Entre tanto, el Espiritismo no
vino para competir con cualquier especialidad médica y su principal actuación
no es la de producir curas. Con mucha frecuencia, sus adeptos, lo utilizan con
esos propósitos, sugiriendo en su búsqueda, el consuelo y la cura de las
enfermedades. Su papel, primordial, es el de iluminar y crecer, para que cada
criatura promueva por sí misma, su reeducación espiritual. Sin reforma íntima
no va a haber progreso ni cura. En este sentido, las dolencias son comprendidas
como lecciones con gran potencial de transformación y traen oportunidades de
renovación y crecimiento espiritual.
Una Reminiscencia
Dedicada para la Espiritualidad
La mayoría de nuestros pacientes aceptan muy bien un diálogo con el médico sobre su
espiritualidad. De manera general nuestro pueblo, por creencia o sabiduría
misma, reconoce que muchas dolencias tienen algo que ver con la espiritualidad,
o como causa, o como proceso benéfico para su cura. Podemos explorar el
interrogatorio médico de tal modo que el paciente perciba que, hablar sobre la
espiritualidad no implica comprometerse con una religión y que una y otra pueden
ser perfectamente separadas
Método de Evaluación.
Aprendemos a adoptar un criterio
arbitrario en la que la espiritualidad del paciente es avalada en tres dominios
(1):
El
Dominio de la creencia: aquí, el paciente revela sus creencias o
no, en la existencia de Dios, en la existencia e inmortalidad del Alma, en el
mundo invisible donde habitan los espíritus, en la posibilidad de su
comunicación con su Dios, en la reencarnación, en la comunicación de los
espíritus con nosotros
Esta relación con la espiritualidad
que los pacientes acostumbran a referirse es, casi siempre, muy específica e
siendo individual, a veces, muy difícil de ser expresada en palabras, ya que
está ligada a una creencia que es intransferible, sagrada para cada uno que la
acepta e implica, como exigencia máxima, el respeto que cada uno espera tener
para su propia convicción.
El Dominio de la práctica: se refiere al
comportamiento que cada uno desarrolla en relación a sus creencias o la religión
que dice adoptar. Así, identificaremos los frecuentadores ocasionales y los
asiduos, los participantes y los indiferentes, los curiosos y los inquisidores,
todos ellos con mayor o menor empeño en poner en práctica lo que oye de las
lecciones que su religión se dispone a enseñar.
El Dominio de la experiencia trascendente: es la
participación, frecuentemente “traumática”, episódica, ocasional o persistente
y controlada que ciertas personas disfrutan con la espiritualidad. Tenemos los
ejemplos de personas que son sorprendidas por la visión de una entidad
espiritual, cosa que pueda haberle ocurrido sólo una vez en la vida, pero, que
le marcó profundamente.
Otros, en un momento de fuerte
estrés, como un accidente de automóvil o la caída de un avión, cuando son los
únicos sobrevivientes, se sentirán, a partir de ahí, tocados por una actuación
privilegiada de las divinidades que lo protegen.
Están en este grupo, también,
aquellos casos de relatos de las experiencias fuera del cuerpo, que traducen un
desdoblamiento del cuerpo espiritual, con un dislocamiento más o menos demorado
por el mundo espiritual.
En estos casos, puede o no haber
consciencia de contactos con entidades que los amparan en estos dislocamientos
“fuera del cuerpo”. Entre tantos otros ejemplos, necesita ser destacada,
también, con énfasis, toda la fenomenología mediúmnica que la doctrina espírita
tiene el privilegio de esclarecer en sus pormenores, revelando los insondables
caminos de la mediumnidad cuyos canales de comunicación nos pone en contacto
con la espiritualidad. En la experiencia trascendente de la mediumnidad, la
disciplina moral ejerce un papel productivo en el grado de elevación espiritual
del fenómeno.
La Fisiopatogenia
La posibilidad de que exista una
dolencia espiritual sólo puede ser aceptada con la creencia en un nuevo
paradigma que la doctrina espírita introduce en sus fundamentos (2).
El Espiritismo enseña que Dios
es la “Inteligencia Suprema del Universo” y todo lo que existe forma parte de
su creación.
Cada uno de nosotros es un
espíritu encarnado que está en proceso de aprendizaje que, necesariamente, nos
va a llevar a la perfección, después de un número inimaginable de
reencarnaciones, en este, y en otros mundos donde también existe vida.
