En psicología se define que todo lo nuevo, lo que se aparta de la acostumbrada línea de pensamientos, chocó siempre con una oposición porque la persona se ve obligada a incluir nuevas informaciones a lo que ya tiene almacenado en su mente.
Pero la existencia de esa incorporación no es más que el conjunto de informaciones reunidas hasta entonces, es decir lo aprendido a través de los años.
Si de pronto nos llega una información no controlada anteriormente surge el temor como una expresión de la contradicción entre el deseo de poder incorporar esta nueva información y la evidente imposibilidad de hacerlo en un caso particular. Entonces, en el afán de alejar ese miedo amenazador, el hombre intenta transformar la información hasta que, de un modo u otro, la adapta a lo ya reunido.
Tenemos el ejemplo de un ruido de origen desconocido, que hasta que deducimos cuál puede haber sido el motivo que lo provocó no lo almacenamos.
Este mecanismo ayuda al hombre en su instrucción, pues sin el principio de clasificación, coordinación, comparación y el reconocimiento no habría progreso alguno y ante cada nueva información el hombre tendría que empezar desde el principio.
A veces, éste mecanismo es también causa de muchos prejuicios, opiniones e hipótesis.
Tal es el caso de la REENCARNACIÓN…, la doctrina de las VIDAS SUCESIVAS..
La idea de la supervivencia del espíritu y de su reencarnación se encuentra prácticamente en todos los pueblos, filosofías y religiones del mundo, y muchas personalidades de la historia antigua, moderna y contemporánea, han aceptado esta doctrina, como es el caso de Platón, Virgilio, Ovidio, Giordano Bruno, Schoopenhauer, Flammarion, Emerson, Edison, Henry Ford, Amado Nervo, Víctor Hugo, León Tolstoi, Gustavo Jung, para tan sólo nombrar unos pocos.
Llama la atención que ninguna religión ha negado el mundo de los muertos y todas se han esforzado en describirlo. Así mismo, en todas existe una creencia esencial en común, entre la vida material y la espiritual hay una continuidad del ser humano y la muerte representa tan sólo un cambio de estado.
Al hacer un breve recuento desde la pre-historia hasta la actualidad, vemos que ya en el Periodo Musteriense, se encuentran huellas que sugieren la existencia entonces de estas creencias pues, ¿qué otra cosa puede significar la colocación de determinados objetos junto a los cadáveres, sino la seguridad de que eran necesarios en una vida después de la muerte.
Lo mismo sucedió en el Paleolítico y en el Neolítico, con los primeros monumentos funerarios en forma de Túmulos o Dólmenes en los cuales se colocaban alimentos y objetos familiares del difunto para que los utilizara en el más allá.
De la Edad de Bronce, en las tumbas de los Celtas, se encuentran carros, monedas, utensilios, aderezos, etc, incluso cadáveres de compañeros de armas para que acompañaran al difunto en la vida en otro lugar.
Mucho antes de que existieran las pirámides, unos 12 mil años antes de nuestra era, los egipcios creían en la supervivencia del espíritu y en la doctrina de la reencarnación. Los egipcios representaban al espíritu como un pájaro con rostro humano que dejaba el cuerpo con la muerte.
En la India, cuyo origen se pierde en la nebulosa de la historia antigua, estuvo siempre presente la idea del espíritu y de su reencarnación que persiste en la actualidad, pues los hindúes siempre han afirmando que existe un alma que ocupa un cuerpo y no un cuerpo que tiene un alma. Además consideran que la presente encarnación es sólo un escalón en el camino de la vida.
Un buen número de pueblos, muy distantes entre sí, nos han legado escritos que hablan de la supervivencia del espíritu y de la reencarnación. Son magníficos ejemplos de esto el poema celta de la antigua Galia: La navegación de Bram, en la India, el Rig Veda y las Leyes de Manú, uno de los textos más antiguos escrito en sánscrito (antigua lengua de los BRACMANES); el Bhagavad Gita y la Vedanta, los cuales tienen innumerables referencias a la reencarnación y a la inmortalidad del alma.
