Llegué a una ciudad espiritual cuyo nombre no me dijeron que está fuera de este planeta, pero no fuera del sistema solar, está situada en el planeta Júpiter, los espíritus superiores me dieron el privilegio de poder entrar pero el paso no era libre, es decir, no tenía libertad de movimientos solo podía visitar una pequeña porción de la ciudad, aunque me dio la impresión que era inmensa, la pena que una vez estaba allí no me dejaron tener libre acceso, pero intentaré hacerles la mejor descripción posible según mis recuerdos de este lugar.
Como he dicho llegué a esta ciudad espiritual, había un jardín, la sensación que tuve una vez allí era de ligereza, no sentía el efecto de la gravedad en mi cuerpo, me sentía ligera como una pluma, miré hacia todas partes y lo que me llamó más la atención era el suelo de color dorado, con un polvillo parecido al polvo del desierto cuando sopla el aire, pues bien, allí era de color dorado, empecé a caminar, mis ojos no podrían creer el magnífico paisaje que estaba viendo, había flores, plantas y una especie de insectos o su forma me recordó a los insectos de la tierra que volaban por todas partes, estos insectos eran del mismo color del lugar brillantes y dorados, ahora que pienso bien, todo allí es del mismo color dorado.
Los insectos eran amigables, simpáticos se acercaron a darme la bienvenida, pero noté que su nivel de inteligencia era muy superior a los insectos que viven en la tierra, seguí el camino y mi curiosidad por el lugar hizo que empezase a tocar todo lo que allí había, toqué unas las flores y me bañé de su perfume y lo que me sorprendió que el tacto de mis manos les producía un inmenso placer a estar flores, se movieron y sonó una especia de música suave y refrescante que me llegó al alma, me sorprendió muchísimo esto y quedé fascinada con todo aquello que experimentaba e igual que a los insectos noté que eran inteligentes, a decir verdad, todo allí tenía vida y su propia inteligencia.
Me dirigí a un árbol, el árbol proyectaba una energía propia y una personalidad también propia, emanaba de él amor, abracé al árbol con ternura y sentí su energía agradable y electrizante que recorrió todo mi cuerpo, me hizo sentir mejor y me rodeó de una inmensa paz . Seguí caminando y llegué a un lugar donde habían pequeños seres parecidos a ángeles pero yo no diría que eran verdaderos ángeles, eran seres pequeños y brillantes, del tamaño de una persona algunos y otros más pequeños, con forma humana, con unas alas en forma de mariposa, de piel extremadamente blanca, ojos ovalados y grandes, de nariz pequeña, con cabellos de todos los colores, mágicos, amigables, simpáticos y juguetones, volaban por todo el lugar con risas agradables, tenían su propia vestimenta que los diferenciaba de los demás, vestían de blanco perlado y su ropaje brillaba, en ese lugar había una fuente con agua cristalina en que muchos de ellos reposaban, realmente no hay nada comparado aquí en la tierra que tenga alguna similitud con estos seres.
Después de esta agradable vista me dirigí a un lugar muy grande, este lugar estaba construido con un material que no puedo explicar, este material era de color blanco, había barrotes de formas ovaladas y cuando entre en este lugar tenías que volar obligatoriamente o esa fue la sensación que tuve ganas de volar, elevarte a los más alto para llegar a ver más y asimismo lo hice, como me sentía muy ligera, me elevé, me fijé que habían unos espacios en blanco en que no había nada, a un ser que estaba al lado mío le pregunté que eran esos espacios en blanco, él muy amablemente me dijo, son espacios que están asignados a la llegada de seres que se eleven, en estos espacios cada ser podrá crear su mundo propio de elevación, muy interesante y fascinante le contesté y le dije, es decir, que cuando nos elevemos podremos tener nuestro propio mundo de elevación, él asintió con la cabeza me dirigió una dulce mirada y se alejó, en ese instante sentí la necesidad de bajar al suelo y empecé de nuevo a caminar.
Llegué a un lugar donde se divisaba un mar, es muy curioso porque el agua de ese mar era cristalina
y fui a bañarme, pero no podía hundirme, caminaba sobre el agua y podía ver el fondo, había seres marinos de diferentes formas, tamaños y colores, esas criaturas eran muy parecidas a la de la tierra con diferencia a los seres que habitaban la superficie de la ciudad espiritual, después de observar el fondo marino dirigí mi mirada al cielo y puede ver el anochecer de este lugar, pero no se hacía de noche como en la tierra, la forma que puedo describirlo es un día y noche mezclados entre sí, podías observar el cielo estrellado y el negro del universo, en este momento de contemplación, alcé mi mano al firmamento y sentí que podía tocar el cielo al tocarlo sentí una energía y el trozo de cielo que observaba se movió con si estuviese dentro de una gelatina, esta gelatina era muy tibia y suave, no se por qué y como, aparecí flotando en el universo y allí después de mi sorpresa inicial divisé dos ángeles extremadamente hermosos, me parecieron arcángeles, pero lo que si estoy segura es que eran espíritus muy elevados, uno de ellos se me acercó y pude ver mejor como era, era grande, más alto que yo, a su espalda le brillaban dos hermosas luces que parecían alas, de color tirando al rosa claro, cristalinas y muy brillantes, solo me miró y extendió sus hermosas alas y se fue volando muy rápidamente hacia el negro del universo donde lo perdí de vista y pensé que esta pequeña porción de la ciudad espiritual me pareció fascinante, maravillosa, que todos los seres humanos algún día visitarán o que ya han pasado por allí, sabía que no podía quedarme allí para siempre pero no quería volver a la tierra, en ese momento, regresé.