viernes, 23 de septiembre de 2016

LA CONCIENCIA NO ESTA EN EL CEREBRO




El materialismo —la idea de que la conciencia es producida o equivale al cerebro— es una creencia que ya se ha probado falsa a través de la ciencia.

Neal Grossman, Historia y Filosofía
¿Es la conciencia un sistema inherente al cuerpo y al cerebro? Si no hay vida cerebral, ¿entonces se extingue la conciencia?
La respuesta es: NO; la conciencia perdura más allá del cuerpo y del cerebro.
Existe un estado de conciencia durante los cortos momentos entre la muerte clínica (detención de ritmo cardíaco y respiración) y la resucitación artificial. En otras palabras, la conciencia permanece incluso después de la muerte.
Estas conclusiones nacieron de un estudio llevado a cabo por el equipo del doctor Sam Parnia (Reino Unido), involucrando a más de 2 mil personas que sufrieron un paro cardíaco y respondieron exitosamente a la resucitación, en 15 diferentes hospitales del Reino Unido, Estados Unidos y Austria. Hasta ahora, este estudio es el más importante dentro del campo, debido a la rigurosidad de la metodología empleada y por el análisis de los datos puramente físicos.
"Este estudio merece reconocimiento por abrir puertas dentro de la investigación acerca de lo que sucede cuando morimos", expresó el editor de la revista científica Resuscitation Journal.
En realidad, el estudio comenzó con la idea de entender por qué los sobrevivientes resucitados después de un paro cardíaco muestran déficits cognitivos y estrés postraumático, y esto con el fin de definir qué sucede biológicamente durante la resucitación cardiopulmonar (RCP).
Los pacientes fueron seguidos durante 4 años después de su accidente de paro cardíaco y fueron entrevistados acerca de su estado de conciencia antes y durante la resucitación, haciendo uso de tests específicos.
El estudio concluyó que 40% de las personas que sobreviven a un paro cardíaco están conscientes durante el corto tiempo entre el estado de muerte clínica y la resucitación, lo cual supone que la conciencia no se evapora durante la muerte clínica, dejando claro que "tampoco sabemos si se evapora después", como explica el doctor Parnia.
La conciencia ha sido atribuida al órgano cerebral por la corriente dominante en el pensamiento moderno, por lo tanto pensaríamos que si el cerebro no funciona, entonces, no debe existir conciencia alguna. Inesperadamente el estudio afirma que, aunque el cerebro deja de tener actividad desde los 30 segundos posteriores a la falla cardíaca, el estado de conciencia perdura por más de 3 minutos. Por ende, la conciencia es independiente de la función cerebral.
 A continuación, los datos crudos del estudio:
Se estudiaron 2 mil 60 pacientes con paro cardíaco.
330 sobrevivieron.
De los 330 sobrevivientes, 140 aseguraron estar parcialmente conscientes en el momento mientras eran resucitados.
De estos 140, 39% describió estar consciente pero no tener ningún recuerdo específico.
Durante la muerte cerebral,  uno de cada cinco pacientes sintieron:
              —sensación de paz
              —cambios en la velocidad del paso del tiempo (más rápido o más lento)
              —visión de una luz brillante o la imagen del Sol
              —sentimiento de miedo, de ahogo
              —experiencia extracorporal
              —agudización de los sentidos
2% de los pacientes alegaron sentirse totalmente conscientes durante la resucitación, aportando pruebas fehacientes de una verdadera conciencia visual o una experiencia extracorporal.
El doctor Parnia compartió su idea acerca de la muerte: "es un proceso potencialmente reversible que se da acto seguido de la falla cardíaca, pulmonar y cerebral después de cualquier accidente o enfermedad grave". Aunque esta delicada interpretación de la muerte suena a una dulce canción de ciencia, pasará tiempo antes de que el común mortal logre cambiar su visión terrorífica del más allá. 
Mientras tanto, es innegable que numerosas personas han muerto y regresado a la vida sin perder 1 segundo de conciencia, trayéndose incluso vívidos recuerdos de esos momentos sin latido de corazón:
La negación de cualquier realidad espiritual y la simultánea ignorancia de evidencia acerca de la realidad espiritual humana se denomina cientificismo, no ciencia.