En el Tíbet, el Bardo Thödol nos habla de un espíritu que permanece después de la muerte física y que luego reencarna.
El Avesta de los Arios del Irán, se refiere a la vida espiritual y a nuevos nacimientos en condiciones acordes con las acciones de la vida anterior.
Los antiguos caldeos de la baja Mesopotamia enseñaron la doctrina de la reencarnación como una de las verdades fundamentales de los Magos que eran los Maestros de la Sabiduría Oculta. Desde la antigua Roma, eminentes personajes nos hablan de estas creencias: Marco Tulio Cicerón en el Sueños de Escipión, Ovidio, Virgilio y Plinio El joven en sus escritos.
Grecia también ha legado una hermosa literatura que hace referencia a un mundo de espíritus desencarnados. Vemos así, que en los poemas épicos de Homero los moribundos profetizan y el alma de Patroclo visita a Aquíles en su tienda.
Platón decía que los renacimientos eran indeseables y lo deseable era quedarse en el país de los desencarnados.
Sócrates afirmaba que morir era tan sólo una migración de un mundo a otro.
La religión judía sostuvo la supervivencia del espíritu: basta leer en el Antiguo Testamento la narración de la oportunidad en que Saúl (primer rey de los Hebreos, que fue reprobado y sustituido por David), acude a la bruja de Endor y ésta invoca al espíritu de Samuel (profeta y juez de Israel, padre de los profetas) y Saúl entendió que era Samuel y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia. Así mismo en el Séfer Ha-Zohar hay muchos temas acerca de la reencarnación.
También el cristianismo difundía la doctrina de la reencarnación. Orígenes decía que las almas reencarnaban repetidas veces. Juan el Bautista, era considerado la reencarnación de Elías. Justino Mártir habló del alma que habita cuerpos sucesivos y Lactancio sostuvo que la idea de la inmortalidad del alma implicaba su pre-existencia. San Agustín se preguntaba: ¿No he vivido en otro cuerpo antes de entrar en el útero de mi madre? De tal forma que el concepto original del cristianismo era el de la existencia de un alma que ocupaba una y otra vez un cuerpo material, y no el de una existencia espiritual eterna precedida de una sola vida material.
En Oriente, la antigua religión animista pre-budista del sintoísmo que se practicaba en el Japón, mucho antes del siglo VI de la era actual, incluía la inmortalidad del espíritu y la reencarnación.
En China, la creencia en la supervivencia del espíritu estuvo presente desde muy atrás en la historia, pues en la doctrina mística del Taoísmo, a través de los libros de Lao-Tsé, se enseñaba la reencarnación; “entrar en la vida: ir hacia la muerte” decía.
Así, mismo en la obra de Chuang Tsé que data del siglo IV a.n.e., se afirma que la muerte es el principio de una nueva vida y, algunas sectas como la del Mao, utilizaban médiums para contactar con los espíritus superiores, especialmente a través de la escritura automática.
Si miramos hacia América, vemos que prácticamente todas las religiones indígenas concedían un lugar preponderante a los espíritus y creían en la reencarnación; algunas tribus colocaban los cuerpos de los niños fallecidos al lado de los caminos para que sus almas encontraran cuerpos nuevos entre las mujeres embarazadas que pasaran por allí.
Existe un libro de los Muertos maya tal como existe uno tibetano y otro egipcio.
Las ideas de los Aztecas coincidían con las de los Mayas y los Incas en el Perú, que también creían en la reencarnación y en la inmortalidad del espíritu.
En el continente africano, la mayoría de sus pueblos creen en la reencarnación y afirman que el mundo de los muertos es un lugar de tránsito y que el difunto regresa a la tierra para iniciar un nuevo ciclo vital.
La ciencia moderna confirma todo ello, aunque fue a mediados del siglo IXX cuando Allan Kardec dio a conocer su obra, que reafirma los conceptos esenciales emitidos por los más destacados hombres de todos los pueblos desde los confines del tiempo, dando origen al Espiritismo.
