lunes, 21 de enero de 2013

LA TIERRA:PLANETA DE PRUEBAS Y EXPIACIONES




LA TIERRA:PLANETA DE PRUEBAS Y EXPIACIONES
      




Entre los mundos inferiores, la Tierra pertenece a la categoría de los de expiación y
pruebas, porque en ella existe el predominio del mal sobre el bien. Aquí el hombre lleva
una vida llena de vicisitudes, por ser todavía imperfecto, y hay para sus habitantes más
momentos de desdicha que de alegría.
Así como ocurrió con la estructura física de la Tierra, también la evolución moral ha
avanzado gradualmente, sin interrupciones. «Los períodos geológicos señalan las fases del
aspecto general del globo, como consecuencia de sus transformaciones. Pero, con excepción
del período diluviano, que se caracterizó por una modificación repentina (fue una época de
grandes cataclismos en el planeta), todos los demás transcurrieron lentamente, sin
transiciones bruscas. Durante todo el tiempo que tomó a los elementos constitutivos del
globo ocupar posiciones definitivas, las mutaciones deben haber sido generales.
De igual modo ocurre con la parte moral e intelectual de los Espíritus que habitan la
Tierra.
Es muy cierto que si bien nuestro planeta es un mundo inferior, no está considerado
como primitivo, o sea, destinado a las primeras encarnaciones de los Espíritus. Los habitantes
de la Tierra son Espíritus que poseen un determinado progreso. Pero, también, los
numerosos vicios a los que se muestran propensos, constituyen un índice de gran
imperfección moral.La tierra es un planeta en evolución, aunque pueda parecer lo contrario, al ver en las noticias guerras,drogas,robos,violencia, pero al ser la tierra un planeta de pruebas y expiación es aqui donde se pagan nuestras deudas, contraidas en vidas anteriores, por eso vemos en la tierra tantas desigualdades y injusticias, porque la ley siempre se cumple, y el que sembro mal y dolor a los demas consechara aqui en la tierra mucho sufrimiento. Por eso, Dios los colocó en un mundo desapacible, para que expiaran
allí sus faltas, mediante un penoso trabajo y las miserias de la vida, hasta que hayan merecido
ascender a un planeta más dichoso.
No obstante, no todos los Espíritus que encarnan en la Tierra están allí para expiación.
Las razas a las que llamáis salvajes están compuestas por Espíritus que acaban de salir de la
infancia y que en la Tierra se encuentran, por decirlo así, en camino a la educación, para
crecer por medio del contacto con Espíritus más adelantados. Vienen después las razas
semicivilizadas, constituidas por esos mismos Espíritus que están en vías de progreso. Ellas
son, en cierto modo, razas indígenas de la Tierra que se elevaron hasta allí poco a poco,
durante largos períodos seculares, algunas de las cuales han podido llegar al nivel de
perfeccionamiento intelectual de los pueblos más esclarecidos.
Los Espíritus en expiación  no son oriundos de la Tierra; ya han vivido en otros
mundos, de donde fueron excluidos como consecuencia de su obstinación en el mal y por
haberse constituido, en esos mundos, en causa de perturbación para los buenos. Debieron
ser degradados, durante algún tiempo, al ambiente de los Espíritus atrasados, con la misión
de hacer que estos últimos avanzasen, ya que llevan consigo inteligencias desarrolladas y el
germen de los conocimientos que adquirieron. La felicidad no puede existir, por consiguiente, en la faz del orbe porque, en su
generalidad, las criaturas humanas se encuentran intoxicadas y no saben contemplar la
grandiosidad de los paisajes que las rodean en el planeta. Sin embargo, interesa observar
que en el globo terrestre es donde la criatura edifica las bases de su verdadera dicha, por el
trabajo y el sacrificio, camino a las más sublimes adquisiciones en el mundo divino de su
conciencia.
La Tierra saldrá de la condición de expiación y pruebas y pasará a ser planeta de
regeneración. Está sometida a la ley del progreso, como todo en la Naturaleza. Progresa,
físicamente, por la transformación de los elementos que la componen y, moralmente, por
la depuración de los Espíritus encarnados y no encarnados que la pueblan. Ambos progresos
se realizan paralelamente, debido a que el mejoramiento de la habitación guarda relación
con el del habitante. Físicamente, el globo terráqueo ha experimentado transformaciones
sucesivas, que la Ciencia ha comprobado y que lo hicieron habitable por seres cada vez más
perfeccionados. Moralmente la humanidad progresa por medio del desenvolvimiento de la
inteligencia, del sentido moral y por la moderación de las costumbres.
«Para que los hombres sean felices en la Tierra, es preciso que solamente esté poblada
por Espíritus buenos, encarnados o no encarnados, que se dediquen tan sólo al bien. Como
ha llegado el momento oportuno, se verifica una gran emigración de los que la habitan: la
de los que practican el mal por el mal mismo, no tocados todavía por el sentido del bien,
quienes por no ser ya dignos del planeta transformado serán excluidos, porque  podrían
constituir un obstáculo al progreso. Irán a expiar la dureza de sus corazones, unos en
mundo inferiores, otros en razas terrestres todavía atrasadas . Los substituirán Espíritus
mejores, que harán que reine en su seno la justicia, la paz y la fraternidad.
Según lo anunciado por los Espíritus, la Tierra no habrá de transformarse por medio
de un cataclismo que aniquile súbitamente a una generación. La actual desaparecerá
gradualmente y la nueva la sucederá del mismo modo, sin que haya ninguna variación en el
orden natural de las cosas.
 En cada niño que nazca en vez de un Espíritu atrasado e inclinado al mal, que
antes encarnaría en ella, vendrá un Espíritu más adelantado y propenso al bien 
«La época presente es de transición; se confunden los elementos de las dos generaciones.
Colocados en un punto intermedio, asistimos a la partida de una y a la llegada de la otra,
destacándose cada una en el mundo, por sus caracteres peculiares.
Correspondiéndole fundar la era del progreso moral, la nueva generación se distingue
por inteligencia y razonamiento generalmente precoces, sumados al sentimiento innato del
bien y las creencias espiritualistas, lo que constituye señal indudable de cierto grado de
adelantamiento anterior. No estará compuesta exclusivamente por Espíritus eminentemente
superiores, pero sí por los que habiendo progresado ya, se encuentran predispuestos a
asimilar las ideas progresistas y aptos para secundar el movimiento regenerador 
He aquí pues, el destino inmediato de la Tierra: planeta de regeneración. No obstante,
continuando con su progreso ininterrumpido, ascenderá a niveles cada vez más altos, hasta
alcanzar la perfección a la que todos estamos predestinados.