SI TENEMOS UN PC NO DECIMOS QUE EL HADWARE ES NUESTRO SISTEMA OPERATIVO, SABEMOS DISTINGUIR ENTRE EL SOFTWARE Y EL HARDWARE, PORQUÉ NOS CUESTA TANTO ACEPTAR QUE NUESTRO CEREBRO ES EL HARDWARE Y NUESTRA CONCIENCIA EL SOFTWARE.

Elizabeth Kübler-Ross: La connotada científica que confirmó que sí existe el Más Allá

Elizabeth Kübler-Ross: La connotada científica que confirmó que sí existe el Más Allá




Esta médico y psiquiatra suiza recabó centenares de testimonios de experiencias extracorporales, lo que la llevó a concluir que “la muerte no era un fin, sino un radiante comienzo”
La doctora suiza Elizabeth Kübler-Ross se convirtió en el siglo XX en una de las mayores expertas mundiales en el tétrico campo de la muerte, al implementar modernos cuidados paliativos con personas moribundas para que éstas afrontaran el fin de su vida con serenidad y hasta con alegría (en su libro “On death and dying”, de 1969, que versa sobre la muerte y el acto de morir, describe las diferentes fases del enfermo según se aproxima su muerte, esto es, la negación, ira, negociación, depresión y aceptación). Sin embargo, esta médico, psiquiatra y escritora nacida en Zurich en 1926 también se transformó en una pionera en el campo de la investigación de las experiencias cercanas a la muerte, lo que le permitió concluir algo que espantó a muchos de sus colegas: sí existe vida después de la muerte.
La férrea formación científica de esta doctora, que se graduó en psiquiatría en Estados Unidos, recibiendo posteriormente 23 doctorados honoríficos, se pondría a prueba luego de que a lo largo de su prolongada práctica profesional los enfermos moribundos a los que trataba le relataran una serie de increíbles experiencias paranormales, lo que la motivó a indagar si existía el Más Allá o la vida después de la muerte. Así, se dedicó a estudiar miles de casos, a través del mundo entero, de personas de distinta edad (la más joven tenía dos años, y la mayor, 97 años), raza y religión, que habían sido declaradas clínicamente muertas y que fueron llamadas de nuevo a la vida.
“El primer caso que me asombró fue el de una paciente de apellido Schwartz, que estuvo clínicamente muerta mientras se encontraba internada en un hospital. Ella se vio deslizarse lenta y tranquilamente fuera de su cuerpo físico y pronto flotó a una cierta distancia por encima de su cama. Nos contaba, con humor, cómo desde allí miraba su cuerpo extendido, que le parecía pálido y feo.
Se encontraba extrañada y sorprendida, pero no asustada ni espantada. Nos contó cómo vio llegar al equipo de reanimación y nos explicó con detalle quién llegó primero y quién último. No sólo escuchó claramente cada palabra de la conversación, sino que pudo leer igualmente los pensamientos de cada uno. Tenía ganas de interpelarlos para decirles que no se dieran prisa puesto que se encontraba bien, pero pronto comprendió que los demás no la oían. La señora Schwartz decidió entonces detener sus esfuerzos y perdió su conciencia. Fue declarada muerta cuarenta y cinco minutos después de empezar la reanimación, y dio signos de vida después, viviendo todavía un año y medio más. Su relato no fue el único. Mucha gente abandona su cuerpo en el transcurso de una reanimación o una intervención quirúrgica y observa, efectivamente, dicha intervención”.
La doctora Kübler-Ross añade que “otro caso bastante dramático fue el de un hombre que perdió a sus suegros, a su mujer y a sus ocho hijos, que murieron carbonizados luego que la furgoneta en la que viajaban chocara con un camión cargado con carburante. Cuando el hombre se enteró del accidente permaneció semanas en estado de shock, no se volvió a presentar al trabajo, no era capaz de hablar con nadie, intentó buscar refugio en el alcohol y las drogas, y terminó tirado en la cuneta, en el sentido literal de la palabra. Su último recuerdo que tenía de esa vida que llevó durante dos años fue que estaba acostado, borracho y drogado, sobre un camino bastante sucio que bordeaba un bosque. Sólo tenía un pensamiento: no vivir más y reunirse de nuevo con su familia. Entonces, cuando se encontraba tirado en ese camino, fue atropellado por un vehículo que no alcanzó a verlo. En ese preciso momento se encontró él mismo a algunos metros por encima del lugar del accidente, mirando su cuerpo gravemente herido que yacía en la carretera. Entonces apareció su familia ante él, radiante de luminosidad y de amor. Una feliz sonrisa sobre cada rostro. Se comunicaron con él sin hablar, sólo por transmisión del pensamiento, y le hicieron saber la alegría y la felicidad que el reencuentro les proporcionaba. El hombre no fue capaz de darnos a conocer el tiempo que duró esa comunicación, pero nos dijo que quedó tan violentamente turbado frente a la salud, la belleza, el resplandor que ofrecían sus seres queridos, lo mismo que la aceptación de su actual vida y su amor incondicional, que juró no tocarlos ni seguirlos, sino volver a su cuerpo terrestre para comunicar al mundo lo que acababa de vivir, y de ese modo reparar sus vanas tentativas de suicidio. Enseguida se volvió a encontrar en el lugar del accidente y observó a distancia cómo el chofer estiraba su cuerpo en el interior del vehículo. Llegó la ambulancia y vio cómo lo transportaban a la sala de urgencias de un hospital. Cuando despertó y se recuperó, se juró a sí mismo no morirse mientras no hubiese tenido ocasión de compartir la experiencia de una vida después de la muerte con la mayor cantidad de gente posible”.
