sábado, 17 de noviembre de 2012

EL HOMBRE DE LA MASCARA DE HIERRO




Al traducir para el español las páginas históricas de la Revista Espírita del mes de diciembre de 1859 (RE dic. 1859–V d: Conversaciones familiares del Más Allá – Michel François [Sociedad, 11 de noviembre de 1859], págs. 337-338), específicamente el 5º artículo (V), conversación Nº 4 (d), nos encontramos con una información histórica de altísima relevancia, especialmente en la cuestión Nº 10, donde es confirmada la existencia de un misterioso personaje francés que se creía legendario y que las páginas de la Revue Spirite –Obra que acaba de cumplir su Sesquicentenario de fundación– revelan ahora como siendo real.

El insigne Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, conversó en la también sesquicentenaria Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas con el Espíritu Michel François que, cuando encarnado (fines del siglo XVII), tenía la profesión de herrador, que a la época era considerado un trabajo de plebeyo. El Sr. Michel François era médium y fue protagonista de la siguiente manifestación notable:(1) un espectro le apareció, ordenándole que fuera a revelar al rey Luis XIV ciertas cosas secretas de gran importancia. Ese espectro era el Espíritu del hermano de dicho rey francés, que cuando encarnado fue encarcelado por el propio Luis XIV, por motivos aún desconocidos, el cual ordenó que le pusieran en el rostro una máscara de hierro, persona que quedó conocida en la Historia como El Hombre de la Máscara de Hierro.

Citaremos la histórica y reveladora Conversación de la Revista en la íntegra, colocando entre la misma nuestros comentarios e investigaciones con letra cursiva.

Michel François
(Sociedad, 11 de noviembre de 1859.)

Michel François, herrador que vivía hacia fines del siglo XVII, se dirigió al intendente de la Provenza y le anunció que un espectro le apareció, ordenándole que fuera a revelar al rey Luis XIV ciertas cosas secretas de gran importancia. Lo dejaron partir hacia la corte en el mes de abril de 1697. Unos garantizan que él habló con el rey; otros dicen que el rey se rehusó a verlo. Lo que es cierto, agregan algunos, es que en lugar de ser enviado al manicomio, él obtuvo dinero para su viaje y la exención de tallas y otros impuestos reales.

Talla: impuesto directo, en Francia, pagado por los plebeyos desde la Edad Media (siglo XII) hasta 1789 (año de la Revolución Francesa). “La palabra talla provenía de la costumbre que los recaudadores tenían de marcar en una talla de madera lo que los contribuyentes habían pagado” (Voltaire). A la época, existían la talla señorial –contribución obligatoria paga al señor feudal por los siervos y los plebeyos– y la talla real –impuesto directo en provecho del tesoro real, pago principalmente por los plebeyos.(2)

En el concepto obsoleto de la división de clases de la sociedad medieval, el herrero Michel François era un plebeyo (propio de la plebe, clase social más baja, que carecía de los privilegios que tenían la nobleza, los eclesiásticos y los militares), el cual –según este precioso documento histórico de la Revista Espírita– quedó totalmente eximido de pagar dichas tallas e impuestos reales, lo que era prácticamente imposible. El hecho de ser eximido de un impuesto real es un claro indicio de que la conversación entre Luis XIV y Michel François realmente existió, como lo confirma la próxima cuestión Nº 7.

1. Evocación.
– Resp. Estoy aquí.
2. ¿Cómo habéis sabido que deseábamos hablaros?
– Resp. ¿Por qué me hacéis esta pregunta? ¿No sabéis que estáis rodeado de Espíritus que avisan a aquellos con los cuales queréis comunicaros?
3. ¿Dónde estabais cuando os llamamos?
– Resp. En el espacio, porque aún estoy errante.
4. ¿Estáis sorprendido por encontraros en medio de encarnados?
– Resp. De manera alguna; entre los mismos me encuentro frecuentemente.
5. ¿Os recordáis de vuestra existencia, en 1697, bajo el reinado de Luis XIV, cuando por entonces erais herrero?
– Resp. Muy confusamente.
6. ¿Recordáis la revelación que queríais hacer al rey?
– Resp. Me acuerdo que yo tenía que hacerle una revelación.
7. ¿Le hicisteis esa revelación?
– Resp. Sí.

Confirmación mediúmnica del importantísimo hecho en sí, es decir, de la conversación que el herrero Michel François tuvo con el propio rey Luis XIV, para llevarle las informaciones secretas del Espíritu comunicante.

8. Habéis dicho que un espectro os apareció y os ordenó que fueseis a revelar ciertas cosas al rey; ¿quién era ese espectro?
– Resp. Era el espectro de su hermano.

Otra notable revelación mediúmnica: la identificación del Espíritu comunicante, como siendo el hermano desencarnado del propio Luis XIV.
9. ¿Podéis decir su nombre?
– Resp. No; vos me comprendéis.
10. ¿Era el hombre designado con el nombre de Máscara de Hierro?
– Resp. Sí.

Ahora es confirmada la verdadera existencia de El Hombre de la Máscara de Hierro –información histórica de altísima relevancia–, que a partir de ahora deja de ser simplemente legendaria para volverse real. Mucho se ha escrito acerca de la vida de este misterioso personaje francés y de su muerte a finales del siglo XVII (otros datan su desencarnación en el inicio del siglo XVIII), el cual fue encarcelado a través de los años en diversas prisiones por razones desconocidas y que permaneció encerrado hasta su fallecimiento, que según algunos tuvo lugar probablemente en la prisión parisina de la Bastilla. Mientras estuvo en la cárcel su rostro fue cubierto con una máscara por orden del rey Luis XIV, su propio hermano, como perfectamente lo confirma esta comunicación.

11. Ahora que estamos lejos de aquel tiempo, ¿podríais decirnos cuál era el objeto de esa revelación?
– Resp. Era justamente el de informarlo sobre su muerte.
12. ¿La muerte de quién? ¿De su hermano?
– Resp. Sí, claro.
13. ¿Qué impresión causó al rey vuestra revelación?
– Resp. Una impresión donde se mezclaban la tristeza y la satisfacción; además, esto quedó suficientemente probado por la manera con que me trató.
14. ¿Cómo él os trató?
– Resp. Con bondad y afabilidad.
15. Dicen que un hecho similar sucedió con Luis XVIII. ¿Sabéis si esto es verdad?
– Resp. Creo que ocurrió algo semejante, pero no estoy totalmente informado al respecto.

