domingo, 5 de junio de 2016

EVOLUCIÓN EN DOS MUNDOS




A partir del siglo XVII la cultura terrestre experimentó un cambio profundo porque los científicos, después de constatar que las informaciones religiosas por lo general discrepaban profundamente de las conquistas del empirismo científico, resolvieron cambiar la dirección de sus investigaciones, abandonando la creencia religiosa y deteniéndose en la investigación de los hechos. Es el período en que hombres y mujeres notables como Hobbes, Gassendi, Locke, Lord Bacon y otros tantos abrieron a la cultura el resultado de sus investigaciones científicas, que comenzaron en el siglo XVI.
Entre estos, Nicolau Copérnico demostró que la Biblia no tenía razón al abordar el problema del geocentrismo, cuando se afirmaba que la Tierra era el centro del Universo. Con las investigaciones de Copérnico, de Galileo Galilei y de otros científicos se pudo demostrar que el sistema era al revés, heliocéntrico, el Sol era el centro de gravitación de los planetas entre los cuales estaba la Tierra. Sin embargo, por su parte el Sol y todos los astros que componen el sistema gravitaban en torno de una estrella más grandiosa, y así en el Universo no había vacío, no había quietud y todo era movimiento.
Con el siglo XVIII, la Enciclopedia, especialmente el Iluminismo francés, abrió las puertas a una investigación más profunda y el materialismo tomó cuenta de la cultura. En el siglo XIX, gracias al microscopio y a la ampliación de las lentes de investigación, surgieron los bacilos, los seres infinitamente pequeños, los vectores de las enfermedades y la grandiosidad universal.
El descubrimiento del Cosmos, con sus posibilidades infinitas, era también el descubrimiento de la vida y el viejo concepto presentando el creacionismo de acuerdo con la Biblia estaba superado por la propuesta del transfor- mismo de 1808 y posteriormente por las propuestas de Charles Darwin en 1859, demostrando el evolucionismo.
Era un período de luchas intelectuales. Las academias de Paris, la Sorbona, la Salpêtrière, de Nancy, de Viena, de Londres, de Berlín, demostraban que el alma nada más era que el sudor del cerebro y que el ser era el resultado estúpido de algo casual, que se terminaba cuando algunos elementos que lo constituían dejaban de vivir y venía la muerte, el aniquilamiento. Surge entonces el denominado materialismo mecanicista. El Universo era una máquina automática y también estaba destinado al aniquilamiento. Esa era la visión predominante en el materialismo dialéctico mecanicista e histórico.


Mientras tanto, en el mismo occidente la filosofía di- vagaba, porque ha nacido para interpretar los enigmas de la vida. La preocupación de los filósofos como Parmenides y otros presocráticos era identificar la finalidad de la vida, el porqué de la vida, quiénes somos nosotros, por qué vivimos y por qué sufrimos. A medida que el pensamiento pre y socrático demostró que había un origen donde todo comenzaba, surge el pensamiento platónico para decir que la vida era el resultado de algo transcendental. Antes de la vida orgánica de este universo visible había un mundo denominado de las ideas. Este mundo de las ideas, estaba constituido de energía de donde venía la vida y hacia donde retornaba. Este notable discípulo de Sócrates, Platón, al predicar este concepto, hablaba de la inmortalidad del alma, que había aprendido con su maestro, y de la reencarnación, que tuvieron oportunidad de aprender en los santuarios místicos de Egipto.
El pensamiento socrático-platónico será posterior- mente confirmado por Aristóteles, el estagirita, que procura demostrar que la vida tiene un sentido normal y un sentido transpersonal. El sentido normal es la vida en sí misma, experimentar procesos evolutivos, porque nos encontramos en la Tierra bajo una ley, la Ley de Evolución, y esta Ley de Evolución propone una ética, de la moral del ser, que debe obedecer a los impositivos de orden transpersonal y de orden social.
Por el pensamiento de Sócrates, Platón y Aristóteles, la Humanidad encontrará a Jesús aproximadamente 400 años después y este hombre que dividió la historia, que pudo cambiar el sentido de la vida, que demostró que hay una fuerza insuperable que es la fuerza del Amor, estableció que en la casa del Padre había muchas moradas. La Tierra nada más era que una morada entre esas tantas que hay en el Universo y que las estrellas que brillan no son lámparas místicas o mágicas que la divinidad haya colocado en la noche para disminuir la oscuridad.

