domingo, 5 de abril de 2015

¿Quién se comunica?


La creencia en la comunicación exclusiva de los demonios,
por irracional que sea, podía no parecer imposible cuando se
miraba a los Espíritus como seres creados fuera de la Humanidad;
pero desde que se sabe que los Espíritus no son otra cosa que las
almas de aquellos que han vivido, ha perdido todo su prestigio, y
se puede decir toda verosimilitud; porque se seguiría que todas
estas almas son demonios, aunque fuesen de un padre, de un hijo
o de un amigo, y que nosotros mismos muriendo, venimos a ser
demonios, doctrina poco lisonjera y poco consoladora para muchas
gentes. Será muy difícil persuadir a una madre de que el niño
querido que ha perdido, y que viene a darle, después de su muerte,
pruebas de su afecto y de su identidad, sea un dependiente de
Satanás. Es verdad que entre los Espíritus, los hay muy malos, y
que no valen más que aquellos que se llaman demonios, por una
razón muy sencilla: porque hay hombres muy malos, y que la
muerte no les hace inmediatamente mejores, la cuestión está en
saber si éstos son los únicos que puedan comunicarse. A los que
lo crean así, les dirigimos las preguntas siguientes:
¿Hay buenos y malos Espíritus?
¿Dios es más poderoso que los malos Espíritus, o que los
demonios, si así los queréis llamar?
Afirmar que sólo los malos se comunican, es decir que
los buenos no lo pueden; si esto es así, una de dos: esto tiene lugar
por la voluntad, o contra la voluntad de Dios. Si es contra su
voluntad, es que los malos Espíritus son más poderosos que él; si
es por su voluntad, ¿por qué en su bondad, no lo permitiría a los
buenos para contrabalancear la influencia de los otros?
¿Qué prueba podéis dar de la impotencia de los buenos
Espíritus en comunicarse?
Cuando se nos opone la sabiduría de ciertas
comunicaciones, respondéis que el demonio toma todas las
apariencias para seducir mejor. Sabemos en efecto, que hay
Espíritus hipócritas que dan a su lenguaje un falso barniz de
sabiduría; ¿pero admitís acaso que la ignorancia pueda falsificar
el verdadero saber, y una mala naturaleza remendar la verdadera
virtud, sin dejar penetrar nada que pudiese descubrir el fraude?
Si sólo el demonio se comunica, puesto que es enemigo
de Dios y de los hombres, ¿por qué recomienda orar a Dios,
someterse a su voluntad, sufrir sin murmurar las tribulaciones de
la vida, no ambicionar honores ni riquezas, practicar la caridad y
todas las máxima de Cristo; en una palabra, hacer todo lo que es
necesario para destruir su imperio? Si es el demonio quien da
tales consejos, es preciso convenir que siendo tan astuto es poco
diestro al suministrar armas contra sí mismo. 
Si los Espíritus se comunican, es porque Dios lo permite;
viendo buenas y malas comunicaciones, ¿no es más lógico pensar
que Dios permite unas para probarnos y otras para aconsejarnos
el bien?
¿Qué pensarías de un padre que dejase a su hijo a merced
de los ejemplos y consejos perniciosos, que apartase de él, y le
prohibiese ver personas que pudiesen desviarle del mal? Lo que
un buen padre no haría, ¿debe creerse que Dios, que es la bondad
por excelencia, haga menos de lo que haría un hombre?