malestar, de “estafa” desproporcional, la fatiga sistemática, la disnea respiratoria donde el aire parece  faltar siempre, los músculos que duelen y parecen no aguantar el cuerpo (6).

La jaqueca que el médico no consigue eliminar, la digestión que nunca se acomoda y tantas otras manifestaciones tenidas en cuenta como “dolencias psicosomáticas”. Son tantos buscando a los médicos, pero muy pocos se dedican a una reflexión sobre los perjuicios de sus mezquinas actitudes.



La Auto-obsesión

El pensamiento es energía que construye imágenes que se consolidad en torno de nosotros diseñando un “campo de representaciones” de nuestras ideas. A costa de los elementos absorbidos del “fluido cósmico universal”, las ideas toman formas, sustentadas por la intensidad con que pensamos en lo que esta idea propone. La materia mental (7) construye en torno de nosotros una “atmósfera psíquica” (psicoesfera) donde están representados nuestros deseos.

En este escenario están los personajes que nos aprisionan el pensamiento por el amor o por el odio, por la envidia o por la codicia, por la indiferencia o por la protección que proyectamos para los que queremos bien.
De la misma forma, los miedos, las angustias, las amarguras no resueltas, las ideas fijas, el deseo de venganza, las opiniones cristalizadas, los objetos de seducción, el poder o los títulos codiciados, también se estructuran en “ideas-formas”. A partir de ahí seremos prisioneros del propio miedo, de los fantasmas de nuestra angustia, de las imágenes de nuestros adversarios, de la falsa ilusión de los placeres terrenos o del brillo ilusorio de las vanidades humanas.

La materia mental produce la “imagen” ilusoria que nos esclaviza. Por capricho nuestro, somos “obsesados” por los propios deseos.

Las Dolencias
Espirituales Compartidas

Incluimos aquí el vampirismo y la obsesión. Decimos compartidas porque, son producidas por la asociación perturbadora de un espíritu desencarnado y su víctima, estando ambos sufriendo de un mismo proceso psicopatológico. La participación como víctima o reo, frecuentemente se altera entre ellos.



Vampirismo (8)

El mundo espiritual esta poblado por una población numerosísima de espíritus que según informes debe ser 4 o 5 veces mayor que los 6 billones de Almas encarnadas en nuestro planeta.

Como la mayor parte de esta población de espíritus, debe estar habitando las proximidades de los ambientes terrestres donde fluye toda vida humana, no es de extrañar que, estos espíritus, estén compartiendo con nosotros todas las buenas y malas conductas de nuestro día a día (9).
Contamos con ellos como guías y protectores que constantemente nos inspiran, pero, en la mayoría de las veces, nosotros los atraemos por el vicio y ellos nos prenden por el placer.
Se cuenta los millones de hombres envueltos en el alcohol, el tabaco, las drogas ilícitas, los somníferos, los desarreglos alimenticios y los abusos sexuales.

Para todas estas situaciones las puertas de la falta de vigilancia están abiertas de par en par permitiendo el acceso de entidades desencarnadas que pasan a compartir con nosotros el elixir de las satisfacciones mundanas de la carne.

En estos desvíos de la conducta humana la mente del responsable agrega en torno de sí elementos fluídicos que poco a poco va construyendo “miasmas psíquicos” con extrema capacidad corrosiva del organismo que la hospeda. El alcohólico, el drogadicto o el vicioso de cualquier sustancia construyen para sí mismos los gérmenes que pasan a obstruir los funcionamientos de las células hepáticas, de los glomérulos renales, de los alvéolos pulmonares, de los dúctos prostáticos, haciendo crónicas lesiones que la medicina tiene como procesos incurables.
Las entidades espirituales viciadas acompañan los placeres del vicio que el encarnado les favorece y a su tiempo lo estimula a permanecer en el vicio, de ahí, la expresión, vampirismo, es muy adecuada para definir esta parcela.

Obsesión

En la duración de cada encarnación la misericordia de Dios nos permite usufructuar las oportunidades que mejor nos conviene para estimular nuestro progreso espiritual
Los reencuentros o desencuentros de cierta manera planeados o atraídos por nosotros para los debidos rescates de compromisos que dejamos para usar o las facilidades aparecen para cumplir las grandes promesas que diseñamos en el plano espiritual.