Es sobre todo en los últimos 15 a 20 años, con la investigación de lo que sucede en la “muerte clínica” que la teoría de la supervivencia del espíritu y en consecuencia de la reencarnación, ha despertado un inmenso interés en el mundo occidental, ya que los investigadores de las experiencias de personas resucitadas después de estar clínicamente muertas, han acumulado datos fascinantes que ponen de acuerdo las conjeturas de los antiguos y la evidencia médica moderna.
Asimismo, las actuales técnicas de hipnosis le han revelado al hombre encarnado que la vida después de la muerte, es sinónimo de vida antes del nacimiento, y es así que las técnicas modernas permiten comprobar la doctrina de la supervivencia del espíritu y de la reencarnación.
En síntesis, podemos afirmar que de manera constante existió siempre la certeza de que los llamados muertos, ¡no estaban tan muertos!
Nunca se sabrá a ciencia cierta si fue una “casualidad” del destino que el Sr. Gallup, presidente de una de las empresas más importantes del mundo, sufriera una experiencia próxima a la muerte y decidiera cuantificar estadísticamente los casos semejantes acaecidos en América, así como las creencias de la gente acerca de su destino final.
Resulta que sólo en los Estados Unidos hay registradas más de ocho millones de muertes no consumadas y se especula con que, a lo largo y ancho del planeta, los “resucitados” sumen más de cien millones.
Son datos a tener en cuenta.
Por lo que se refiere a la reencarnación, el estudio sorprende al establecer que el 28% de los que se declaran católicos creen en ella.
Los números coinciden básicamente con otra encuesta semejante realizada en Inglaterra.
Como hemos visto anteriormente el fenómeno de la transmigración de las almas fue doctrina común en los primeros siglos del cristianismo.
SAN JERÓNIMO citaba: “La Transmigración de las almas es enseñada secretamente a un reducido número desde los tiempos más antiguos como una verdad a no revelar”
SAN AGUSTÍN envía a SAN JERÓNIMO una carta a propósito de ciertos niños con defectos y dice: ”No pudiendo Dios crear más que el bien, es muy posible que estos niños hayan adquirido sus defectos en una vida anterior”
ORÍGENES comentaba: “En cuanto a porqué el alma humana obedece tanto al bien como al mal, hay que buscar las causas en un nacimiento anterior”
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA decía: “La reencarnación es una verdad transmitida oralmente y autorizada por San Pablo”.
Otros muchos nombres podrían citarse: San Justino, San Hilario de Poitiers, Sinesio, Pussino, San Buenaventura, etc.
¿Por qué, entonces, ha desaparecido de los catecismos e incluso es condenada desde los púlpitos?
Habría que remontarse al año 553, en el que el devaluado concilio de Constantinopla reúne a una minoría de Padres de la Iglesia, quienes, presionados por el emperador JUSTINIANO, poco favorable a ORÍGENES, deciden suprimir a la doctrina de la reencarnación de las enseñanzas de la Iglesia, restringiéndola a los círculos íntimos del poder eclesiástico.
¿La razón? Evitar que los fieles pospusieran a vidas futuras el inicio de sus esfuerzos para lograr la salvación.
Dios creó y crea, a los Espíritus, simples e ignorantes, es decir, con igual aptitud para el bien y para el mal.
El destino de todos es la perfección espiritual y para alcanzarla deben pasar por experiencias y adquirir conocimientos, fortaleciéndose en el ejercicio del bien y desarrollando en sí mismos el amor sublime.
La vida en la materia favorece el perfeccionamiento del espíritu. Al tomar un cuerpo, es decir, al encarnar, los espíritus son sometidos a situaciones y pruebas necesarias para su adelantamiento moral. Cuando fallan y no alcanzan los objetivos propuestos en una determinada encarnación vuelven a sufrir las vicisitudes de la vida corporal, reencarnando para una nueva tarea expiatoria.
La vida de cada espíritu en la materia, posibilita además, la colaboración con la obra divina en el mundo en que habita, la tierra.
Los procesos de encarnación, varia de un caso a otro, a pesar de obedecer los principios generales establecidos por las leyes divinas.
No encarnamos y reencarnamos solamente en el planeta tierra; no, vivimos (las reencarnaciones) en diferentes mundos.