Con referencia a este nuevo e interesantísimo hecho histórico, sucedido ahora con otro rey francés, Luis XVIII (Versalles, Francia, 17/11/1755 – París, 16/09/1824), léase la RE dic. 1866–I: El labrador Thomas Martin y Luis XVIII, págs. 353-367. Al respecto, confróntese también nuestra Nota del Traductor Nº 38 en la Revista Espírita de 1858.(3)
16. ¿Por qué aquel Espíritu os eligió para esa misión, justamente a vos, un hombre desconocido, en lugar de elegir a un personaje de la corte que se hubiera aproximado al rey más fácilmente?
– Resp. Fui puesto en su camino, dotado de la facultad que él deseaba encontrar y que era necesaria, y también porque a un personaje de la corte no le habrían aceptado la revelación: pensarían que se informó por otros medios.
17. ¿Cuál era el objetivo de esta revelación, ya que el rey sería necesariamente informado de la muerte de su hermano, antes de saberlo por vos?
– Resp. Era para hacerlo reflexionar sobre la vida futura y acerca del destino a que podía exponerse, como realmente se expuso: su fin ha sido manchado por acciones con las cuales él creía asegurarse un futuro, que podría haber sido mejor con la práctica de aquella revelación.

Y el Espíritu Máscara de Hierro tenía serias razones para dicha advertencia: la Historia registra (4) que Luis XIV, a pesar de gobernar personalmente su reino (régimen absolutista y centralizado: El Estado soy yo) durante 55 años con gran fausto y de proteger las Letras y las Artes, cayó en determinado momento en una ambición desmedida, siendo que su despotismo religioso y lo costoso de sus guerras victoriosas le enajenaron las simpatías de Europa y le valieron el odio del pueblo, precipitando la ruina de la monarquía. Sus propósitos hegemónicos fueron funestos a la larga, los cuales engendraron guerras que a su vez trajeron graves fracasos militares. Todas esas guerras dejaron económicamente exhausta a Francia, junto con los inmensos gastos que demandaron las obras del monarca. Durante todo su reinado tuvo que hacer frente a una multitud de intrigas y complots políticos contra su vida, castigando duramente a sus enemigos y sin piedad alguna; él mismo decía que un gesto de debilidad de su parte podría ponerlo en peligro.

En 1685 Luis XIV revocó el Edicto de Nantes, firmado el 13/04/1598 por el rey francés Enrique IV, cuyo edicto autorizaba la libertad de culto –con ciertos límites– a los protestantes calvinistas, poniendo fin a las Guerras de Religión, cuyo punto culminante fue la cruel matanza de la Noche de san Bartolomé en 1572. Esta revocación trajo graves consecuencias, por las emigraciones y discordias que suscitó. Por otra parte, la Historia también registra que el rey Luis XIV tuvo varias amantes célebres, quienes le dieron numerosos hijos. Luis XIV, llamado el Grande y también el Rey Sol, murió dejando como heredero a su bisnieto Luis XV (futuro rey de Francia y autor de la frase tristemente célebre: “Después de mí, el diluvio”).

Voltaire y Alejandro Dumas, padre

La primera referencia oficial a la existencia de “El Hombre de la Máscara de Hierro” la hizo el filósofo de la Ilustración, François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, en el capítulo XXV de su obra: El siglo de Luis XIV (1751), y también algunos años antes (1745, en Amsterdam) en sus Memorias secretas para la historia de Persia,(5) siendo Voltaire el primero en darle el nombre de Máscara de Hierro. Este escritor francés afirma que dicho personaje fue arrestado en 1661, año de la muerte del cardenal Mazarino. Los registros y documentos preservados de la Bastilla, estudiados por Voltaire cuando éste estuvo en esa cárcel en calidad de reo, dan cuenta de un hombre enmascarado que estuvo prisionero por más o menos 30 años, que habría sido alimentado por un sordomudo y que era prohibido de tener contacto con el personal de la prisión, debiendo tener puesta la máscara todo el tiempo.

Diversos historiadores y escritores han relatado cómo fue la dolorosa y trágica vida de este personaje. El principal fue el recién mencionado Voltaire (París, Francia, 21/11/1694 – Ídem, 30/05/1778), quien estando en la Bastilla recibió narraciones de presos más antiguos que hablaban de la existencia del misterioso personaje, cuyo verdadero nombre era considerado secreto de Estado, así como las razones por las cuales había sido encarcelado a mando del propio rey Luis XIV (Saint-Germain-en-Laye, Francia, 05/09/1638 – Versalles, 01/09/1715). Otra referencia es la de Alejandro Dumas, padre (Villers-Cotterêts [Aisne], Francia, 24/07/1802 – Puy [cerca de Dieppe], 05/12/1870), quien en el siglo XIX (1848), en su libro El vizconde de Bragelonne (conocido también con el título: L’homme au Masque de Fer), se ocuparía igualmente del asunto.

Las hipótesis del encarcelamiento y de la identidad

Varias hipótesis son narradas con respecto al encarcelamiento y a la identidad del prisionero de Estado, de las cuales reproducimos algunas, solamente a título de información, para contextualizar y cotejar con lo que ya ha sido relatado en las obras anteriormente citadas de dichos escritores franceses, Voltaire y Dumas, padre –hipótesis de índole político y familiar–, haciendo lo mismo con las nuevas informaciones mediúmnicas proporcionadas por esta notable comunicación en la Revista Espírita:

- que El Hombre de la Máscara de Hierro era probablemente un hermano mayor del rey francés Luis XIV, o un hermano gemelo, o aún un hermano mayor ilegítimo o “bastardo”(6), hermanastro fruto de relaciones extramatrimoniales de su madre, la reina-regente Ana de Austria (Valladolid, España, 22/09/1601 – París, Francia, 20/01/1666), siendo éste un posible candidato al trono francés, inclusive antes del propio Luis XIV;

- que, según muestra documentación correspondiente a este caso,(7) dicho hermano estuvo prisionero primeramente en la cárcel de Pinerolo o Pignerol hacia 1669, antigua plaza fuerte que sirvió de prisión de Estado a los franceses (a la época en la Saboya francesa), hoy perteneciente a Italia, en el Piamonte, frontera con la Provenza (Francia);

- que su custodio sería el capitán Bénigne Dauvergne de Saint-Mars (1626 – París, Francia, 18/09/1708), quien se desempeñaba como gobernador penitenciario de Pinerolo.

A todas estas hipótesis se añadió la imaginación popular, que contribuyó para la formación y divulgación de la supuesta leyenda a través de los años.