Después de Jesucristo, la escuela neoplatónica creada por Amonio Saccas en el año 150 restaura la creencia de la reencarnación, demostrando que hay un proceso de evolución que se detiene en la plenitud, cuando la criatura humana se despoja de todas sus exigencias materiales y se transforma en un foco de luz retornando al mundo de las ideas. La escuela neoplatónica nos brindará seres excepcionales como Agustín de Hipona y tantos otros, que
han establecido propuestas cristianas basadas en el Amor. El Amor sería la forma más extraordinaria de vivir y de encontrar la transformación evolutiva, porque el concep- to del Universo estaba fundamentado en la creencia de un Amor al que se llamaba Dios, causa, Padre celestial, de maneras diferentes, siendo la causa única de la estructura universal.
Con la Edad Media, las imposiciones de algunos cristianos en el norte de África, luchando en contra de la totalidad del pensamiento de Roma, presentan las herejías, las discrepancias. Y súbitamente el Cristianismo, al lado de Constantino subiendo al trono del Imperio, pierde su pulcritud, la belleza, y se transforma en otro imperialismo de naturaleza religiosa. La humanidad entra en la Edad Media, mil años de oscuridad, de ignorancia, de perturbaciones, de sentimientos de horror, de venganza, en nombre de un Dios que era todo Amor, Tolerancia y Misericordia.
Ya en el siglo XIX Karl Marx dirá que la religión es el opio de las masas, porque la religión lleva a un estado de exaltación de conciencia, para exigir hoy un sacrificio y recibir posteriormente una gratificación eterna, que es el reino de los Cielos. A partir de entonces el materialismo amplía sus infinitas capacidades de negación y las investigaciones son hechas demostrando que el alma y que Dios son solamente paradigmas ancestrales, arquetipos de la personalidad psicológica del ser.
Sin embargo, el 31 de marzo de 1848, en Estados Unidos, fenómenos extraños abren la puerta a otro procedimiento espiritual. En la ciudad de Hydesville, fenómenos paranormales llaman la atención de aquellos que están despiertos, pero dormidos a la realidad espiritual. Son los fenómenos producidos por las hermanas Fox, de donde partirán las comunicaciones espirituales estudiadas posteriormente en París por el profesor Hipollyte Léon Denizard Rivail, que la posteridad conseguirá entender como Allan Kardec. Las experiencias observadas científicamente por Allan Kardec resultan en la creación de una doctrina codificada, establecida, programada dentro de una metodología razonable a la que él denomina Espiritismo.
Por medio de la ciencia del Espiritismo, la Humanidad despierta a una realidad fascinante, la mediumnidad, que es una facultad orgánica que pertenece a todos los seres humanos en grados variados de manifestación y que siempre estuvo presente en el proceso antroposocio psicológico de la evolución. La primera sala mediúmnica fue la cueva donde los paleolíticos hablaban con los muertos, en un período muy antiguo del proceso animal y hominal principalmente. Es en este período que el ser humano hace una transformación, deja de ser pithecanthropus erectus para transformarse en homo sapiens. Este homo sapiens irá evolucionado gracias a dos procesos: uno de naturaleza cerebral, con el desarrollo del súper consciente, y otro la ampliación de los hemisferios separados por el callo central. Y a partir de entonces la razón, la lógica, el pensamiento, la concepción de las cosas abstractas pasan a ser parte de la vida. Y entre estas cosas los interrogantes: ¿quién soy yo?, ¿de dónde he venido?, ¿hacia dónde voy? y
¿por qué sufro?, ¿cuál es la finalidad de la vida en la Tierra? Los estudiosos de la filosofía multiplican opiniones y partidos, escuelas y academias. Jesucristo dijo que la finalidad de la vida es transformarse en luz para llegar al Reino de los Cielos, que estaría lejos de la forma material, estaría en otra dimensión para la cual el conocimiento intelectual no tendría palabra propia. Y que solamente 19 siglos después, cuando la física lineal cederá el paso a la física cuántica, con la idea de los mundos que se multiplican a través de ondas, de vibraciones, de pensamientos, de energías, se percibe que vivimos no en un mundo, sino en uno de muchos mundos, porque la astronomía se transformaría en astrofísica.
El notable doctor James Jeans, astrofísico, proclama: «Anteriormente nosotros los científicos pensábamos que el Universo era una gran máquina, ahora sabemos que el Universo es un gran pensamiento, porque consigue dilatarse y consigue retornar a la postura anterior». Este Universo, que se dilata en relación al infinito, es transitorio y no es único, hubo otros universos y habrá universos posteriores. Era la teoría inspirada en Albert Einstein, que demostraba que todo lo que hay es energía, la materia es una equivocación de nuestros sentidos, la materia es energía enfriada o energía congelada.