Las que aquí pasamos no son las primeras ni las últimas; son, sin embargo, de las más materiales y de las más distantes a la perfección.
La unión del alma al cuerpo es planeada previamente y tiene como principal determinante las pruebas o expiaciones por las que el espíritu deberá pasar, con el objetivo de su redención.
El espíritu que va a encarnar podrá cooperar o trabajar activamente en ese planeamiento.
De acuerdo con el grado evolutivo en que se encuentra, el espíritu podrá facilitar o dificultar el proceso para volver a nacer. Por eso los espíritus rebeldes o indiferentes tienen su encarnación por completo a cargo de los espíritus superiores, que eligen las condiciones bajo las cuales deberán volver a nacer y las experiencias a las que deberán someterse.
La mayoría de los que retornan a la existencia corporal en la esfera del globo, son magnetizados por los benefactores espirituales, que organizan para ellos nuevas tareas redentoras.
Muchos encarnan en estado de inconsciencia.
Los procesos de la reencarnación son operaciones graduales:
“Se inician con la concepción y se completan con el nacimiento.”
La unión del alma con el cuerpo se efectúa por medio del periespíritu (envoltorio fluídico) que servirá para conexionar el espíritu y la materia.
Mediante un mecanismo complejo el periespíritu es reducido, condensado y se asimila a las moléculas materiales del cuerpo en formación, ajustándose progresivamente a su desarrollo.
Al nacer las reminiscencias del pasado pueden manifestarse con tendencias instintivas, simpatías inexplicables y súbitas, bajo la forma de recuerdos e impresiones.
Incontables personas se han sorprendido frente a los recuerdos de las vidas pasadas, en los que se sumergían inconscientemente, sufriendo en las evocaciones los estados característicos de los personajes que antes animaron. Es así, que muchos han sido víctimas de variados órdenes, perturbándose, sin conseguir establecer los límites entre los hechos de una y otra existencia: la del pasado que retorna vigorosa y la del presente, que se va sometiendo al impositivo de la otra.
En la vida infantil, debido a que el espíritu aún se encuentra en el proceso de fijación total en las células, apropiándose del campo somático, poco a poco surgen, frecuentemente en los diversos ámbitos del Arte, de la Filosofía, de la Ciencia y de la Religión, los que exteriorizan sorprendente precocidad, revelando conocimientos superiores a los del tiempo en que viven o recordando las enseñanzas aprendidas anteriormente.
La memoria del aprendizaje y de los hechos no se pierden nunca, puesto que ésta no es patrimonio de las células cerebrales, que las traducen, estando incorporada al periespíritu, quien la fija, acumulando las experiencias de las múltiples existencias, mediante las cuales el Espíritu evoluciona, en las diversas fajas que le son necesarias.
El gran filósofo griego PLATÓN decía: ”APRENDER ES LO MÍSMO QUE RECORDAR”
La Ley del olvido se aplica al reencarnante, ya que en su vida de relación el hombre tendrá que convivir con antiguos adversarios, con el objetivo de la reconciliación. Si los reconociese, encontraría dificultades para establecer los vínculos afectivos necesarios al entendimiento mutuo. En la calidad de ofensor podría sentirse humillado y en calidad de ofendido afligido o encolerizado.
Por otro lado, el conocimiento de un pasado fastuoso podría avivar el orgullo humano, mientras que un pasado de miseria o de errores terribles podría causar una innecesaria humillación y tal vez, el remordimiento llegaría a paralizar todas las buenas iniciativas.
Para que el hombre progrese espiritualmente y cumpla el programa de trabajo que asumió al volver a nacer al cuerpo físico, no es necesario el recuerdo de las experiencias anteriores, el espíritu recibe la advertencia, para no reincidir en el error, bajo la forma de intuiciones e impresiones provenientes de las lecciones del pasado, impresos en su conciencia, así como las buenas resoluciones que adoptó antes en otras vidas.
Las tendencias instintivas, en algunos casos, el tipo de vicisitudes y pruebas que sufre, pueden también esclarecer al hombre acerca de su pasado y sobre la naturaleza de los esfuerzos que tiene que realizar para su evolución.