Cuando el cuerpo perece, el Alma que lo animaba pasa a vivir en
el mundo espiritual donde están todos los otros espíritus que nos precedieron.
Este mundo espiritual está en una estrecha unión con el mundo material que
habitamos y los Espíritus que ahí viven ejercen constantemente una fuerte
interferencia en nuestras vidas.
Más allá del cuerpo físico, cada
uno de nosotros se sirve de otro cuerpo de
naturaleza intermedia entre nuestra realidad física y el mundo espiritual.
Este cuerpo espiritual o periespíritu es consolidado por el “fluido cósmico”
disponible en cada uno de los mundos habitados.
El pensamiento es fuerza
creadora proveniente del Espíritu que lo impulsa. Incluso conociendo muy poco
de sus propiedades, sabemos que la energía mental que el pensamiento
exterioriza, ejerce total influencia en el cuerpo espiritual, modificando su
forma, su apariencia y su consistencia. Es por esto que, Allan Kardec, afirmó
que, se sitúa en el periespíritu la verdadera causa de muchas dolencias y la
Medicina habrá ganado mucho cuando comprendiese mejor su naturaleza (3).
Cada uno de nosotros vive en
sintonía con el ambiente espiritual que sus actitudes y sus deseos construyen
para sí.
Diagnóstico de la
Dolencia o Manifestación Espiritual
A mi me parece que tenemos en el medio espírita dos vicios de
interpretación de las manifestaciones de la espiritualidad. Casi siempre, aquel
que busca en el centro espírita una orientación delante de sus problemas, va a
oír que su caso es de “obsesión” o como mínimo de “mediumnidad” y que él
“necesita desarrollarla
”
Es necesario reconocer que, en
cuanto a las criaturas humanas que somos, recorriendo una encarnación más en el
planeta, pertenecemos a un vastísimo grupo de espíritus que, sin exención, aun
está muy endeudado y comprometido con sus rescates para imaginarnos que alguno
de nosotros pueda aventurarse a decir que no tiene ningún problema espiritual.
En el medio médico los alemanes
acostumbran a decir que “sólo tiene salud aquel que aun no fue examinado”. Del
punto de vista espiritual una afirmación de este tipo, lejos de ser una
exageración de la exigencia minuciosa de los germánicos, es una verdad que sólo
aquel que no se detuviera en examinar su conciencia puede contestar.
Clasificación:
Considerando la fisiopatogenia
de las dolencias espirituales acostumbramos a adoptar el siguiente conjunto de
diagnósticos (4):
1 – Dolencias
espirituales auto-inducidas:
·
Desequilibrio vibratorio
·
auto-obsesión
2 – Dolencias espirituales compartidas
·
Vampirismo
·
Obsesión
3 – Mediunismo
4 – Dolencias kármicas
Desequilibrio Vibratorio
El periespíritu es un cuerpo intermedio
que permite al espíritu encarnado ejercer sus acciones sobre el cuerpo físico.
Su unión es hecha célula a célula alcanzando la más profunda intimidad de los
átomos que constituye la materia orgánica del cuerpo físico. En esa unión se
procesa a costa de las vibraciones que cada uno de los cuerpos, el físico y el
espiritual poseen (5).
Se comprende entonces que este “ajuste” exige una determinada
sintonía vibratoria. El periespíritu no es prisionero de las dimensiones
físicas del cuerpo de carne y puede manifestar sus acciones más allá de los
límites del cuerpo físico por la proyección de sus fluidos. La sintonía y la
irradiación del periespíritu son dependientes únicamente de las proyecciones
mentales que el espíritu elabora. Así, la apariencia y la relación entre el
cuerpo físico y el cuerpo espiritual son dependientes exclusivamente del flujo
de ideas que construimos.
Debemos
reconocer que, de manera general, el ser humano aun pierde mucho de sus días
comprometido con la crítica a los semejantes, el odio, la maledicencia, las
exigencias descabelladas, la ociosidad, la cólera y los celos entre tantas
otras protestas livianas contra la vida y contra todos. El orad y vigilad aun
está muy distante de nuestra rutina y la tentación de enumerar los defectos del
prójimo aun es muy grande.