La doctora Kübler-Ross añadió “que investigamos casos de pacientes que estuvieron
clínicamente muertos durante algunos minutos y pudieron explicarnos con precisión cómo los sacaron el cuerpo del coche accidentado con dos o tres sopletes. O de personas que incluso nos detallaron el número de la matricula del coche que los atropelló y continuó su ruta sin detenerse. Una de mis enfermas que sufría esclerosis y que sólo podía desplazarse utilizando una silla de ruedas, lo primero que me dijo al volver de una experiencia en el umbral de la muerte fue: «Doctora Ross, ¡Yo podía bailar de nuevo!», o niñas que a consecuencia de una quimioterapia perdieron el pelo y me dijeron después de una experiencia semejante: «Tenía de nuevo mis rizos». Parecían que se volvían perfectos. Muchos de mis escépticos colegas me decían: «Se trata sólo de una proyección del deseo o de una fantasía provocada por la falta de oxígeno.» Les respondí que algunos pacientes que sufrían de ceguera total nos contaron con detalle no sólo el aspecto de la habitación en la que se encontraban en aquel momento, sino que también fueron capaces de decirnos quién entró primero en la habitación para reanimarlos, además de describirnos con precisión el aspecto y la ropa de todos los que estaban presentes”.
La muerte no existe
La doctora Kübler-Ross aseguró que después de investigar estos casos concluyó que la muerte no existía en realidad, pues ésta sería no más que el abandono del cuerpo físico, de la misma manera que la mariposa deja su capullo de seda. ”Ninguno de mis enfermos que vivió una experiencia del umbral de la muerte tuvo a continuación miedo a morir. Ni uno sólo de ellos, ni siquiera los niños. Tuvimos el caso de una niña de doce años que también estuvo clínicamente muerta. Independientemente del esplendor magnífico y de la luminosidad extraordinaria que fueron sido descritos por la mayoría de los sobrevivientes, lo que este caso tiene de particular es que su hermano estaba a su lado y la había abrazado con amor y ternura. Después de haber contado todo esto a su padre, ella le dijo: «Lo único que no comprendo de todo esto es que en realidad yo no tengo un hermano.» Su padre se puso a llorar y le contó que, en efecto, ella había tenido un hermano del que nadie le había hablado hasta ahora, que había muerto tres meses antes de su nacimiento”.
La doctora agregó que “en varios casos de colisiones frontales, donde algunos de los miembros de la familia morían en el acto y otros eran llevados a diferentes hospitales, me tocó ocuparme particularmente de los niños y sentarme a la cabecera de los que estaban en estado crítico. Yo sabía con certeza que estos moribundos no conocían ni cuántos ni quiénes de la familia ya habían muerto a consecuencia del accidente. En ese momento yo les preguntaba si estaban dispuestos y si eran capaces de compartir conmigo sus experiencias. Uno de esos niños moribundos me dijo una vez: «Todo va bien. Mi madre y Pedro me están esperando ya.» Yo ya sabía que su madre había muerto en el lugar del accidente, pero ignoraba que Pedro, su hermano, acababa de fallecer 10 minutos antes”.
La luz al final del túnel
La doctora Kübler-Ross explicó que después que abandonar el cuerpo físico y de reencontrarse con aquellos seres queridos que partieron y que uno amó, se pasa por una fase de transición totalmente marcada por factores culturales terrestres, donde aparece un pasaje, un túnel, un pórtico o la
travesía de un puente. Allí, una luz brilla al final. “Y esa luz era más blanca, de una claridad absoluta, a medida que los pacientes se aproximaban a ella. Y ellos se sentían llenos del amor más grande, indescriptible e incondicional que uno se pudiera imaginar. No hay palabras para describirlo. Cuando alguien tiene una experiencia del umbral de la muerte, puede mirar esta luz sólo muy brevemente. De cualquier manera, cuando se ha visto la luz, ya no se quiere volver. Frente a esta luz, ellos se daban cuenta por primera vez de lo que hubieran podido ser. Vivían la comprensión sin juicio, un amor incondicional, indescriptible. Y en esta presencia, que muchos llaman Cristo o Dios, Amor o Luz, se daban cuenta de que toda vuestra vida aquí abajo no es más que una. Y allí se alcanzaba el conocimiento. Conocían exactamente cada pensamiento que tuvieron en cada momento de su vida, conocieron cada acto que hicieron y cada palabra que pronunciaron. En el momento en que contemplaron una vez más toda su vida, interpretaron todas las consecuencias que resultaron de cada uno de sus pensamientos, de sus palabras y de cada uno de sus actos. Muchos se dieron cuenta de que Dios era el amor incondicional. Después de esa «revisión» de sus vidas ya no lo culpaban a Él como responsable de sus destinos. Se dieron cuenta de que ellos mismos eran sus peores enemigos, y se reprocharon el haber dejado pasar tantas ocasiones para crecer. Sabían ahora que cuando su casa ardió, que cuando su hijo falleció, cuando su marido fue herido o cuando sufrieron un ataque de apoplejía, todos estos golpes de la suerte representaron posibilidades para enriquecerse, para crecer”.
