lunes, 22 de septiembre de 2014

TRIBULACIÓN DESDE EL MÁS ALLÁ



En el Nombre de Dios, amados hermanos: Vamos a contaros nuestra historia, una dolorosa historia que vivimos en la Vida Terrenal. Era Agosto del año 1967, y en uno de esos días locos de verano, mi novio y yo salíamos de una fiesta, cogimos el carro, íbamos mareados por la borrachera, el vehículo sin apenas control iba dando tumbos de un lado para otro y no dejábamos de reírnos, de pronto algo se cruzó en la carretera, no sabíamos lo que era, pues estaba lloviendo y a través de los cristales, no se veía bien, mi novio no quiso parar, pero al final lo convencí y aunque de muy malas ganas volvimos hacia atrás; ¿Qué pensáis que nos encontramos en la carretera? Un niño tirado en la calzada con su bicicleta, al verlo nos asustamos, montándonos en el vehículo salimos corriendo a toda marcha; por el camino intenté convencer a mi novio para que parase el vehículo y fuéramos a auxiliar al muchacho y aunque se lo supliqué, él no quiso parar.

Llegamos a casa muertos de miedo y temiendo que se descubriera todo, pero pasaron los días y poco a poco se fue olvidando el incidente y la Policía no pudo encontrarnos. Desde aquél día del fatal accidente, estuvimos sufriendo pesadillas y muchos remordimientos, no podíamos ni dormir, pero pese a todo aquello, seguíamos con nuestras noches locas, emborrachándonos de fiesta en fiesta, igual que aquel día que arrollamos al pequeño con su bicicleta, que lo hizo desencarnar. Otro día íbamos por una carretera a toda velocidad, yo estaba muy asustada, pero mi novio no quería reducir la marcha y se reía de mi pánico; de repente un camión que venía en dirección contraria, chocó contra nosotros y nos arrastró hacia la vía del tren, vimos con espanto, como un convoy de grandes dimensiones se acercaba hacia nosotros a toda velocidad, intentamos con angustia y desesperación salir del vehículo, pero las puertas con el choque se habían bloqueado y no nos era posible salir de aquel infierno, al momento escuchamos un fuerte y terrible impacto, que nos hizo desencarnar en el acto.

Ahora y desde este Plano Espiritual en que nos encontramos, estamos pagando todas las deudas que sembramos en el pasado, sufriendo el dolor de aquel niño desencarnado y de su madre llorando desconsoladamente por la pérdida de su hijito. Aquí y por donde quiera que vamos, nos gritan llamándonos asesinos, por haber quitado la Vida a nuestro prójimo y a nosotros mismos. Hermanos, nos encontramos en un Mundo errante de sufrimientos, de dolor y angustias por doquier. En el Santo Nombre de Dios, hermanos nuestros, os rogamos que le pidáis al Todopoderoso, clemencia para nuestros atribulados Espíritus, pues grande es nuestro sufrimiento, mientras vagamos por este Mundo de un lado para otro, en esta dimensión en la que no se ve la luz y somos como avecillas ciegas que no saben a donde van.

Confiamos en que Dios nos dé la oportunidad de rectificar todo el daño que por ignorancia, causamos en la Vida Terrenal, daños causado a nuestro prójimo y también a nosotros mismos, permitiéndonos una nueva encarnación para poder devolver con el bien, todo el mal que hicimos anteriormente. Hermanos, que esta historia que os hemos contado, sirva al menos, para que aprendáis que hay que tener prudencia en la carretera, y nunca manejar el vehículo como si fuera un juguete, y es por eso que desde este Plano Espiritual, os rogamos que no cometáis el error tan grande que cometimos nosotros y así podréis evitaros pasar por los tormentos que padecemos ahora. De unos hermanos arrepentidos, para que oréis por nuestros espíritus.