Prudencia y sabiduría de Kardec

Notemos la extrema prudencia y la gran sabiduría de Kardec sobre el asunto, revelando solamente estas nuevas informaciones en otro contexto histórico, político y social, sin insistir en el nombre completo del célebre personaje investigado (preguntas 9 y 10) y aceptando el nombre Máscara de Hierro ante la natural reserva del Espíritu Michel François que, a pesar de esto, confirma la identidad del personaje y la veracidad de la existencia del mismo, hecho constatado a través de las páginas históricas de esta Revista Espírita de 1859, cuya notable información mediúmnica –revelación que esclarece a la posteridad y que colabora con la Historia– comprueba fehacientemente 3 datos hasta entonces inéditos:

a) que de hecho existió la conversación entre el herrero Michel François y Luis XIV sobre la aparición del espectro y acerca del mensaje que éste dirigió al rey, hecho también confirmado por la exención de tallas e impuestos reales, lo que era prácticamente imposible con un plebeyo;

b) que este mensaje mediúmnico procedía del Espíritu Máscara de Hierro, que cuando encarnado era realmente el hermano encarcelado del rey francés Luis XIV;

c) que dicho Espíritu regresó del Más Allá (a través del médium Michel François, herrador de profesión) para avisar a su propio hermano sobre la realidad de la vida después de la muerte y acerca de las profundas reflexiones que esto conlleva, a fin de advertirlo con su mensaje espiritual hacia un cambio de actitud moral como realeza terrestre, llamándole sabiamente la atención de que cada uno es responsable por los actos realizados, debiendo así responder por ellos según su propia conducta y conciencia, ante las justas e inviolables leyes de Dios.


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ENTREVISTA AL ESPIRITU PAUL GAIMARD




Paul Gaimard

Médico de la Marina y viajero naturalista, fallecido el 11 de diciembre de 1858; evocado el 24 del mismo mes a la edad de 64 años, por uno de sus amigos, el Sr. Sardou.

1. Evocación. – Resp. Estoy aquí; ¿qué deseas?

2. ¿Cuál es tu estado actual?Resp. Estoy errante como los Espíritus que dejan la Tierra y que tienen el deseo de avanzar en la senda del bien. Nosotros buscamos, estudiamos y después elegimos.

3. ¿Se han modificado tus ideas sobre la naturaleza del hombre?Resp. Mucho; bien puedes evaluarlo.

4. ¿Qué juicio tienes ahora sobre el género de vida que has llevado durante la existencia que acabas de terminar en este mundo? – Resp. Estoy contento porque he trabajado.

5. Creías que para el hombre todo acababa en la tumba: de ahí tu epicureísmo y el deseo que algunas veces expresabas de vivir siglos para gozar bien la vida. ¿Qué piensas de los vivos que no tienen otra filosofía que esa? – Resp. Me compadezco de ellos, no obstante esto les sirva: con tal sistema pueden apreciar fríamente todo lo que entusiasma a los otros hombres, y eso les permite juzgar sanamente muchas cosas que fascinan demasiado a los crédulos.

Observación – Es la opinión personal del Espíritu; nosotros la damos como tal y no como máxima.

6. El hombre que se esfuerza moralmente más que intelectualmente, ¿obra mejor que aquel que se apega sobre todo al progreso intelectual y descuida el progreso moral? – Resp. Sí; el aspecto moral es más importante. Dios da espíritu como recompensa a los buenos, mientras que el progreso moral debe ser adquirido.

7. ¿Qué entiendes cuando dices que Dios da espíritu? – Resp. Una vasta inteligencia.

8. Sin embargo existen muchos seres malos que tienen una vasta inteligencia.

– Resp. Ya lo he dicho. Habéis preguntado cuál de los dos progresos valía más adquirir; os he dicho que el progreso moral era preferible; pero aquel que trabaja en perfeccionar su Espíritu puede adquirir un alto grado de inteligencia. ¿Cuándo, pues, comprenderéis con medias palabras?

9. ¿Estás completamente desprendido de la influencia material del cuerpo?Resp. Sí; lo que os ha sido dicho no comprende sino una cierta clase de la Humanidad.

Nota – Varias veces ha sucedido que los Espíritus evocados, incluso algunos meses después de su muerte, han declarado estar todavía bajo la influencia de la materia; pero todos esos Espíritus habían sido hombres que no progresaron ni moral ni intelectualmente. Es a esta clase de la Humanidad que se refiere el Espíritu Paul Gaimard.

10. ¿Has tenido en la Tierra otras existencias más allá de la última? – Resp. Sí.

11. Esta última ¿es la consecuencia de la precedente? – Resp. No; ha habido un gran espacio de tiempo entre ambas.

12. A pesar de ese largo intervalo, ¿no podría haber, entretanto, una cierta relación entre esas dos existencias? – Resp. Cada minuto de nuestra vida es la consecuencia del minuto anterior, si así lo prefieres.

Nota – El Dr. B..., que asistía a esta conversación, expresó la opinión de que ciertas tendencias, ciertos instintos que a veces se despiertan en nosotros, bien podrían ser como un reflejo de una existencia anterior. Él citó varios hechos perfectamente constatados de mujeres jóvenes que, en el embarazo, se han visto impelidas a cometer actos feroces, como, por ejemplo, la señora que se arrojó sobre el brazo de un empleado de la carnicería y lo mordió con fuerza; otra que cortó la cabeza de un niño y ella misma la llevó al comisario de la policía; una tercera mujer que mató a su marido, lo cortó en pequeños pedazos –a los que les puso sal– y con los cuales se alimentó durante varios días. El doctor preguntó si, en una existencia anterior, esas mujeres no habían sido antropófagas.

13. Has escuchado lo que acaba de decir el Dr. B...; ¿será que esos instintos, designados con el nombre de antojos de mujeres embarazadas, son consecuencia de hábitos contraídos en una existencia anterior?

– Resp. No; son una locura transitoria; una pasión en su más alto grado; la voluntad del Espíritu está eclipsada.
Observación – El Dr. B... hace observar que efectivamente los médicos consideran esos actos como casos de locura transitoria. Nosotros compartimos esta opinión, pero no por los mismos motivos, puesto que aquellos que no están familiarizados con los fenómenos espíritas son generalmente llevados a atribuirlos únicamente a causas que ellos conocen. Estamos persuadidos de que debemos tener reminiscencias de ciertas disposiciones morales anteriores; incluso agregamos que es imposible que sea de otro modo, pues el progreso solamente se realiza gradualmente; pero éste no es el caso, y lo que lo prueba es que las personas de las cuales acabamos de hablar no daban ninguna señal de ferocidad, fuera de su estado patológico: evidentemente no había en ellas sino una perturbación momentánea de las facultades morales. Se reconoce el reflejo de las disposiciones anteriores a través de otras señales, de alguna manera inequívocas, y que desarrolla-remos en un artículo especial,  con hechos en su apoyo.

14. En ti, en esta última existencia, ¿ha habido a la vez progreso moral y progreso intelectual?Resp. Sí, sobre todo intelectual.

15. ¿Podrías decirnos cuál era el género de tu penúltima existencia? – Resp. ¡Oh, yo fui sombrío! Tuve una familia a la que volví infeliz; penosamente lo he expiado más tarde. Pero ¿por qué me preguntas esto? Ha pasado hace mucho y ahora estoy en una nueva fase.

Nota – P. Gaimard murió soltero a la edad de 64 años. Más de una vez se hubo lamentado por no haber formado un hogar.