Vivimos, por lo tanto, en un mundo de ideas que se interpenetran dentro de ondas, dentro de círculos materiales, como la cebolla; hay otros círculos cada vez más sutiles hasta perderse en la magnitud universal. La física cuántica llega después que Allan Kardec dice que el es- píritu es el principio espiritual que piensa, es una energía pensante. Existe la energía de tal o cual naturaleza y esta energía que piensa es el espíritu, porque hay en el Univer- so tres realidades distintas que se mezclan: Dios, espíritu y materia. En el fondo la materia se convierte en energía y el espíritu es creado por Dios por la emanación de su pensamiento.
Dios crea el psiquismo y este psiquismo desciende sobre la Tierra y las moradas que hay en el Universo. Y a medida que el tiempo va pasando aquello que está en germen, aquello que está en la intimidad del psiquismo florece, como la semilla que se pone en la tierra, para que venga de su interior el árbol que está oculto. Y de esta pequeñez donde la vida estalla, por medio de la aglutinación de moléculas en la intimidad de las aguas saladas y pro- fundas de los océanos, surgen los primeros organismos, inicialmente azúcares, para posteriormente multiplicarse y formar las primeras aglutinaciones moleculares, que irán evolucionando hasta llegar a este biotipo humano que somos nosotros, constituidos por 100 trillones de células especializadas en un circuito total que constituye una unidad. Pero esta forma física es la condensación de la propuesta del psiquismo del ser espiritual creado por Dios en dirección al infinito.
Con la revelación Espírita sabemos que hay un intercambio entre las criaturas del planeta entre los mundos diferenciados y que la evolución también es resultado de
este sentido del trabajo, porque el maestro Jesús dijo: «Mi Padre hasta hoy trabaja y yo también trabajo», anulando la información bíblica que asevera que en el séptimo día Dios descansó. No hay reposo en el universo. No hay descanso, todo es movimiento, todo se transforma, todo cambia. Nada se extingue, porque la creación tiene la finalidad inmortal. Gracias a eso nos encontramos en un momento en que el materialismo, ante los conceptos de naturaleza astrofísica, se vuelve a demostrar la probabili- dad de la existencia de Dios.
Hay un periódico, una revista extraordinaria llamada Nature que, cuando celebró 125 años, se reunieron cien científicos para celebrar este aniversario especial y se die- ron cuenta que la ciencia ha penetrado prácticamente en todo lo que hay en el Universo. Sin embargo, la ciencia no tiene respuestas para todos los interrogantes de la vida, que constituyen un misterio como hace 5000 años. El primer misterio es el origen de la vida. ¿Cómo ha surgido la vida? Para el materialismo este caldo de cultivo del DNA, de los azúcares en el cerebro, se transforma en pensamiento, se transforma en archivo de ideas manteniendo nuestra memoria, sin embargo, no fue posible hasta hoy demostrarlo.

El pensamiento hizo la computadora y la computadora, que consigue prácticamente pensar, recibe los datos del pensamiento humano, que es la más extraordinaria computadora que se pueda imaginar. Entonces ¿qué es la vida? La ciencia materialista y estos representantes de ella no lo saben, es una incógnita. Para nosotros los espiritualistas, los espiritistas en particular, sabemos que la vida es el aliento de Dios, de su pensamiento, una emanación psíquica y que este ser cada vez evoluciona más, no solamente en una dimensión, en este mundo carnal en que vivimos de acuerdo con las doctrinas religiosas ancestrales. Viene el Espiritismo, la palabra de los propios inmortales, para decir que no hay cielo, que no hay infierno geográfico, porque estamos en un Universo donde no hay alto o bajo, el universo no tiene dimensión, no tiene medida. La evolución, pues, se hace en dos mundos, en el mundo material donde la ropa terrestre nos proporciona la purificación de naturaleza moral, de naturaleza emocional, de naturaleza espiritual. Y este otro mundo de la realidad energética de dónde venimos y mantenemos el contacto, porque no es un viaje que nos aparta totalmente. Se mezclan los dos mundos materiales y espirituales, al punto que el maestro Allan Kardec hubo de preguntar a los espíritus: ¿Intervienen en nuestras vidas los espíritus? Y ellos dijeron: «Además de intervenir, son ellos los que os conducen».
Es decir, que nosotros somos conducidos por este mundo de energías que, de acuerdo con nuestra conducta que produce ondas, nos vincula los unos a los otros, los buenos a los mejores, los malos a los peores y aquellos que son neutros a los indiferentes, a los burlones, a los infelices. Y la evolución se procesa poco a poco, con la transformación moral, que es responsable de la transformación emocional y por medio del periespíritu, por la transformación orgánica. Este proceso, que tiene 2200