La especialista, en este punto, hizo una recomendación a todos aquellos que sufren el trance de tener cerca a algún ser querido a punto de morir. “Deben saber que si se acercan al lecho de su padre o madre moribundos, aunque estén ya en coma profundo, ellos oyen todo lo que les dicen, y en ningún caso es tarde para expresar «lo siento», «te amo» o alguna otra cosa que quieran decirles. Nunca es demasiado tarde para pronunciar estas palabras, aunque sea después de la muerte, ya que las personas fallecidas siguen oyendo. Incluso en ese mismo momento se pueden arreglar «asuntos pendientes», aunque éstos se remonten a diez o veinte años atrás. Se pueden liberar de su culpabilidad para poder volver a vivir ellos mismos”.
La “conciencia cósmica “ de la doctora Kübler-Ross
La doctora Elizabeth Kübler-Ross, intrigada por todos estos asombrosos relatos, decidió una vez comprobar por sí misma su veracidad. Y, luego de ser inducida a una muerte artificial en un laboratorio médico de Virginia, experimentó dos veces estar fuera de su cuerpo. “Cuando volví a la conciencia tenía la frase «Shanti Nilaya», que por cierto no sabía qué significaba, dándome vueltas en mi cabeza. La noche siguiente la pasé sola, en una pensión aislada en medio del bosque de Blue Ridge Mountains. Allí, luego de sufrir inexplicables dolores físicos, fue gratificada con una experiencia de renacimiento que no podría ser descrita con nuestro lenguaje. Al principio hubo una
oscilación o pulsación muy rápida a nivel del vientre que se extendió por todo mi cuerpo. Esta vibración se extendió a todo lo que yo miraba: el techo, la pared, el suelo, los muebles, la cama, la ventana y hasta el cielo que veía a través de ella. Los árboles también fueron alcanzados por esta vibración y finalmente el planeta Tierra. Efectivamente, tenía la impresión de que la tierra entera vibraba en cada molécula. Después vi algo que se parecía al capullo de una flor de loto que se abría delante de mí para convertirse en una flor maravillosa y detrás apareció esa luz esplendorosa de la que hablaban siempre mis enfermos. Cuando me aproximé a la luz a través de la flor de loto abierta y vibrante, fui atraída por ella suavemente pero cada vez con más intensidad. Fui atraída por el amor inimaginable, incondicional, hasta fundirme completamente en él. En el instante en que me uní a esa fuente de luz cesaron todas las vibraciones. Me invadió una gran calma y caí en un sueño profundo parecido a un trance. Al despertarme caí en el éxtasis más extraordinario que un ser humano haya vivido sobre la tierra. Me encontraba en un estado de amor absoluto y admiraba todo lo que estaba a mi alrededor. Mientras bajaba por una colina estaba en comunión amorosa, con cada hoja, con cada nube, brizna de hierba y ser viviente. Sentía incluso las pulsaciones de cada piedrecilla del camino y pasaba «por encima» de ellas, en el propio sentido del término, interpelándolas con el pensamiento: «No puedo pisaros, no puedo haceros daño», y cuando llegué abajo de la colina me di cuenta de que ninguno de mis pasos había tocado el suelo y no dudé de la realidad de esta vivencia. Se trataba sencillamente de una percepción como resultado de la conciencia cósmica. Me fue permitido reconocer la vida en cada cosa de la naturaleza con este amor que ahora soy incapaz de formular. Me hicieron falta varios días para volver a encontrarme bien en mi existencia física, y dedicarme a las trivialidades de la vida cotidiana como fregar lavar la ropa o preparar la comida para mi familia. Posteriormente averigué que “Shanti Nilaya» significa el puerto de paz final que nos espera. Ese estar en casa al que volveremos un día después de atravesar nuestras angustias, dolores y sufrimientos, después de haber aprendido a desembarazarnos de todos los dolores y ser lo que el Creador ha querido que seamos: seres equilibrados que han comprendido que el amor verdadero no es posesivo”.
La Dra. Elizabeth Kübler-Ross, luego que en 1995 sufriera una serie de apoplejías que paralizaron el lado derecho de su cara, falleció en Scottdale, Arizona, el 24 de agosto del 2004. Se enfrentó a su propia muerte con la valentía que había afrontado la de los demás, y con el coraje que aprendió de sus pacientes más pequeños. Sólo pidió que la despidieran con alegría, lanzando globos al cielo para anunciar su llegada.
En su lecho de muerte, por cierto, sus amigos y seres queridos le preguntaron si le temía a la muerte, a lo que ella replicó: «No, de ningún modo me atemoriza; diría que me produce alegría de antemano. No tenemos nada que temer de la muerte, pues la muerte no es el fin sino más bien un radiante comienzo. Nuestra vida en el cuerpo terrenal sólo representa una parte muy pequeña de nuestra existencia. Nuestra muerte no es el fin o la aniquilación total, sino que todavía nos esperan alegrías maravillosas”.