16. ¿Esperas reencarnar en poco tiempo? – Resp. No; antes quiero investigar. Preferimos este estado de erraticidad, porque el alma se domina mejor; el Espíritu tiene más conciencia de su fuerza; la carne pesa, obnubila, obstaculiza.

Nota – Todos los Espíritus dicen que en el estado errante ellos investigan, estudian y observan para hacer su elección. ¿No es esta la contrapartida de la vida corporal? ¿No buscamos durante años, antes de elegir la carrera que creemos más apropiada para seguir nuestro camino? ¿A veces no la cambiamos, a medida que crecemos? ¿Cada día no es empleado en la búsqueda de lo que haremos al día siguiente?

Ahora bien, ¿qué son las diferentes existencias corporales para el Espíritu, sino fases, períodos, días de la vida espírita que es –como sabemos– la vida normal, no siendo la vida corporal más que transitoria y pasajera? ¿Habrá algo más sublime que esta teoría? ¿No está ella en relación con la grandiosa armonía del Universo? Una vez más: no hemos sido nosotros los que la inventamos, y nos lamentamos por no tener ese mérito; pero cuanto más la profundizamos, más fecunda la encontramos en la solución de problemas hasta ahora inexplicados.

17. ¿En qué planeta piensas o deseas reencarnar?

– Resp. No sé; dame tiempo para buscar.

18. ¿Qué género de existencia pedirás a Dios?

– Resp. La continuación de esta última; el mayor desarrollo posible de las facultades intelectuales.

19. Parece que siempre pones en primera línea el desarrollo de las facultades intelectuales, haciendo menos caso a las facultades morales, a pesar de lo que has dicho anteriormente. – Resp. Mi corazón no está aún lo bastante formado como para apreciar bien a las otras.

20. ¿Ves a otros Espíritus, y estás en relación con ellos? – Resp. Sí.

21. Entre esos Espíritus, ¿hay alguno que hayas conocido en la Tierra? – Resp. Sí, Dumont d’Urville.3

22. ¿Ves también al Espíritu Jacques Arago,4 con el cual has viajado? – Resp. Sí.

23. ¿Están esos Espíritus en la misma condición que tú? – Resp. No; unos más elevados, otros en condición más baja.

24. Nos referimos a los Espíritus Dumont d’Urville y Jacques Arago. – Resp. No quiero particularizar.

25. ¿Estás satisfecho con que nosotros te hayamos evocado? – Resp. Sí, sobre todo por una persona.

26. ¿Podemos hacer algo por ti? – Resp. Sí.

27. Si te evocáramos dentro de algunos meses, ¿consentirías en responder aún a nuestras preguntas? – Resp. Con placer. Adiós.

28. Nos dices adiós; haznos el favor de decirnos hacia adónde vas. – Resp. En este paso (para hablar como lo habría hecho hace unos días) voy a cruzar un espacio mil veces más considerable que el camino que hice en la Tierra en mis viajes, que creía tan lejanos; y esto en menos de un segundo, de un pensamiento. Voy a una reunión de Espíritus donde tomaré lecciones y donde podré aprender mi nueva ciencia, mi nueva vida. Adiós.

Nota – Cualquiera que haya perfectamente conocido al Sr. Paul Gaimard, confesará que esta comunicación se encuentra bien marcada con el sello de su individualidad. Aprender, ver, conocer, era su pasión dominante: es lo que explica sus viajes alrededor del mundo y a las regiones del Polo Norte, así como sus expediciones a Rusia y a Polonia, en la primera aparición del cólera en Europa. Dominado por esta pasión y por la necesidad de satisfacerla, conservaba una rara sangre fría en los mayores peligros; ha sido de esta manera que por su calma y por su firmeza supo librarse de las manos de una tribu de antropófagos que lo habían sorprendido en el interior de una isla de Oceanía.

Una palabra suya caracteriza perfectamente esta avidez de ver hechos nuevos, de asistir al espectáculo de accidentes imprevistos. «¡Qué felicidad! –exclamó un día durante el período más dramático de 1848–, ¡qué felicidad vivir en una época tan fértil en eventos extraordinarios y repentinos!»

Su Espíritu, volcado casi exclusivamente hacia las Ciencias que tratan de la materia organizada, había descuidado bastante a las Ciencias filosóficas; por esto, se podría decir que le faltaba elevación en sus ideas. Sin embargo, ningún acto de su vida prueba que nunca hubiese desconocido las grandes leyes morales impuestas a la Humanidad. En suma, el Sr. Paul Gaimard tenía una bella inteligencia: esencialmente probo y honesto – naturalmente atento –, era incapaz de hacer el menor daño a nadie. Quizá se le puede reprochar solamente el haber sido demasiado amigo de los placeres; pero el mundo y los placeres no corrompieron su juicio ni su corazón: por eso, el Sr. Paul Gaimard ha merecido las añoranzas de sus amigos y de todos aquellos que lo han conocido.

Sardou 

Allan Kardec -  Revista Espírita de
marzo de 1859
Traducción de los originales y notas
de Enrique Baldovino



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ESPIRITU ENFADADO




Un Espíritu ligero

El Sr. J..., uno de nuestros compañeros de la Sociedad, había visto varias veces llamas azules rondando su cama. Al tener la certeza de que era una manifestación, tuvimos la idea – el 20 de enero último – de evocar a uno de esos Espíritus, a fin de compenetrarnos sobre su naturaleza.

1. Evocación. – Resp. ¿Qué quieres de mí?

2. ¿Con qué objetivo te has manifestado en la casa del Sr. J...? – Resp. ¿Qué te importa?

3. A mí poco me importa, es cierto; pero esto no es indiferente para el Sr. J... – Resp. ¡Ah, qué bella razón!

Nota – Estas primeras preguntas han sido realizadas por el Sr. Kardec. El Sr. J... prosiguió el interrogatorio.

4. Es que no recibo a cualquiera de buen grado en mi casa. – Resp. Te equivocas: yo soy muy bueno.

5. Hazme pues, el favor de decirme lo que hacías en mi casa. – Resp. ¿Crees por acaso que, porque soy bueno, debo obedecerte?

6. Me han dicho que eres un Espíritu ligero.1 – Resp. Se me ha hecho intempestivamente una muy mala reputación.

7. Si es una calumnia, pruébalo. – Resp. No quiero.

8. Bien que yo podría emplear un medio para hacerte decir quién eres. – Resp. Esto me divertiría un poco: palabra de honor.

9. Te intimo a decirme lo que hacías en mi casa. – Resp. Yo solamente tenía el objetivo de divertirme.

10. Esto no está de acuerdo con lo que me han dicho los Espíritus superiores. – Resp. He sido enviado a tu casa y tú sabes la razón. ¿Estás contento?

11. Entonces has mentido. – Resp. No.

12. ¿No tenías pues, malas intenciones? – Resp. No; te han dicho lo mismo que yo.

13. ¿Podrías decirme cuál es tu clase entre los Espíritus? – Resp. Me gusta tu curiosidad.

14. Ya que pretendes ser bueno, ¿por qué me contestas de una manera tan poco conveniente? – Resp. ¿Por ventura te he insultado?

15. No; pero ¿por qué respondes de modo evasivo y te rehúsas a darme las informaciones que te pido? – Resp. Soy libre para hacer lo que quiero, bajo el comando de ciertos Espíritus.

16. Vamos, veo con placer que comienzas a volverte menos inconveniente y presiento que me he de relacionar contigo más amablemente. – Resp. Pon de lado tus frases: así será mucho mejor.

17. ¿Con qué forma estás aquí? – Resp. No tengo forma.

18. ¿Sabes lo que es el periespíritu? – Resp. No; a menos que sea el viento.

19. ¿Qué podría yo hacer que te sea agradable? – Resp. Ya te lo he dicho: cállate.

20. La misión que has venido a cumplir en mi casa, ¿te ha hecho avanzar como Espíritu? – Resp. Ése es otro asunto; no me hagas tales preguntas. Sabes que obedezco a ciertos Espíritus: dirígete a ellos; en cuanto a mí, pido para irme.

21. ¿Hemos tenido malas relaciones en otra existencia, y sería ésa la causa de tu mal humor? – Resp. Tú no te acuerdas de las cosas malas que has dicho de mí, y esto a quien quería escucharlas. Cállate, te digo.

22. No he hablado de ti sino lo que me han dicho los Espíritus superiores a tu respecto. – Resp. Has dicho también que yo te había obsesado.

23. ¿Estás satisfecho con el resultado que has obtenido? – Resp. Eso es asunto mío.

24. ¿Quieres entonces que siempre conserve de ti una mala opinión? – Resp. Es posible; me voy.

Nota – Por las conversaciones que hemos relatado se puede ver la extrema diversidad que existe en el lenguaje de los Espíritus, según el grado de su elevación. El de los Espíritus de esta naturaleza es casi siempre caracterizado por la brusquedad y por la impaciencia; cuando son llamados a las reuniones serias percibimos que no vienen de buen grado; tienen prisa en irse, porque no están cómodos en medio de sus superiores y de personas que de algún modo los ponen en aprietos con preguntas. No sucede lo mismo en las reuniones frívolas, donde se divierten con sus chistes: están como en su casa y lo disfrutan mucho. 

Allan Kardec -  Revista Espírita de
marzo de 1859
Traducción de los originales frances y notas
de Enrique Baldovino

(1) Véase la RE feb. 1858 –II :

Escala Espírita, págs. 40-41, los Espíritus ligeros (9ª Clase), que se encuentran en el Tercer Orden: Espíritus Imperfectos. Tb. consultar El Libro de los Espíritus, cuestión 103 (9ª Clase) [sobre el cambio del número de las Clases cf. la N. del T. 35 de 1858].

(RE mar. 1859 –V d: Conversaciones familiares del Más Allá – Un Espíritu ligero, pág. 78.)

Escala Espírita

Los Espíritus revelan al Codificador que es ilimitado el número de órdenes de los Espíritus, porque no existe una línea determinada trazada de modo de barrera, pudiéndose así multiplicar o restringir voluntariamente las divisiones.

96. ¿Son iguales los Espíritus, o existe entre ellos alguna jerarquía?

«Pertenecen a diferentes órdenes, según el grado de perfección a que hayan llegado».

Puede decirse que existen tres órdenes según su perfección:

1. Espíritus puros; ninguna influencia de la materia. Superioridad intelectual y moral absoluta sobre los Espíritus de las otras órdenes.

2. Espíritus buenos; predominio del espíritu sobre la materia y deseo de hacer el bien. Sus cualidades y poderes para el bien están en proporción al grado al que han llegado.

3. Espíritus impuros; predominio de la materia sobre el espíritu. Propensión al mal, ignorancia, orgullo, egoísmo y todas las malas pasiones que de él derivan.

«La clasificación de los Espíritus está basada en su grado de progreso; además no es absoluta, cada categoría no ofrece más que un carácter sobresaliente; pero la transición es insensible de un grado a otro».  Allan Kardec



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Allan Kardec evoca a Hitoti, un jefe Haitiano



Un oficial de la Marina, presente a la sesión de la Sociedad del 4 de febrero último, manifestó el deseo de evocar a un jefe tahitiano llamado Hitoti, que había conocido personalmente durante su estancia en Oceanía.

1. Evocación. –Resp. ¿Qué deseáis?

2. ¿Podríais decirnos por qué habéis abrazado, de preferencia, la causa francesa en Oceanía? –Resp. Amaba a esta nación; además, mi interés me lo ordenaba.

3. ¿Habéis quedado satisfecho con el viaje a Francia que le hemos proporcionado a vuestro nieto y con los cuidados que le hemos dado? –Resp. Sí y no. Tal vez este viaje haya perfeccionado mucho a su Espíritu, pero esto lo ha vuelto completamente ajeno a su patria al darle ideas que nunca deberían haber nacido en él.

4. De las distinciones que habéis recibido del gobierno francés, ¿cuáles son las que os han dado más satisfacción? –Resp. Las condecoraciones.

5. Y entre las condecoraciones, ¿cuál preferís? –Resp. La Legión de Honor.

Nota – Esta circunstancia era ignorada por el médium y por todos los asistentes; ha sido confirmada por la persona que hacía la evocación. Aunque el médium que servía de intermediario fuese intuitivo y no mecánico, ¿cómo este pensamiento habría podido ser el suyo? Podría concebírselo para una cuestión banal, pero esto es inadmisible cuando se trata de un hecho positivo, del cual nada podía haberle dado una idea.

6. ¿Sois más feliz ahora que cuando estabais encarnado?– Resp. Sí, mucho más.

7. ¿En qué estado se encuentra vuestro Espíritu? –Resp. Errante, pero debo reencarnarme en poco tiempo.

8. ¿Cuáles son vuestras ocupaciones en la erraticidad? –Resp. Instruirme.

Nota – Esta respuesta es casi general en todos los Espíritus errantes; los que son más adelantados moralmente agregan que se ocupan en hacer el bien y que asisten a los que necesitan de consejos.

9. ¿De qué manera os instruís, ya que no debéis hacerlo del mismo modo que cuando encarnado? –Resp. No; trabajo mi Espíritu y viajo. Entiendo que esto es poco inteligible para vosotros; por cierto, lo sabréis más tarde.

10. ¿Cuáles son las regiones que frecuentáis con más gusto? –Resp. ¿Regiones? No viajo más por vuestra Tierra, estad bien persuadidos de esto; voy más alto y más abajo, moral y físicamente. He visto y examinado con el mayor cuidado mundos a vuestro naciente y a vuestro poniente que están todavía en un estado de barbarie espantosa, y a otros que están sumamente elevados por encima de vosotros.

11. Habéis dicho que en poco tiempo estaríais reencarnado, ¿sabéis en qué mundo? –Resp. Sí, he estado en él varias veces.

12. ¿Podéis designarlo? –Resp. No.

13. ¿Por qué en vuestros viajes dejáis de lado a la Tierra? –Resp. Ya la conozco.

14. Aunque no viajéis más por la Tierra, ¿pensáis todavía en algunas personas que aquí has amado? –Resp. Poco.

15. ¿No os ocupáis más, pues, con aquellos que os han manifestado afecto? –Resp. Poco.

16. ¿Los recordáis? –Resp. Muy bien; pero nos volveremos a ver y espero pagar todo eso. Me preguntáis si me ocupo con ellos. No, pero no por esto los olvido.

17. ¿No habéis vuelto a ver a ese amigo al cual yo hacía alusión hace poco y que, como vos, está muerto? –Resp. Sí, pero nos volveremos a ver más materialmente; estaremos encarnados en una misma esfera y nuestras existencias han de vincularse.

18. Os agradecemos por haber tenido a bien responder a nuestro llamado. –Resp. Adiós; trabajad y pensad.

Nota – La persona que ha hecho la evocación y que conoce las costumbres de esos pueblos, declaró que esta última frase concuerda con sus hábitos; es entre ellos una expresión usual, de algún modo banal, y que el médium no podría adivinar. Igualmente reconoce que toda la conversación se ajusta al carácter del Espíritu evocado y que su identidad es evidente para él.

La respuesta a la pregunta 17 ofrece una particularidad notable: Estaremos encarnados en una misma esfera y nuestras existencias han de vincularse. Está comprobado que los seres que se han amado se vuelven a encontrar en el mundo de los Espíritus, pero además parece –según muchas respuestas análogas– que pueden ligarse algunas veces en una otra existencia corporal, donde las circunstancias los aproximen sin que ellos lo sospechen, ya sea por los lazos de parentesco o por relaciones de amistad. Esto nos da la razón de ciertas simpatías.

Allan Kardec -  Revista Espírita de
marzo de 1859
Traducción de los originales franceses y
notas de Enrique Baldovino


http://amanecerespirita.blogspot.com.es/


Allan Kardec entrevista al espíritu Alexander Von Humboldt






Conversaciones familiares del Más Allá:

Humboldt

Fallecido el 6 de mayo de 1859; evocado en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas en los días 13 y 20 del mismo mes.


(A San Luis).


Podemos llamar al Espíritu Alexander von Humboldt que acaba de desencarnar? –Resp. Como queráis, amigos.


1. Evocación. –Resp. Aquí estoy; ¡cómo esto es asombroso!


2. ¿Por qué esto os asombra? –Resp. Estoy lejos de lo que fui, hace apenas algunos días.


3. Si nosotros pudiésemos veros, ¿cómo es que os veríamos? –Resp. Como hombre.


4. ¿Nuestro llamado os contraría? –Resp. No, no.


5. ¿Tuvisteis conciencia de vuestro nuevo estado poco después de vuestra muerte? –Resp. Yo la esperaba hacía mucho tiempo.


Nota – Entre los hombres que, como el Sr. Humboldt, fallecen de muerte natural y por la extinción gradual de las fuerzas vitales, el Espíritu se reconoce con mucha mayor rapidez que en aquellos en que la vida se ha interrumpido bruscamente por accidente o muerte violenta, puesto que ya existe un comienzo de desprendimiento antes de la cesación de la vida orgánica. En el Sr. Humboldt la superioridad del Espíritu y la elevación de sus pensamientos han facilitado ese desprendimiento, siempre más lento y más penoso en aquellos cuya vida es totalmente material.


6. ¿Extrañáis la vida terrestre? –Resp. No, de ningún modo; me siento feliz; no estoy más en la prisión; mi Espíritu es libre... ¡Cuánta alegría! ¡Y qué dulce momento que me ha traído esta nueva gracia de Dios!


7. ¿Qué pensáis de la estatua que en vuestro homenaje será erigida en Francia, aunque seáis extranjero?1 –Resp. Mis agradecimientos personales por el honor que me hacen; lo que sobre todo estimo en eso, es el sentimiento de unión que este hecho revela: el deseo de ver extinguir todos los odios.


8. ¿Han cambiado vuestras creencias? –Resp. Sí, mucho; pero todavía no reví todo; esperad aún para hablarme más profundamente.


Nota – Esta respuesta y la palabra reví son características del estado en que se encuentra; a pesar del rápido desprendimiento de su Espíritu, hay todavía alguna confusión en sus ideas; al haber dejado el cuerpo hace apenas ocho días, aún no tuvo tiempo para comparar sus ideas terrestres con las que puede tener ahora.


9. ¿Estáis satisfecho con el empleo que hicisteis de vuestra existencia terrestre? –Resp. Sí; he cumplido (casi) el objetivo que me había propuesto. He servido a la Humanidad: por eso es que soy feliz hoy.


10. ¿Cuándo os habéis propuesto ese objetivo? –Resp. Al venir a la Tierra.


Nota – Puesto que se había propuesto un objetivo al venir a la Tierra, es porque entonces había realizado un progreso anterior y su alma no había nacido al mismo tiempo que su cuerpo. Esta respuesta espontánea no puede haber sido provocada por la naturaleza de la pregunta o por el pensamiento del interrogador.


11. ¿Habíais elegido esta existencia terrestre? –Resp. Había numerosos candidatos para esta obra; he pedido al Ser por excelencia que me la concediera, y lo he conseguido.


12. ¿Recordáis la existencia que ha precedido a la que acabáis de dejar? –Resp. Sí; la misma ha tenido lugar lejos de la Tierra y en un mundo bien diferente del vuestro.


13. Ese mundo, ¿es igual, inferior o superior a la Tierra? –Resp. Superior; perdonadme.


14. Sabemos que nuestro mundo está lejos de la perfección, y por consecuencia no nos sentimos humillados porque hayan otros más adelantados que el nuestro; pero entonces, ¿cómo habéis venido a un mundo inferior al que habitabais? –Resp. No se da a los ricos. Yo he querido dar: por eso he descendido a la cabaña del pobre.


15. ¿Podéis darnos una descripción de los seres animados del mundo en que habitáis? –Resp. Tenía ese deseo al hablaros hace poco, pero comprendí a tiempo que yo tendría dificultad en explicaros perfectamente esto. Allí los seres son buenos, muy buenos; ya conocéis este punto que es la base de todo el resto del sistema moral en esos mundos; nada allí obstaculiza el desarrollo de los buenos pensamientos; nada recuerda a los malos; todo es felicidad, porque cada uno es feliz en sí mismo y con todos los que lo rodean. Con relación a la materia y a los sentidos, toda descripción es inútil. ¡Qué simplificación en el mecanismo de una sociedad! Hoy, que me encuentro en condiciones de comparar los dos, me admiro con la distancia. No penséis que os digo esto para desanimaros; no, al contrario. Es necesario que vuestro Espíritu esté bien convencido de la existencia de esos mundos; entonces tendréis un ardiente deseo de alcanzarlos, y vuestro trabajo os abrirá el camino.


16. ¿Ese mundo hace parte de nuestro sistema planetario? –Resp. Sí, está muy cerca de vosotros. Sin embargo, no se puede verlo porque no es un foco luminoso, y no recibe ni refleja la luz de los soles que lo rodean.


17. Acabáis de decir que vuestra precedente existencia tuvo lugar lejos de nosotros, y ahora decís que ese mundo está muy cerca; ¿cómo conciliar estas dos cosas? –Resp. Está lejos de vosotros si consultáis vuestras distancias, vuestras medidas terrestres; pero está próximo si tomáis el compás de Dios, y si intentáis abarcar de un vistazo toda la Creación.


Nota – Es evidente que puede ser considerado como lejos si tomamos como término de comparación las dimensiones de nuestro globo; pero está cerca con relación a los mundos que se encuentran a distancias incalculables.


18. ¿Podríais especificar la región del Cielo donde el mismo se encuentra? –Resp. Es inútil: los astrónomos nunca la conocerán.


19. ¿La densidad de ese mundo es la misma que la de nuestro globo? –Resp. La proporción es de mil para diez.


20. ¿Sería ese mundo de la naturaleza de los cometas? –Resp. No, de modo alguno.


21. Si no es un foco de luz y si no recibe ni refleja la luz solar, ¿entonces reina allí una perpetua oscuridad? –Resp. Los seres que viven allá no tienen ninguna necesidad de luz: la oscuridad no existe para ellos; no la comprenden.

Es como si el ciego pensase que nadie puede tener el sentido de la visión.

22. Según la opinión de ciertos Espíritus, el planeta Júpiter es muy superior a la Tierra; ¿esto es exacto? –Resp. Sí; todo lo que os ha sido dicho al respecto es verdad.


23. ¿Habéis vuelto a ver a Arago 2 desde que regresasteis al mundo de los Espíritus? –Resp. Ha sido él quien me ha tendido la mano cuando dejé vuestro mundo.


24. ¿Conocíais el Espiritismo cuando estabais encarnado? –Resp. El Espiritismo, no; el magnetismo, sí.


25. ¿Cuál es vuestra opinión sobre el futuro del Espiritismo entre las corporaciones científicas? –Resp. Grande; pero su camino será penoso.


26. ¿Pensáis que un día será aceptado por las corporaciones científicas? –Resp. Ciertamente; ¿pero creéis pues que esto sea indispensable? Ocupaos antes de poner los primeros preceptos en el corazón de los infelices que repletan vuestro mundo: es el bálsamo que calma las desesperaciones y que da esperanza.


Nota – François Arago, al haber sido llamado en la sesión del 27 de mayo, y por intermedio de otro médium, respondió así a preguntas análogas:


¿Cuándo estabais encarnado, ¿cuál era vuestra opinión sobre el Espiritismo? –Resp. Lo conocía muy poco y, por consecuencia, le daba poca importancia; he cambiado de opinión y esto os da que pensar.


¿Pensáis que un día Él será aceptado y reconocido por las corporaciones científicas? Me refiero a la Ciencia oficial, porque ya hay muchos científicos que individualmente lo aceptan. –Resp. No solamente lo pienso, sino que tengo la certeza de eso; Él tendrá el destino de todos los descubrimientos útiles para la Humanidad: ridiculizado al principio por los científicos orgullosos y por los tontos ignorantes, terminará siendo reconocido por todos.


27. ¿Cuál es vuestra opinión acerca del Sol que nos ilumina? –Resp. Aquí todavía no he aprendido nada sobre Ciencia; entretanto, siempre he considerado al Sol como un vasto centro eléctrico.


28. ¿Esta opinión es el reflejo de la que teníais como hombre o es la vuestra como Espíritu? –Resp. Es la opinión que tenía cuando encarnado, corroborada por lo que sé ahora.


29. Puesto que venís de un mundo superior a la Tierra, ¿cómo se explica que no tuvisteis conocimientos precisos sobre esas cosas antes de vuestra última existencia, y de los cuales hoy os recordaríais? –Resp. Ciertamente los tenía, pero lo que preguntáis no tiene relación alguna con todo lo que pude aprender en existencias precedentes, tan diferentes de la que he dejado; por ejemplo, la Astronomía ha sido para mí una Ciencia totalmente nueva.


30. Muchos Espíritus nos han dicho que habitaban o que habían habitado otros planetas, pero ninguno nos ha dicho que habitaba el Sol; ¿por qué esto? –Resp. Porque el Sol es un centro eléctrico y no un mundo; es un instrumento y no una morada. –Preg. ¿Entonces no tiene habitantes? –Resp. Habitantes fijos, no; visitantes, sí.


31. ¿Creéis que dentro de algún tiempo, cuando hayáis podido hacer nuevas observaciones, podríais informarnos más sobre la naturaleza del Sol? –Resp. Sí, tal vez; será un placer; sin embargo, no esperéis mucho de mí: no estaré errante por mucho tiempo.


32. ¿Dónde pensáis ir cuando no estéis más errante? –Resp. Dios me permite reposar por algunos momentos; voy a disfrutar esta libertad para encontrarme con amigos muy queridos que esperan por mí. Después, no sé todavía.


33. Pedimos vuestro permiso para dirigiros aún algunas preguntas, que vuestros conocimientos de Historia Natural sin duda permiten que respondáis.

La sensitiva y la dionea tienen movimientos que denotan una gran sensibilidad, y en ciertos casos una especie de voluntad, como por ejemplo la última, cuyas hojas aprisionan a los insectos que se posan en las mismas para libar el zumo, y a los cuales la dionea parece tender una trampa para después matarlos. Preguntamos: ¿estas plantas están dotadas de la facultad de pensar? ¿Poseen voluntad? ¿Forman una clase intermediaria entre el reino vegetal y el reino animal? En una palabra, ¿son una transición entre dichos reinos? –Resp. Todo es transición en la Naturaleza, por el hecho de que nada es semejante y, sin embargo, todo se encadena. Las plantas no piensan y, por consiguiente, no poseen voluntad. La ostra que se abre, así como todos los zoófitos, no tienen pensamiento: solamente poseen un instinto natural.3

34. Las plantas, ¿experimentan sensaciones dolorosas cuando se las mutila? –Resp. No.


Nota – Un miembro de la Sociedad expresa la opinión de que los movimientos de las plantas sensitivas son análogos a los que se producen en las funciones digestivas y circulatorias del organismo animal, y que suceden sin la participación de la voluntad. En efecto, ¿no vemos que el píloro se contrae al contacto de ciertos cuerpos para impedirles el paso? Lo mismo debe ocurrir con la sensitiva y con la dionea, cuyos movimientos no implican de modo alguno la necesidad de una percepción y menos todavía de una voluntad.