millones de años, no tiene un momento para terminar su ciclo evolutivo, porque tenemos que alcanzar el perfeccionamiento.
Jesús hubiera dicho: «Sed perfectos como el Padre celestial es perfecto». Nosotros no tenemos aún el con- trol de nuestras facultades. Como decía Pablo «yo hago lo que no quiero y no consigo hacer aquello que quiero». Es decir que la sombra, la sombra junguiana, nuestras malas inclinaciones de la herencia animal en este proceso antro- pológico hasta conseguir la postura de Humanidad, predomina en nosotros como instintos, que hemos cambiado a emociones y que llevaremos a la altura de intuiciones, hasta el momento en que podamos dialogar sin necesidad de la verbalización como ya viene ocurriendo.
Y de la misma forma que evoluciona el ser humano, el mundo que él habita también evoluciona. Allan Kardec ha demostrado por información segura de los espíritus que el planeta donde estamos está evolucionando como todos los planetas, como todo el Universo, porque Dios crea siempre e incesantemente. Es fascinante, por ejem- plo, usar internet, Google, y conectar un telescopio que está fuera del Sistema o entre los astros, observando el Universo, y percibir que galaxias con miles, millones de soles, son devoradas por ojos negros y, simultáneamente, otras galaxias surgen del polvo estelar, demostrando que la obra de la creación divina es eterna y nosotros estamos evolucionando dentro de este maravilloso sentimiento de grandiosidad que es el Cosmos.
Para poder penetrar mejor en este proceso, el Espiritismo vino a solicitarnos la labor de la transformación moral para merecer romper este velo que nos separa momentáneamente entre los dos mundos, el mundo físico y el mundo espiritual. Nunca, jamás, como hoy necesitamos de Jesús, nunca la Humanidad estuvo tan evolucionada intelectualmente, tecnológicamente y tan vacía de sentimientos. Jamás hubo una percepción de cultura tan vasta para algunos, para algunos, porque hay billones en la miseria estructural primitiva. Si miramos las colonias, las ex colonias de algunos países poderosos de Europa, vemos que aún están en período de barbarie, fueron sorbidas las energías al máximo y el dolor como en África, en determinados países de Asia, de Sudamérica, del mundo, incluso del cuarto mundo, poblados de miserables situados en la periferia de las grandes ciudades, donde encontraremos una miseria vergonzosa de los apátridas, de aquellos que aún están sin techo, sin pan, sin trabajo. Porque el ser humano ha preferido el primitivismo a la elevación moral, ha preferido los instintos guerreros al perdón, a la compasión, a la misericordia. Porque estamos en tránsito de un mundo infeliz a un mundo de bendiciones. Porque como dijo Kardec en La Génesis, capítulo XIV, estamos dos generaciones, la generación que se complace, la generación capitalista, que domina el poder, la generación cómoda y aquellos que somos invisibles, los que no existimos en la miseria, porque estamos divididos entre los poderosos y los miserables y la antigua clase media está presionada por unos y por otros, descendiendo al revés
de subir. Nosotros, que lidiamos con aquellos que son los desafortunados, vemos que aumenta cada vez, mientras los poderosos son cada vez más poderosos, dominando el mundo por medio de sus armas, las armas bélicas y el arma de naturaleza monetaria, porque las guerras son fruto de las ambiciones monetarias de los ególatras, egotistas, egoístas, egocentistas.
Entonces, es necesario que nos volvamos hacia Jesús, que retornemos a las carreteras de Galilea, a semejanza del ciego de Jericó, a semejanza de la mujer adúltera, a semejanza de la madre que tenía un hijo con fiebre, a semejanza de la samaritana y le digamos “Señor ¡ten piedad de nosotros!” No es una actitud mística, es una actitud de sumisión, de búsqueda de solución de quien puede ayudarnos. Ernest Renan, al describir la vida de Jesús, dice que fue tan extraordinario que dividió la historia de la Humanidad. Este hombre que dividió la historia hace falta porque es la dulzura, no la connivencia; es el perdón, no la concordia con el crimen; es la dignidad, no este sentimiento de vileza, de insignificancia. Necesitamos de Jesús que es el ser más perfecto que Dios nos ha brindado para servirnos de modelo y guía, contestaron los espíritus a la pregunta 625 de El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec.
Entonces es necesaria la caridad, de la cual estamos olvidados, la caridad moral, principalmente, para poder ayudar a los infelices, porque no es solamente el hambre de pan, hay más hambre de amor que de cualquier otra cosa: una palabra gentil, un gesto de ternura, el sentimiento de respeto al padre, a la madre, el respeto de los padres a los hijos, forman parte de la Ley de Caridad. Cuando leemos El Evangelio según el Espiritismo y vemos a aquella dama saliendo en su carruaje, que está abarrotado de alimento para atender a los pobres de París, Cáritas, nos dice que esta es la lección maravillosa. Pero también tenemos la caridad del perdón, la caridad de comprender a aquel que se hace enemigo nuestro; él es enemigo nuestro, pero nosotros no somos enemigos de nadie. No tenemos enemigos, no nos interesa ¿por qué cargar basura mental, basura emocional? ¿por qué cargar con el desequilibrio de algunos psicópatas? Al revés de tener odios, rencor y desear la muerte, tengamos compasión, porque no pasarán sin rescatar estos crímenes en contra de la Humanidad, luego en contra de Dios.