viernes, 19 de agosto de 2016

TRANSCOMUNICACIÓN INSTRUMENTAL


Muchos investigadores se dedican actualmente a una cuestión de gran relevancia, que podrá convertirse en una importante herramienta con que transponer las barreras de la comunicación existentes hoy entre los mundos visible e invisible. Esta herramienta utilizada por los investigadores para la comunicación con el mundo espiritual ha recibido el nombre de Transcomunicación Instrumental – TCI o EVP – Electronic Voice Phenomena, como es conocida en el exterior. Pero ¿qué es realmente la Transcomunicación Instrumental y de qué forma nos pone en contacto con los seres de otra dimensión? Podemos conceptuarla como un recurso que permite la comunicación entre dos seres de diferentes dimensiones por medio de aparatos electrónicos, tales como radios, grabadoras, teléfono, computador y televisión. El principal propósito de los investigadores es demostrar por este medio la sobrevivencia del ser después de la muerte y la posibilidad del intercambio entre encarnados y desencarnados. En ese tipo de intercambios las personas desencarnadas pueden transmitir mensajes a sus seres amados o a personas interesadas en la cuestión, dándonos la certidumbre de que la vida prosigue célere en otra dimensión.

Imágenes del libro “Imágenes del mundo de los muertos” (Bilder aus dem reich der toten) por Rainer Holbe, de la editorial Knaur Editorial.