La observación de sus malas inclinaciones y de las dificultades que atraviesa le permitirán saber que fue, qué hizo y que necesitará hacer para corregirse.
La ley de los renacimientos explica y completa el principio de la inmortalidad.
No se puede evolucionar en una sola existencia para llegar a la perfección.
¿Por qué para unos la fortuna, la dicha constante, la salud, la belleza, la fuerza, la inteligencia y para otros la miseria, el mal inevitable, las enfermedades, la fealdad, la debilidad, la torpeza?
Unos mueren jóvenes, de pocos días, otros duran cerca del siglo.
¿De dónde vienen los jóvenes prodigios?, los músicos, los pintores, los poetas, todos los que desde la más tierna edad, muestran disposiciones para las artes y las ciencias.
Hubo niños que fueron capaces de expresarse correctamente en diversos idiomas desde los dos años de edad, sin haberlos aprendido. Otros revelaron una inclinación musical, componiendo e interpretando piezas clásicas antes de que pudiesen sostener un violín, o disponer de movilidad para una octava en el teclado del piano.
Escultores deslumbraron a sus maestros en plena edad infantil.
Así también, matemáticos, astrónomos y físicos modernos, evocan de la última reencarnación cuanto aprendieron y ahora retornan para ampliar, aún más, sus adquisiciones para ser aplicadas al servicio de la Humanidad.
Si la vida individual empieza solamente con el nacimiento terrestre, según los materialistas. Si no se ha existido anteriormente, no se podría explicar…
Como Mozart a los 4 años ejecutaba el piano y compuso una sonata y a los 8 años una opera.
Paganini en su infancia tocaba el violín maravillosamente.
Litz, Beethoven, Rubinstein a los 10 años se hacían aplaudir en las salas de conciertos.
Miguel Angel se reveló en un momento, de improviso, con un talento fascinante.
Pascal a los 12 años descubrió la “geometría plana”.
Rembrandt, antes de saber leer dibujaba como un gran maestro.
Ericson (ingeniero) a los 12 años era inspector del Gran Marítimo de Suez y tenía a su cargo, bajo sus ordenes, a más de 600 obreros.
Las desigualdades son los diferentes grados de evolución:
El destino del ser no es más que el desenvolvimiento, a través de las edades de la larga serie de “causas y efectos” engendrados por sus actos.
Nada se pierde, se acumula el bien y el mal, y germinan en nosotros.
Sólo la reparación puede llegar a suprimirlos.
Unos y otros formamos un encadenamiento de bienes y de males, que en su conjunto compondrá la trama de nuestro destino.
Las almas irán evolucionando por medio de innumerables encarnaciones. Aquí juega un papel importante el “libre albedrio”, que DIOS nos concedió cuando nos creó.
De este modo, con el encadenamiento de nuestras etapas terrestres se prosigue y se completa la obra grandiosa de nuestra evolución a través de la educación y la edificación de la personalidad.
Sufrir todas las pruebas de la riqueza, pobreza, aprender a obedecer, a mandar, comprender las privaciones, adquirir la paciencia.
No existe pues la fatalidad, el hombre es el que teje, día a día, desde su nacimiento hasta su muerte, la red de su destino.
La ley de la justicia no castiga, ni recompensa.
Asociar nuestros actos al PLAN DIVINO, obrar en concierto con la naturaleza, en el sentido de la armonía, y para el bien de todos, es preparar nuestra elevación, nuestra felicidad.
Actuar al contrario sería retrasarnos y encadenarnos a mundos inferiores.
El presente sólo explica el pasado.
En numerosas ocasiones perdemos la perspectiva estudiando las cosas de forma aislada. Sin embargo, cuando un acontecimiento histórico es comparado con otro de similares características y de repente se revelan extraordinarias e inauditas coincidencias, la sombra de la duda comienza a planear respecto de cómo se está escribiendo el guión de la historia de la Humanidad.
El cúmulo de insólitas coincidencias que rodea los asesinatos de dos de los presidentes más populares de la historia de los Estados Unidos: Abraham Lincoln y John Fitzgerald Kennedy, es sencillamente asombroso.
Qué misterio indescifrable encierra este anormal paralelismo de hechos y acontecimientos. No lo sabemos, pero hay algo claro como decía Albert Einstein: “Dios no juega a los dados con el mundo”.
Porque lo que a continuación pasamos a detallar no puede tratarse de ninguna manera de simples coincidencias, juzgue usted mismo.
- Abraham Lincoln fue elegido por vez primera para el Congreso en 1846 y John F. Kennedy exactamente cien años después.
- Lincoln fue elegido como 16º presidente de los Estados Unidos el 6 de Noviembre de 1860, Kennedy fue elegido 35º presidente el 8 Noviembre de 1960.
3. John Wilkes Booth el asesino de Abraham Lincoln nació en 1839 mientras que Lee Harvey Oswald asesino material del presidente Kennedy nació en 1939. Ambos personajes eran nativos del Sur.
4. El mismo día en que fue asesinado Lincoln éste comentó a uno de sus íntimos Willam H. Crook: “Creo que hay hombres que quieren matarme…Y no hay duda de que lo harán…Si han de hacerlo será imposible evitarlo”. Y horas antes de su trágica muerte Kennedy comentó con su esposa Jacqueline y a uno de sus consejeros personales, Ken O´donell: “Si alguien estuviera resuelto a matar al presidente de los Estados Unidos no le seria difícil. Todo lo que tiene que hacer es subir un día a un edificio alto con un rifle telescópico: nadie podrá evitarlo”.
5.Ambos asesinatos ocurrieron en viernes.
6. Las muertes de ambos mandatarios fueron presenciadas por sus esposas.
7. Los dos murieron de un balazo en la cabeza que les dispararon por la espalda.
8. Booth cometió un magnicidio en un teatro y se refugió en un almacén. Mientras que Oswald disparó contra Kennedy desde la ventana de un almacén y se ocultó en un teatro.
9. El secretario de Lincoln apellidado Kennedy aconsejó a éste con reiteración que no acudiera al teatro Ford, mientras que el secretario de Kennedy apellidado Lincoln desaconsejó a éste el viaje a Dallas.
10. Lincoln fue asesinado en el teatro Ford Kennedy, Kennedy lo fue en un automóvil de la Ford Motor Company, un Lincoln.
11. Los sucesores de ambos presidentes se apellidaban Jonhson.
12. Ambos políticos representaban a los demócratas del Sur.
13. En ambos casos los sucesores también habían sido miembros del Senado.
14. El sucesor de Lincoln, Andrew Johnson, nació en 1808 y el de Kennedy, Lindon Johnson, en 1908. Ambos sureños.
15. Tras su detención ambos asesinos fueron muertos en extrañas circunstancias sin haber podido ser juzgados.
- Se sospecha con bastante fundamento que tanto Booth como Oswald tuvieron cómplices cuyos nombres nunca salieron a la luz ya que en ambos casos surgieron espontáneos vengadores que los mataron antes de ser juzgados.
- Los apellidos Lincoln y Kennedy constan de siete letras.
18. Los nombres de sus respectivos sucesores Andrew Johnson y Lindon Johnson constan respectivamente de trece letras.
- Los nombres de los criminales John Wilkes Booth y Lee Harvey Oswald poseían cada uno quince letras.
- Tanto Lincoln como Kennedy eran fervientes defensores de los derechos civiles.
- Las esposas de ambos presidentes perdieron un hijo mientras residían en la Casa Blanca.
- El hijo de Lincoln y el hermano de Kennedy se llamaban respectivamente Robert.
- Tras la muerte de Lincoln su hijo quemó una serie de cartas y documentos de su padre justificando esta acción con las siguientes palabras: “No conduce a nada su publicación…Concierne a un hombre que desempeñó cierto papel en la muerte de mi padre…un miembro de la Administración…”
Tras la muerte de Kennedy su hermano muerto más tarde en extrañas circunstancias procedió de forma similar.
¿Cómo es posible que se repitan, justo cien años después, ya no sólo hechos idénticos, sino incluso fechas y nombres de los protagonistas?
Los asesinos de Lincoln y Kennedy, están plagados de asombrosas coincidencias y similitudes que no pueden explicarse de modo alguno.
Naturalmente, una filosofía espiritualista y comportamental como el Espiritísmo, no podía dejar de considerar la idea reencarnacionista, como respuesta cabal a tanta incógnita relativa al hombre, su orígen y sus destino. Tal es así, que en los 5 puntos básicos en los que se sustenta la Doctrina de los Espíritus la considera. A saber: LA CREENCIA EN DIOS-EN LA INMORTALIDAD DEL ALMA-EN LA COMUNICABILIDAD DE LOS ESPÍRITUS-EN LA REENCARNACIÓN O VIDAS SUCESIVAS-EN LA PLURALIDAD DE MUNDOS HABITADOS.
KARDEC, con mucha propiedad, en EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, Cap. IV preg. 66, indaga: ”Si no alcanzó la perfección durante la vida corpórea, ¿por qué medios el espíritu alcanza la depuración? “Sometiéndose a la prueba de una nueva existencia”. Contestaron los Espíritus Superiores.
Y en la pregunta 171, consulta ¿En qué se fundamenta la ley de la reencarnación? “En la justicia de DIOS y en la revelación. El buen Padre deja abierta una puerta para el arrepentimiento, ¿no os indica la razón que sería injusto privar para siempre de la felicidad eterna a aquellos a los cuales no se les dieron todas las oportunidades para mejorarse?, ¿no son hijos de DIOS todos los hombres? Sólo entre los egoístas son comunes la iniquidad, el odio implacable y los castigos eternos”.
Y en la pregunta 392 -inquiere: ¿Por qué el espíritu encarnado pierde el recuerdo del pasado? – “El hombre no puede ni debe saberlo todo, Dios lo quiere así en su sabiduría. Sin el velo que le cubre ciertas cosas, quedaría deslumbrado, como aquel que pasa, sin transición, de la oscuridad a la luz, por el olvido del pasado, es más él mismo”.
El transitorio olvido del pasado facilita las reencarnaciones, brindando unas posibilidades más amplias al entendimiento y a la cordialidad. Si el espíritu recordara los motivos de la antipatía o del amor, se vincularía solamente a los seres simpáticos, apartándose de aquellos por quienes se sintió perjudicado, complicando indefinidamente la liberación de las causas infelices del fracaso.
De este modo, el hijo rebelde retorna en la condición de padre, la esposa ultrajada vuelve como madre abnegada, el criminal odioso reinicia la marcha al lado de la antigua victima, el infractor de la existencia física, el suicida, reencarna con las limitaciones que ocasionó mediante el atentado perpetrado contra su organización somática. Su mal aplicada decisión redunda en idiotez irreversible y la impiedad, el ultraje, el abuso de cualquier naturaleza construyen el suplicio de la miseria física o moral, como medida educadora de que necesita el defraudador.
Merece considerar aún, que en cada día surgen oportunidades nuevas que facultan al hombre a hacer y rehacer, perfeccionándose sin cesar, olvidando el mal y adicionando el bien a las propias adquisiciones con que se prepara para la liberación íntima e intransferible. Por eso, la actual oportunidad es para cada uno que se encuentra en la labor de la carne, una bendición de realce que no puede ser desperdiciada sin consecuencias lamentables, y que sólo más tarde comprenderá en toda su complejidad.
Sea cual fuese la situación en que te encuentres, agradece a Dios la actual coyuntura expiatoria o de prueba, utilizando el tiempo con sabiduría y discernimiento, con el fin de construir el futuro, si es que el presente se te figura aflictivo o doloroso.
Lo que hoy posees viene del ayer, pudiendo edificar para el mañana a través del uso que hagas de las facultades a tu alcance.
Cualquier cuerpo, aunque esté mutilado o limitado, señalado por enfermedades terribles y rigurosas, constituye una concesión superior que a todos corresponde cuidar y cultivar, ampliando recursos y atesorando adquisiciones, mediante los cuales podrá planear más tarde en las Regiones Felices, libre de los retornos dolorosos y reencarnaciones difíciles.