Entonces, es necesario que el Espiritismo no pierda el rumbo cristiano, como Allan Kardec dijo, y ha elegido el Evangelio por ser la filosofía más esencial, por ser esta Doctrina de ternura, que nos hace una familia, como ha dicho hace poco nuestro presidente de la Federación, que nos hace hermanos, unos de los otros, pero no solamente hermanos de aquellos que pertenecen a nuestra creencia, sino hermanos que pertenecen a la Humanidad, a los hermanos más desdichados, a los hermanos más desventurados. Esta es la propuesta del mundo espiritual.
Es necesario que esta evolución se procese en el amor a las criaturas humanas. De qué sirve ser amable con los espíritus y ser agresivo con las criaturas humanas, de qué sirve para nosotros conocer el Espiritismo y no
cambiar la vida moral. El Espiritismo vino, como dijo Jesús, para que tengamos vida en verdadera abundancia, para que podamos tener esta alegría inmensa de vivir y creer que todo aquello que nos sucede es para mejor. Este mundo espiritual es tan fascinante que cuando podemos transitar entre los dos encontramos casos tan originales.
Y ¿qué vienen a hacer los espíritus del Más Allá, si no invitarnos a una vida pulcra, a una vida saludable, a una vida de fraternidad, a una vida verdaderamente cristiana para cambiar la Tierra? Estamos en un momento de crisis, de crisis moral, de crisis de sentimiento. Estamos en un momento en que todo parece conspirar en contra de la verdad, en contra de nosotros. Somos considerados ingenuos porque creemos en eso.
Si alguien me hablara por ejemplo del Whatsapp, hace 15 años, yo no le creería. Si nosotros dijéramos en profecía que iba a haber un teléfono al que llamaríamos y la persona aparecería en el visor y que hablaríamos mirándonos uno al otro diría: ¡qué imaginación tan fértil! Ahí está. Se puede llamar a una persona y charlar, hablar al teléfono: «Quiero llamar a fulano» y él sabe quién es fulano, el número, y entonces llama. Estamos en un momento de tecnología extraordinario. La tecnología ha venido del Allá hasta acá y Allá está mucho más avanzado. Que nosotros podamos evolucionar utilizando los mecanismos tecno lógicos para nuestra transformación moral. ¡Vale la pena Amar!

Quien ama es profundamente feliz, está siempre bajo un sentimiento de ternura. Y quien quiere ser ama- do, quien quiere ser aplaudido, quien quiere ser ovacio- nado, aún es un niño, una criatura herida como dice Jung, que necesita de apoyo. En Brasil ha surgido un dicho: «Yo necesito tanto consuelo, yo necesito tanto un regazo de manos...» Yo pregunto ¿todos quieren un regazo, pocos quieren ser el regazo para poder recibir a los infelices?
Entonces, en este Congreso, que tengamos los oídos abiertos para hacer un examen de nuestras necesidades, para saber que estamos caminando hacia la desencarnación y cada uno desencarna llevando consigo sus adquisiciones y despierta exactamente como se ha muerto. Al despertar en el mundo espiritual no encontraremos la fantasía, no encontraremos «después yo haré», encontraremos la hora de cosechar y despertaremos exactamente como somos.
Hacemos votos que este Congreso que abordará la Evolución en Dos Mundos nos propicie la ventura de servir al Maestro Jesucristo, como Allan Kardec hizo, Léon Denis, Gabriel Delanne, los grandes apóstoles de España, comenzando con Amalia Domingo Soler y otros tantos extraordinarios médiums escritores, adoctrinadores, para que el mundo de mañana sea mucho más feliz. Por vuestra atención, muchísimas gracias.