Cita de “Imágenes de la morada de los muertos”, p.33. “Con una sencilla grabadora. El autor inicialmente cuando comenzó estaba confundido cuando escuchaba la voz de Karin, su hija muerta y a la cual identificaba, se hacía pasar por “Karinchen”, era como el padre siempre la llamó de niña. “Estoy bien,vivo”, dijo. Incluso Gertrude, su madre escuchó en las cintas: “Todos viven aquí”, dijo una vez. Las voces paranormales de Klaus Schreiber tiene una estructura parecida a los mensajes que ya están a disposición de miles de personas en el mundo.

Según lo informado por los contactos del allá que llegan tras el suicidio, ninguna persona con parientes muertos o amigos no están disponibles porque necesitan una asistencia especial.


Casi todos los días Schreibe encuentra nuevos rostros desconocidos.

Cita “Imágenes de la morada de los muertos”, p.94. “Klaus Schreiber ha escuchado con claridad la voz de su padre, en los primeros experimentos en cinta”. Él no ha perdido su naturaleza robusta. Este se puede oír con claridad en la forma que hablaba. Mi padre quería que nosotros enseñáramos siempre algo nuevo a los niños. Él en el “allá” sigue teniendo este rasgo. Él me da explicaciones técnicas y contribuye a la mejora de un mejor contacto.”

Robert Schreiber, también fue hijo de Klaus Schreiber, quien murió a los 22 años en un accidente de motocicleta.


Aquí su hijo se muestra en la pantalla del televisor (la imagen pequeña es una foto de cuando él estaba vivo)

Cita de “Imágenes de la morada de los muertos”, p.125. En un congreso de investigadores de EVP en Boppard, la Sra. S, también conoció a Klaus Schreiber. Ella le pidió una vez que asumiera el control del vídeo y contactara con su hija. En casa, un poco más tarde encontró una voz grabada: “Hella viene”, el autor entonces vio destellos de luz habitual en el monitor. Dio al botón de pause, escaneó la banda y encontró el retrato de una mujer joven. Nunca antes la había visto en la vida, sospechaba que podría ser Hella. Cuando la Sra. S abrió la carta, inmediatamente reconoció a su hija muerta.”

Cita de “Imágenes de la morada de los muertos. P.69. “Las declaraciones de mi difunta hija Karin ahora están en todos los cartuchos. Ella es la persona que contacta conmigo desde allá y ella también me da notas técnicas precisas sobre mi audio y vídeo grabaciones.

p.45…. Seguían oyendo los sonidos: “Klaus estamos en la televisión”, o “vamos en el vídeo”, sigue teniendo Schreiber en su biblioteca de audio las siguientes afirmaciones paranormales “el vídeo es la técnica”, “Klaus reproduce el vídeo, estamos aquí, reproduce el vídeo en la televisión en un canal vacío”… La voz de su hija fue más específica: “No tengo color, pero sí en blanco y negro, de lo contrario no nos reconocería”. Klaus Schreiber: Así que yo estaba con mis amigos mundanos, como un niño aprendiendo a correr. Fui poco a poco adelante y estaba seguro que sería días de trabajo. La cámara de grabar y el televisor en un canal en blanco y negro y programando. Una mañana se produjo un gran avance. En la pantalla apareció un diminuto punto blanco que no cambiaba, y se utilizaron las grabaciones para oír alguna declaración: “Por aquí hay que empezar”. El autor reconoció una imagen parpadeando durante una fracción de segundo. Una vez más acudió a las notas de las grabaciones: “¡imagen parada!”… el autor pudo rebobinar la cinta de vídeo, presionó el botón de stop. Reconoció claramente el retrato de una mujer en ese momento. Klaus Schreiber compró ese mismo día una segunda grabadora, era un asunto difícil de afrontar, pero necesitaba un dispositivo para grabar imágenes una y otra vez, pero en última instancia se fijó en los últimos minutos de esa grabación.

Era Karin. Estaba claro que eran sus rasgos faciales, era su hija fallecida a los 18 años.”

Agnes Schreiber, la segunda esposa de Klaus Schreiber falleció a la edad de 54 años.


Cita de “Imágenes de la morada de los muertos”, p.110. “me senté en mis dispositivos y nombré a Agnes y a Karin. A los 4 minutos tuve respuestas claras sobre la cinta.”