Es así que, padres e hijos, se reencuentran como hermanos, como amigos, como compañeros de una sociedad común en la actividad humana. Marido y mujer que no se respetaron, ahora se reajustan como, padre e hija, jefe y subalterno o como parientes distantes que la vida dificulta la aproximación
Madres que despreciaron a los hijos, hoy pasan de consultorio en consultorio en una peregrinación donde desfilan las dificultades para tener de nuevo sus propios hijos. La vida de una manera o de otra va reeducando a todos. Los obstáculos que a primera vista parecen castigos o puniciones traen en su complicación de pruebas la posibilidad de recuperar los daños físicos o morales que produjimos en el pasado.
Con frecuencia, ganamos o perdemos en la gran lucha de la sobrevivencia humana. Ninguno de nosotros recorre esta jornada sin tener que tomar decisiones, sin dejar de expresar sus deseos y sin hacer sus elecciones. Es ahí que muchas veces contrariamos las decisiones, los deseos y las elecciones de aquellos que conviven próximos a nosotros.
En cada existencia amontonamos a personas que no nos comprendieron, amigos que nos abandonaron por contrariarles con opiniones diferentes de la nuestra, socios que no cumplieron sus compromisos con nosotros, parientes o simples conocidos que difamaron gratuitamente nuestro nombre.

En muchas otras ocasiones del pasado, ya tuvimos oportunidad de participar de grandes disputas financieras, de crímenes que la justicia terrena no testimonió, de aborto clandestino que las alcobas escondieron y de traiciones que la sociedad repudió y escarneció.
En los rastros de estas heridas humanas, nosotros todos, sin excepción, estamos endeudados y altamente comprometidos con otras criaturas, también humanos y exigentes como nosotros mismos que, ahora están cobrándonos otros comportamientos, a exigir quitarnos de deudas que nos hurtamos en otras épocas y persistiendo en su dominio buscaron dificultarnos la subida más rápida para los más elevados estadios de la espiritualidad.

Aunque la ciencia médica de hoy aun no la traiga en sus registros nosológicos, la obsesión espiritual, en la cual una criatura ejerce su dominio sobre la otra, este es de lejos el mayor de los males de la patología humana
En las obras básicas del Espiritismo, Allan Kardec, esclareció que la obsesión se establece en tres dominios de sumisión creciente: la “obsesión simple”, la “fascinación” y la “subyugación”. Los textos clásicos de Kardec y toda la literatura espírita subsiguiente, principalmente de André Luiz y sus abnegados intérpretes como Marlene Rossi Severino Nobre (La obsesión y sus máscaras) son más que suficiente para esclarecernos sobre este tema. 


Mediunismo

Pretendemos, con esta denominación, discutir los cuadros de manifestaciones sintomáticas presentadas por aquellos que, incipientemente, inauguran sus manifestaciones mediúmnicas (10).
Con mucha frecuencia, la mediumnidad, para ciertas personas, se manifiesta de forma tranquila y es tenida como tan natural que, el médium, casi siempre aun muy joven, se da cuenta mal de que, lo que ve, lo que percibe y lo que escucha, de diferente, son comunicaciones espirituales y que sólo él está detectando estas manifestaciones, aunque, les parezcan que son compartidas por todos
Otras veces, los fenómenos son presentados de forma abundante y el principiante es afectado por miedos e inseguridad, principalmente, por no saber de lo que se trata y acostumbra a retraerse, por percibir que son diferentes a las personas con quien conviven.

En otras ocasiones, tenemos la mediumnidad atormentada por espíritus perturbadores y el médium, sin contar con alguna protección que lo pueda ayudar, se ve pronto con una serie de cuadros de la psicopatología humana.

Frecuentemente ocurren crisis del tipo pánico, histeria o manifestaciones somatiformes que se manifiestan con dolores, parálisis, anestesias, “tumores” en los miembros, insomnio rebelde, somnolencia incontrolable, etc.
Una gran mayoría tienen pequeños síntomas psicosomáticos y sienten influenciados o acompañados por entidades espirituales (11). Son médiums con aptitudes aun muy inmaduras que están en fase de aprendizaje y dominio de sus potencialidades. Se trata de una tierna simiente que necesita ser cultivada para desenvolverse.



Dolencias Kármicas

Siempre que por nuestras intemperancias no consideremos los cuidados con nuestro cuerpo y en las ocasiones que por agresividad gratuita alcanzamos el equilibrio físico o psíquico de nuestro prójimo, estamos imprimiendo estos desajustes en las células del cuerpo espiritual que nos sirve.

Es así que, en la patología humana, quedan registrados los cuadros de “lupus” que nos comprimen las arterias, del “pénfigo” que nos quema la piel, de las “malformaciones” que deforman el corazón o el cerebro, de la “esclerosis múltiple” que nos inmoviliza en la cama o de la demencia que nos compromete la lucidez y nos aparta de la sociedad.
Necesitamos comprender que estas y todas las otras manifestaciones de dolencia no deben ser vistas como castigos o puniciones.

El Espiritismo enseña que estas y otras dificultades que enfrentamos, son oportunidades de rescate, las cuales, con frecuencia, fuimos nosotros mismos quienes las elegimos para acelerar nuestro progreso y nos sacará de la retaguardia que a veces nos mantiene distantes de aquellos que nos esperan delante de nosotros.

Más que la cura de las dolencias, la medicina tibetana, hace milenios atrás, enseñaba que, médicos y pacientes, deben buscar  la oportunidad de la iluminación. Los padecimientos por el dolor y las limitaciones que las dolencias traen, nos posibilitan el esclarecimiento si nos predisponemos a buscarlo.
Más importante que aceptar el sufrimiento en una resignación pasiva y poco productiva, es necesario, superar cualquier limitación o revuelta, para promovernos el crecimiento espiritual, a través de este descubrimiento interior e individual.

Tratamiento de Dolencias Espirituales

Corregir los problemas espirituales implica reeducar
el espíritu. Los tratamientos sintomáticos pueden traer un socorro inmediato o un alivio importante, pero, transitorio.
Recorrer las casas espíritas en busca de alivio por el pase magnético, por el agua fluida magnetizada con los fluidos revitalizadores o para disfrutar de algunos momentos de saludable armonía con la espiritualidad, sólo repiten las búsquedas superficiales que la mayoría de las personas hacen en cualquier consultorio médico o recinto de cura de otras instituciones religiosas que prometen curas rápidas
Trabajar para conocer y tratar la dolencia espiritual exige una reforma interior que demanda esfuerzo, disciplina
y dedicación.
En este sentido el médico no está allí para controlar la dolencia de quien la busca, pero, debe comprometer en desempeñar el papel de un orientador seguro, con actitudes ajustadas con las que propone al paciente.
El postulado número uno de este tratamiento debe ser, un código de conducta moral, que debe partir del compromiso que el médico y cualquier otro terapeuta deba asumir.

Son de gran sensibilidad los consejos de Allan Kardec
“... Dome sus pasiones animales; no alimente odio, ni envidia, ni celos, ni orgullo; no se deje dominar por el egoísmo; purifíquese, nutriendo buenos sentimientos; practique el bien; no de a las cosas de este mundo la importancia que no merecen (12)”.
En este nuestro ambiente de trabajo hemos adoptado una conducta simple que hasta ahora nos ha parecido de gran repercusión en el tratamiento
Desde la sala de espera, creamos un ambiente donde el paciente ya comienza a percibir que nuestro trabajo está comprometido con la espiritualidad.

Sin ninguna ostentación de misticismo vulgar o creencias supersticiosas, en la sala de espera, el paciente lee una invitación para participar de nuestra reunión de “diálogo con el evangelio” hecha en el periodo de la mañana. Entre otros mensajes, los cuales él puede coger y llevar para leerlo más despacio, hicimos constar la presencia de un “libro de oraciones” donde pueda ser puesto nombres y direcciones para ser encaminadas a las “vibraciones” en los días de las lecturas del evangelio, que son siempre precedidas y terminadas con una meditación y oración.
Los cuadros de obsesión y otras patologías en las cuales se supone interferencias más graves de entidades espirituales, deben ser obligatoriamente referidos para las casas espíritas, que están preparadas adecuadamente para tratar con estos dramas.

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