Son estos los motivos que
desajustan la sintonía entre el cuerpo físico y el periespíritu. Es esta
desarmonía la que desencadena las acostumbradas sensaciones de malestar, de
“estafa” desproporcional, la fatiga sistemática, la disnea respiratoria donde
el aire parece faltar siempre, los
músculos que duelen y parecen no aguantar el cuerpo (6).
La jaqueca que el médico no
consigue eliminar, la digestión que nunca se acomoda y tantas otras
manifestaciones tenidas en cuenta como “dolencias psicosomáticas”. Son tantos
buscando a los médicos, pero muy pocos se dedican a una reflexión sobre los
perjuicios de sus mezquinas actitudes.
La Auto-obsesión
El pensamiento es energía que construye
imágenes que se consolidad en torno de nosotros diseñando un “campo de
representaciones” de nuestras ideas. A costa de los elementos absorbidos del
“fluido cósmico universal”, las ideas toman formas, sustentadas por la
intensidad con que pensamos en lo que esta idea propone. La materia mental (7)
construye en torno de nosotros una “atmósfera psíquica” (psicoesfera) donde
están representados nuestros deseos.
En este escenario están los
personajes que nos aprisionan el pensamiento por el amor o por el odio, por la
envidia o por la codicia, por la indiferencia o por la protección que
proyectamos para los que queremos bien.
De la misma forma, los miedos,
las angustias, las amarguras no resueltas, las ideas fijas, el deseo de
venganza, las opiniones cristalizadas, los objetos de seducción, el poder o los
títulos codiciados, también se estructuran en “ideas-formas”. A partir de ahí
seremos prisioneros del propio miedo, de los fantasmas de nuestra angustia, de
las imágenes de nuestros adversarios, de la falsa ilusión de los placeres
terrenos o del brillo ilusorio de las vanidades humanas.
La materia mental produce la
“imagen” ilusoria que nos esclaviza. Por capricho nuestro, somos “obsesados”
por los propios deseos.
Las Dolencias
Espirituales
Compartidas
Incluimos aquí el vampirismo y
la obsesión. Decimos compartidas porque, son producidas por la asociación
perturbadora de un espíritu desencarnado y su víctima, estando ambos sufriendo
de un mismo proceso psicopatológico. La participación como víctima o reo,
frecuentemente se altera entre ellos.
Vampirismo (8)
El mundo espiritual esta poblado
por una población numerosísima de espíritus que según informes debe ser 4 o 5
veces mayor que los 6 billones de Almas encarnadas en nuestro planeta.
Como la mayor parte de esta
población de espíritus, debe estar habitando las proximidades de los ambientes
terrestres donde fluye toda vida humana, no es de extrañar que, estos
espíritus, estén compartiendo con nosotros todas las buenas y malas conductas
de nuestro día a día (9).
Contamos con ellos como guías y
protectores que constantemente nos inspiran, pero, en la mayoría de las veces,
nosotros los atraemos por el vicio y ellos nos prenden por el placer.
Se cuenta los millones de hombres
envueltos en el alcohol, el tabaco, las drogas ilícitas, los somníferos, los
desarreglos alimenticios y los abusos sexuales.
Para todas estas situaciones las
puertas de la falta de vigilancia están abiertas de par en par permitiendo el
acceso de entidades desencarnadas que pasan a compartir con nosotros el elixir
de las satisfacciones mundanas de la carne.
En estos desvíos de la conducta
humana la mente del responsable agrega en torno de sí elementos fluídicos que
poco a poco va construyendo “miasmas psíquicos” con extrema capacidad corrosiva
del organismo que la hospeda. El alcohólico, el drogadicto o el vicioso de
cualquier sustancia construyen para sí mismos los gérmenes que pasan a obstruir
los funcionamientos de las células hepáticas, de los glomérulos renales, de los
alvéolos pulmonares, de los dúctos prostáticos, haciendo crónicas lesiones que
la medicina tiene como procesos incurables.
Las entidades espirituales
viciadas acompañan los placeres del vicio que el encarnado les favorece y a su
tiempo lo estimula a permanecer en el vicio, de ahí, la expresión, vampirismo,
es muy adecuada para definir esta parcela.
Obsesión
En la duración de cada encarnación la misericordia de Dios nos
permite usufructuar las oportunidades que mejor nos conviene para estimular
nuestro progreso espiritual
Los reencuentros o desencuentros
de cierta manera planeados o atraídos por nosotros para los debidos rescates de
compromisos que dejamos para usar o las facilidades aparecen para cumplir las
grandes promesas que diseñamos en el plano espiritual.
Es así que, padres e hijos, se reencuentran como hermanos, como
amigos, como compañeros de una sociedad común en la actividad humana. Marido y
mujer que no se respetaron, ahora se reajustan como, padre e hija, jefe y subalterno
o como parientes distantes que la vida dificulta la aproximación
Madres que despreciaron a los
hijos, hoy pasan de consultorio en consultorio en una peregrinación donde
desfilan las dificultades para tener de nuevo sus propios hijos. La vida de una
manera o de otra va reeducando a todos. Los obstáculos que a primera vista
parecen castigos o puniciones traen en su complicación de pruebas la
posibilidad de recuperar los daños físicos o morales que produjimos en el
pasado.
Con frecuencia, ganamos o perdemos
en la gran lucha de la sobrevivencia humana. Ninguno de nosotros recorre esta
jornada sin tener que tomar decisiones, sin dejar de expresar sus deseos y sin
hacer sus elecciones. Es ahí que muchas veces contrariamos las decisiones, los
deseos y las elecciones de aquellos que conviven próximos a nosotros.
En cada existencia amontonamos a
personas que no nos comprendieron, amigos que nos abandonaron por contrariarles
con opiniones diferentes de la nuestra, socios que no cumplieron sus
compromisos con nosotros, parientes o simples conocidos que difamaron
gratuitamente nuestro nombre.
En muchas otras ocasiones del
pasado, ya tuvimos oportunidad de participar de grandes disputas financieras, de
crímenes que la justicia terrena no testimonió, de aborto clandestino que las
alcobas escondieron y de traiciones que la sociedad repudió y escarneció.
En los rastros de estas heridas
humanas, nosotros todos, sin excepción, estamos endeudados y altamente
comprometidos con otras criaturas, también humanos y exigentes como nosotros
mismos que, ahora están cobrándonos otros comportamientos, a exigir quitarnos
de deudas que nos hurtamos en otras épocas y persistiendo en su dominio
buscaron dificultarnos la subida más rápida para los más elevados estadios de
la espiritualidad.
Aunque la ciencia médica de hoy aun no la traiga en sus registros
nosológicos, la obsesión espiritual, en la cual una criatura ejerce su dominio
sobre la otra, este es de lejos el mayor de los males de la patología humana
En las obras básicas del
Espiritismo, Allan Kardec, esclareció que la obsesión se establece en tres
dominios de sumisión creciente: la “obsesión simple”, la “fascinación” y la
“subyugación”. Los textos clásicos de Kardec y toda la literatura espírita
subsiguiente, principalmente de André Luiz y sus abnegados intérpretes como
Marlene Rossi Severino Nobre (La obsesión y sus máscaras) son más que
suficiente para esclarecernos sobre este tema.
Mediunismo
Pretendemos, con esta
denominación, discutir los cuadros de manifestaciones sintomáticas presentadas
por aquellos que, incipientemente, inauguran sus manifestaciones mediúmnicas
(10).
Con mucha frecuencia, la mediumnidad, para ciertas personas, se
manifiesta de forma tranquila y es tenida como tan natural que, el médium, casi
siempre aun muy joven, se da cuenta mal de que, lo que ve, lo que percibe y lo
que escucha, de diferente, son comunicaciones espirituales y que sólo él está
detectando estas manifestaciones, aunque, les parezcan que son compartidas por
todos
Otras veces, los fenómenos son presentados de forma abundante y
el principiante es afectado por miedos e inseguridad, principalmente, por no
saber de lo que se trata y acostumbra a retraerse, por percibir que son
diferentes a las personas con quien conviven.
En otras ocasiones, tenemos la
mediumnidad atormentada por espíritus perturbadores y el médium, sin contar con
alguna protección que lo pueda ayudar, se ve pronto con una serie de cuadros de
la psicopatología humana.
Frecuentemente ocurren crisis
del tipo pánico, histeria o manifestaciones somatiformes que se manifiestan con
dolores, parálisis, anestesias, “tumores” en los miembros, insomnio rebelde,
somnolencia incontrolable, etc.
Una gran mayoría tienen pequeños
síntomas psicosomáticos y sienten influenciados o acompañados por entidades
espirituales (11). Son médiums con aptitudes aun muy inmaduras que están en
fase de aprendizaje y dominio de sus potencialidades. Se trata de una tierna simiente
que necesita ser cultivada para desenvolverse.
Dolencias Kármicas
Siempre que por nuestras
intemperancias no consideremos los cuidados con nuestro cuerpo y en las
ocasiones que por agresividad gratuita alcanzamos el equilibrio físico o
psíquico de nuestro prójimo, estamos imprimiendo estos desajustes en las
células del cuerpo espiritual que nos sirve.
Es así que, en la patología
humana, quedan registrados los cuadros de “lupus” que nos comprimen las
arterias, del “pénfigo” que nos quema la piel, de las “malformaciones” que
deforman el corazón o el cerebro, de la “esclerosis múltiple” que nos
inmoviliza en la cama o de la demencia que nos compromete la lucidez y nos
aparta de la sociedad.
Necesitamos comprender que estas
y todas las otras manifestaciones de dolencia no deben ser vistas como castigos
o puniciones.
El Espiritismo enseña que estas
y otras dificultades que enfrentamos, son oportunidades de rescate, las cuales,
con frecuencia, fuimos nosotros mismos quienes las elegimos para acelerar
nuestro progreso y nos sacará de la retaguardia que a veces nos mantiene
distantes de aquellos que nos esperan delante de nosotros.
Más que la cura de las
dolencias, la medicina tibetana, hace milenios atrás, enseñaba que, médicos y
pacientes, deben buscar la oportunidad
de la iluminación. Los padecimientos por el dolor y las limitaciones que las
dolencias traen, nos posibilitan el esclarecimiento si nos predisponemos a
buscarlo.
Más importante que aceptar el
sufrimiento en una resignación pasiva y poco productiva, es necesario, superar
cualquier limitación o revuelta, para promovernos el crecimiento espiritual, a
través de este descubrimiento interior e individual.
Tratamiento de Dolencias Espirituales
Corregir los problemas espirituales implica reeducar
el espíritu. Los tratamientos sintomáticos pueden traer un
socorro inmediato o un alivio importante, pero, transitorio.
Recorrer las casas espíritas en busca de alivio por el pase
magnético, por el agua fluida magnetizada con los fluidos revitalizadores o
para disfrutar de algunos momentos de saludable armonía con la espiritualidad,
sólo repiten las búsquedas superficiales que la mayoría de las personas hacen
en cualquier consultorio médico o recinto de cura de otras instituciones
religiosas que prometen curas rápidas
Trabajar para conocer y tratar la dolencia espiritual exige una
reforma interior que demanda esfuerzo, disciplina
y dedicación.
En este sentido el médico no
está allí para controlar la dolencia de quien la busca, pero, debe comprometer
en desempeñar el papel de un orientador seguro, con actitudes ajustadas con las
que propone al paciente.
El postulado número uno de este
tratamiento debe ser, un código de conducta moral, que debe partir del
compromiso que el médico y cualquier otro terapeuta deba asumir.
Son de gran sensibilidad los consejos de Allan Kardec
“... Dome sus pasiones animales;
no alimente odio, ni envidia, ni celos, ni orgullo; no se deje dominar por el egoísmo;
purifíquese, nutriendo buenos sentimientos; practique el bien; no de a las
cosas de este mundo la importancia que no merecen (12)”.
En este nuestro ambiente de trabajo hemos adoptado una conducta simple
que hasta ahora nos ha parecido de gran repercusión en el tratamiento
Desde la sala de espera, creamos
un ambiente donde el paciente ya comienza a percibir que nuestro trabajo está
comprometido con la espiritualidad.
Sin ninguna ostentación de misticismo
vulgar o creencias supersticiosas, en la sala de espera, el paciente lee una
invitación para participar de nuestra reunión de “diálogo con el evangelio”
hecha en el periodo de la mañana. Entre otros mensajes, los cuales él puede
coger y llevar para leerlo más despacio, hicimos constar la presencia de un
“libro de oraciones” donde pueda ser puesto nombres y direcciones para ser
encaminadas a las “vibraciones” en los días de las lecturas del evangelio, que
son siempre precedidas y terminadas con una meditación y oración.
Los cuadros de obsesión y otras
patologías en las cuales se supone interferencias más graves de entidades
espirituales, deben ser obligatoriamente referidos para las casas espíritas,
que están preparadas adecuadamente para tratar con estos dramas.
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