35. ¿Hay hombres fósiles? –Resp. El tiempo los ha desgastado.


36. ¿Admitís que hayan existido hombres en la Tierra antes del diluvio geológico? –Resp. Sería bueno que te expliques más claramente sobre este punto, antes de hacer la pregunta. El hombre estaba en la Tierra mucho antes de los diluvios.


37. ¿Adán no fue, entonces, el primer hombre? –Resp. Adán es un mito; ¿dónde ubicas a Adán?


38. Mito o no, hablo de la época que la Historia le asigna. –Resp. Es poco calculable para vosotros; incluso es imposible evaluar el número de años en que los primeros hombres permanecieron en estado salvaje y bestial, que no cesó sino mucho tiempo después de su primera aparición en el globo.


39. ¿La Geología hará conque un día se encuentren los rastros materiales de la existencia del hombre en la Tierra antes del período adámico? –Resp. La Geología, no; el buen sentido, sí.


40. El progreso del reino orgánico en la Tierra está marcado por la aparición sucesiva de los acotiledóneos, de los monocotiledóneos y de los dicotiledóneos; ¿existía el hombre antes de los dicotiledóneos? –Resp. No, su fase siguió a aquélla.


41. Os agradecemos por haber consentido atender a nuestro llamado, y por las enseñanzas que nos habéis dado. –Resp. Ha sido un placer. Adiós; hasta la vista.


Nota – Esta comunicación se distingue por un carácter general de bondad, de benevolencia y de una gran modestia, señal indiscutible de la superioridad del Espíritu; en efecto, no hay trazos de jactancia, de fanfarronería, de deseo de dominar o de imponerse, que se observa entre los que pertenecen a la clase de los pseudosabios, Espíritus que siempre están más o menos imbuidos de sistemas y de prejuicios que buscan hacer prevalecer; en el Espíritu Humboldt, todo –inclusive los más bellos pensamientos– respira simplicidad y denota ausencia de pretensión. 


Allan Kardec -  Revista Espírita de

junio de 1859
Traducción de los originales franceses y
notas de Enrique Baldovino

Enrique Eliseo Baldovino

henrique@foz.net

1 Alexander Friedrich Heinrich von Humboldt (Berlín, Alemania, 14/09/1769 – Berlín, 06/05/1859). Naturalista, geógrafo, viajero, astrónomo, geólogo, demógrafo y diplomático alemán, llamado en su época «el Aristóteles moderno» por sus profundos conocimientos en la mayoría de los ramos del conocimiento humano. Fundador, junto con el Prof. Karl Ritter (1779-1859), de la moderna Geografía. Como hombre de Ciencia alcanzó prestigio inigualado y su presencia fue reclamada por casi todos los soberanos de Europa. Con el naturalista alemán Georg Forster (1754-1794) visitó Inglaterra, Bélgica, Holanda y Francia, en 1790. Realizó estudios de Botánica y Geología en Suiza e Italia en 1795. En 1799 obtuvo con el naturalista francés Aimé Bonpland (1773-1858), autorización del rey de España para su expedición a América del Sur. Recorrió el curso del Orinoco y descubrió su unión con el Amazonas; escaló el Pichincha y el Chimborazo; en el puerto del Callao observó el tránsito del planeta Mercurio, y analizó las propiedades del guano, cuya introducción en Europa se le debe; estudió las riquezas del subsuelo de México, y después de una corta estada en los EE.UU., regresó a Europa en 1804. Ese mismo año comunicó al Instituto de París sus descubrimientos sobre la disminución de la intensidad del magnetismo terrestre desde los polos al ecuador.


En 1827 el barón de Humboldt fijó residencia en Berlín. Dos años más tarde recorrió Rusia con el geólogo y biólogo alemán Christian Gottfried Ehrenberg (1795-1876). Descubrieron los yacimientos de diamantes del Ural y corrigieron la estimación excesiva que los geógrafos precedentes habían hecho de la altura de las mesetas del Asia Central. De 1830 a 1848 realizó diversas misiones diplomáticas para el gobierno alemán. Reunió lo fundamental de sus investigaciones bajo el título general de Cosmos (4 volúmenes, 1845-1858; 1 volumen, 1862). Otro importantísimo libro es: Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente; esta gigantesca obra fue, en su mayor parte, redactada en francés por el mismo Humboldt. Tuvo en ella como colaboradores a Bonpland y al botánico alemán Karl Sigismund Kunth (1788-1850). La publicación comenzó en 1807 y concluyó en 1834, y constituye uno de los monumentos de la Ciencia geográfica. A su autor se le ha llamado también «el segundo descubridor de América». Obras de importancia, además de las ya mencionadas, son: Ensayo sobre la geografía de las plantas; Fragmentos de Geología y Climatología asiáticas; Colección de observaciones de Zoología y Anatomía comparadas, en colaboración con el naturalista Georges Cuvier (1769-1832), con el zoólogo francés Achille Valenciennes (1794-1865), con el entomólogo francés Pierre André Latreille (1762-1833) y con el fisicoquímico Gay-Lussac (1778-1850).


2 Dominique-François-Jean Arago (Estagel [Rosellón], Francia, 26/02/1786 – París, 02/10/1853), conocido también con su nombre abreviado: François Arago. Célebre físico, político y astrónomo francés, elegido a los 23 años miembro de la Academia de Ciencias de París, de la que luego fue secretario perpetuo, y director del observatorio astronómico de esta ciudad. (RE jun. 1859–III a: Conversaciones familiares del Más Allá – Humboldt [Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, 13 y 20 de mayo de 1859], págs. 154-159.)


3 A través de este texto histórico de la Revista Espírita identificamos que el autor de la respuesta Nº 589 (Los tres reinos – Los minerales y las plantas) de El Libro de los Espíritus ha sido el Espíritu François Arago. La pregunta de Kardec es realmente notable en todos los sentidos, puesto que la dionea, también conocida con el nombre de atrapamoscas, es una planta americana de la familia de las Droseráceas, cuyas hojas tienen en su haz numerosas y diminutas glándulas y seis pelos sensitivos. Cuando un insecto toca estos pelos al posarse sobre la hoja, las dos mitades del limbo de ésta giran sobre el nervio central y se juntan, aprisionando al insecto, cuyas partes blandas son digeridas por el líquido que segregan las mencionadas glándulas. La próxima pregunta Nº 34 corresponde a la interrogación Nº 587 de la referida Obra Magna del Espiritismo. Finalmente, el Codificador aprovecha el juicioso parecer de un miembro de la Sociedad de París (cf. la Nota de Allan Kardec a dicha cuestión 34) para componer su lúcido comentario a la respuesta de la citada cuestión 589 del Libro Luz.




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