Artículo original en alemán

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Grabaciones de Claus Schreiber


Claus Schreiber comenzó a recibir imágenes espirituales en su aparato de televisión en 1985, incluían las caras de científico Albert Einstein, la actriz austriaca Romy Schneider y varios miembros de su familia que habían partido, en especial sus dos mujeres fallecidas y su hija Karin, con quien tenía una estrecha relación. Su técnica, creada por su compañero Martín Wenzel, involucró el objetivo de una cámara de vídeo apuntando a la televisión y retroalimentando la cámara con la imagen del televisor, con el fin de conseguir un círculo de alimentación de imagen. El resultado fue una niebla movida en la pantalla, en la cual aparecían las caras de los espíritus  formándose lentamente en un periodo de muchos fotogramas. Espectaculares resultados los de Schreiber siendo objeto de un documental de televisión y de su libro más popular, creado por Rainer Holbe (ver arriba).


Claus Schreiber recibía consejos de las personas del más allá a través de EVP para mejorar los experimentos de vídeo.

Claus Schreiber fue un alemán con poderosas habilidades psíquicas que estaban latentes hasta los años de 1970-80. Después de escuchar sobre los fenómenos de doblar cucharas, fue a la cocina, sacó una cuchara del cajón y lo intentó. Para su sorpresa, después de unos suaves movimientos la cuchara se dobló en sus manos como si se hubiera derretido. En poco tiempo había doblado una variedad de objetos de plata, además de una vieja herradura.

Comenzó a experimentar grabando voces, y de inmediato empezó a registrar voces de muchos de sus parientes fallecidos. Ahora estaba irremediablemente entusiasmado con la investigación paranormal, especialmente en la comunicación espiritual, por lo que se abrió un laboratorio en el sótano para los experimentos de audio y vídeo.

A mediados de la década de 1980, el Sr. Schreiber se convirtió en la primera persona en la historia en recibir imágenes paranormales directos en un entorno experimental. Llegaban a través de su viejo televisor en blanco y negro. Comenzó con algunos experimentos más elaborados con video-retroalimentado produciendo extraños patrones de niebla en la pantalla de TV, y las imágenes se formaban entre la niebla – imágenes de miembros difuntos de su familia, extranjeros y celebridades – como las imágenes del físico Albert Einstein, la estrella de cine alemana Romy Schneider, y su propia hija Karin,  que había muerto a una edad temprana. Karin apareció como una figura femenina con blusa oscura y una falda blanca con la cabeza inclinada, y muy pronto se convirtió en su compañera de investigación inicial de su padre, actuando como intermediaria para contactar con sus familiares fallecidos.

El Rey Luis II, fue invocado por Claus Schreiber  y apareció en la pantalla del televisor.

Rey Luis II


Heinrich Boden (cuñado de Claus Schreiber)


Fotografía de la hija de Claus Schreiber, Karin, que llegó a través de la televisión después de su muerte.

¿Albert Einstein?



Albert Einstein

Poco a poco la cabeza de la actriz alemana Romy Schneider formaron la imagen nebulosa 


Romy Schneider

El desarrollo de una cara en el vídeo:


Fase inicial


Fase final



Claus Schreiber falleció en enero de 1988 después de un segundo ataque al corazón, en pocos meses empezó a enviar fotos y mensajes a sus antiguos amigos y compañeros en la Tierra, incluyendo una imagen de sí mismo en una casa de un espíritu, informaba de que vive con otros miembros de la familia Schreiber ya fallecidos.


Una nueva imagen. en 1994, el 13 de octubre una imagen con texto llegó a Luxenburgo, (Harsh-Fischbach) de Claus Schreiber. Mostró una foto de un hombre joven, negro en compañía de la actriz Romy Schneider. En el texto que acompaña al Sr. Schreiber se describe cómo conoció a los dos durante sus viajes de descubrimiento a lo largo del lago de la Eternidad y tomó fotos de ellos:


Desde su transición en 1988, el Sr. Schreiber dice que ha estado disfrutan de frecuentes viajes por el mundo espíritu, con muchas experiencias fascinantes. él ha estado enviando numerosas fotos a la Tierra con la esperanza de que algunas de ellas sean recibidas. se nos dice que las fotografías permanecen en "la cuantía de la espacialidad y atemporalidad", y tal vez es sólo "cuestión de tiempo" que sean recibidas en la Tierra por algún equipo de experimentación ITC.


Claus Schreiber falleció en 1989, y al año siguiente envió fotos de sí mismo en su cuerpo espiritual y su nuevo hogar mundo espiritual  para Harsch-Fischbach en Luxemburgo.

Otras fotografías: